"Siento que me va a romper la pierna"
Lily se había estremecido al principio y luego se tomó muy en serio las palabras del hombre. Si Vladimir Yankovsky pudo matar a un hombre, indudablemente pudo romper una pierna sin remordimientos.
¿Por qué había cambiado de opinión de repente?
Lily tenía una pequeña idea al respecto.
No podía soportar que se marchara sin haber terminado con ella.
Lily, lamentablemente, había buscado esta situación surrealista. Todo era su culpa.
- ¿Señorita Anderson? El Sr. Yankovsky ha terminado, es su turno.
Lily notó rápidamente que la secretaria personal del rico y formidable Yankovsky la apreciaba poco.
Fue con un breve agradecimiento que la siguió hasta la puerta de acero.
Una vez en la guarida del hombre, Lily detalló el lugar, fingiendo no sorprenderse con la arquitectura moderna y opulenta.
Ella se aclaró la garganta.
nadie.
¿Todavía iba a jugar?
Obviamente no, ya que lo vio llegar a su derecha como una fiera que se derrite sobre su presa.
- Hay tres cosas que odio más que nada en este mundo. Comenzó a seguir acercándose a ella, con los ojos oscuros. Odio la mentira, la desobediencia y los pequeños evasores como tú.
- Y odio a los manipuladores, monstruos y hombres con una arrogancia desmesurada.
Lily levantó la barbilla con valentía, pero pronto se dio cuenta de que su frase la divertía.
Se acercó aún más hasta que ella sintió su trasero contra el escritorio.
- ¿Por qué volviste a mi frágil cosita? Preguntó lentamente.
"Te lo dije", respondió ella, tratando de ocultarle su confusión. Quiero escribir un artículo sobre ti.
- Ah, ¿y planeas poner al final de tu artículo que te perdoné solo en letra pequeña? Bromeó con inquietante seriedad.
Lily se quedó sin habla y se dio cuenta de que durante el día él era igual que durante la noche, como si se arrastrara detrás de él el suficiente momento oscuro para rodearlo como un halo maligno.
- No. Solo lo que me digas que escriba.
- Estamos delirando, señorita Anderson, ¿no?
Él puso sus manos sobre el escritorio a cada lado de su cuerpo y se inclinó cerca de su rostro. Inmediatamente una fragancia varonil y picante comenzó a hacerla sonrojar.
- N ... no, yo ...
- ¿Te das cuenta de que estás hablando con un hombre que fácilmente podría haber aceptado mantenerte cautiva?
- Pero no lo hiciste. Ella respondió un poco demasiado rápido.
- Correcto, pero la aterroricé, señorita Anderson, ¡la prueba es! Estás temblando como una hoja.
- Tengo frío ! Ella replicó a punto de parpadear.
Debió haberla tomado por una mente inconsciente ajena al peligro, una pobre estudiante.
- Falso ! Estás temblando. Discutió, mirando sus manos .
- Continúe con la entrevista y me voy, Sr. Yankovsky. Susurró, tratando de incorporarse.
- ¿No crees que te responderé tan fácilmente? Usted es, con razón, el prisionero que me informó un joven loco que ha terminado ...
Hizo una pausa y se enderezó.
- Nadie sabe de usted Sr. Yankovsky porque no se lo dije a nadie.
La sorpresa estaba pintada en su rostro, aprovechó para moverse de su escritorio y poner espacio entre ellos.
- Fui breve en los detalles como me preguntaste, solo describí al hombre que me secuestró.
- Me ve absolutamente encantada señorita Anderson, de todos modos rompió su promesa y está aquí, lo que realmente me disgusta.
Aturdida, casi olvidando que estaba enfrentando al diablo en persona, Lily respondió:
- ¡Entonces por qué me hiciste venir!
Dio un paso hacia ella, escrutándola con la cabeza inclinada hacia atrás.
- Aunque te sorprenda, he perdonado a mucha gente en mi vida. Y de toda su gente, eres la única que tiene ese pequeño descuido de volver a mí.
Lily tragó.
- Ni mujer ni niño dijiste hace seis años.
Él volvió a levantar la cabeza y se acercó obligándola a retroceder.
- Eso no excluye que podría haberle retenido, señorita Anderson, especialmente después de haberle quitado deliberadamente la venda de los ojos.
Lily volvió a ver la escena cuando la había arrastrado a una habitación separada de su carcelero para quitarle esa espantosa venda de los ojos. La había estudiado sin decir una palabra antes de arrastrarla fuera del edificio para traerla de vuelta sana y salva.
- Pero me trajiste de vuelta.
