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El jefe que anhelo

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Blurb

Libro #3 de la serie: Mi jefe

Cristian Córdova es un hombre que busca el éxito. Nada menos es aceptable en su mundo, al menos bajo las exigencias de una familia que vive en la política. Las reglas estiradas y normas sin sentido, siempre han formado parte de su vida al igual que una hermana rebelde que lo ayudó a ver el mundo desde otra perspectiva. Nadie quiere estar bajo el pie de otro, así que él hace lo que mejor le parezca a pesar de su familia. Lo que nunca esperó, es que el interés más fuerte se desarrollara con una mujer que solo puede traerle problemas.

Cary Aguilar es una mujer con una vida complicada, sus padre son atentos y cualquiera creería que su vida es perfecta hasta que mira más a fondo. Las experiencias difíciles junto a grandes responsabilidades pueden ir de la mano y eso es justo lo que sucede con ella. Ser joven, intentar llevar un trabajo demandante al mismo tiempo que crías un niño pequeño no te deja tiempo para nada más o al menos eso era lo que ella pensaba hasta que un hombre indiferente se cruza en su camino y ya no puede dejar de mirarlo. Él solo puede traerle problemas.

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Una buena rutina
Las oportunidades pueden ser intensas en los momentos en los que no te encuentras preparado para afrontarlas y la verdad que nadie te dice es que tal vez nunca lo estés, ni siquiera con todo el aprendizaje. La escuela no te prepara del todo para la universidad, la universidad no te prepara del todo para el trabajo y así sucesivamente hasta que te das cuenta que solo las experiencias reales con momentos dados, circunstancias precisas, son las que realmente te enseñan a vivir de alguna forma. Todo esto, considerando que aprendas las lecciones que se te van presentando y a partir de allí, cambiar tu forma de ver las cosas para superar y crecer. Cary Aguilar se levantó aquel día con un gran dolor de espalda que parecía insoportable, con un suspiro estiró su cuerpo antes de alejarse de la cama. Con un gruñido su estómago le avisó que debía desayunar algo, por eso corrió a la cocina y preparó algo para ella y para su hijo. Ezra ya tenía cinco años, el niño crecía demasiado rápido para su gusto, ya hablaba muy bien aunque era más callado de lo que le hubiera gustado, se portaba como un niño adulto incluso cuando ella intentaba que corriera, se ensuciara o hiciera travesuras, lo único que hacía mostrando su edad era ser curioso. Ese hecho era algo que había crecido junto a él a la misma velocidad, había dejado de tumbar las cosas, pero nunca de buscar y averiguar todo lo que se guardaba en cada cajón de la casa. Por esa razón, era que había decidido colocarle un seguro a la puerta de su habitación y al cajón de su mesita de noche, había cosas que los niños no debían descubrir de sus madres. Siguió haciendo el desayuno con rapidez y cuando estuvo listo corrió hasta la habitación de Ezra, él seguía dormido en su cama con sábanas de carros, lo movió dándole besos hasta que el niño abrió los ojos. De nuevo su comportamiento era bastante adulto, a pesar de quejarse un poco su hijo abrió los ojos centrándose con facilidad. -Es hora de ir al colegio, mi cielo- le dijo ella con un beso en la frente. Y esas palabras bastaron para que Ezra se levantara de la cama. Ella lo acompañó hasta el baño donde el pequeño se duchó mientras ella lo vigilaba desde afuera, para luego caminar juntos hasta la cocina y desayunar. En silencio comieron hasta que Ezra comenzó con su parloteo habitual de todos los días, le comentó lo que haría ese día, lo que jugaría con sus compañeros en la escuela hasta que se hizo la hora de bajar hasta la entrada del edificio. Juntos esperaron a que el transporte pasara por Ezra y cuando llegó, él se despidió con un beso antes de subirse corriendo. -Tu hijo es el único que corre al transporte en las mañanas- dijo