NOLAN
Son las nueve de la mañana del lunes, y no cualquier lunes, sino el lunes. Hoy nos vamos a Green Bay, y toda esta loca aventura da un salto hacia el siguiente acto.
He estado dando vueltas alrededor de él camión de comida, revisando los neumáticos, revisando tres veces las tuercas, asegurándome de que el motor sigue en su lugar. Nunca me había sentido tan maníaco, tan salvaje tan absolutamente rebosante de energía. ¿Así se siente la gente cuando persigue sus sueños? Desquiciada. Lista para reírse a carcajadas ante el más mínimo chiste. Nerviosismo perpetuo. Preguntándome donde puse las malditas llaves a pesar de que han estado en mi bolsillo desde las siete.
–¿Nolan? – La ronca voz de Alexa me envuelve como un apretón cariñoso en la muñeca. Parte del nerviosismo se desvanece.
–Por aquí– Apoyo las palmas de las manos en la puerta lateral de la camioneta, comprobando el sello. –Solo me aseguro de que estemos listos para ir–
Sus pasos resuenan suavemente sobre el suelo de cemento del almacén. Se detiene en el otro extremo del camión, observándome. La expresión de su rostro lo dice todo.
–¿Puedes creerlo, carajo? –
–Amigo– Me río débilmente. –No puedo creer…–
–Lo sé – termina. –¿Tu…? –
–No– interrumpo, y los dos nos echamos a reír. No fue una conversación completa, pero dijimos todo lo que necesitamos. –Supongo que esa es nuestra charla motivadora, ¿verdad? –
–Mierda, sí. Vamos, equipo. ¡Hagámoslo! –
Respiro hondo y asiento.
–Aquí vamos– Abro la puerta del lado del pasajero, que es como se entra en la cabina de mi reluciente y renovada cocina sobre ruedas. El exterior de la camioneta fue forrado hace cuatro días, con el flamante logotipo y diseño que uno de mis amigos me diseñó, con horquillas caricaturescas y todo. Los laterales están estampados con “Tenedores sobre ruedas” en una fuente moderna, y no puedo creer lo legitimo que hace que parezca toda esta aventura…o lo impostor que me siento.
Ahora no es el momento para esos pensamientos. Giro la llave y la camioneta cobra vida con un rugido. Alexa se hace a un lado y me hace señas para que salga. Salgo con cuidado a la grava del estacionamiento de la unidad de almacenamiento, y una vez que estoy libre, Alexa se sube a su propio auto y lo estaciona en el lugar que mi camioneta había ocupado. Ahí es donde se quedará su auto durante el show, y el camión de comida remolcará el mío. Es solo una caravana normal de un reality show.
Engancho rápidamente mi auto a la parte trasera y, cuando todo está listo, nos subimos a la camioneta. Nos abrochamos los cinturones de seguridad y nos miramos con grandes sonrisas.
–¿Estás lista? – pregunto.
Ella grita como respuesta. –¡Mierda, lo estamos logrando!– Piso el acelerador y la camioneta se pone en movimiento. Alexa me silba y agita los brazos en el aire. la camioneta se llena de un cálido y hermoso sol a medida que emergemos más allá de la sombra de dos árboles. De esto están hechas las memorias. Un lago centellante en la distancia. Tu mejor amiga a tu lado. aventuras desconocidas esperándonos en carretera abierta. Un golpe sordo sacude la camioneta. Compartimos miradas horrorizadas.
–Nolan…– comienza.
Niego con la cabeza y estaciono la camioneta. Paso junto a Alexa y salgo por la puerta lateral, y una visión lúgubre me recibe en la puerta trasera. Mi auto está a unos seis metros detrás de la camioneta. El enganche se deshizo. Alexa está a mi lado un momento después.
–Realmente no necesitamos el auto, ¿verdad? – susurra
Inspecciono la situación en la parte trasera de la camioneta, tirando de la junta metálica, evaluando que podría haber salido mal. –Creo que lo querremos cuando no podamos ir a ningún maldito lugar sin esta enorme bestia. Así que si, intentémoslo de nuevo–
Pongo el coche en punto muerto y lo empujo hacia adelante hasta que estoy lo suficiente cerca como para engancharlo de nuevo. Alexa me observa con una pequeña sonrisa.
–Sabes, por eso hacen que esas cosas se puedan conducir. Para que no tengas que empujarlas a la fuerza–
–¿Por qué gastar gasolina solo para moverlo seis metros? – Solo ese pequeño trecho hizo que me saltara el sudor por la frente y me paso el antebrazo por ella.
