Capitulo 3

953 Words
Habían pasado varios días, ya era miércoles. Había manejado hasta aqui, al llegar lo primero que hice fue ir al baño. Me había aguantado, después de recojer a mi sobrina Olivia. Al salir, no me tropecé con Ulises ni con nadie. Caminé despacio por el largo y ancho pasillo, me cruce con la mirada de uno de los chicos de carpintería. Cuando llegué, saludé a todos con el puño. Hoy me había puesto una calza bastante ajustada, pero era cómoda. La profesora nos saludo, y nos saludó. Me olvide mencionar, que llevaba conmigo una base de un banquito, bastante destrozado para retapizar. —Buen día chicas y Ulises.Hoy veo que varios trajeron lo que quieren desarmar. Sería la primera vez que utilizaría: la granpadora. Me daba un poco de fobia engancharme un dedo, en la madera.De igual forma, debía desarmar y quitar la tela del banco. —Mierda —murmuré al quitar la granpa, con el destornillador, como nos había enseñado la profesora. —¿Estás bien? —Ulises, quién estaba a mi lado desarmando un puff, me preguntó. —Si, solo que no la podía sacar. —Ten —me dió una pinza, y le sonreí. —Gracias... —No es nada. Ya le había quitado, todo. Mire con una sonrisa, el viejo banco entre mis manos. Lo que debía seguir haciendo después: era corta una tela a medida y necesitaba a la profesora. —Profe —murmuré. —Ahora voy, Julia. —¿Cómo mido? —pregunté cuando se acercó. —Anota... Tome el cuaderno, escribiendo las medidas que me iba diciendo. Primero quería complicarme, haciéndole un vivo y después con faja.Para hacerlo, primero tenia que volver a recordar y escuadrar, bueno en realidad lo primero era escuadrar. Suspiré, me dirigí al pequeño galpón del taller para buscar las reglas. Al ingresar, me tope de lleno con Ulises, quien me vio confundido y añadió: —¿Por qué tienes tanto apuro? —Quiero terminar el banquito. —¿ Es necesario atropellarme? —comentó algo irritado y se alejó de mi. Me sentí un poco mal, pero de igual forma tomé las reglas y camine donde el no estaba. Cam, me miro desde la otra mesa algo confundida, pero no dijo nada y se volvió a concentrar. Camine a la mesa del fondo , lejos de él. Ni siquiera lo mire, aún estaba avergonzada conmigo misma por mi torpeza. Al terminar, camine sin mirar en su dirección: la máquina de coser.Cosí bastante concentrada, e incluso casi no tuve que llamar a Alma, la profesora. Cuando lleve la tela a la tapa de madera, Alma me comenzó a explicar : —Primero, debes apuntar con las semillas cada medio, luego me llamas. —Gracias Alma. Comencé a tomar cada semilla, pero se me caía, tenía las uñas largas y eran pequeños. Bufé, no podía encima el martillo al tener un imán, te sacaba la semilla de su lugar. —Julia... ¿Quieres que te ... —Estoy bien —corte a Ulises, antes que me hablara. —Julia... —¡Alma! —llamé a mi profesora ignorandolo. Aún me sentía avergonzada, no quería molestarlo. El se fue a su lugar, le dedique una mirada fugaz antes de concentrarme en mi profesora. Al terminar, todos me aplaudieron y me sentí muy feliz. Sonreí, sin poder evitarlo. —Ulises,¿tienes novia,esposa o amante?—pregunta Camila. Estábamos en el día jueves, todos en algo diferente:yo desarmaba un viejo puff que había echo mi papá, Cam estaba con dos puff,Gis hacia un almohadon extraño y Ulises estaba retapizando sillas como el resto. No pude evitar, prestar atención a aquella pregunta; sin embargo nno debía importarme, yo estaba casada. —Si, tengo esposa —dijo Camila, estában en la mesa de al lado, junto con Carmen y Karina. Nose porque motivo: aquello me hizo marearme. Sostuve con fuerza el destornillador y comencé a quitar las grampas con fervor. —¿Hace mucho?¿cómo se conocieron? —¡Camila! —Gis, la regañó. —¿Qué?,solo tenía curiosidad —se encojio de hombros. —No se preocupen. —¿Hace cuánto estás casado? —pregunté curiosa, ya que estábamos en el baile, bailemos. —Emm... Dos años. —¡Que tiernos! —exclamé intentando sentir esa ternura, solo intentando. —Julia... —Dime —le sonreí. —Estas... apuñalando al pobre puff. Y miré que sí: en forma efectiva estaba clavándole el destornillador a un costado. Hice una mueca, y mire a las tres caras que me observaban confundidos. Estaba contenta, había sacado más de 100 grampas. Pero al quitar, un extraño vivo aparecieron más. —¡Mierda! —¿Frustrada? —comentó Ulises,quién estaba frente a mi. —Estoy cansada, no termino de quitar grampas.Mi papá puso muchisimas —¿Tú papá? —Si...cuando estaba vivo —dije bastante triste. —Lo lamento. —Esta bien, el falleció hace seis años, y trabajó toda su vida de tapicero. Aunque al principio... —hice una pausa al recordar y continué hablando: —él ayudó a mi mamá en su quiosco. —Estas tomando el camino de tu papá, eso es tierno. —Gracias, me arrepiento de no haber aprendido nada de él —suspiré triste. —Ahora lo estás haciendo... Lo miré y le sonreí, escucharlo hablar era como música para mis oídos. —Supongo... Me encogí de hombros y continué quitando ganchitos y clavos. Tome agua, bajo la mirada curiosa de Ulises. —Tomas mucha agua... —Me da calor. —¿En pleno acto también bebés tanta agua? —murmuró divertido, yo lo ví algo sorprendida. —No en realidad. El se marchó a coser algo de su trabajo, y yo me quedé pensativa.
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