La puerta del baño se cerró con fuerza detrás de Valeria, dejándome solo con el eco de su furia resonando en el aire. Me quedé paralizado, incapaz de procesar lo que acababa de suceder. Había cruzado una línea que no tenía vuelta atrás, y ahora todo lo que habíamos construido estaba derrumbándose ante mis ojos. Sentía la culpa desgarrarme por dentro, un sentimiento que nunca había experimentado con tanta intensidad. Camila seguía allí, con la misma expresión, como si lo que acababa de suceder fuera una escena de una película. Pero en cuanto su mirada se encontró con la mía, todo lo que había sentido por ella se desvaneció. Fue como si la realidad finalmente me golpeara con toda su fuerza. —Vete, Camila —le dije, mi voz apenas un susurro. No me miró dos veces, se limitó a encogerse de ho

