Luego de despedirme de mi papá me dirigí a la casa de Rose. Ayer quedé un poco preocupada, no sé qué habrá pasado con su hija, además de que quiero que me cuente algunas otras cosas importantes.
Llegue a la entrada y golpee la puerta, antes de que Rose abriera sentí a Hope ladrar dentro del hogar, cuando Rose abrió para atenderme, la pequeña perrita saltó para que la tomara en mis brazos. Esta pequeña apareció frente a nuestras casas siendo apenas una cachorrita, debido a su mal estado nos dimos cuenta de que no tenía hogar, la empezamos a alimentar y Rose se encariñó mucho con ella así que decidió adoptarla, ya que le hacía falta una compañía en su hogar, además una perrita es la compañía perfecta.
Enseguida la llevó al veterinario y le brindó todo lo necesario para que pudiera recuperarse de forma adecuada. Hope es preciosa, su pelaje es mestizo, pecho blanco, con el resto del cuerpo mezclando dos tonos de marrón, orejitas caídas hacia delante, es un poco peludita, pero no demasiado, es de porte pequeño, un tamaño ideal para tener en brazos, pero sí pesa bastante porque come muy bien. Creo que ambas sintieron amor a primera vista, debo confesar que también me he encariñado mucho con Hope, es tan hermosa que se hace imposible no adorarla. Siempre he amado los animales, de pequeña he tenido algunos perros y gatos, pero desde hace mucho que no tengo ninguna mascota aunque opino que siempre es necesario tener algunos en el hogar porque brindan mucha alegría. No hay nada más lindo que llegar a casa y que te espere un pequeño peludo para recibirte con mucha emoción, moviendo su cola y saltando, una de las cosas más hermosas que tiene la vida, un placer que te deja una sensación inigualable.
Le di un beso a Rose, tomé a Hope en mis brazos e ingresamos a su casa. Ella me ofreció algo de tomar o comer, pero ya he desayunado en casa así que preferí quedarme así.
—Papá me ha dicho que algo ha pasado con tu hija— mencioné cuando Rose se sentó a nuestro lado en el sofá blanco.
Esta casa es muy linda, más grande que la nuestra, dos plantas, más dormitorios y baños, Rose nunca trabajó, pero su difunto esposo ganaba muy bien, tenía un alto sueldo, tras su fallecimiento a ella le quedó una muy buena pensión que le fue suficiente para que junto a su hija salieran adelante. Rose siempre ha sido muy generosa y constantemente se ofrece a ayudarnos si necesitamos cualquier cosa. Incluso alguna vez he tenido que aceptar su ayuda con los medicamentos de papá, aunque no me gusta hacerlo porque no es su deber, pero siempre dice que para ella es un placer compartir con nosotros lo que tiene, su hija no depende de ella así que generalmente le sobra dinero y tiene muchos ahorros. Siempre nos está ayudando de alguna u otra forma, cuidando a papá, preparándonos comida, pero que lo haga económicamente no me parece justo para ella, aunque sienta ganas de ayudarnos también con dinero, no somos su responsabilidad.
—Está teniendo problemas con su marido, me ha pedido consejos, pero la verdad no sé qué hacer, yo nunca tuve esa clase de problemas con mi Frank— veo mucha tristeza y preocupación en la los ojos de Rose, no me gusta verla así, Emily es su única hija así que es completamente normal que se preocupe de esta forma.
—No sé qué es lo que ha pasado, pero si no es feliz lo mejor es que salga de ahí—. No se puede mantener lo que es insostenible y por lo que ha dicho Rose siento que Emily no lo está pasando nada bien.
—Estoy de acuerdo contigo Shell, el problema es que ella está pensando mucho en sus hijos, no sabe cómo tomarán la situación.
—Seguro que si su madre es infeliz ellos lo entenderán aunque no sea fácil.
Me parece muy lindo por parte de Emily pensar en sus hijos, no todos actúan de la misma manera. Ella es una mujer muy dulce y agradable, la conozco desde que era una niña, siempre se llevó muy bien con mi papá y me trató muy bien a mí. Hace mucho tiempo que no la veo, desde que se casó prácticamente desapareció de aquí, salvo algunas veces que ha venido sola a ver a su mamá. Pero a sus hijos no los conozco, ya que nunca han venido, es su abuela quien siempre va a visitarlos, quiere mucho a sus nietos, por lo mismo le cuesta mucho estar tan lejos de ellos.
