Capitulo 3:

943 Words
El cambio entre la zona normal y la VIP era mínimo, casi imperceptible para cualquier persona. Menos para aquellas que habían sido entrenadas para ver y notar las cosas invisibles al ojo ordinario, Danika formaba parte de este último grupo. Las cámaras ubicadas en ciertas zonas y las "personas" dispuestas de forma casual en las entradas al sector, le decían dos cosas. O su familia temía por su vida y por eso el exagerado número de matones que parecían seguir cada uno de sus movimientos; o por el contrario, y la opción más posible, su familia no confiaba en él. Aquello era probable, después de todo era considerado el hijo descarriado a quien mantenían alejado de los verdaderos negocios. Con el mentón en alto y la media sonrisa lupina aún firme en su rostro, ella avanzó con un andar sensual y elegante en partes iguales, sin mirar dos veces en dirección a las mujeres que se deslizaban por tubos haciendo poses exóticas mientras grupos de hombres las observaban con deleite. —Señor, aquí está—dijo de forma brusca el escolta, haciéndose a un lado para dejarla expuesta. Sentado en un mullido sillón de cuero n***o, un atractivo joven de unos veintitrés años la observaba con hermosos ojos verde esmeralda, acompañados por una sonrisa demasiado sensual, propia de alguien que conocía sus atributos. Alguien como él. —Hola, mi nombre es Eros D'Angelo—ronroneó el atractivo chico con voz de medianoche mientras extendía una mano en su dirección. —Soy Danika Sky—respondió ella intentando adoptar el tono más sensual posible al mismo tiempo que tomaba la mano. Eros se inclinó hacia adelante y presionó un cálido beso sobre la cima de esta, dejando un vago recuerdo del calor mientras se retiraba. Sin embargo ella aprovechó esos segundos para observar un anillo de plata con alas de ángel que él llevaba en su dedo anular. —Es el escudo de mi familia—explicó él, notando su atención puesta sobre el anillo. —Creo que es demasiado. Su apellido es D'Angelo y su escudo familiar son alas de ángel…—respondió ella tomando asiento a su lado en el mullido sillón, adoptando una posición relajada y algo sugestiva. Un hombre de aspecto osco se inclinó hacia adelante preparado para sacarla de su lugar, sin embargo, Eros lo detuvo con un gesto y una sonrisa divertida bailando en su atractivo rostro. «Idiota, si supieras quien soy ya estarías de rodillas ante mí» pensó la chica, sin poder evitar sonreír ante la idea de aquel atractivo joven arrodillado ante ella. —Es verdad, la culpa la tienen mis ancestros por ser amantes del drama… ahora no es más que un recordatorio del significado de la familia—respondió él, jugueteando con su anillo, al mismo tiempo que giraba su cuerpo y rostro hacia ella, sentada a su lado. —Más bien, pareciera ser una cadena—ronroneó la chica de mirada color hielo, mientras se inclinaba hacia adelante. Aquel gesto dejó helado al atractivo chico, mientras ella se estiraba para tomar el vaso con whisky que él había dejado reposando en el apoyabrazos. Volviendo a su posición inicial, tomó un largo sorbo rápido, con la mirada azul hielo clavada en él. Ella conocía perfectamente el efecto que solía causar en los hombres, el ferviente anhelo y deseo al que parecía invitarlos su mirada. —Nunca te he visto por aquí, ¿es la primera vez que vienes?—dijo él tragando duro, su garganta secándose. —Que chico más atento, no imaginé que estuvieras pendiente de cada chica que entra al lugar—ronroneó Danika cruzando sus piernas esbeltas, consciente de que aquel movimiento elevaría levemente su vestido. Aquel gesto no pasó desapercibido para Eros, quien siguió su movimiento mordiendo levemente sus labios carnosos. Ella estaba jugando con fuego, era consciente de ello, pero no tenía miedo de quemarse. —Créeme, recordaría a alguien como tú—ronroneó él, inclinándose hacia adelante. Danika se preparó para que él la besara, pero se detuvo a escasos centímetros de su rostro, permitiéndole absorber el embriagador aroma de su colonia durante unos segundos antes de retirarse a su posición inicial, tomando el vaso de whisky que ella tenía en sus manos. —Yo también puedo jugar—ronroneó él antes de tomar un trago, sin apartar su mirada verde esmeralda de ella. —Juguemos entonces, Dios del amor—respondió ella pasando una lengua por sus labios carnosos. Con una sonrisa embriagadoramente sensual colgando de sus labios, Eros se inclinó hacia adelante, dejando su rostro a escasos centímetros de los de ella, dándole lugar y espacio para apartarse si así lo deseaba. Pero Danika no se retractó ni apartó; por el contrario, ella se inclinó hacia adelante acortando los escasos centímetros que los separaban, permitiéndole unir sus labios en un beso. Las fuertes manos de Eros comenzaron a deslizarse por su cuerpo con delicadeza, tentándola a ir más allá. Ella debió recordarse a sí misma que aquello era una misión y debía tomarlo con frívola seriedad, después de todo, él y su familia eran monstruos crueles y despiadados.  Sin embargo, debía admitir que estaba disfrutándolo mucho más de lo esperado. Quizás, Eros si era el Dios del amor. Pero eso no importa en lo más mínimo, Dios o no, lo destruiría al igual que a todos.  De ser posible, le arrancaría su corazón, al igual que su familia se lo había arrancado a ella al asesinar a Gleen. Con ese pensamiento brillando en su mente, Danika manipuló a Eros para hacer lo que había planeado desde un principio. Que la llevara al corazón de su familia.
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