El agitado y vibrante mar de personas, se mecía al ritmo del éxtasis que generaba la armoniosa combinación de la música más las drogas que los presentes intercambiaban, como si fueran simples golosinas. Lo cual, en cierta forma, para ello así era.
La atractiva mujer de ceñido vestido dorado, se deslizó entre la multitud con pasos igual de seductores que su mirada azul hielo.
Obsequiando un par de sonrisas sensuales a extraños, los cuales deslizaban su mirada depredadora como tiburones hambrientos por su cuerpo, ella avanzó más y más, hasta llegar a una barra de tragos cercana que parecía ser la más vacía.
—Un gin tonic—demandó Danika al atractivo barman frente a ella.
—Tus deseos son órdenes—ronroneó en respuesta el atractivo hombre de barba castaña con mirada lupina mientras le guiñaba un ojo.
Tentador.
Estaba segura que si le ofrecía ir al baño del lugar, aquel hombre accedería sin problemas, y para ella sería muy fácil sucumbir al deseo de aquella tentación.
Pero Gleen estaba muerto, sepultado varios metros debajo de la tierra, y uno de los culpables de su ausencia bebía tragos caros mientras las putas meneaban sus traseros por su rostro.
Por eso cuando el apuesto barman dejó la rebosante copa de liquito cristalino sobre un papel que contenía su número de celular más una invitación; Danika solo tomó la copa y se dió media vuelta mientras fingía observar la multitud frente a ella.
Pero no era el vibrante mar de personas lo que sus ojos color hielo observaban.
Un nivel por encima de ellos, en lo que parecía ser un palco del sector VIP, se encontraba su objetivo tomando mientras observaba a unas mujerzuelas bailar, tal como ella lo había previsto.
Eros era atractivo, de aquello no cabía duda. Su perfil y rasgos lo asemejaban al dios griego del amor, su cabello castaño con destellos dorados parecía cobrar vida bajo las fosforescentes luces del lugar mientras le obsequiaba una sonrisa sensual a una mujer con un prominente escote, quien se sentaba sobre su regazo.
Al parecer tenía a todas las mujeres enamoradas con su sensualidad y posición de poder, sin embargo había una incapaz de caer en su hechizo, una que lo veía como el verdadero monstruo que era.
Danika tomó dos largos sorbos de la copa antes de acabarla, dándose media vuelta y sin cruzar miradas con el barman, dejó el recipiente con unos billetes que guardaba en su escote.
Volviendo la mirada hielo al frente, caminó con pasos decididos a la pista de baile, consciente de lo que debería hacer para atraer la atención del chico mimado un nivel por encima de ella.
Una vez que llegó al punto dónde las luces azules se cruzaban con las doradas, creando un aura casi mágica, la hermosa mujer comenzó a menear las caderas con sutileza hasta que comenzó a sentir el ritmo de la música latiendo a través de ella.
Cerrando los ojos, se dejó arrastrar por la melodía, subiendo el nivel de intensidad y sensualidad a su baile, pasó las manos por su cuerpo, rostro y cabello.
Elevando su mentón, abrió lentamente sus ojos, solo para encontrarse a un grupo de personas a su alrededor observándola con deseo. No fue capaz de dirigir su mirada hacia Eros para confirmar que el plan estuviera dando resultados.
Entre sus admiradores, una atractiva mujer de cabello corto y n***o le obsequió una sonrisa de carnosos labios rojos, una a la que ella respondió sin rodeos.
Consciente de cada movimiento, Danika se acercó a la extraña, y tomándola por la cintura comenzó a bailar.
Tal como lo había previsto, la extraña no era para nada tímida, por lo que no demoró demasiado en soltarse y sucumbir, como ella, a la música sensual.
La mujer de vestido dorado y ojos color hielo, sintió las manos de la extraña deslizarse alrededor de su cuerpo, con toques delicados y suaves, como el tacto de pétalos de rosas.
Danika no se resistió a aquello y se dejó llevar, mientras ella misma comenzaba a rodear a la extraña mujer con sus manos, acortando la distancia para dejar sus cuerpos a escasos centímetros el uno del otro. Si ella cerraba sus ojos en aquel instante, podría sentir el latido del corazón de la otra mujer atravesar su cuerpo, acompañado de la música.
Las personas a su alrededor comenzaron a aglomerarse, aturdidos y casi frenéticos mientras observaban con miradas poco discretas a las intrepidas y hermosas mujeres en su sensual baile.
Danika sabía que poco más podía hacer para atraer la atención de Eros, si el ajetreado grupo de admiradores a su alrededor no lo habían puesto en alerta.
Solo una cosa pasó por su mente, y antes de pensarlo dos veces, tomó esa opción.
—Cierra los ojos—ronroneó ella inclinándose hacia adelante para rozar sus labios contra el lóbulo de la oreja de la mujer.
—Lo que ordenes mi reina—ronroneó en respuesta la extraña frente a ella con una sonrisa sensual, al tiempo que cerraba sus ojos con delicadeza.
Consciente de que todos la observaban, Danika deslizó sus carnosos labios sobre los de la mujer, ejerciendo una presión mínima en un pedido gentil para que la dejara entrar.
La mujer gimió y el sonido fue amortiguado por la música y los labios de ella, sin embargo la multitud de espectadores pareció percibir aquello, porque sus corazones se aceleraron al tiempo que sus respiraciones eran acortadas.
La hermosa agente mordió su labio inferior, mientras sus manos tomaban el trasero de la extraña y lo apretaban con fuerza.
Aquello fue el detonante y la invitación que la mujer necesitaba para saucumbir por completo a sus deseos.
Deslizando la lengua a su interior, reclamó su boca dejando un dulce sabor a frutilla a su paso.
Más, la extraña quería más, se dió cuenta Danika.
Pero ella estaba en una misión, y no podía perder de vista su objetivo.
Con sutileza cortó el beso, y se alejó unos centímetros para observar el rostro de la extraña, enrojecido por la lujuria y el alcohol.
Iba a comenzar a hablar, sin embargo, la figura de alguien se posicionó a su lado, atrayendo la atención de ambas.
—Tienes una invitación para ir al sector VIP—dijo un hombre con voz gutural. Era alto, y aunque su rostro denotaba el paso de la edad, era guapo.
Al notar que la invitación solo se focalizaba en ella, podría haber suspirado de alivio.
No era que le desagradaba la mujer, todo lo contrario, el caso era que no quería involucrar a más civiles inocentes en su misión.
—Encantada—ronroneó Danika dirigiéndole una sensual caída de ojos al extraño antes de mirar a su compañera de baile—No me extrañes.
La hermosa mujer se aproximó y deslizando una mano de uñas afiladas por su mejilla, mordió sus carnosos labios antes de responder.
—Nos vemos gatita—dijo antes de seguir su camino, buscando un nuevo compañero que complaciera sus deseos carnales.
Con una sensual sonrisa carmín en su rostro, Danika siguió a su escolta, consciente de que la misión acababa de comenzar.