Los minutos transcurrieron con una lentitud tortuosa, cada segundo estaba cargado de ansiedad y temor. Sarah y Bastián se miraron, compartiendo una comprensión silenciosa de la gravedad de la situación. En la sala de parto, el aire estaba cargado de tensión, la temperatura fría contrastaba con el calor de las emociones que se agitaban en sus corazones.
— ¿Qué crees que está sucediendo? —preguntó Sarah, su voz apenas salía en un susurro, temiendo que pronunciarlo en voz alta hiciera la angustia más enorme, tenía tanto miedo de lo que pudiera pasarle a su mejor amiga, teniendo en cuenta que aún faltaban semanas para que su embarazo se completara.
— No lo sé, pero tenemos que mantener la compostura. Abby necesita que seamos fuertes por ella. —Bastián ap
