Veinte minutos después de salir de mi casa, llegué a la pista de hielo, mi lugar seguro en este mundo. En la pista de hielo hace bastante frío por lo que me puse una sudadera y calentadores para no coger una hipotermia.
Me puse mis patines y me metí en la pista.
Tenía cinco años la primera vez que me metí en una pista, fue una excursión con el colegió, me pareció algo precioso y ese mismo año mis padres me llevaron a ver un teatro sobre hielo, haciendo que mi obsesión subiera.
Ese mismo año me apunte a clases, y hasta ahora.
Gire sobre mis patines y patine para calentar un poco antes de empezar a enseñar a alguna de las coreografías. Mi sueño era representar a Irlanda en las olimpiadas, pero no era posible teniendo en cuenta a lo que se dedicaba mi familia por lo que me iba a resentir a patinar para mi sin llegar a nada más.
—Sophie—me llamo alguien.
Me gire para ver a Susana, una de mis amigas del equipo de patinaje.
Me acerque a la entrada de la pista y la mire.
—Hola—la salude y ella me miro.
—¿Sabes que la pista esta cogida por el equipo de hockey?—me pregunto y la mire.
La pista en la que estaba era la de mi colegio, y no era solo para las patinadoras sino que la compartíamos con el equipo de hockey, eran chicos que no eran lo buenos en coger un balón con las manos y se pasaban a un deporte en el que debían usar palos gigantes para entrenar.
—No lo sabía—le confesé y patine al centro de la pista—Pero para ser sincera no me importa—le dije.
Estaba muy acostumbrada a sacar de sus casillas a los chicos del equipo, era mi pasatiempo favorito y uno que iba a dejar de hacer.
—Te van a terminar matando—me grito mi amiga.
Patine mirándola.
—Que lo intente—le dije divertida.
Me deje llevar por el patinaje e hice un salto para lucirme.
No lo voy a negar soy una persona a la que le gusta llamar la atención, me gusta que la gente me mire, que me den su atención y sobre todo que me den la razón, no es algo de lo que me avergüenzo, me gusta ser como soy, no veo nada malo en ello por lo que nadie puede criticar mi forma de ser, si a mi me gusta.
—Murphy—me grito alguien.
Sabía perfectamente quien era, la querida persona que me había llamado era JJ, era el capitán del equipo de hockey y alguien que no me caía muy bien. Era un chico talentoso y muy listo, pero era mi problema para no poder patinar cuando quisiera por lo que le odiaba, aunque era lo más parecido a mi mejor amigo, pero no voy a decírselo que se crece.
—Mi querido JJ—le salude acercándome a él—¿Qué necesitas?—le pregunte como si no supiera que estaba pasando.
—He reservado la pista—me dijo y le mire.
—Pero quiero patinar—le dije como una niña pequeña-
JJ me miro.
—No es asunto mío—me dijo.
Hice un puchero aunque sabía que no funcionaba, todo esto era solo para que perdieran tiempo y así enfadarle, me gustaba hacerlo para que mentir.
—Tengo un nuevo chico y necesito enseñarle las jugadas—me dijo y le mire.
Me apoye en el muro de la pista y le mire.
—¿Es guapo?—le pregunte.
JJ me miro levantando una ceja.
—¿Ya vas a dejarme por otro?—me pregunto divertido.
Le mire.
—Lo nuestro jamás sería posible—le dije.
JJ río.
Un chico rubio de ojos grises se puso a su lado y me miro.
—¿Cuándo empezamos capitán?—le pregunto el chico a JJ con un precioso acento Italiano.
Peligro, todas mis luces de emergencia se encendieron, mi familia odiaba a los italianos pro lo que yo debía odiarlos con todo mi ser pero no voy a negar que eran condenadamente sensuales y que tenían algo que me hacía volver loca, cosa que no iba a admitir nunca a mi familia si no quería que me desheredaran o mataran, lo que les saliera mejor.
—Thiago, te presento a la señorita Murphy—me presento JJ.
