Dos días habían pasado dos días desde aquella conversación que aun estaba en mi mente. Dos días desde que lo vi marcharse con su maleta y su beso tibio, mientras yo me quedaba en la puerta, diciéndole que lo amaba aunque no me amara. Y a pesar de todo, hoy me encontraba en el aeropuerto, mirando hacia la salida de pasajeros con la ilusión de una mujer que no aprende a rendirse. Me acomodé el abrigo por tercera vez, aunque no tenía frío, y miré la hora, el vuelo había aterrizado hacía unos minutos, así que no tardaría en aparecer. De repente vi a Demian venía caminando con pero no lo hacía solo, a su lado venía su madre, Fabiola, con esa presencia imponente que nunca dejaba indiferente a nadie. George también venía con ellos, siempre sonriente, y una joven que reconocí de inmediato

