La mañana estaba cubierta por una espesa neblina, Álexander, ese día amaneció de mejor humor, ya que desde que había llegado se mostró malhumorado y taciturno; la casa, las voces todo le recordaba los últimos momentos de Ana con vida y sobre todo aquella declaración de amor tan profunda y sincera que le retumbaba en la cabeza. Sin embargo, al no estar sólo debía permanecer tranquilo y no mostrarse ausente por Álex y Samantha quienes hacían su vida más amena. Decidió por esa razón, bajar al comedor a desayunar y escuchar las ocurrencias de su hijo, así como la risa de Samantha. --------------_---------- —Katherine ¿ya estas lista?— con cierta impaciencia. —Si, querido— arreglándose el sombrero. —Entonces, vamos... El carruaje nos espera— tomó de la mano a su esposa para dirigirse a la

