Capítulo 4

2305 Words
O L I V I A Lentamente mis ojos se abren debido a un pequeño dolor punzante en mi cabeza, por lo que hago una mueca y coloco mi mano en mi frente. Frunzo el ceño al sentir un cómodo colchón debajo mío y rápidamente me levanto cuando me doy cuenta de algo: esta en definitiva no es mi habitación. > pienso, soltando un suspiro mientras estiro mi algo adolorido cuerpo. Me doy el tiempo de detallar bien la habitación. Las paredes están pintadas de un muy suave rosa y adornadas con bellos cuadros de diferentes ciudades que me encantaría visitar, hay dos puertas de madera (una de salida y otra seguramente del armario), una repisa llena de libros —con la que debo admitir que me emocioné un poco— y un balcón al que me dirigí a paso lento, dejando que mis ojos apreciaran un hermoso panorama del extenso bosque lleno de flores, pasto y árboles adornados con bellas hojas verdes. Se veía tan pacífico, pero... entonces recordé los horribles sucesos ocultos entre sus altos árboles y pasto verde que, en alguna parte, está manchada de sangre de inocentes. Fue inevitable que me pusiera a llorar porque, después de todo, es mi culpa el hecho de que mi mejor amiga esté muerta. Ella merecía vivir incluso más que yo; ya me había resignado a que mi vida desde que el test de embarazo dio positivo se trataría de dejar la universidad para trabajar y cuidar al bebé, a lo que me costaría acostumbrarme pero lo haría. Sin embargo, para Freya no, no estaba condenada ni atada a absolutamente nada, podría vivir la vida que siempre quisimos para ambas. Ahora ninguna de las dos podría vivir esa vida. Lo que descifré al quedarme pensando un largo rato es que definitivamente Sebastian Hayes no es solo un empresario petrolero. Esa es solo una fachada para encubrir lo que, sospecho, es realmente: un mafioso. Esas personas que matan inocentes por diversión, necesidad o traición, que trafican drogas, prostituyen chicas a cambio de dinero, tienen dinero a montones, al igual que armas... y que te clavarían un cuchillo sin dudarlo ni por un segundo. Ese es el padre del bebé que llevo dentro. Pasé las siguientes horas llorando abrazada a una almohada mientras recuerdo todo lo que pasamos con Freya. Muy pocas veces peleábamos, y si lo hacíamos, no duraban más de dos horas hasta que una se disculpara. Pasamos tanto buenos como malos momentos juntas; ella tuvo una vida peor que la mía, siempre fue para protegerme. Nuestra vida en el orfanato fue horrible, un infierno del que apenas logramos escapar con vida. Pero fue así, y ahora una estupidez acabó con la suya. Tocan la puerta suavemente un par de veces antes de abrirla y por esta aparece el chico castaño prometió cuidar el cuerpo de Freya. Me siento bien en la cama, quitando los restos de lágrimas secas que desde hacía rato habían dejado de salir y lo miro a los ojos. —Hola. —esa palabra sale de forma débil de mis labios debido a un pequeño dolor presente en mi garganta. —¿Cómo te sientes, Olivia? —lentamente se va acercando hasta pedir permiso con la mirada para sentarse cerca mío en la cama, a lo que asiento con la cabeza en respuesta. —Si te soy sincera, no lo sé... Son muchos sentimientos juntos del que no puedo descifrar ni uno. Sé que debo llorar y sentirme mal, pero mi cabeza aún no ha procesa el por qué. Solo hay recuerdos que me hacen sentir mal. —comento manteniendo mi mirada en la vista que refleja el balcón. —Entiendo a la perfección lo que estás pasando, créeme. Lo viví un par de veces con personas significativas en mi vida y es horrible hasta que la realidad te golpea. No quiero decirte que vas a estar bien porque en realidad no lo sé, pero si necesitas ayuda para superarlo, estoy disponible. —me guiña el ojo amablemente, a lo que le sonrío con suavidad. —Gracias... Me siento mal por no saber tu nombre luego de las cosas buenas que has hecho por mí. —confieso haciendo una mueca y lo escucho reír suavemente. —Me llamo Dylan, Dylan Shepherd. Y no hay nada qué agradecer, sentí que era algo necesario. —Soy Olivia Evans, aunque creo que eso ya lo sabes. —me presento lo más dulce que mi algo quebrada voz me lo permite. Coloco mis piernas a la altura de mi pecho, para después acomodar mi cabeza