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1341 Words
Lily miró las baldosas, dudando en responder. Pero, ¿Qué estaba arriesgando ahora? Ella había excedido más de los límites. - Debo haber identificado a mi secuestrador, luego regresé a América. Me siguió un psicólogo durante tres años, continué mis estudios por correspondencia y luego los retomé en la facultad y aquí estoy. En silencio, asintió débilmente y pensativo. ¿Cómo le importaba todo esto? - Está bien ... me voy a ir ahora. Lo bueno de este lío era que al menos había logrado obtener información sobre su salvador. Reprimió su satisfacción y se acercó a las puertas de acero. Un segundo después, una mano, esa mano que seguía tocando su rostro en sus sueños, fue presionada contra la puerta para evitar que se fuera. - ¿Y qué gano con todo esto señorita Anderson? Preguntó con voz pétrea. Lily contuvo el aliento y se dio la vuelta con dificultad, tuvo que controlar los latidos irregulares de su corazón y trató de levantar la cabeza sin pestañear. ¡Tomar de nuevo! La joven se reprendió a sí misma sabiendo que esa cercanía, que así lo miraba con fascinación era mala, muy mala ... Iba a celebrar su vigésimo tercer cumpleaños en unos días. A sus ojos, ella era sólo una "pequeña cosa" a diferencia de este hombre de aspecto depredador en sus buenos treinta y cuya experimentación fue perfecta. Un cabello ligeramente canoso perdido en ese color opaco respaldaba sus palabras. - Paz Sr. Yankovsky. Se llevó la mano libre al corazón, fingiendo ser tocado. - Mejoré señorita Anderson. Ven a almorzar conmigo, creo que es una buena recompensa, ¿no crees? Comida ? Con él ? Roja como una peonía, se dio cuenta de que se había metido en un abejaruco sagrado. - Lo lamento pero ... - ¡Es absolutamente perfecto! Cortó bruscamente con una sonrisa. Conozco un restaurante absolutamente maravilloso. Ignorando completamente su negativa, la agarró del codo para empujarla lejos de la puerta y la abrió, arrastrándola con él. - ¡Pero dije que no! - Verdaderamente ? Estoy seguro de que escuché un sí. Respondió, dirigiéndose hacia la recepción. Los ojos convergieron en ellos, los teléfonos casi habían dejado de sonar. Incómoda, Lily entró en el ascensor abrazando su bolso contra su estómago. - Tengo la impresión de ser una chica de compañía que acompaña ... Lily se detuvo en seco y dejó caer su bolso al suelo al darse cuenta de lo que acababa de decir. Con los ojos muy abiertos, evitó cuidadosamente su mirada y se arrodilló para recoger sus cosas que habían caído al suelo. Vio que su pie aterrizaba lentamente sobre su bomba de autodefensa que acababa de rodar en su dirección.  Se agachó, se inclinó sobre las rodillas y la levantó, estudiándola con una ceja enarcada. - ¿Fue por mi? ..- Medida de seguridad sencilla. Ella se defendió, tratando de retractarse. Pero en cambio, le pasó la mano por la nuca. Incluso inclinado sobre sus piernas, le pasó por tres buenas cabezas. Se puso de pie, invitándola a hacer lo mismo con la mano en la nuca. Lily se pegó a la pared del ascensor, tratando en vano de frenar los latidos del corazón. Metió la bomba en su bolso sin apartar los ojos de ella. - Una cosa tan pequeña. Susurró, retirando su mano lentamente hasta que ella se estremeció. Quería replicar algo que pudiera quitar su sonrisa burlona de sus labios, pero las puertas del ascensor se abrieron, sin darle esa oportunidad. Pasó la mano por detrás de la espalda y todavía tenía que encontrarse con las miradas de todos lados. - Creo que estos hombres me tienen celos. Le susurró en su oído. Lily sintió que el rubor subía por sus mejillas. - Encuentro al Sr. Yankovsky muy arrogante. Comentó, pasándose la lengua por el labio inferior. Él se rió suavemente y la llevó a su lujoso auto n***o. El conductor lo saludó con la cabeza, intercambiaron en ruso y luego subió la ventanilla. Lily inhaló mientras suplicaba locura por segunda vez. ¿Quién se atrevería a aventurarse en este campo minado? ¿Con una ex mafia? ¿De la que solo ella conocía la parte oscura que la habitaba? Ella apretó sus manos en oración mientras él estaba hablando por teléfono. Su acento áspero y firmemente expresado con una lentitud inquietante logró difundirse a través de ella como un baño de vapor. 