—¿Qué pasa contigo Shelby? Te noto algo preocupada— preguntó luego de unos segundos en silencio, ante su comentario esboce una pequeña mueca que trato de ser una sonrisa, Rose me conoce tan bien, como si fuera la madre que nunca he tenido.
—Estoy preocupada por papá, ayer Diana me informó que ha tenido más dolores, pero yo no tenía idea de ello— recordar la situación me pone de mal humor, me enojo, pero no con mi padre, sino conmigo por no haberlo notado antes —¿Tú lo sabías Rose?
—Sí, lo sabía— respondió sinceramente —Perdona por no habértelo dicho, pero tu padre me pidió expresamente que no lo hiciera, como no era tan grave y la doctora estaba al tanto, decidí hacerle caso.
—No tienes que pedir perdón, sé lo terco que puede ser mi padre. Por suerte no ha sido nada grave, le han recetado nuevos medicamentos que ahora iré a comprar.
—¿Necesitas dinero para ello?
—No te preocupes, lo tengo cubierto.
Conversamos un momento más hasta que tuve que irme porque si no sería muy tarde para lo que debo hacer. Tome un autobús que sale más temprano que el que agarro normalmente, pero todos son iguales, abarrotados de personas que ni siquiera miran a quien tienen al lado porque están demasiado ocupados en sus vidas como para observar su alrededor.
Cuando llegue a la parada indicada me baje, camine un poco para llegar a la farmacia, ingrese y mientras esperaba mi turno comencé a buscar las recetas en mi bolso. Las entregué a la chica que me atendió y espere por unos minutos hasta que apareció con todos. El precio fue muy elevado, aunque son menos cuestan más que los anteriores, de aquí hasta fin de mes tendremos que ajustarnos bastante, pero bueno, los medicamentos son prioridad siempre. Guarde todo en el bolso y emprendí camino rumbo a la empresa.
Tuve que ir caminando porque no encontraría nada que me llevara, pero la empresa no está muy lejos así que me vendrá muy bien la caminata. Es lindo de vez en cuando caminar, observar tu alrededor, que el viento golpee en tu rostro, el momento ideal para pensar, pero no tuve mucho tiempo de hacerlo porque llegué a la empresa muy rápido.
Ingresé, saludé a algunas personas y fui directo a cambiarme, al igual que todos los días, al entrar en la habitación lo primero que vi fue a Ale.
—¿Has pensado en lo que te dije anoche?— preguntó al apenas verme y saludarme.
—Ya te lo he dicho, eso no va a suceder.
—Yo no estaría tan segura de ello.
Terminamos la conversación y fuimos a continuar con el trabajo. Ale y mi padre se parecen mucho, ambos son igual de tercos, cuando algo se les mete en la cabeza, no hay quien se los pueda sacar o hacerlos cambiar de opinión, eso es imposible, seguro que son del mismo signo zodiacal, eso no me sorprendería nada.
Dudo mucho que el señor Howland me llame a mí después de todo lo que ha pasado entre nosotros, ya ha sido mucho con que no me haya despedido, pero tenerme en la misma habitación que él, eso solo le recordaría que no todo el mundo es capaz de agacharse ante su persona y dejarse pisotear a su antojo. Los hombres arrogantes como él no soportan que se les lleve la contraria, lo quieren todo y lo quieren ya sin importar lo que cueste o quién esté delante de ellos. Así que definitivamente es imposible que yo sea parte de ese comercial.