sobre ellas a la vez que lo miro con atención. Analizaba su agradable y cómoda mirada, como si quisiera transmitirte calidez a través de él. —¿Adónde se la llevaron? —susurro comenzando a jugar con mis manos, entre tanto mantengo baja mi mirada. —A la morgue. Me preguntaron si prefería que cremaran su cuerpo o lo enterraran, pero como no la conozco no sabía si... —Freya preferiría que la entierren. Odiaría que sus cenizas quedaran aquí, simplemente quedando como un adorno de mal gusto sobre la chimenea. —lo interrumpo al escuchar su un tanto incómodo tono de voz. Este no era un asunto del que debiera hacerse responsable, pero aún así lo hace sin rechistar y eso es algo que valoro. Ojalá pudiera decir lo mismo del padre de mi bebé. —El funeral será cuando tú lo decidas, pero de los detalles me encargaré yo para no presionarte, ¿quieres? Me lanzo sobre él para abrazarlo, sintiendo nuevamente las lágrimas salir de mis ojos y apoyar mi cara en su hombro. Creí que haría algo para alejarme, pero era tan amable que aceptó el abrazo e incluso susurraba palabras de aliento muy bajo. —En serio gracias por hace todo esto, Dylan. No sé cómo podré pagártelo. —murmuro bajo a medida que me voy separando para mirarlo a los ojos. Acerco suavemente su mano hasta posicionarla en mi mejilla y acariciar con su pulgar, quitando de paso las pequeñas lágrimas que habían salido de mis ojos. Cerré un poco los ojos por la dulce caricia que estaba recibiendo. —Solo te voy a pedir como agradecimiento que no te culpes por esto, porque el verdadero culpable, su asesino, está allá fuera y nos encargaremos de que pague por lo que hizo. Asiento con la cabeza, pensando en que esas eran exactamente las palabras que necesitaba escuchar en esos momentos. Desde ahí supe que Dylan siempre tendría las palabras correctas cuando tuviera que consolarme. —Supongo que no viniste solo para hablarme de eso. —digo en un intento de cambiar de tema, no quería ponerme peor de lo que ya estaba aunque sus palabras sí me ayudaron un poco. —Sebastian quiere hablar contigo. —¿Sebastian tiene algún problema físico que le impida subir escaleras? —cuestiono alzando una ceja. —No que yo sepa. ¿Por qué la pregunta? —quiso saber el castaño algo extrañado. —¿Entonces por qué no vino él mismo si quiere hablar conmigo, en lugar de enviarte a ti? —mi tono sale algo brusco, pero trato de calmarme porque sé que Dylan no tiene la culpa. Suelta un suspiro algo cansado por mi pregunta y solo se pasa una mano por el cabello, para después mirarme. —Ha estado teniendo un día algo difícil hoy, ¿sí? Solo acompáñame, por favor, Olivia. —me mira con súplica, a lo que resignada me levanto de la cama. —De acuerdo, iré a hablar con el idiota. Escucho su carcajada detrás de mí a medida que salimos de la habitación y bajamos las escaleras para luego caminar un corto trayecto hasta llegar a una habitación con grandes puertas de madera que tenía tallada figuras de ángeles. Volteo a verlo y me sonríe con amabilidad, por lo que tomó valor para entrar; al hacerlo veo al pelinegro sentado en una silla detrás de un escritorio de madera con demasiada tranquilidad en su semblante para tener su despacho hecho un completo desastre. Hay muchas cosas tiradas y rotas en el suelo que me hacen fruncir el ceño. —Dylan, retírate. —ordena sin siquiera decir un "Hola" al menos. > pienso haciendo una mueca. Para tener tanto dinero, parece que nunca se le ocurrió pagarse una clase de modales. —Siéntate, Olivia, debemos hablar. —obedezco, no porque él me lo ordenara, sino porque me dolía el trasero. —¿Para qué me llamaste? —pregunto directamente, sin ganas de darle muchos rodeos al asunto. —Haremos una fiesta este fin de semana para anunciar tu embarazo, pero hay cosas que debes saber. Mi familia se caracteriza por el honor y el compromiso... —Espera justo ahí. —lo interrumpo con una sonrisa sarcástica—. ¿En qué momento de toda tu locura exactamente acepté yo quedarme a vivir aquí contigo? Lo digo porque no recuerdo haberte dicho que sí a nada. Tengo una casa propia. —¿Tienes algo o a alguien que esté esperándote en esa casa luego de lo que pasó con tu amiga? ¿Un trabajo para mantener ese departamento o recursos para darle las condiciones