《¡Niet! 》 Dijo en su conversación antes de colgar. Tenso al extremo, comenzó a golpear con los dedos su muslo y Lily no pudo evitar admirarlo de reojo como un pecado. Unos minutos más tarde emergieron en un barrio exclusivo. Lily arrastró sus dedos por la barandilla del restaurante y fue recibida como una princesa. - ¿Espero que haya hamburguesas en este lugar? Levantó una ceja sorprendido y luego miró la tarjeta del menú. - ¿Mi cosita frágil come este tipo de comida? Estoy asombrado. Se permitió poner los ojos en blanco. - Como lo que es más gordo. Ella respondió, fingiendo indiferencia. - ¿Y logras mantener tu figura de bailarina de ballet? Exclamó, lanzando una de sus penetrantes miradas hacia ella. - Sí... Vladimir apretó la tarjeta, presionó sus dedos sobre ella y realizó el pedido con un chasquido de dedos. Debería haberla dejado ir. Debería haberse reprimido a sí mismo recostándose en su silla, admirando su pequeño trasero una última vez que abandonaba su escritorio. Y en cambio, se encontró allí, sentado frente a ella, admirando su carita bonita e inocente. Un pecado. Encendió un cigarrillo durante el aperitivo, dándose cuenta de que hacía horas que no lo había encendido. Maldita sea ! Él escupió el humo en su dirección y ella no dijo nada, solo se frotó la pequeña nariz blanca como la nieve, reprimiendo una pequeña tos. Vladimir lo aplastó de inmediato y optó por un buen sorbo de bourbon. Incapaz de resistir el impulso de poner su mano en su rostro, la hizo levantar la cabeza, pasando su mano sobre la mesa para agarrar su barbilla. - Relájate Lily, no te voy a comer. Se relajó un poco cuando el camarero volvió a servirles el vino. - ¿Entonces vas a volver a Nueva York? Preguntó, comenzando su plato antes que ella. Ella misma lo ignoró, había concluido él cuando vio que estaba pensando. - No sé. Ella dijo finalmente, mis aviones se han ido, como sabes. Vladimir permaneció impasible mientras ella acababa de tomar su hamburguesa, que ni siquiera estaba en el menú, con los dedos. Lo había preparado a propósito. Se lo comió con gusto, pero con cierta clase, en la que se percibía en sus gestos una buena educación. - ¿Cuánto tiempo tendrías que quedarte normalmente? - Un mes. Mordisqueó los bordes de la hamburguesa para recoger las rodajas de ensalada, lamiendo sus labios en el proceso con su lengua rosada. Se agarró al borde de la mesa, dominando la voracidad de la sensación que acababa de atravesarlo. Ya no era la niña de otra época, con la cara mojada, el pelo recogido, los ojos muy abiertos por el miedo. Además, Vladimir se dio cuenta de que ella tenía el mismo moño que el día anterior. ¿Cuánto tiempo tenía su cabello n***o azabache? Soñaba con meter una mano en él para desatar los alfileres. Vladimir se abofeteó por dentro y se enderezó. - ¿Por qué no visitar Moscú? Él propuso como debería haberle dicho que se fuera ahora que tenía su artículo, que ni siquiera había escrito. Con esa adorable imprudencia se lamió el pulgar y devoró sus patatas fritas como si alguien la fuera a robar. - Sí ... es cierto que probablemente tengas razón. Dijo rápidamente. Eso es ... Vladimir entendió por qué comía hasta que se atragantó. Ella estaba nerviosa. Él sonrió para sus adentros cuando ella finalmente se dignó a mirarlo. - ¿No estás comiendo? Preguntó mirando su entrecot a medio comer. - Que te comas tu mirada me basta ... 
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