Tan pronto como le escribí a Jonathan, de inmediato, él se apareció en mi oficina, cargando consigo entre sus manos, un par de bolsas de aquellas de cartón que ahora estaban usando los restaurantes para ayudar con la contaminación de medio ambiente.
— Hola tú, he traído hamburguesas con mucho queso y tocineta, es viernes, no puedes decirme que no las comerás por tu dieta — dice Jonathan cuando ha entrado en mi oficina después de haber tocado la puerta pidiéndome permiso para entrar.
— Hola tú, no, hoy es viernes, ¿Acaso te has olvidado de cuál es nuestra regla número uno de cuando es viernes? — le he respondido, aún permanecía sentada en mi escritorio, salvo por qué ahora no estaba trabajando.
— No, claro que no la he olvidado, es viernes de descontrol y el cuerpo lo sabe — dijo Jonathan mientras hacía un baile extraño que no pude evitar no soltar una pequeña carcajada al haberlo visto.
Jonathan se acerca hasta mi escritorio justo después de que ha cerrado la puerta de mi oficina a sus espaldas, todo para que ambos pudiéramos tener privacidad de conversar a nuestro gusto, a pesar de que ambos sabíamos que nada más estábamos allí, era nosotros.
Él deja las bolsas de la comida encima de mi escritorio para luego sentarse enfrente de mí en la silla que estaba vacía.
— Me encanta que hayas traído hamburguesas — le digo al mismo tiempo que cogía una de las bolsas de la comida para abrirla, suponiendo que esa sería la mía.
— Lo sé, es tu favorita, nunca lo olvidaré, pero bueno, mientras comemos, quiero que me cuentes acerca de tu nuevo caso — dijo Jonathan con interés de saber acerca de mi trabajo, muchas veces, al ser tan buenos amigos, él me compartía de sus casos y yo le compartía de los míos, o como para darnos opiniones y/o también ayudarnos profesionalmente el uno al otro, no nada que ver, de hecho, no nos gustaba hacer esas cosas, pues para hacer esa gracia, mejor y yo hubiera aceptado hacer esa alianza de empresas con él para que ambos saliéramos ganando de ello.
No, nada más hablábamos de nuestros casos por qué a ambos nos gustaba mucho el chisme como dirían muchos por allí al tener un mejor amigo que es gay y que podría incluso comportarse como si fuera una chica más a tu lado con la que te tenías mucha confianza.
Decidí contarle todo desde cero mientras que organizaba una servilleta encima de mi escritorio para usarla como plato para servir mi hamburguesa allí que estaba muy jugosa tanto como por la carne, el queso, la tocineta y las salsas, no quería arruinar mi ropa y mucho menos quería dejar que la comida se terminara regándose en todos mis papeles del caso.
— ¿Qué? ¿Estás hablándome en serio que Mason Hugh te ha buscado para que le ayudes con su defensa en su caso? ¿Cómo es eso posible? Pellízcame por qué en serio que no me lo creo en nada — dijo Jonathan mientras que él había agarrado su hamburguesa también, pero envolviéndola en su servilleta y sosteniéndola en sus dos manos.
— ¿de verdad quieres que te pellizque? Digo, tú ya sabes como son mis pellizcos… — le dije a él.
— Okay, calma, nada más era un decir, pero en serio que no me creo que Mason Hugh haya sido capaz de haber hecho eso luego de que ustedes dos… Ya sabes, son como rivales, como un par de enemigos de aquellos que no pueden verse en la calle, por qué en seguida quieren matarse el uno al otro — dijo Jonathan.
Aquello era verdad, Mason Hugh y yo no éramos nada más que solo enemigos, a Mason yo lo había conocido en la universidad, entramos en el mismo semestre, pero cursando diferentes carreras, por desgracia, una que otra vez tuvimos que compartir clases, más siempre di gracias de que nunca tuve la oportunidad de hacer un trabajo con él fuera en grupo o solo en parejas.
Desde el primer momento en que nos miramos a los ojos, de inmediato supimos qué grandes amigos no íbamos a ser, pues Mason Hugh era el nombre de un hombre quien su padre era multimillonario, es más, es uno de los hombres más multimillonarios y con mucho poder que se ha llegado a conocer en la ciudad.
Mason era un hombre muy diferente a su padre, Mason era arrogante, engreído, y mujeriego, sí, por desgracia, siempre tuve que encontrármelo por los pasillos de la universidad mientras que estaba coqueteando con alguna chica, y más tonto me parecía darme cuenta de que las chicas caían rendidas a sus pies por qué no se resistían a sus falsos encantos y a su físico perfecto de actor de cine.
No, yo jamás quise caer en uno de sus encantos, y así como él nunca quiso provocar que sus encantos me flecharan a mí.
Bueno, tengo que admitir una cosa sobre mí, la verdad es que siempre he sido una mujer muy difícil de conquistar.
Y Mason, bueno, él siempre quería tener el éxito tanto en su vida profesional como en su vida amorosa relajada, como él solía llamarla, por qué él nunca fue un hombre de querer tener compromisos, así como casarse y tener hijos.
En resumen, Mason era un hombre caprichoso que disfrutaba de una vida completamente loca y solo pensaba en sus ambiciones, nada más que todo eso, por esa razón, nunca fuimos ni siquiera buenos amigos cuando estudiamos juntos en la universidad.
— Sí, así como lo escuchas, Mason Hugh ahora está buscándome para que sea su abogada, en este caso — le dije a Jonathan al mismo tiempo que tomaba una de las papas a al francesa que estaban todavía dentro de la bolsa de comida para llevármela a la boca.
— Wow, y no puedo creer que en serio hayas sido capaz de haber aceptado este caso después de lo que pasó en… Bueno, creo que no tengo por qué repetirlo si sabes muy bien de qué estoy hablando — respondió él, parece que ha salido recién de un estado de shock provocado quién sabe por qué.