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EL PECADO DE ENAMORARSE

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Todo comienza con la preocupación de Annya, una joven por ayudar a subsanar las deudas de su hogar. En su búsqueda de empleo logra instalarse en una mansión, donde conocerá al amor y a su vez el desamor. La joven es contratada como empleada doméstica en la mansión, y con el pasar de los días se ve envuelta en un romance con Josef, el hijo de su jefa, quién está próximo a casarse.

Annya y Josef descubren el amor entre ellos de una manera que ninguno antes había sentido. Su romance prohibido le da vuelcos a su vida. Este amor está permeado de deseo, lujuria, soberbia. Cuando piensan que por fin han superado todos los obstáculos, descubren una noticia que les cambiará la vida para siempre, y hará que cada uno siga un rumbo distinto.

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CAPITULO 1: LLEGADA A LA GRAN MANSION
Era una tarde cálida de Julio,  el cielo estaba azul y al mirar por el rabillo de la puerta, se podían observar varias figuras en él. El sol brillaba iluminando así los guayabos, plantas y demás árboles que se hallaban en el solar de una humilde casa ubicada en una vereda de San Rafael, Colombia. Allí, acostada en el césped se encontraba pensativa y  preocupada por las necesidades de su familia Annya una joven de 20 años, encantadora, hermosa, amigable, juiciosa y hogareña. Vivía con su madre y su hermano menor, no conocía a su padre y a decir verdad nunca había sentido la necesidad de uno, pues su madre había velado por ella todos estos años, sin ayuda de nadie.  Eran las 3:30 p.m y ya llevaba más de dos horas haciendo lo mismo; pensando en cómo ayudar a satisfacer las necesidades de su hogar, pues llevaban había perdido su empleo en días pasados, y lo que su mamá lograba reunir vendiendo almuerzos, no era suficiente para todos los gastos de su hogar.   Luego de unos minutos decidió salir al pueblo e imprimir algunas hojas de vida para encaminarse a buscar un empleo.  La ilusión de encontrar un trabajo para evitarle tantos suplicios a su madre era algo con lo que lidiaba todos los días, la joven de verdad tenía ganas de salir adelante.  Al día siguiente para llevar a cabo su idea salió  muy temprano en un bus con rumbo a la ciudad   de Medellín, sabía que esta era una ciudad  esperanzadora, con las puertas abiertas y quizás con suerte encontraría algo. Tan pronto arribó a tan enorme ciudad, no pudo evitar deslumbrarse, pues toda la vida había vivido en el campo. Los enormes edificios, casas hermosas, tiendas, centros comerciales y demás fueron su abrebocas. Se dispuso a repartir las hojas en fábricas, pero fue rechazada por no haber terminado sus estudios básicos. Un poco desmotivada, caminó sin rumbo en la gran ciudad y  se detuvo a curiosear  en frente de una gran mansión, la más hermosa que había visto, con un antejardín frondoso de plantas excéntricas, un parterre pulquérrimo, acera de baldosas en piedrilla, marquesina muy bien ataviada, grandes ventanales con finos vidrios, en sí “una casa de ensueño”. Encantada por lo que acababa de ver, se acercó un poco más a aquella lujosa morada de una familia encumbrada.  Oprimió el timbre y la atendió una (aparentemente) buena mujer, muy bien arreglada con un hermoso vestido bordado en dacrón. -¿Qué se le ofrece joven? - indagó. -Pues verá… -hizo una pausa- y retomó: vengo del campo. La razón por la que estoy aquí es porque necesito trabajo y me preguntaba si usted me podría ayudar con cualquier empleo. -¿Por qué se le ocurrió pensar que acá podría trabajar?  -No lo sé -asintió. -¿Entonces? -Es solo que lo necesito con urgencia y quería saber si tiene algo en lo que me pueda ocupar. La mujer con algo de desconfianza porque normalmente las mujeres no llegaban a su mansión a pedir empleo de esa manera, se quedó en silencio reparándola detalladamente, percibió la cara de descontento y preocupación de aquella joven y al cabo de unos segundos le dijo: -Bueno pues, déjeme decirle que llega en el momento adecuado. -¿De verdad? ¿Tiene algo para mí? -preguntó ansiosamente la joven  -Así es, necesito a alguien que haga el aseo de esta casa ya que nuestra anterior empleada renunció hace un par de semanas… ¿le interesa? -Por supuesto que sí, muchas gracias señora- respondió Annya con una gran sonrisa y un brillo reflejado en sus expresivos ojos.  -Llámeme Louise -exclamó y añadió-: deberá mudarse con nosotros,  ¿dónde vive usted?, acá le asignaré un cuarto para usted y sus pertenencias, es importante que esté aquí temprano en la mañana.  -La verdad yo nunca había venido por estos lados, yo vivo en San Rafael, pero no es problema, ¡Dios le ha de pagar doña Louise! Mañana sin falta- contestó con una gran alegría expresada en el dulce tono de su voz. -¿Y su nombre niña? - preguntó la dueña de la casa con curiosidad. -Me llamo Annya- manifestó y tendió su mano en señal de agradecimiento, se despidió y se marchó entusiasmada a su casa a contar la gran noticia. Tan pronto llegó, entró y muy emocionada le anunció a su madre: -¡Mamita, conseguí trabajo! -¿De qué se trata hija? - interrogó con ansiedad. -De aseadora en una mansión hermosa… (Le describió detalle a detalle el que sería su nuevo hogar) pero…- su voz se apagó por un instante. -¿Qué pasó hija, no era lo que quería? Además aproveche, Medellín es una ciudad muy grande y llena de oportunidades, quién quita y luego consiga algo mejor. -Nada mami… es solo que… debo marcharme mañana mismo para empezar con el oficio.-Agregó-: Louise, así se llama la mujer que me ofreció trabajar allí. ¡Mamá vos la vieras! Es una señora muy elegante y amable, ni hablar de su gran porte. Demás que sintió pesar por lo que le dije y pues me hizo la propuesta, muy de buenas yo ¿No ma’?- Contó muy entusiasmada La madre, Dennise escuchó algo familiar el nombre de la mujer que le había dado el trabajo a su hija, pero lo pasó por alto  -Que todo sea por una buena causa hija- exclamó.  -No se preocupe mami, yo voy a  estar  bien y de mi sueldo le voy a mandar  una  parte para ayudar con los gastos de la casa y de mi hermano Junior.  -Agradezco por tener una hija tan buena.- Le dijo titubeando y con lágrimas en los ojos se lanzó a darle un fuerte abrazo.  Al acostarse a dormir, Dennise quedó algo preocupada, puesto que el nombre de la mujer que le dio el empleo a su hija le traía algunos recuerdos. -ojalá no sea lo que estoy pensando, si Annya se entera de la verdad no me lo va a perdonar nunca.- Pensó para si misma. A la mañana siguiente, siendo las 5:00 a.m, la joven despertó dispuesta para iniciar su primer día de trabajo. Se levantó, se bañó y se arregló con su mejor vestido para dar una buena impresión ya que la familia para la que iba a trabajar era muy elegante.  Dio un pequeño vistazo a su habitación y recorrió con algo de tristeza el que había sido durante 20 años su hogar. Finalmente, se despidió de su familia. Ninguno podía ocultar el desconsuelo que sentían por la partida de Annya, sin embargo, todos sabían que ella debía hacerlo.  Acongojada, salió de su casa y tomó un autobús que la llevaría a la gran mansión antes de las 7:00 a.m.  Durante el recorrido, se puso a pensar en lo bueno que había sido tomar la decisión de marcharse, pues así, ayudaría con gran parte de las necesidades que aquejaban a su familia. Por otra parte, se sentía algo afligida… -Me harán mucha falta- susurró mientras unas pequeñas lágrimas de cristal corrían por sus sonrojadas mejillas.  Así continuó hasta que el vehículo llegó a su destino. Se bajó del bus con las cajas que contenían sus pocas pertenencias. Se dirigió a la puerta, oprimió el timbre y la recibió Louise, aquella mujer con la que Annya estaba muy agradecida. -Buenos días doña Louise- Exclamó con su juvenil voz.  -Veo que llega puntual, eso es bueno. Pase, le enseñaré su cuarto y el resto de la casa. Annya no conocía el interior de la morada, así que entró con mucho entusiasmo. Asombrada, detalló cada objeto del lugar pues nunca había visto un hogar tan elegante y placentero; tenían grandes cuadros en todas las paredes, la sala era de gran tamaño, los muebles muy cómodos y el comedor tenía bellos adornos en cerámica y cristal. Continuó el recorrido pasando por los lujosos baños y amplias habitaciones las cuales contaban con hermosa vista al paisaje.  Luego de esto Louise la llevó al que sería su nuevo cuarto; no era tan acogedor como los demás, pero Luciana no tenía reparo en ello y se dispuso a ordenar sus cosas. Pasados unos minutos, la dueña de la casa profirió: -¡Annya!, baje un momento, le voy a presentar a mi hijo. -En un momento bajo- respondió enérgicamente Al llegar a la sala, la joven vio al sujeto del que le hablaba su patrona. Era muy atractivo y quedó hechizada al observar este chico de ensueño; alto, rubio, de ojos claros (específicamente azules) y de rostro muy agraciado. Él tendió su mano y se presentó: -Mucho gusto, me llamo Josef, bienvenida. -Yo me llamo Annya, será un gusto trabajar para ustedes- pronunció titubeante sin dejar de reparar al galán y le dio un suave apretón de manos. -Bueno hijo, ella es la niña de la que te hablé y será la nueva empleada- dijo la madre. Al escucharla, Josef sonrió. Era obvio que también había sentido una atracción por la encantadora joven. Después de esto, Annya se dirigió por los implementos de aseo para así empezar con el empleo.  Mientras limpiaba, miraba con disimulo a Josef sin evitar pensar en lo atractivo que era. -que suerte tengo, así podré verlo a diario, será fantástico.- Y por algunos segundos fantaseó. Durante el día, se dedicó por completo a la limpieza de la residencia. En algunos momentos sus ojos se cristalizaron al pensar en cuándo volvería a ver a su familia. Luego, siguió soñando con Josef. Así transcurrió la primera semana, llena de alegría y algo de tristeza, pero a su vez mucho entusiasmo por empezar una vida nueva. Una mañana, mientras  Annya  lustraba el estudio, escuchó por accidente a Josef hablando con su madre. -Sí mamá, Chantelle  vendrá esta noche a cenar con nosotros. -Eso espero, llevo días sin hablar con ella y tenemos que hablar del matrimonio Al escuchar esto, Annya no pudo ocultar su decepción y rápidamente se encaminó a su habitación desanimada. -Cómo es posible que tenga novia, y aún más, que se vayan a casar- pensó para sí misma. Horas más tarde, ella se encontraba en la sala de la mansión haciendo el aseo general. -Annya,  ¿podemos hablar? Se exaltó al escuchar que el chico le había hablado, y no pudo esconder la alegría reflejada en sus ojos con un potente brillo. -Claro que sí, ¿qué puedo hacer por usted? ¿Es por el cuarto cierto?, en un segundo la limpio. -No, tranquila, no vamos a hablar de su trabajo en esta casa. Quiero que hablemos de usted. -¿Qué quiere saber de mí?- preguntó intrigada. -Lo que quiera decirme me interesa, no puedo dejar pasar desapercibida su llegada a este lugar, me parece una mujer muy interesante e inquietante, además de hermosa. -¿De verdad piensa eso? respondió sonrojada y añadió: -Muchas gracias por las palabras, pero no debería decirme esas cosas, usted es el hijo de mi patrona y además tiene novia. El hecho de que ella supiera de la existencia de su novia lo dejó algo sorprendido y seguidamente profirió:  -¿Cómo sabe que tengo novia? -Sin querer lo escuché hablando con su madre acerca de ella. Con una cara pícara y una risa maliciosa contestó: -Ah… entiendo! es cierto que estoy comprometido, pero sabe? le diré algo que nadie más sabe. Yo a Chantelle