Las horas continuaron pasando y el día transcurriendo con normalidad. Recuerdo que cuando entré a la empresa no estaba muy conforme con el trabajo que debía hacer, pero a medida que pasa el tiempo me doy cuenta de que no es tan malo, tengo más libertad que antes y eso es algo positivo. Lo único que extraño de la anterior empresa es el sueldo, pero en realidad tampoco era mucho más elevado que este así que no puedo quejarme. Para ser un ogro el señor Howland no es tan machete con sus empleados, al menos se da cuenta de que nosotros también necesitamos solventar nuestras necesidades. Si cinco años atrás me hubieran preguntado cómo pienso sería mi vida en el presente, definitivamente esto no sería lo que respondería, porque sin dudas no es lo que esperaba, pero bueno, las cosas pasan por algo y aquí es donde estoy, no me quejo de ello. A pesar de todo tengo tanto para agradecer, poseo buena salud, aún tengo a mi padre a mi lado, a la señora Rose que siempre está cuando la necesito y a Ale que aunque hace muy poco la conozco ya se ha vuelto muy importante para mí. Hay muchas personas que tienen mucho menos que yo, que viven peor, y no me refiero solo a lo económico, sino también a lo emocional, de que te sirve tener todo el dinero del mundo, si en realidad por dentro estás vacío, no creo que una cosa pueda sustituir a la otra. Es cierto cuando dicen que el dinero no compra la felicidad, no compra la satisfacción de tener a personas que verdaderamente se preocupan por ti.
—Shelby, el señor Howland te espera en su oficina— dijo Mary quitándome de mis pensamientos, apenas me dio tiempo de sonreírle porque rápidamente se marchó.
—Te dije que te elegiría— dijo Ale con una sonrisa burlona.
—Aún no sabemos para qué me requiere.
Rápidamente, terminé lo que estaba haciendo y emprendí camino a la oficina del señor Howland.
Aunque Ale dice lo contrario, aún no estoy segura de que sea por el comercial, él me odia, no me otorgaría un trabajo que pueda beneficiarme, no es el tipo de persona que deja pasar las cosas como si nunca hubieran sucedido porque cualquier mínima frase ya le sirve para pedir explicaciones. Sí, le he pedido disculpas, pero no las ha aceptado, salió bastante rencoroso el señor.
Hace un momento pensaba que me siento muy cómoda en esta empresa, pero ahora que estoy caminando rumbo a la oficina del jefe, ya no estoy tan segura de ello, ya que constantemente vivo con el miedo a ser despedida por mis acciones. Acciones que después de todo han sido mi culpa, por ser tan impulsiva, pero no es bueno callarse ante las injusticias, porque si lo hiciéramos seríamos explotados, todo el mundo por creerse superior nos trataría como se le venga en gana y la vida no debe ser así, no es para nada justo.
Llegue a la oficina, golpee la puerta y escuche la voz del señor Howland indicando que ingresara. Al abrir la puerta lo encontré sentado en su escritorio al igual que siempre, vestido con un traje n***o y camisa azul marino, colores oscuros que van perfecto a juego con sus profundos ojos y se podría decir que también combinan con su oscura personalidad. Aún no me trago lo que dice Alejandra de que es una buena persona, tendrá que demostrar mucho para hacer que de verdad lo piense. No soy fácil de convencer, rara vez cambio de opinión ante algo de lo que estoy muy segura.
Ahora mismo el señor Howland se encuentra rodeado de muchos papeles, considero que seguro ha estado firmando algunas cosas. Una vez más el pánico inundó todo mi ser, será que esos papeles son mi despido y lo está firmando ahora mismo, bueno, al menos no me ha despedido públicamente, lo hará de manera privada.
Levantó la cabeza y estuvo un momento mirándome sin decir nada, yo tampoco lo hice, me quedé aquí parada sin realizar ninguna acción, fue él quien me citó aquí así que a él le corresponde romper el silencio.
A diferencia de lo que se podría suponer, ese momento que estuvimos en silencio no fue nada incómodo. Su mirada me tranquilizo un poco, no luce como alguien que va a despedir a otra persona, es cierto que no tiene sentimientos y eso está bien, pero no se puede ser tan mala persona, si fuera a despedirme tendría que haber una pizca de lástima en su mirada, un poco de compasión.
No sé cuanto tiempo ha pasado desde que estoy aquí parada frente a él, pero por fin decidió romper el silencio.
—Señorita Miller, por favor tome asiento— mencionó apuntando a la silla que se encuentra al frente de su escritorio.
—Gracias, pero estoy bien aquí— respondí quedándome parada justo donde estoy, prefiero mantener las distancias, además no creo que vaya a estar tanto tiempo aquí como para tener la necesidad de sentarme.
—¿Alejandra te ha comentado del comercial que se filmará en dos días?
—Me ha dicho algo, pero no mucho— en realidad no sabía qué contestar, sí, Alejandra me lo dijo, dijo que me había recomendado a mí, pero aunque ella supone que seré elegida, yo no considero lo mismo.
