JESSICA POV
—Nick. —Sonrío mientras entro a su oficina, pero me congelo cuando él golpea el teléfono sobre la mesa, luciendo culpable.
Ha pasado una semana desde que encontró a su verdadera pareja y he estado preocupada al respecto, pero día tras día, se convirtió en menos problema.
—¿Qué pasa? —pregunto, mi amplia sonrisa desaparece en segundos.
—Nada, cariño. —Él fuerza una sonrisa, pero sus ojos dicen otra cosa.
—¿Con quién hablabas por teléfono? —Me siento frente a él y él aleja lentamente el teléfono, probablemente pensando que no me daría cuenta.
—Nadie. —Me está mintiendo, mientras me mira a los ojos.
Mi corazón se encoje, mis manos tiemblan mientras descansan en mi regazo.
—¿Era ella? —Mi voz se quiebra y él suspira, llevando sus manos a su boca—. Así es —suelto, mi corazón palpita contra mi pecho.
—No es lo que piensas, Jess. —Suspira, extendiendo su mano para que la tome, pero ¿Cómo podría confiar en él cuando me acaba de mentir?
—Entonces, ¿qué era, Nick? —Frunzo el ceño, mirándolo con ojos llenos de lágrimas.
Sus ojos rápidamente se desvían a su mano y luego vuelven a mí antes de retirarse lentamente.
—Ella pidió verme. —Comienza a explicar, mi estómago se revuelve y la bilis sube.
—Y dijiste que sí... —Niego con la cabeza, mi rostro se retuerce en un gesto amenazante.
Sus ojos se cierran lentamente mientras exhala un suspiro y yo me levanto, las patas de la silla chillan contra el suelo de madera y las lágrimas corren por mi rostro.
—Y no me lo ibas a decir, ¿verdad? —Mis palabras están rotas mientras hablo, al igual que mi corazón destrozado.
Sus ojos se levantan hacia los míos mientras se levanta, su altura me hace sentir pequeña.
—Iba a decírtelo. Iba a decírtelo. —Trata de defenderse, dejando mi corazón destrozado y pisoteado con sus mentiras.
—No, no lo ibas a hacer. —Inhalo una bocanada de aire, mi cuerpo tiembla de dolor por su traición.
—Sí lo iba a hacer, lo juro. —Se acerca al costado de su escritorio, queriendo acercarse a mí, y yo retrocedo.
—¡No! —Levanto mi mano, haciendo que se detenga en seco—. Si... si me lo hubieras... dicho... lo habrías... hecho cuando te... pregunté —mis palabras tartamudean, fallándome cuando más las necesito.
—Es solo que... —Él se rasca la nuca, sus ojos en espiral y lo observo, notando su mano temblorosa mientras intenta explicarse, mientras intenta mentir para salir de esto.
Nunca nos hemos mentido el uno al otro, pero ahora... verlo mentirme tan fácilmente me hace preguntarme si alguna vez ha dicho una mentira antes...
—¿Solo qué, Nick?
Él dijo que no tenía nada de qué preocuparme, dijo que necesitaba tiempo para reunir el valor de rechazarla, lo cual supongo que sería difícil, pero descubrir que iba a verla a mis espaldas... ¿cómo podría volver a confiar en él?
—Quería decírtelo durante el desayuno, no ahora... —Sus ojos caen al suelo avergonzados.
—¿Cuándo la vas a ver? ¿La vas a rechazar? —Insisto, haciendo que sus ojos se oscurezcan mientras me mira fijamente.
—No. —Niega con la cabeza—. No estoy listo.
Bufo con su pequeña excusa... mi corazón está sangrando en este momento.
—Entonces, ¿por qué aceptaste verla? ¿Cómo pudiste aceptar verla? —Estallo, gritando con todas mis fuerzas en un llanto desgarrador.
Él se acerca y yo doy un paso atrás, mirándolo con todo el odio del mundo.
Todos pensaban que no era la adecuada para él, excepto él y nuestros padres... las chicas de alto rango pensaban que era una tonta hasta el día en que me convertí en luna y mírame ahora... ya no soy lo suficientemente buena y tenían razón.