Corina riendo, la mujer que conducía. -Es el único al que le gusta tanto ir a la escuela- dijo ella riendo también. -Eso seguro- aceptó la mujer antes de despedirse con la mano y arrancar. Ezra se despidió de ella de la misma forma y ella esperó a que la camioneta se alejara antes de correr al interior del edificio de nuevo. Se duchó al llegar, se puso la ropa que había preparado desde el día anterior, se maquilló con rapidez algo sencillo y tomando sus cosas salió del departamento. Condujo hasta la oficina de IA-Tecno, la empresa en la que trabajaba y subió hasta el último piso, siendo la secretaria principal del dueño, Alonso Navarro, sus días eran bastante ocupados aunque sus pagos eran tan buenos como podía esperar. No se quejaba ni un segundo, el hombre para el que trabajaba era bueno y amable, Lena, la prometida de su jefe pronto su esposa, era una de sus mejores amigas y sus días eran bastante entretenidos. Llegó a la oficina solo para sonreír al ver el café en su escritorio, desde el momento en que Lena comenzó a trabajar en la empresa y ellas se habían vuelto amigas habían compartido la idea de comprarle el café a la otra en las mañanas, ese día Lena se le había adelantado. Su jefe debía estar en su primera reunión, ella la había dejado programada y Lena estaba en la oficina. -Llegaron temprano- saludó ella con una sonrisa tomando de su café -no esperaba que lo hicieran, si soy sincera. -Alonso no quería atrasarse- explicó Lena, viéndola con una sonrisa -dice que no quiere que nada lo moleste en nuestra luna de miel, por lo que prefiere cumplir con sus compromisos ahora, yo estoy de acuerdo con eso e intento seguir el ejemplo. -Nadie quiere interrupciones en su luna de miel, lo comprendo- convino ella, riendo -sobre todo si vas a estar ocupada en cosas más divertidas. -Exactamente- afirmó Lena, haciéndolas reír. -Será mejor que comience mi día laboral, tengo que atender varias reuniones hoy- comentó ella minutos más tarde -tu futuro esposo es un hombre ocupado. -No tanto como nosotras estos últimos días- dijo Lena -espero que en el almuerzo estés libre porque tenemos que terminar de arreglar algunas cosas de la boda. Tenemos el último ajuste de vestidos y verificar por última vez la decoración. -Una boda es maravillosa cuando no eres el encargado- se quejó ella con una sonrisa -es definitivamente demasiado trabajo. -Se lo dices a la novia- se quejó Lena con una mueca -creo que últimamente solo quiero dormir, estoy cansada. -No dormirás ni ahora ni después-se burló ella, pícara -acostúmbrate a la idea. Ellas rieron antes de que Cary se alejara una vez más hasta su escritorio. Confirmó la siguiente junta con los clientes que Alonso debía ver y siguió organizando la agenda. Se comunicó con Renata para hablar de los asuntos de la boda que Lena no conocía, la pobre estaba desbordada de emociones y con Alejandra fuera debido a la mudanza junto al embarazo, era demasiado. Terminada la reunión, Alonso le dijo que avanzaría a la siguiente y ella solo asintió, puesto que todo estaba listo. -No sé cómo lo logras- le dijo Alonso con una sonrisa -pero siempre me alegra tenerte conmigo, Cary. -Es mi trabajo, señor Navarro- dijo ella haciéndolo reír. -Sigues con lo mismo- se quejó él por el uso formal de su nombre. -Mientras estemos en el trabajo siempre lo haré- afirmó ella por enésima vez -fuera de aquí eres Alonso, el esposo de mi amiga, un buen amigo. -Bien- sucumbió él de nuevo. La siguiente reunión fue bastante larga por lo que ella tuvo que rehacer el horario debido al atraso, avisó a los siguientes clientes y con tanto ajetreo no notó cuando Lena se detuvo frente a su escritorio. -Es hora de irnos- anunció su amiga. -¿Ya es hora de almorzar?