–Presumido– murmura, pero observa con interés como engancho todo por segunda vez. Siento más que solo quiero ver que está pasando aquí con la energía de ella, pero como no hay manera de que tenga ni una octava parte de los pensamientos lascivos que he estado teniendo sobre ella, sé que solo está siendo amable. Dándome apoyo moral. Siendo mi conejillo de indias.
–Si. Solo estoy presumiendo para ti– espeto, aunque no estoy bromeando. –Mira lo hombre que soy, por si lo olvidaste–
–No te preocupes, es difícil no verlo, con la cantidad de movimientos de pene que haces con cualquier mujer de veintitantos años–
Me burlo mientras preparo el enganche una segunda vez, comprobando la conexión dos y tres veces. –Eso te incluye a ti, ¿sabes? –
–Oh, por favor. Nunca estarías tan desesperado como para mover tu pene en mi dirección–
Aprieto los dientes. Si supiera cuantas veces me he imaginado moviéndolo en su dirección solo esta semana. Pero tal vez estoy desesperado. Desesperado por algo que no estoy seguro de si debería tener. –Por supuesto que no. Andy me daría una paliza para empezar– Me limpio la frente de nuevo con el antebrazo, esta vez por nerviosismo. Nuestros pasos crujen sobre la grava mientras caminamos hacia la puerta de la camioneta. Debería añadir algo sobre que no pensamos así el uno en el otro, porque solo somos amigos y nada más. Tal vez eso lo haga realidad de nuevo. Pero no puedo.
Alexa abre la puerta y me deja entrar. Quedan muchas cosa sin decir entre nosotros, pero ninguna retoma el hilo para continuar la conversación. El camión vuelve a la vida con un rugido, y esta vez, cuando piso el acelerador, no hay ningún desastre ceremonioso. Estamos libres y a salvo. Y pronto, estamos en la carretera. Ruta 2 al este, luego estamos en la I-90, entrando a toda velocidad al centro de Green Bay. Alex exige la música, vino preparada con varias unidades USB para mi consola de radio recientemente actualizada y cantamos música de Queen, Kiss, Muse, One Direction y Blink 182Tiene gustos variados, ¿Qué puedo decir? una vez que llegamos al centro de convenciones donde se lleva a cabo la reunión del primer día, tengo los nervios de punta como un paquete internacional. Porque la fila de camiones de comida de calidad profesional es lo primero que veo. Otros cuatro camiones, alineados cuidadosamente en fila como si fueran los primeros en recibir la invitación a la fiesta. Nosotros, los descuidados que eventualmente quedarían últimos y que estan llegando al lugar diez minutos tarde, aunque técnicamente llegamos a tiempo.
–Mierda– murmuro mientras entro al estacionamiento. De repente, es demasiado. La ansiedad. Las incógnitas. Los desafíos venideros. Ni siquiera hemos empezado, pero ya he tenido suficiente. Mi copa esta rebosante, pero no con las buenas sensaciones.
–Nolan. No te asustes– La voz de Alexa es un bálsamo inesperado. Me mira, encogiéndose de hombros, actuando como si fuéramos a la biblioteca en lugar de las papadas de un monstruo de la telerrealidad. –Esto se ve genial, ¿sabes? –
Asiento, acercándome a la reunión de camiones de comida y profesionales de la industria en la parte trasera del centro de convenciones. Entremeses se sirven en bandejas pequeñas, y estoy bastante seguro de que al menos uno de estos tipos es el productor, basándome en lo importante que es caminar. Los camarógrafos obstruyen el estacionamiento, algunos todavía preparándose, otros ya filmando desde un costado.
–Si. Se ve genial– Y como una vergüenza y un fracaso bien documentado, pero bueno.
Todas las cabezas se giran hacia nosotros cuando llegamos a la cima del estacionamiento. Los aplausos estallan a nuestro alrededor. Alexa esta radiante, y apenas hemos dejado de movernos cuando todos estos extraños están aplaudiendo los costados del camión con huecos thup thup thup.
–¡El último camión está aquí! – se oyen algunos ululatos y gritos mientras me estaciono detrás del cuarto camión, El Tío Langosta. Puedo adivinar cual es su menú: mariscos o parientes cercanos. Alexa abre la puerta corrediza y salta. Mis piernas están hechas de nubes mientras floto detrás de ella. Una vez que mis pies tocan el asfalto del estacionamiento, hay una ráfaga de presentaciones.