—¡Ella está enferma, su médico dijo que es porque no estamos cerca! —me grita y lo miro en blanco con disgusto.
—Así que quieres ir allá... —Exhalo—. ¿¡Y traicionarme!? —grito.
Él suspira, revoleando los ojos.
—Nunca te traicionaría... solo quiero que ella se recupere y luego, cuando esté mejor, la rechazaré, te lo prometo. —Se acerca un poco más, sus ojos clavados en los míos, la desesperación y tristeza son claras en su semblante.
—Iré contigo —declaro y él niega con la cabeza.
—No puedes.
—No importa, no me quedaré aquí y perderé la cabeza por ella. Si quieres mi perdón por mentirme, me dejarás ir contigo. —Amenazo su confianza y lo veo tragar en seco, su garganta se mueve.
—Está bien, puedes venir. —Asiente y yo limpio agresivamente las lágrimas de mis mejillas.
—Me vestiré. —Giro sobre mis talones y salgo de su oficina, escuchándolo lanzar un jarrón y escucho el sonido del cristal al romperse, cierro los ojos al escuchar el sonido del vidrio golpeando el suelo.
El viaje hasta su manada fue largo y silencioso, puedo sentir a Nick mirándome de vez en cuando, pero solo miro por la ventana, observando la naturaleza a mi alrededor.
No quiero estar enfadada con él, pero lo estoy.
El vínculo que tenemos puede que no sea predestinado, pero es real. Somos compañeros verdaderos y sería una tonta haberlo dejado venir solo para estar con su verdadera pareja predestinada.
Al llegar a la manada, todos se inclinan ante nosotros, dándonos la bienvenida y el médico nos recibe en la entrada de la casa de la manada donde ella vive... aparentemente, es de sangre alfa... la hija del alfa Darren. Es un hombre justo y amable que trata bien a su gente, así que espero que no se enoje mucho con Nick.
—Alpha Nick. Por favor, sígueme. —Avanzamos, siguiéndolo mientras un guardia me agarra el brazo y gruñe hacia mí.
Me quedo congelada, mirando al hombre alto.
—¡Quita tus manos de mi pareja! —grita Nick y los ojos del guardia se abren de par en par antes de soltarme inmediatamente.
El doctor se voltea hacia nosotros mientras está parado en el cuarto escalón.
—Lo siento, pero ella tiene que quedarse aquí. No podemos permitir que la alpha Tiffany se moleste o empeorará.
Es una completa tontería.
Sus dedos apartan mi pelo n***o azabache de mi cara, sus dedos capturan mi mentón y levanta mi cabeza hacia arriba, mirándome desesperadamente.
—Por favor, estaré de vuelta enseguida. —Su pulgar acaricia mi mejilla.
No quiero que se vaya, no confío en esta gente...
No confío en que esté solo con ella...
—Solo tú y yo, cariño. —La pequeña sonrisa en su rostro me hace inclinarme hacia su mano asintiendo.
Si me traiciona ahora... todo habrá terminado.
Besa mi sien antes de seguir al doctor y el guardia me indica un sofá en la sala de estar, donde puedo sentarme molesta y ver la escalera, esperando a que el amor de mi vida baje y nos lleve a casa.
Mi rodilla no deja de moverse mientras miro la escalera y luego la pantalla negra frente a mí.
Un carraspeo hace que gire la cabeza hacia el lado y la luna de la fiesta está parada allí con una expresión engreída.
—¿Jessica, no es así? —Levanta sus cejas, con una postura perfecta.
—¿Qué haces aquí? —Me levanto, arreglando mi vestido.
—Vivo aquí —dice en tono plano y mi corazón se hunde.
Ella es la madre de Tiffany...
—Lo sabías... —Frunzo el ceño hacia ella, dando un paso más cerca y ella también lo hace.
—Que la verdadera pareja elegida de tu pareja es mi hija. Sí. —Se burla y la veo sacudiendo su pelo para que caiga por su espalda.
Tiene el mismo pelo oscuro que su hija, pero no tan oscuro como el mío.
—Él la rechazará —digo entre dientes, enfadada de que esté ahí de pie, pensando que Nick la elegiría a ella en lugar de a mí.
