A mis servicios
En el rostro de Catalina apareció un gesto de sorpresa.
—¡Vaya que requisito tan extraño! ¡Que! ¿Piensa esclavizarme?
La otra chica al escuchar a Catalina decir la palabra, no pudo evitar reír, Catalina se quedó algo seria y la mujer paró la risa de inmediato.
— Disculpa es que tú comentario me pareció gracioso, mi jefe dijo lo mismo, que éste hombre lo que quería era una esclava—dijo, dándose cuenta que quizás no debió haber dicho nada.
Después de ésto, Gipsy le dio detalles de los requisitos que había exigido el Ceo, fue una conversación bastante interesante que hizo pensar a Catalina en si le convenía aquel trabajo, así que terminó diciendo:
— No sé, déjame pensarlo, no estoy dispuesta a que me humillen, solo por tener un buen sueldo, sé que soy buena en mi trabajo y puedo obtener un buen empleo en cualquier lugar, pero iré mañana, no te preocupes, llevaré mi síntesis curricular y todo lo necesario para avalar mi experiencia.
— Gracias amiga, disculpa que te haya metido en este paquete, de hecho no sé ni siquiera tú nombre; yo soy Gipsy Hawks.
— Catalina Craven, no te preocupes, soy libre de aceptar el empleo si veo que no me conviene. ¡Gracias por pensar en mí!
Despidió a la chica y luego se sentó a evaluar el posible empleo, al parecer aquel jefe era peor que su ex jefa, aunque ahora ella tenía una ventaja, le estaban esperando por todo el conocimiento y experiencia que ella tenía, así que podía también exigir.
A la mañana siguiente, cuando se levantó aquella sensación de mareos y estómago revuelto volvió nuevamente, tuvo que hacer un esfuerzo para obligarse a verse sofisticada, cuando lo que deseaba era seguir durmiendo; se vistió con su mejor traje de taller, se peinó su hermosa cabellera hasta sacarle un brillo extraordinario, maquilló sus ojos para hacer que el azul pudiera resaltar increíblemente.
Se miró al espejo y la imagen que vio le gustó, llegó al imponente edificio de las oficinas de la corporación a primera hora, preguntó por el señor Reynolds y pronto fue entrevistada por el hombre.
— Señorita Craven, su currículum es impresionante, la verdad que es usted una mujer muy preparada y corde para ocupar el empleo, vayamos hasta la oficina del señor Bragg para que espere a que él le indique cuáles serán sus obligaciones,
Después de darle la información del sueldo que intentaría, ella se sintió satisfecha, ganaría el triple de lo que ganaba en su anterior trabajo, pero ahora venía la prueba de fuego, conocer al CEO mayor de la empresa. La oficina estaba en el piso superior, el lugar tenía una vista impresionante de la ciudad.
Cuando llegó a la oficina del presidente, él obviamente no había llegado, el hombre que la condujo hasta allí esperó con ella unos minutos, pero después se disculpó, prometiendo volver apenas llegara el jefe.
Ella se sentó muy derecha en un mullido y fino sofá que estaba afuera, obviamente éste lugar era mucho más sofisticado que el de Sophie Gilbert, se notaba la opulencia y el buen gusto.
Después de diez minutos de estar lo sentada, se levantó para asomarse a un gran ventanal y observar la ciudad a esa hora, la vista era espectacular. Reynolds ya había llamado a Evan Bragg notificando que había contratado a una asistente con las características que él le había solicitado, esto le hizo sentir complacido, subió directamente a su oficina, al llegar, una mujer estaba de espalda, asomada, viendo el panorama de afuera.
— Buenos días — saludó él.
La chica giró y quedaron frente a frente, Evan al verla le pareció conocida, «¿acaso su suerte había cambiado y la escort había venido a buscarlo?»
—Te conozco, aunque ahora vistes diferente— dijo con el ceño fruncido.
Ella tragó saliva, nunca imaginó que su jefe sería el hombre con el que había tenido una noche maravillosa de sexo, aún así contestó:
— Buenos días señor, me contrataron para ser la asistente a presidencia.
— ¿Tú eres mi nueva asistente? Esto debe ser una broma de muy mal gusto— dijo él, lanzando un gruñido, abrió la oficina y la invitó a pasar, luego fue a plantarse frente a ella.