Primero esta Hartley, quien es el coordinador de producción y la persona con la que hemos estado intercambiado correos electrónicos toda la semana. El productor Bennett, el director, cuyo nombre no recuerdo por completo, y los camiones de la competencia. Para entonces, sin embargo, todo se ha vuelto borroso, porque nos ponen copas de champán en las manos y nos llevan a una mesa auxiliar donde nos espera el papeleo: nuestras extensiones formales, ahora que hemos llegado. Las cámaras no estan enfocadas en esta parte, por supuesto.
El equipo de producción se ve elegante y definitivamente de algún lugar que no es aquí. El estilo de sus gafas es más genial que el que se ve en Bahía Azul, sus zapatos más modernos.
Una vez que nos registramos y cedimos nuestros derechos, Bennett nos da una charla motivadora sobre el próximo desafío, seguido de Hartley con algunas de las reglas básicas de la filmación. Luego, como para demostrar su punto sobre filmar un reality show, tenemos que hacerlo todo de nuevo, para que las cámaras puedan tener una segunda toma.
–¿Tenemos que hacerlo todo doble? – me susurra Alexa al oído.
–Todo, incluyéndolo ir al baño– le digo.
Me lanza una mirada. –Que asco–
–Está en el contrato que acabas de firmar–
–Eso significa que tendrás que acostarte con cualquier chica al azar con la que te acuestes en la carretera dos veces para que puedan verlo de diferentes ángulos– lo dice con una risa y el habitual codazo juguetón, pero esta vez, siento como si me estuviera provocando. Lo juro, nunca solía mencionar mi vida s****l ni la mitad de lo que mencionaba cuando salía con Andy. Pero no puedo adivinar su ángulo. Tal vez quiera tener sexo conmigo…aunque eso es tan probable como que El Tío Langosta sirva un familiar frito crujiente para el almuerzo. No, probablemente solo esté bromeando. Que es lo que hacen los amigos entre sí. Porque solo somos amigos.
–No, no me acuesto con nadie dos veces, ¿recuerdas? No tenemos permitido traer intrusos a las habitaciones del hotel pagadas por la compañía
Parece que está a punto de añadir algo, pero Hartley capta la atención de todos. Es hora de la migración oficial a nuestras habitaciones de hotel mientras el equipo prepara el siguiente segmento de nuestra reunión y saludo en otro lugar dentro de la propiedad. Cada equipo de camiones de comida se mantiene aislado, pequeños grupos de miembros del equipo que nos delatan como el equipo más pequeño. Todos los demás equipos tienen al menos tres miembros. El pánico comienza a extenderse por mí, un virus en el torrente sanguíneo.
Nos conducen a la gran entrada del hotel. No suelo ir a hoteles elegantes en Green Bay, pero nunca me di cuenta de que teníamos un lugar como este tan cerca de casa. Es un nivel de lujo más adecuado para un folleto de Emiratos Unidos. Todo ese dorado y reluciente, tonos dorados, nuestros reflejos rebotan en los espejos decorativos. Nuestros pasos susurran sobre los brillantes azulejos negros del vestíbulo. Una pared entera está cubierta de plantas trepadoras, y estoy bastante seguro de que oigo una cascada cerca.
La ostentación mezclada con los profesionales de la industria que nos rodean, multiplicada por el equipo de cámaras pisándonos los talones, eleva a la cuarta potencia de “compré mi primer electrodoméstico comercial la semana pasada” equivale a “Estamos jodidos”
–¿Estamos preparados? – le pregunto a Alexa.
Sus ojos estan muy abiertos mientras asiente con gravedad.
–Oh, sí. Cien por ciento–
–Esa es la charla inspiradora que me gusta oír–
Ella se echa a reír. –Todo lo que podemos hacer ahora es aguantar y disfrutar del viaje, Nolan–
Y por extraño que parezca, eso es todo lo que se necesita para que la tensión se disipe. Recibimos las llaves de nuestras habitaciones y Hartley nos hace acordar a todos reunirnos en la llamada sala verde en media hora, que es solo el bar del hotel. Nuestras habitaciones están en el octavo piso, y aparentemente compraron todo el piso para la producción. Alexa me pone a cargo de las llaves de la habitación, y una vez que la puerta se abre, nos recibe una amplia suite con una sala conectada a un dormitorio separado. El baño tiene un jacuzzi, así que ahí está.
No es que me decepcione ver que hay dos camas matrimoniales separadas en el dormitorio, en lugar de una lujosa cama Queen o King que nos veríamos obligados a compartir. No. Estoy bien durmiendo solo. No he estado albergando pensamientos lascivos sobre Alexa durante semanas ni nada, así que todo está bien.