—¿Oh, de verdad? —Toca su barbilla con el dedo, como si supiera algo que yo no.
—Él lo hará, lo prometió. —Sus ojos se abren de par en par, pero no hay ni rastro de miedo, ni sorpresa, solo maldad pura.
Y yo que pensaba que era agradable... ja.
—Que bien por ti. —Sonríe y antes de que pueda pensar en algo que decir, mi corazón duele, mi respiración se interrumpe por el dolor y me encorvo, agarrando el costado del sofá, mis uñas clavándose en él y levanto la mirada hacia su sonrisa engreída, mis ojos centelleando mientras gruño en voz alta y me concentro en él.
—¡¿Qué estás haciendo?! —grito a través de nuestra conexión mental y el dolor se detiene inmediatamente, rompiendo aún más mi corazón.
Parándome derecho, la sonrisa de la Luna Maya es más brillante, más maldad bailando en sus ojos.
—Te lo advertí, eres la otra mujer. —Hace un gesto con la cabeza.
—No lo fui ni nunca lo seré —digo entre dientes, aunque estoy mintiendo porque Nick nunca volverá a tocarme.
El dolor fue peor, más doloroso que la última vez y ahora sé que no me había estado engañando esa noche, pero tal vez lo haya hecho ahora...
No debería haberlo dejado ir solo, porque mira en qué estamos ahora... no somos nada.
No soy nada.
—¡Darren! —la luna grita y el alpha entra a grandes zancadas y ella se apoya en su pecho—. Debes convencer a Nick de llevarse a Tiffany. Ella se está poniendo más enferma por minutos sin él. —Sus pestañas parpadean rápidamente, lágrimas falsas formándose en sus ojos—. Estoy preocupada, Darren...
—No. —Gruño y el Alpha Darren pone a su compañera detrás de él.
—¿Quién eres tú? —Se yergue alto, su aura ligeramente aterradora.
—Soy la pareja de Nick, la Luna de la manada del oeste, y tu hija no es bienvenida en nuestras tierras. —Me mantengo erguida, mis ojos pasando por el Alpha Darren para ver a Nick bajando la escalera.
Suspiro antes de correr hacia él, necesito irme de aquí. Necesito sacarlo de aquí, lejos de su pareja destinada, lejos de sus padres.
El Alpha Darren me mira atónito mientras paso junto a ellos, agarrándolo a él.
—¡Nos vamos, ahora mismo! —exijo, tirando de él hacia la puerta principal.
—Jess, lo siento. —Su disculpa me atraviesa, porque no significa nada.
—¡Alpha Nick! —Alpha Darren lo llama y él se detiene abruptamente, girando hacia él—. Debes llevar a mi hija contigo o rechazarla ahora mismo. —Exige con gran autoridad.
—¿Disculpa? —Nick frunce el ceño confundido.
—Di que no —susurro en tono suplicante.
—Lo escuchaste. —Luna Maya toma su posición junto a su compañero.
Tiro de su mano, mirándolo con ojos llenos de lágrimas.
—Solo recházala y podemos volver a casa —le suplico.
Sus ojos verdes que me recuerdan al hermoso bosque solo pasan fugazmente entre mis ojos azules glaciales.
—No puedo —susurra, rompiendo mi corazón.
—Bueno, ¿qué será? —Alpha Darren se acerca.
—No tengo que hacer ninguna de las dos cosas. —Nick niega con la cabeza—. Ella está segura aquí. —Los ojos de Nick se estrechan.
—¡Ella se pondrá más enferma! —Luna Maya exagera.
Realmente no me gusta ella.
Nick se voltea hacia mí, sus ojos llenos de angustia.
—Lo siento —dice antes de voltearse hacia los padres de ella—. Puedes traerla a ella y sus cosas a nuestra manada mañana. —Asiento y la sonrisa maliciosa en el rostro de Luna Maya me hace querer hacer explotar este lugar.
Retiro mi mano de la suya, observando cómo voltea la cabeza hacia mí con miedo en sus ojos mientras me alejo.
—¡Te odio! —exclamo, haciendo que Luna Maya respire dramáticamente antes de girar y correr fuera de su hogar.
Me transformo y corro a casa, no soporto ver su cara.