Después de aquel abrazo, Demina se sentó en unos d ellos diga de espera, no sabíamos si ya estaba entre el día o la madrugada. Me acerqué con cautela, sin hacer ruido, dudé por un instante, pero fui valiente y me acerqué una vez más a él. —¿Quieres algo de comer? —pregunté con amabilidad, inclinándome apenas para que me escuchara. Él negó con la cabeza sin apartar la vista del suelo. —Sé que estás preocupado por tu madre pero todo estará bien, ella es muy fuerte, va a salir de esta —le dije, intentando que mi voz sonara convincente. Demian levantó la mirada por fin, sus ojos denotaban que estaban cansados, pero me ofreció una pequeña sonrisa de gratitud. —Gracias por tus palabras, de verdad espero que tengas razón —dijo. En ese instante, la voz reconocible de Mildred interrumpió