—Necesitamos a una persona más, Alejandra no ha podido y me ha dicho que te lo pida a ti, así que te lo pregunto, ¿Te gustaría ese trabajo extra?— preguntó levantándose de su silla para acercarse un poco a mí, pero no demasiado, debe de haber al menos dos metros entre los dos.
—No debe sentirse obligado a elegirme a mí, seguro que hay muchas empleadas que estarían encantadas de hacerlo— respondí mirando el suelo, cuando me mira así, tan fijamente, realmente no sé qué hacer, es muy difícil sostener su mirada.
—Nadie puede obligarme a hacer algo que no quiero. Trabajaste muy bien la última vez así que me pareces la persona indicada para este día.
—Quizás no sea buena idea que yo participe.
—Shelby— dijo mi nombre y se acercó un poco más, esta vez si percibí la obligación de mirarlo a los ojos, lo hice y no me sentí tan intimidada como pensaba. —Si te lo estoy pidiendo es porque es una buena idea, sé que no nos llevamos bien, pero hay que separar lo personal de lo profesional— estuve un momento mirándolo sin decir nada, hasta que reflexioné mi respuesta, de la cual espero no arrepentirme.
—Está bien, lo haré.
—No se arrepentirá señorita Miller, le enviaré toda la información.
—Gracias por tenerme en cuenta. Con su permiso, debo seguir trabajando— al escuchar mis palabras asintió con su cabeza en señal de que puedo retirarme, pero antes de que me diera la vuelta me dedicó una amplia sonrisa y no sé por qué, pero también una se formó en mi rostro.
He aceptado porque necesito el dinero extra, desde ahora empezaré a gastar mucho más con los medicamentos, no puedo darme el lujo de estar declinando importantes ofertas. El señor Howland tiene razón, debemos aprender a separar lo profesional de lo personal, aunque los dos nos odiemos mutuamente, trabajamos en la misma empresa, no se puede vivir en una guerra constante porque no es lo adecuado.
Después de salir de esa oficina mi miedo a ser despedida fue un poco aplacado. Fue él quien dijo esa frase, así que si realmente sabe separar las cosas no va a despedirme por lo tonta que he sido, es un alivio que al fin y al cabo no haya salido tan malo, desde ahora prometo que calmaré mis ataques, ya no seré tan impulsiva.
—¿Ya puedo decir te lo dije?— dijo Ale apareciendo delante de mí, ante lo cual no pude evitar reírme.
—Sí, tenías razón, trabajaré en la filmación del comercial— respondí rodando los ojos, ella ama tener la razón, así que acabo de subir su ego a las nubes.
—Entonces, te lo dije— ambas nos reímos.
—Eres muy molesta— dije cuando paramos de reír, una frase que no es cierta porque es la mejor persona que he conocido últimamente. Le di un golpe en la espalda y ambas mientras reímos continuamos trabajando, con alegría todo se hace mejor.
Cuando terminó la jornada me dirigí al hospital, ya que he traído los antiguos medicamentos de papá, antes de que se pudran en casa prefiero que los pueda utilizar alguien que los necesita. Así que se los he entregado a Diana quien ha agradecido mucho la iniciativa, es lo menos que puedo hacer, de todos modos nosotros ya no los usaríamos.
Llegando a casa al igual que siempre me duche y me preparé para cenar con mi papá y Rose. He preguntado, pero en el día no ha tenido más noticias de su hija, en verdad espero que todo esté mejor, no debe ser nada fácil para una madre saber que su única hija no la está pasando bien y estar demasiado lejos como para ayudarla o darle un abrazo.
Una vez más ambos se disculparon por no haberme dicho nada sobre los nuevos dolores de papá, me ha costado aceptarlo, pero he entendido que lo han hecho para no preocuparme, estoy todo el día trabajando y no han querido sumar una carga más a mi día. Así que decidí decir que no pasa nada, no actuaron tan mal porque hablaron con la doctora que debe ser la principal involucrada en la situación y se ha encontrado una solución que es lo más importante. Por supuesto les he hecho prometer que algo así no volverá a pasar, entiendo que no quieren preocuparme, pero necesito estar informada y si no lo estoy me preocupo aún más.