- Preguntó ella, asombrada. -Sí, estoy hambrienta y tenemos cosas que hacer- afirmó Lena tomándola de la mano para levantarla de su silla -vámonos. -Déjame avisarle a Alonso- dijo ella. -Ya le avise que estaba saliendo, por lo tanto, él sabe que vienes conmigo- explicó Lena con una sonrisa. -De todas formas, solo por si acaso- dijo ella acercándose a la puerta. Luego de dejar la oficina se dirigieron al auto de Lena, siempre salían en el de su amiga porque era más amplio. Lisa se les unió en el estacionamiento y en el salón donde se haría la boda se encontraron con Renata, la madre de Lena. El inicio de la tarde fue bastante atareada, revisaron un millón de detalles de la boda hasta que su estómago rugía tanto que juraba que todo el mundo podía escucharlo. -Es momento de almorzar, cariño- anunció ella a Lena -juro que tengo tanta hambre que podría comerme las sobras de los dulces de Ezra en mi cartera. Lisa y Renata rieron aunque Lena frunció el ceño, preocupada. -No hemos terminado- musitó su amiga. -Yo puedo quedarme otros minutos, cielo- se ofreció Renata con una sonrisa -comí antes de venir, no hay problema. -No quiero dejarte toda la responsabilidad, mamá- negó Lena con una mueca. -No lo haces, cielo- terminó Renata -te recuerdo que fui yo quien se ofreció a hacer todo esto, ahora vete a comer. Es importante que no adelgaces antes de la boda, nos veremos en la última prueba de vestidos. Ellas asintieron antes de dirigirse al auto, Lena condujo hasta el restaurante al que les gustaba ir y se sentaron en una de las mesas. El mesero le mostró la carta, pero casi estaba seguro de lo que pedirían, de hecho, siempre pedían lo mismo. Con una sonrisa ordenaron y esperaron a que sus órdenes estuvieran listas. -No puedo creer que Ale se vaya casar- dijo Lena de pronto. -Todas estuvimos allí- comentó Lisa con una sonrisa -fue bastante romántico. -Y luego escuchamos las historias de cómo fue la entrada de Ale en la familia de Benjamin- comentó ella haciéndolas reír. -Típico de ella, espontaneo, cariño- se burló Lena. -Nada como eso, Ale es definitivamente única- admitió ella con una sonrisa. -Creo que estoy algo celosa, de hecho- musitó Lisa, haciendo que ellas la miraran. -¿A qué te refieres?- Preguntó Lena tomando la mano de su cuñada. -Ale siempre se quejó de su situación, no quería enamorarse, estaba aterrada de hacerlo- explicó Lisa, viéndolas -pero el amor la golpeó de todas formas y ahora es muy feliz, creo que siempre he querido eso, sin obtenerlo nunca. -¿Y qué sucede con tu hombre misterioso?- Preguntó ella asombrada. -Ya no lo veo, nuestra relación siempre fue complicada, demasiado para ser sostenible- explicó Lisa con una mueca -y creo que al ver a Lena y Ale tan felices, simplemente sentí que lo que teníamos no era suficiente, nunca lo sería. Así que lo terminé. -¿Cómo te sientes?- Preguntó Lena, preocupada. -Bastante sensible, pero bien- admitió Lisa -creo que siempre imaginé que esa relación terminaría, no me atreví a imaginarlo como algo permanente porque nunca lo fue y tuve razón. -Algo mejor vendrá, eso lo sabes- ofreció ella con una sonrisa comprensiva. -Lo sé, espero por ello- afirmó Lisa, sonriéndole. -¿Y cómo te va a ti?- Preguntó Lena mientras les servían -no hemos sabido nada más de Cristian. -Eso es porque no hay nada que contar- soltó ella con una mueca -nunca vi un caso tan severo de miedo a los hijos como el de ese hombre. Me evita desde aquella noche. -Es un idiota- afirmó Lisa haciéndola reír. -Yo no lo veo de esa forma, sigo creyendo que de ser así, Alonso no lo habría invitado- ofreció Lena con una mueca -es de confianza al menos, eso seguro. -Una cosa es el trabajo y otra las relaciones personales, cariño- afirmó Lisa -puede que el hombre sea fantástico en su trabajo, nadie le quita eso, pero evitar a Cary solo lo hace un idiota a mis ojos, punto final. Lena solo levantó los hombros antes de sonreír. Ella siguieron su conversación sobre temas mucho más ligeros, sus amigas le preguntaron sobre las visitas de Lucas a Ezra y ella les explicó que todo iba excelentemente. Su ex parecía haber cambiado radicalmente, se emocionaba porque la relación había avanzado tanto que su hijo iba a visitar a su padre muy seguido, tanto como quisiera, se