Subí las escaleras con el corazón acelerado más que de lo normal, estaba llena de angustia. Al llegar a la habitación, empujé la puerta y vi a Demian de espaldas, desabrochándose los botones de la camisa. —No es justo, Demian —dije con mucha tristeza. —No es justo que tomes la noticia así, como si fuera una tragedia. Él se giró rápidamente, era más que claro que en él había frustración. —¿Por qué no entiendes que no quiero ser padre? —dijo en un tono más duro de lo habitual. Sentí un nudo en la garganta, pero no podía callar. —¿Es porque no quieres tener nada que te una a mí? ¿Porque cuando Mildred regrese, planeas dejarme? Su expresión cambió, su rostro se endureció aún más al escucharme de cierto eso. —No hables de Mildred —dijo un poco alterado. —Esto no tiene nada que ver con