dignas de vida a nuestro hijo? —cuestiona fríamente y al ver que no respondo, continúa—. Exacto. Si recurriste a mí fue porque necesitabas todas esas cosas, y estoy dispuesto a dártelas ahora que sé que el bebé es mío. Este lugar no es un pequeño departamento de fraternidad, es una mansión donde no va a faltarles nada a ninguno de los dos. A cambio de todo eso, solo voy a pedirte un mínimo favor. —¿Cuál es? pregunto para después bajar la mirada, completamente avergonzada porque decía la verdad: ya no tenía nada. —Como te estaba diciendo, mi familia se caracteriza por el honor y el compromiso. Significa que si descubrieran que eres una chica a la cual dejé embarazada en un club, nos matarían a ambos por deshonrar a la familia. Y por si te lo preguntabas, no, esto no es una broma.- Paso las manos por mi rostro, intentando despertar de esta pesadilla en la que yo misma me metí. Demonios, todo esto es real. Volví al mismo infierno del que escapé hace años, solo que esta vez el pequeño inocente que pagaría las consecuencias no sería yo, sino el bebé dentro de mí. —Creo que ya sé cuál es tu plan. —susurro, a lo que me mira atento—. Fingir que estamos casados. —No eres tan estúpida como creí. —le saco mi dedo de en medio por su respuesta. —Hagamos un trato. Fingiré ser tu esposa, pero tú debes prometer que me dejarás hacer lo que quiera luego de que esta farsa termine y también después del embarazo; no podrás controlarme, tampoco mandar a tus guardaespaldas a perseguirme como si fueran perros detrás de un hueso cuando yo quiera salir. Básicamente, me dejarás vivir mi vida. Cruzó los brazos sobre su pecho, con esa mirada de superioridad que estaba empezando a molestarme. —¿Y qué si no lo hago? —cuestiona, mirándome desafiante. —¿Sabías que soy muy mala para guardar secretos? —pregunté enarcando una ceja y posicionando mis manos sobre la mesa, para quedar más cerca suyo—. Así que es posible que esto de la mafia y todos tus secretos se me escapen "accidentalmente". Puedo ir con la policía y decirles toda la verdad acerca de tus sucios negocios antes de que te des cuenta... Creo que les interesaría saber que uno de los empresarios más importantes de Estados Unidos es en realidad un mafioso. Y no queremos eso, ¿verdad? —lo miro fingiendo inocencia. Su ronca risa hace que se me erice la piel. —Muy bien, Evans, acepto. —estrechamos las manos cerrando el trato—. Solo te digo que si mi hijo no estuviera en tu vientre, una bala ya estaría en tu cabeza por amenazarme, así estarías con tu querida mejor amiga. Esa simple respuesta acompañada de una sonrisa tétrica hace que estalle y le doy una fuerte bofetada que resonó en la habitación. Me voy hecha furia, ignorando sus gritos. No había forma de que pudiéramos llevarnos bien, eso acababa de quedarme completamente claro. En el camino me encuentro con la única persona que me ha tratado bien sin siquiera haberme conocido y me acerco a él de brazos cruzados, manteniendo de forma inevitable mi enojada expresión. —¿Qué tan mal estuvo? —indaga tras soltar un suspiro y niego con la cabeza, descruzándome de brazos. —Creí que era diferente, veo que me equivoqué rotundamente. Sin embargo, hay algo en lo que tiene razón. —¿En qué es, si se puede saber? —Que no hay nada esperándome allá afuera... Ya no. —confieso con una triste sonrisa. Él no dice nada, lo había dejado sin respuestas, eso era claro. Solo pongo con cuidado una mano sobre su hombro en señal de que estaba bien antes de dirigirme al que de ahora en adelante sería mi cuarto. ¿Hasta cuándo? No lo tenía claro, pero había otra cosa que sí. Hice una promesa con Freya; prometí vengar su muerte y eso es lo que haré. Descubriré quién fue su asesino, ahora con ayuda de Dylan, y vengaré lo que le hicieron. ♡ ¡Hola, mafiosxs! ¿Cómo están? Espero que muy bien. Quería pasar a decirles que he leído los comentarios acerca de la redacción de los capítulos e informarles que realmente no estaban escritos así originalmente. Lo sucedido fue que al pasarlos aquí fueron "traducidos al español" automáticamente por esta aplicación, pero no se preocupen que ya estoy corrigiéndolo. Ojalá tengan un lindo día, adiós
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