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Dejalos que Hablen

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Blurb

Todo marchaba relativamente bien en tu vida, hasta que tus padres te obligan a cuidar la casa de tu tío durante sus vacaciones, en una ciudad diferente y quien tiene que echarte un vistazo de vez en cuando es el vecino de enfrente; un apuesto hombre que te dobla la edad.

¿Caerás en sus encantos? ¿Abrirás tu coraza y lo dejarás entrar? ¿O escucharas la razón y te mantendrás alejado de un hombre casado y mayor que tú?

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Capítulo 1: "El comienzo"
(CONTIENE SPOILERS "¿PUEDO QUEDARME CONTIGO?") Hoy es uno de esos días ideales de verano, de esos que son mis favoritos para estar en el que considero mi lugar.  Y con mi lugar me refiero a la pérgola que se encuentra a lo lejos de mi casa. Es el mejor espacio... Esta alejado de todo el bullicio, de los trabajadores que andan por todo el territorio, está cubierta de hojas por lo que el sol entra con suavidad y no hace calor. Los pájaros adoran apoyarse sobre las ramas que hacen de estructura, lo que me facilita hacer los bosquejos.   Eso es algo de lo que más me gusta hacer, dibujar.   Mi familia es dueña de un viñedo y una bodega, donde tienen una amplia producción de vinos. Por lo que mi casa está en una de esas tantas hectáreas de tierras.   Amo vivir en el Valle de Napa. Tranquilo, pequeño, alejado de todo, en constante contacto con la naturaleza y que el vecino más cercano está a kilómetros.   Aquí vivo con mis dos padres y mi hermano mayor. Además de Sonia, la encargada de la casa; Quincy, su esposo, quien ayuda a mi papá en el viñedo; como así también todos los que trabajan con él, a quienes conozco desde que nací.   Como bien leyeron tengo dos padres, están juntos desde que son unos adolescentes y son, junto con mi hermano, las personas que yo más admiro.   Me llamo Gabriel. Gabe.   *****  Mi concentración se alterna entre mi cuaderno donde dibujo y donde se encuentra mi modelo.  Siento como me quitan uno de los auriculares que llevo puestos en mis orejas.   Odio tanto cuando hacen eso. ¿Qué necesita hacer uno para que no lo fastidien mientras escucha música? Nadie se mete con mi música.   - Es un excelente dibujo. - dice mi papá por lo bajo, para no asustar al ave que se encontraba apoyada en una de las varillas de madera, a unos metros de mí.  - Tengo que perfeccionar las figuras básicas si quiero comenzar con los animales de fantasía. Se me hace difícil explayarme en una hoja todo lo que tengo en mi cabeza. - digo.   - Desearía estar dentro de tu cabeza, para ver con mis propios ojos ese mundo que creaste.    - Que intento crear...   - Paciencia, saltamontes. - me dice. - Lamento cortar tu momento Tolkien, pero se nos hará tarde y tenemos un largo viaje por delante.  - ¿20 minutos? - digo suplicante. Al fin comienzo a dominar la técnica.  - No, anda que tu hermano está juntando tu ropa limpia. Quiero que la guardes.   El hermano mayor de papá se casa, por lo que nos vamos a Newport por una semana. Mis papás solían vivir allí, hasta que se casaron y Pa heredó el viñedo familiar y se vinieron a vivir aquí.  Según ellos, es lo mejor que les paso en la vida.   Suspiro. - Esta bien... - me paro con mis cosas y camino hacia la casa, con el detrás.  Veo a Pa caminar hacia nosotros.  - ¿Y qué hablamos sobre fumar? - lo escucho decir a mi papá algo molesto. - Apenas tienes 17.   - ¡Papá! - me quejo con fastidio.   - Apaga eso Gabriel. - me regaña mi padre.  Al llegar frente a Pa, este me extiende la palma de su mano, le doy el cigarro y sigo caminando hacia la entrada.   Subo a mi habitación y veo a mi hermano mayor colocar mi ropa limpia sobre mi cama.   - Gracias Reni. - digo.  - ¿Papá te cacho fumando de nuevo?   - Si. - digo con molestia tirándome sobre mi cama. - ¿Como le haces para que no te vea?   - El techo.   - No entiendo su problema, todos lo hacemos a excepción de él y somos nosotros los que tenemos que ceder.   - No te enojes tanto, a ningún padre le gusta ver a sus hijos llenarse los pulmones de veneno. Pa no dice nada porque sería bastante hipócrita de su parte, pero te aseguro que tampoco le agrada.   - Que va...  - Anda, prepara tus cosas que ya no tenemos que ir.   - ¿Me puedo quedar?   - ¿Hay algo por lo que no te quejes? - dice mi hermano saliendo de la habitación.  - Si, si se olvidan de mi en la casa como a Kevin McCallister . - digo.   - Tan divertido que lloro de la risa. - dice con sarcasmo.   *****  Luego de un largo viaje en auto, llegamos a Newport, una ciudad que también está en el estado de California.  Nuestros padres van delante y con René vamos detrás.   - ¿Solían vivir acá? - pregunto con horror.  - ¿Por qué esa cara? - pregunta papá riendo.  - Es todo tan... tan pomposo. - digo. Ambos ríen.  Newport es una zona donde viven familias de clase alta, muy adineradas. Todo en la ciudad es tan perfecto, acomodado, elegante y cuadrado. Lo odio.   - Sigue siendo California, estamos a 7 horas, no a medio continente de distancia. - dice René.   - Ñiñiñi... - lo imitó burlón.   Luego de entrar al barrio privado aún más pomposos, nos detenemos luego de unas cuadras.   - Es esta la casa, ¿no? - pregunta Pa a papá.  - Si, es aquí. Se ve algo rara por las remodelaciones, pero es aquí. Andando, después bajamos los bolsos.   Los cuatro bajamos del auto y nos dirigimos a la puerta de la gran mansión de mi tío.  Papá toca el timbre.  - ¿Podemos volver a casa? - pregunto con desgano.   - No. - me responden los tres a coro.   - Muy tarde jovencito, ya toqué el timbre. - agrega papá.  - Podemos correr, pensarán que son niñas que venden galletas. - digo.  - ¿Acaso no quieres ver a la familia? - dice Pa. - Viene los tíos y tus primos de Paris...   - Viene el abuelo, con Cece y Pierre. - agrega papá.  Mi abuelo, el padre de papá, es de mis personas favoritas. De niños, a René y a mi solía malcriarnos mucho. Fuimos sus primeros nietos, por lo que nos daba todo. Aunque para ser honestos, lo sigue haciendo.   Cece es mi abuela del corazón. Ella y el abuelo se casaron cuando yo era un bebé, y a los meses nació Pierre, el menor de los hermanos de Papá. Son seis hermanos. Pa, por otro lado, es hijo único.   - Si viene el abuelo considerare quedarme. - digo.   - Viene, a menos que le dé un infarto en el avión. - dice papá divertido.  - ¡Patrick! - exclama Pa.  - ¡Papá! - decimos con René.  La puerta de la entrada se abre y se muestra un rostro similar al de mi padre, muy sonriente, que se tira sobre papá, abrazándolo.  - ¡Patty! - abraza mi tío Tim con fuerza a papá. - No puedo creer que seas el primero en llegar.   - Y seré el primero en morir si no me sueltes Tim. - le responde este. - No puedo respirar.  - Sigues siendo un quejica Patrick. Anda, pasen.   Entramos.  - ¡Ian! - exclama el tío con alegría.  - Hola Tim. - dice Pa abrazándolo.  - Por ahí olvidó que Pa tiene un nombre. - digo.  Con mi hermano le decimos Pa y papá siempre, desde que tengo memoria, le dice por su apodo, Ricitos. Según el, porque Pa de joven solía tener el cabello largo y bien rubio, como lo lleva mi hermano.  Y por lo que he visto en fotos de cuando eran jóvenes, René lleva el cabello como el solía llevarlo. Ambos tienen ese color rubio oro y bien lacio sin siquiera esforzarse. A diferencia de mí, que es oscuro y todo rizado.   - Pequeñín, has pegado el estirón. - me dice el tío Tim.  - Le llaman pubertad. - digo con una sonrisa algo sarcástica.  Odio esos comentarios típicos de familiares que no ves hace años.   - Lo sé, lo he sufrido, aunque he oído que beneficia a la mayoría. - dice, sonríe ampliamente al ver a René. - ¿Dónde han ido tus cachetes?   - Hola tío. - dice René con una sonrisa y abraza a Tim.   - Me alegra tanto verlos.  - ¿Que tal va todo? - pregunta papá.   - Organizar una boda es estresante, imagínate una con 1000 invitados. - dice el tío. - Por suerte a Naomi le gusta, así que yo solo tengo que pagar, estar en el altar y decir sí. Bastante sencillo en comparación.   - Pues bien... - dice Pa.  - Vengan, sentémonos en el living.   La casa por dentro es tan predecible, hasta puedo ver mi reflejo en el brilloso piso de mármol. Parece un museo, todo bonito para ver, pero no se puede tocar.   Me sofoco.  - ¿Puedo ir a dar una vuelta por el vecindario? - pregunto.   - Claro sobrinito.   - No te alejes tanto, que no conoces. - dice papá   - No. - digo dando la vuelta hacia la puerta.   - Te llegas a perder y ni te molestes en volver porque te voy a estrangular. - dice papá.  - Entendido. - digo y salgo cerrando la puerta.   Saco de mi bolsillo mi celular, mis auriculares y me lo coloco. Le pongo play y le subo el volumen al máximo.  Comienzo a caminar.   Veo al otro lado de la calle un extraño árbol, que me llama la atención porque su tronco está partido al medio a lo largo, pero aun así se mantiene unido por la inmensa copa de hojas.  Doblo y me dirijo a cruzar la calle, cuando veo un auto que se frena en seco, evitando que pase a otro mundo.   Quedo petrificado del shock.   El conductor se baja de auto. Era un hombre más joven que mis padres, de unos treinta y algo. Tenía puesto un elegante traje. Sus ojos celestes me miran.  - ¿Te encuentras bien? - me pregunta con preocupación. Asiento afirmativamente, no salen las palabras de mi boca. El suspira con alivio. - ¿¡Qué demonios hacías niño!? - grita enojado, haciendo que me sobresalte. - ¿¡Es que no oíste que te toque bocina!? ¡Se cruza en las esquinas, no a mitad de la calle! ¿Te ha comido la lengua el gato, además se los oídos? Dios, ¡casi te mato!, tu madre me hubiera comido los ojos.   - No tengo madre. - digo. Me mira apenado. - Pero te aseguro que mi papá te los hubiera arrancado y mi otro padre lo hubiera dejado.   - ¿Tienes dos padres? - dice, pero se nota en su cara que se arrepintió a los dos segundos de haberlo dicho. - Me refe...  - Si. - lo interrumpo brusco. - Tengo dos padres, ¿algún problema?   - Para nada niño. ¿Se acaban de mudar? No los he visto en el vecindario.  - ¿Que, una pareja gay no puede pasar desapercibida? - digo con fastidio.   - No, me refe... - comienza a decir.   - No, no nos acabamos de mudar. - lo interrumpo. - Visita a mi tío.   - ¿Eres el sobrinito de Tim Wallace? - pregunta.   - Sobrino. Y si, ¿cómo lo sabes?   - Vivo enfrente, además de que trabajo con él en la empresa de tu familia.   - Ah... - digo sin interés.   - Soy el padrino de la boda también.  - Ah...   ¿Quién te preguntó? - pienso para mis adentros.   - ¿Quieres que te alcance a lo de tu tío?   - Solo son dos cuadras.   - Esta bien. Procura prestar más atención niño, sino quien llevará los anillos. - dice. Le muestro mi dedo medio, ríe y se vuelve a subir a su auto.  Vuelvo a subir a la vereda y camino de vuelta a la casa. El desconocido pasa por mi lado con su elegante auto y me toca la bocina en forma de saludo.   Imbécil.   ****  Al llegar a la entrada de la casa del tío Tim, me percato que el auto de Toretto está estacionado en la casa de enfrente. Lo veo dirigirse hacia la puerta de su casa, gira su cabeza hacia atrás, me mira, sonríe apenas y vuelve la vista hacia la entrada.  Refuño y entro a lo de mi tío.  - Volví, no me perdí. - digo al entrar.  Ni morí. - pienso para mis adentros.  - Conque es cierto que te dejaron haciendo dedo. - oigo la voz del abuelo.  Lo distingo entre el gentío. No puedo evitar sonreír.  - ¡Abuelo! - me acerco rápidamente a abrazarlo, este me sigue el abrazo.  Mi día mejoró en un segundo. 

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