Thiago me miro sonriendo.
—Hola—le salude sin querer hacer mucho contacto visual pero no voy a negar que esa sonrisa es preciosa.
Creo que no me gustaba el chico, sino lo prohibido y las ganas de tocar las narices a mi familia me hacían verle belleza donde no la había, estaba segura de que solo era eso, porque no me podía gustar un italiano, al menos no ahora que mi hermano estaba en problemas con ellos.
—Thiago acaba de venir de Italia, con una beca deportiva—me conto JJ.
Mire a Thiago.
—Pues te ha tocado el peor capitán del mundo—le dije.
De broma obviamente.
Thiago me miro sin entender nada.
—Lo dice de broma—le explico JJ. y Thiago asintió no muy convencido.
—Eso te crees tú—le dije siguiendo la broma.
El capitán me miro serio.
—Largo—me dijo.
Le mire divertida.
—Sácame tú—le rete.
Patine con intensidad antes de que me agarrara por el centro de la pista intentando esquivar a JJ que intentaba agarrarme para sacarme de la pista.
—Murphy, no estoy de humor—me dijo JJ.
Se le notaba cada vez más molesto, cosa que em gustaba.
En un momento de despiste, Thiago me agarro con poca dificultad y me saco de la pista de patinaje.
Le mire sorprendida.
—No te vas a salir con la tuya siempre, pequeña—me dijo dejándome en el suelo.
Le mire.
—Vuelve a llamarme pequeña y te clavo los patines—le avise.
Odiaba los motos, solo le permitía a mi hermano que los usara y eso ya era un logro en mi personalidad arrisca.
—Eres violenta—observo.
Le mire.
—Y tú no muy espabilado—le dije tranquila.
—¿Quieres ir ha cenar el viernes?—me pregunto.
Pestañe con fuerza y le mire.
—¿Me acabas de llamar violenta y después me invitas a cenar?—le pregunte sorprendida.
Thiago me miro.
—He dicho que eres violenta, no que no me guste eso—me aclaro.
Le mire.
No creía en los amores a primera vista, eso era cosa de películas, lo que pasaba es que el chico es nuevo y necesita amigos, necesita a alguien con quien quedar y conocer la ciudad y seguramente yo he sido la única que no le lame el culo, porque es muy común en la gente ir detrás de los nuevos para ser todo su mundo.
—Vale—le dije.
Thiago me miro sorprendido.
—¿Acabas de aceptar salir a cenar con el nuevo?—me pregunto JJ sorprendido.
—Aún no le habéis corrompido, debo educarle para evitar que sea un idiota como vosotros—le dije a JJ.
Este me miro sorprendido.
No era una chica que tuviera a muchos chicos detrás de ella, es más pocos estaban detrás de mi, pero si tenía a algunos detrás a los cuales había rechazado con gran insistencia.
Me gire cual diva.
—Adiós—les dije sin querer seguir dando explicaciones.
Me senté en las gradas con Susana y Leah, mis dos amigas de patinaje, había más personas en el equipo pero eran realmente pedantes y me cansaban demasiado rápido pero ellas, no lo habían hecho aún. Leah era pelirroja, de ojos verdes, alta, venía de ser patinadora sobre ruedas y paso al huelo, por un accidente que tuvo y se traumo, creo que implica hierba y arañas pero no es algo agradable de oír. Mientras que Susan viene de los estados fríos, esos en los que si nieva en invierno y en los que hay pistas de hielo en todos los pueblos, ella es castaña con ojos castaños, es demasiado intensa pero me car bien, no lo voy a negar.
—¿Vas a salir con el nuevo?—me pregunto Leah y la mire.
—Si—le respondí tranquila.
Le robe un cacho de chocolate vegano que estaba comiendo y lo comí.
—Es guapo—dijo Susana.
—E italiano—dije.
Ellas me miraron felices, para ellas, eso solo eran puntos estresa, puntos de sexualidad pero para mi era un enorme problema.