Catalina, alzó su barbilla en señal de dignidad diciendo:
— Ya entregué los documentos que me avalan y certifican que soy apta para lo que usted necesita.
Entonces sin que ella lo esperara, Evan la tomo por la cintura y la atrajo con fuerza hacia sí diciendo:
—¿Realmente sabes tú, lo que yo necesito? ¡Te necesito a tí! Todo éste tiempo he estado pensando en nuestra noche, te has convertido en una obsesión para mí.
Ella hizo fuerza con sus manos para lograr zafarse y exclamó:
— ¿¡Oye qué le pasa!? ¿Se ha vuelto loco?
Él con voz apasionada le dijo:
—¡Si, mujer, estoy loco por tenerte! ¡No tienes idea del infierno en que se ha convertido mi vida!
Catalina, desesperada por calmar el ímpetu de aquel hombre exclamó:
— ¡Señor, por favor! ¡Yo vine aquí por el trabajo de asistente a la presidencia, no es para lo que usted tiene en mente!
Evan entonces la soltó y la miró de arriba a abajo y dijo:
— ¿Por qué tan fría conmigo, esa noche me demostraste que eras capaz de todo, ¿se trata de dinero? ¿Eso es lo que te motiva a acompañar a millonarios y acostarte con ellos? ¡Estoy dispuesto a pagar por tus servicios sexuales ahora mismo!
Una sonora bofetada cruzó el rostro de Evan, un momento de tensión surgió entre ambos y él gritó:
— ¿Qué es lo que crees tú? ¡Vienes con aires de dignidad ante mí, que conozco a qué te dedicas! ¡Eres una desgraciada perra asquerosa!
— ¡Yo soy una mujer que merece respeto! Vine por una propuesta de trabajo, no a revolcarme en su cama, bastardo asqueroso! ¿¡Crees que porque estuve una noche de sexo contigo, tienes el derecho de humillarme!? ¡Estás muy equivocado! ¡No me conoces! ¡No soy una
prostituta a tu disposición! ¿Me entiendes?
— gritó ella muy enojada.
Tomó su carpeta y se preparó para salir, él al ver el ademán de ella, exclamó:
— ¿A dónde piensas que vas?
Ella giró su cabeza para responder:
— ¿Piensas que después de ésta bienvenida, voy a quedarme a trabajar para ti? No señor, usted está equivocado conmigo, búsquese a otra que esté dispuesta a ser humillada, sé quién soy, y mi conocimiento vale; adiós.
Él dijo con un tono de voz más bajo:
— Pido una tregua, necesito una asistente, ¿puedes quedarte?
Ella se paró en seco, totalmente desarmada por aquel tono de voz, se volvió por completo y dijo:
— Aclaremos un asunto.
Evan asintió con la cabeza indicando que se sentara, ella lo hizo muy recta, él abrió la boca para hablar, pero ella habló primero.
— Soy Catalina Craven, auxiliar en finanzas y negociaciones, vine acá por una propuesta de empleo, entregué mi síntesis curricular en recursos humanos, el señor Reynolds, me indicó que era urgente que empezara a trabajar desde hoy, pues usted necesitaba con urgencia una asistente.
Él apretó la mandíbula, asintió para decir, pero ella nuevamente continuó:
— Sé que tuvimos un encuentro s****l unas semanas atrás, pero yo no trabajo en eso, fue algo de ocasión, si usted desea que trabaje, bien, pero no voy a acostarme con usted, ni con nadie, ¿me entiende?
Él se quedó unos momentos en silencio y dijo:
—¿Puedo hablar?
Ella asintió con su cabeza muy seria.
— Necesito una asistente, el trabajo exige mucho, deberás viajar y trabajar hasta altas horas si es necesario, el sueldo es óptimo de acuerdo a tu capacidad y experiencia.
— Me parece bien, póngame a prueba un mes, si no le conviene, me paga mi sueldo y me voy — dijo ella con tranquilidad.
Él nuevamente movió su cabeza para dar su afirmación, ella preguntó:
— ¿Cuál será mi sitio de trabajo?
Él se levantó y le señaló una puerta que hasta ahora ella no había notado por ser parte de la decoración, abría rodando hacia un lado ,era un panel, allí dentro funcionaba una oficina con todo lo necesario para que ella empezara a trabajar.
— Aquí estarás a mis servicios — dijo él.