A pesar de que todo está bien, frunzo el ceño mientras llevo mi equipaje a mi lado de la habitación. Simplemente parece incorrecto. Mi cama…su cama. Debería haber una cama. ¿no tiene más sentido? Ahora somos un equipo. Deberíamos dormir juntos.
Ups.
Alexa sale del baño con los ojos muy abiertos.
–Quiero mudarme–
–Creo que técnicamente ya lo hicimos–
-Quiero decir, permanentemente. ¿puedo vivir en este hotel? Sin duda viviría en este hotel–
-Estarías demasiado lejos de Bahía Azul– le recuerdo. >
Se encoge de hombros y suspira. –Tal vez esté lista para irme de Bahía Azul–
–Dios mío, vienes a Green Bay por treinta minutos y estás lista para dejarlo todo atrás– lo digo en broma, porque quiero que lo sea, pero ¿y si habla en serio?
–Ahora que he salido, puede que me quede fuera– dice con otro suspiro, dejándose caer de espaldas sobre la cama.
–No saben dónde estoy, así que en teoría no pueden hacerme sentir culpable. La culpa no puede viajar tan lejos, ¿verdad? –
–Supongo que la conversación con Florencia no salió bien–
–No. Estoy bastante segura de que reza todos los días para que nos eliminen primero, solo para poder volver a Bahía Azul lo antes posible– Suspira de nuevo. –Ni siquiera dijo “felicidades” o “buen trabajo al conseguir tu primer trabajo en un reality show”–
Subo mi equipaje a la cama y abro la cremallera. –No me sorprende ¿y tú? –
–No– Hay un largo silencio entonces, y la tensión se vuelve tan densa que golpea mis oídos. –¿Pero está tan mal querer que se preocupe por mi vida? –
Se cómo se siente. Mas o menos, al menos. Su Florencia es mi papá, en el departamento de cuanto se preocupan por nosotros. Nunca he tenido que cuidar a los hijos de mi papá, porque soy el niño pequeño.
–No estoy mal– digo finamente. –Solo…improductivo– Esas palabras también son para mí. Otra píldora amarga de tragar, ya que estoy bastante segura de que a mi papá nunca le importa lo que haga con mi vida de la manera que yo quiero.
–Al menos los niños me extrañan– murmura finalmente, incorporándose hasta sentarse. –De todos los miembros de mi familia, puedo contar con Ricky y Bama–
–Y yo– suelto de golpe, antes de pensarlo mejor.
Mira por encima del hombro. –Dije en mi familia–
–¿Todavía no somos familia? – me ocupo de localizar mi ropa interior, aunque no la necesito.
–Supongo que podríamos seguir adelante y aprobar los papeles de adopción de hermanos– dice bruscamente, lo que solo hace que me revuelva el estómago. No era exactamente a donde quería llegar con esta conversación, pero bueno.
–Quise decir que podías contar conmigo– le recuerdo.
–Lo sé– dice, asistiendo, pero de espaldas a mí. Todo lo que puedo ver es el rítmico movimiento de su moño despeinado.
–Y tú puedes contar conmigo, Nolan, ¿sabes? –
–Lo sé– le digo, rodeado finalmente la cama para sentarme a su lado. El colchón se hunde cuando me siento, nuestros brazos se rozan. Ella es cálida como la miel y acogedora de una manera en la que no puedo ni pensar, y mucho menos consentirla. –Por eso estás aquí, ¿verdad? –
Ella gira la cabeza para mirarme. –Si. Es por ti. Pero yo también quiero estar aquí–
Me pierdo en el bonito verde de sus ojos, intensamente consciente del peso de las cuatro paredes que nos rodean. Estamos solos aquí; y yo quiero estar encima de ella.
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No olvidaré el hecho de que las palabras. “Papeles de adopción de hermanos” acaban de salir de sus labios, aunque desearía que me viera por la única cosa que se niega a notar.
–Gracias, Alex– me trago los pensamientos contradictorios y cubro su mano con la mía. Le doy un pequeño apretón. –Lo que sea que pase, estoy bien con eso. Porque lo estás haciendo conmigo– Y es verdad. Siempre será verdad.
Porque en los últimos años, una cosa se ha vuelto clara. Si hay algo que necesito en mi vida, es a Alexa.
Pero en las últimas semanas, he aprendido algo más. Quiero más de Alexa que nunca antes.