- De hecho, pero nunca olvides que las cosas podrían haber sido diferentes. El hombre susurró antes de dar la vuelta a su oficina.
Se sirvió un vaso de agua y luego se acercó a ella para entregárselo.
- Bebe esto, tus labios están completamente secos.
Lily se sonrojó hasta la raíz de su cabello y tomó algunos sorbos sin siquiera ofrecerle una mirada.
- Preste atención a su lápiz labial cuando se limpie.
Lily se las secó con el dorso de la mano.
- No uso lápiz labial.
Impenetrable, inclinó la cabeza con una sonrisa.
- ¿Mataste a muchos hombres? No pude evitar preguntarle a Lily, siguiéndolo con la mirada mientras se sentaba en su silla.
- Suficiente para sacudir tus noches de pesadillas moy kotenok. Respondió con fría indiferencia. No se bromea con la mafia rusa Miss Anderson, especialmente cuando ésta tiene un saber hacer indescifrable que tiende a desestabilizar al adversario.
Lily se quedó sin habla.
Ignoró los pequeños escalofríos que le recorrieron la columna y se sentó en una de las sillas de cuero.
- ¿Y ahora eres multimillonario por qué?
Cruzó las manos sobre las rodillas y la observó con inquietante intensidad.
- Un viejo amigo logró hacer mi trabajo aburrido asegurándose de que pudiera aspirar a más poder ejercitando mi ingenio en un dominio, digamos más legal.
- ¿Pero eras rico antes?
- Pesaba once millones de dólares.
Tuvo que tomar un sorbo para humedecer su boca.
- Eso es un montón de dinero. Balbuceó.
- Y ahora tengo muchos más. Dijo con inquebrantable arrogancia.
- Y te gustaría que lo supiéramos, ¿no? Ella dedujo que cuando vio su mirada exponiéndolo, asumió una clara victoria.
- ¿De qué sirve ocultar mi dominio sobre el mundo?
Sin saber qué decir, prefirió responderle con una sonrisa tensa.
- Usted es soltero ?
Ella acababa de tartamudear acentuando la sonrisa del hombre moreno.
- ¿No tienes nada en que escribir? ¿Sin dictáfono? Comentó, señalando su bolso. Es un buen trabajo, señorita Anderson, es una pena que pudiéramos haber vuelto a reproducir una escena de una película.
Se retorció mientras buscaba el título.
- Cosa gris ¿sabes?
Esta vez, Lily sintió que se quedaba boquiabierta. Miró nerviosamente hacia la derecha y la izquierda, luego soltó una risa breve y nerviosa.
- Tú ... no me vas a decir que has mirado ...
- Desafortunadamente, me vi obligado a hacerlo por una mujer que era un poco molesta. Hizo un puchero sarcástico. Debo decir que fue mortalmente aburrido.
Lily no había visto esta película y por lo tanto no tenía regreso.
- Este tipo de película es solo un esbozo débil del mundo real, así que, como ella me apoyó firmemente, reflejó todo este tipo de amor poco convencional que decidí mostrarle.
Se inclinó y entrecerró los ojos.
- ¿Y adivina qué? Ella nunca regresó. Él susurró.
Lily se congeló, abrió la boca sin que saliera ningún sonido. Movió los labios en vano.
- Estoy bromeando ! Se echó a reír para poner fin a su terrible experiencia. Quería saber si finalmente ibas a ponerte las piernas alrededor del cuello y salir de aquí lo antes posible.
Lily exhaló lentamente sin tener el menor deseo de reír y sobre todo rezó para sus adentros que no hubiera visto esa extraña sensación que le había agudizado el estómago hasta que se sonrojó.
Ella frunció el labio cuando él se levantó para ir a la ventana, de espaldas a ella.
- Solo vi esta película oí hablar de ella. Continuó, reanudando una grave desestabilización. Y para responderte, soy soltero, tengo una vida bien ordenada centímetro a centímetro y en cuanto a las mujeres, saben que de nada sirve engancharse demasiado y para enseñarles la lección evito dar regalos que puedan abrir una brecha para ellas.
Un tsunami lo derribó por segunda vez. Inhaló imperceptiblemente y se puso de pie para terminar esta escalofriante entrevista.
El hombre que recordaba se había convertido en mucho más que un hombre ... era despiadado y terrible.
- Bueno, entonces gracias por darme su tiempo, Sr. Yankovsky.
- ¿Qué paso después?
- Después de qué ? Dijo con incredulidad.
Se dio la vuelta, con las manos en los bolsillos, su cara de mármol.
- Después de que te traje de regreso, ¿Qué hiciste en los días que siguieron a tu libertad?