la aprecio mucho, llevamos dos años de relación y es una excelente mujer, pero no estoy seguro de querer casarme con ella…  Me siento atraído por usted, y sé que no es normal y no está bien. Annya quedó perpleja al escuchar las afirmaciones de Josef, su voz se entrecortó y le dijo:  -No quiero que vuelva a decirme esas cosas, cómo se le ocurre, somos tan distintos. Además, no quiero que su compromiso termine por culpa mía. -Yo la entiendo Annya, y no tiene porqué sentirse culpable, pero entiéndame, no quisiera casarme con alguien sin amarla completamente, además ahora siento más cosas por usted que por ella. Me siento como una basura.-  Annya no supo qué decir. Se entristeció de solo pensar que el haber llegado a esa casa, posiblemente acabaría con una relación de años. Por otra parte, se sentía muy alagada, pues aunque no lo quiso admitir, era obvio que estaba creciendo una ilusión hacia Josef. En la noche no durmió pensando en las palabras que se habían desprendido de la boca de Josef y habían quedado clavadas en su subconsciente tal flecha en el blanco… -Es obvio que me gusta, pero ¿qué puedo hacer? no puedo arruinar su compromiso, y menos siendo una simple sirvienta.- Cavilaba mientras daba vueltas en su cama para calmar el insomnio. La ilusión crecía con el pasar de los días, pero de cierta forma no quería involucrarse en su vida. Vivía preguntándose día a día por qué no podía estar soltero y así serían más fáciles las cosas. A pesar de todo, no podía oponerse a lo que sentía y decidió seguir el juego que ya habían comenzado. Cierto día,  Louise tuvo que salir, quedando así Josef y Annya solos en la mansión. Estaba nerviosa pues no sabía qué hacer pero tenía claro que la oportunidad de estar a solas y poder aclarar las cosas, no se daría tan repetidamente. -Annya, yo creo que es momento de hablar sobre nosotros y no darle vueltas a las cosas Con un tono de voz inseguro y sollozante Annya agregó: -Pues sí, es verdad, tenemos que aclarar todo. No quiero ser parte de esto, lo dejaré en paz para que usted siga con la señorita Chantelle, y me limitaré a mi trabajo que es ser su empleada. -No diga eso Annya, ambos sabemos que no podemos ocultar lo que sentimos.- Mientras se acercaba poco a poco a ella con una mirada tierna y delicada. -Usted me gusta, y mucho- Puntualizó.  Annya evitaba mirarlo inclinando la cabeza. -No hagamos esto más difícil. Un silencio incómodo reinó en la casa por unos minutos.  Sin más reparos, no pudieron contener el antojo que tenían de rozar sus labios. Se besaron de manera apasionada y dulce, no se detenían si no era para saborearse el uno al otro. -Annya usted tiene unos labios tan dulces como el almíbar- Le susurró Josef mientras acariciaba su cara tiernamente. Continuaron, la pasión desenfrenada de los dos cuerpos no  podía esperar… una boca buscaba a la otra; se entregaron entre besos y caricias, pues lucharon por contenerse y lo lograron. Después de juguetear entre sí, decidieron detenerse y no mediaron palabra durante unos  minutos.  Repentinamente, Louise regresó a la casa. Ambos se miraron  con vergüenza, como un niño que es descubierto robando un dulce,  y continuaron como si nada hubiese ocurrido. Al anochecer, el fantaseo se apoderó de la mente de Annya; no podía dejar de recordar lo que había pasado en esa tarde (y lo que pudo ocurrir). En ese momento, una llamada interrumpió sus pensamientos. -¿Quién habla? -Hija mía, soy yo, Dennise -¿Pasa algo malo mamá? ¿Por qué me llama a esta hora? -No hijita, no ocurre nada, solo me hace mucha falta y quería saber si mañana podría pasar a su trabajo para que nos distraigamos un rato! Emotivamente Annya contestó: -Claro que sí mami, me hará muy feliz tenerla por acá, la espero en la mañana entonces. Muy temprano en la mañana, Annya le comentó a Louise que su madre iría a visitarla y ella no puso reparo alguno en ello. La llegada de Dennise no se hizo esperar. Arribó a la puerta y se saludaron con un emotivo abrazo. Annya la invitó a pasar para mostrarle la lujosa mansión en la que ahora vivía. Y así fue; detalle a detalle recorrieron la vivienda y Dennise quedó deslumbrada, al igual que Annya cuando llegó la primera vez, pues eran lujos a los que no estaban acostumbradas y que difícilmente podrían tener. En su recorrido también hablaron de temas familiares y uno que otro chisme que Dennise traía del pueblo.  