Había pasado un mes desde aquella entrevista que lo cambió todo. Desde entonces, la vida parecía haber encontrado una extraña calma entre nosotros. Las rutinas diarias, los despertares compartidos, desayunos, comidas elegantes , baños juntos, en sí, todo, era hermoso. Esa mañana en la que el sol entraba por la ventana del comedor, nos decía que sería un día reluciente. Demian estaba sentado frente a mí, hojeando el periódico en su tableta mientras desayunaba. —El día está muy bonito amor— Dije alegremente, sintiendo un ánimo que picosa veces sentía. —Si, seguro que será un buen día— dijo un poco serio. No dije nada, yo apenas había probado el jugo de naranja, tenía el estómago revuelto y un sabor extraño que me subía por la garganta. Cerré los ojos un segundo, esperando que se