Ya estando en la sala, Annya le presentó su madre a Louise: -Señora Louise, ella es mi madre Dennise. Tan pronto se vieron ambas quedaron perplejas, -por unos segundos a su mente llegaron flashbacks de una historia que ambas conocían hace años, y la cual guardaban como secreto- Disimularon su sorpresa como pudieron, si habían logrado ocultar el secreto durante tantos años, ¿por qué no hacerlo ahora? -pensaron- -Mucho gusto, soy Dennise, la mamá de Annya.- Mencionó mientras le tendía su mano como gesto de saludo. -El gusto es mío Dennise, yo soy Louise y déjeme decirle que tiene una excelente hija, es muy juiciosa acá en la casa. Dennise sonrió orgullosa, y agradeció por el halago. Almorzaron juntas y platicaron toda la tarde hasta que Dennise tuvo que regresar a su casa en San Rafael.  Aunque en el momento no lo demostró, Annya quedó con la duda del por qué su madre y Louise se habían sorprendido al verse. Pasados unos minutos no le dio  más importancia y siguió en los deberes de la casa. Al subir a asear el cuarto de Josef, éste aprovechó el momento para intentar hablar con ella.- Se dirigió hacia la puerta y la cerró.-  -Qué le pasa? Si su mamá me ve acá encerrada me echa, ábrame la puerta -Ella no se dará cuenta y eso no me importa. Usted y yo tenemos que hablar, lo que siento por usted crece con los días y no puedo sacarla de mi cabeza -Yo tampoco puedo sacarlo de mi mente y siento cosas que jamás había sentido, pero usted tiene su pareja  y yo no me quiero meter en eso, además yo sólo vine acá a trabajar, no a dañar relaciones. -Yo sé que usted no vino acá con la intención de dañar mi relación, pero tampoco me puede negar lo que siente. Yo prefiero estar con usted e intentarlo, mis sentimientos hacia Chantelle cada día son menos- Aseguró Josef mientras ponía sus manos en la cintura de Annya Él era su debilidad, y sentir sus manos cerca lo único que hacían era convencerla y dejar a lado el hecho de que tuviera novia, Josef se lanzó y la besó con suavidad… Quedó perpleja de nuevo, cerró los ojos y se dejó llevar de lo que sentía, aferrándose con pasión y ternura a los labios del apuesto Josef,  luego se separaron y se miraron algo apenados pero deseosos. En ese instante, escucharon cerrar el portón principal de la mansión, lo que significaba que Louise había salido de casa.  -Yo necesito dejar de sentir todo esto por usted, no me siento bien sabiendo que se va a casar pronto- Mencionó Annya con un tono melancólico y añadió: lo mejor es que cada uno siga con lo suyo, conformemonos con que soy solo una empleada y usted el hijo de mi patrona. Además, debería enfocarse en su matrimonio. -No espere que yo acepte eso Annya, desde que usted llegó a la casa sentí cosas muy distintas a las que he sentido con Chantelle en este tiempo, usted tiene una visión distinta del mundo y no sabe cuánto me interesa, no tendría problema en terminar mi compromiso y contarle a mi madre la verdad. -Hablemos de esto después, y no piense estupideces- Profirió Annya y salió de la habitación ignorando lo que había escuchado.  Al salir de allí, se dirigió a su habitación y se tendió en su cama a pensar…  -¿Si será verdad lo que me dijo, o muy ingenua si le creo? Es imposible que cambie a su novia por mí. Mejor no me hago ilusiones. 

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