había vuelto algo bastante común. Cary todavía no conocía a la nueva esposa, pero sí conocía a los hermanos de Ezra y eran unos niños muy lindos y muy bien educados. Luego de terminar con su almuerzo, se dirigieron a la tienda donde debían medirse una última vez sus vestidos. Entre risas vieron cómo se hicieron los arreglos y Renata tranquilizó a su hija antes de enviarlas de nuevo a sus respectivos trabajos. Ellas se separaron de Lisa en el ascensor y terminaron de nuevo en la oficina. Lena se despidió recordando todo el trabajo que tenía pendiente antes de la luna de miel y ella solo pudo reír, la mujer necesitaba desesterarse. Ella observó la agenda donde estaban marcadas las reuniones del día, antes de que su corazón se acelerara. Ese día debía llegar tarde luego del almuerzo, lo había olvidado por completo. -Buenas tardes, Cary- saludó la voz que no quería escuchar. Ella levantó su mirada para observar a Cristian frente a su escritorio, sus ojos grises la observaban detenidamente. Su seriedad ocultaba la intensidad de su mirada o al menos lo intentaba, ella lo observó de la misma forma hasta que recordó que debía contestar en lugar de mirar su porte dominante o su cuerpo hermoso. El hombre siempre le había atraído, por algo se lo había llevado a su casa aquella noche en el club, nunca había esperado que las cosas terminaran como lo habían hecho. -Buenas tardes- saludó ella. -Creo que es lo hora de mi reunión- comentó él. -El señor Navarro terminará en unos minutos- ofreció ella -¿algo de beber mientras esperas? Le molestaba tanto aquel trato formal e idiota con una persona a la que casi había desnudado en su cama, era de las cosas que más le molestaban cuando tenían que encontrarse con Cristian en el trabajo. Había sido un error escoger a aquel hombre, pero ese día no había tenido otra opción y tenía que admitir que la había excitado desde la primera mirada, era guapo y sensual, no era algo que se negara. -Gracias, un refresco está bien- aceptó él, sentándose en la sala de espera a su derecha. Ella asintió antes de levantarse para buscar la bebida en la pequeña nevera que se encontraba escondida en la pared. Se la ofreció y luego se retiró a su escritorio, un escalofrío recorrió su cuerpo en ese instante, volteó sin detenerse a pensarlo solo para encontrarse con la mirada encendida de Cristian fijamente en su cuerpo. Él intentó disimular al notar que ella lo había atrapado, pero la intensidad seguía allí y ahora se miraban directamente a los ojos. Cary sintió como su corazón se aceleraba al mismo tiempo que sus cuerpo reaccionaba, otra cosa que no dejaba de molestarle. Se dirigió a su escritorio para poder avisarle a Alonso que Cristian estaba allí y unos segundos más tarde ella lo hacía pasar a la oficina. -Cary me gustaría que te quedaras también- le avisó Alonso cuando ella se retiraba -esto te concierne. Ella se sentó en una de las sillas confundida y luego vio cómo su amiga entraba en la oficina. -Esta reunión es algo personal y profesional- comenzó Alonso sentándose junto a Lena frente a ellos -ustedes son las personas con más confianza que trabajan en esta compañía, después de Lena y mi hermana. Pero Lisa no puede encargarse de esta empresa como lo harían ustedes y es por esa razón que están aquí. -Pensé que esta reunión era debido a tu pronta ausencia- comenzó Cristian luciendo confundido. -Exactamente- convino Alonso -esta reunión es para informales que serán ustedes quienes están encargados de IA-Tecno durante las tres semanas de luna de miel. -¿Ambos?- Preguntó ella mirando a Lena y buscando explicaciones. -Es obvio que el puesto de Cristian lo hace la opción para reemplazarme- explicó Alonso -pero las responsabilidades son mucho mayores de las que ya tienes, vas a tener que encargarte de dos puestos con muchas ocupaciones y es por eso que quise que Cary trabajara contigo. Ella es la persona más organizada y responsable, está a mi lado por muchas razones. Los quiero a ambos en esto. -Ya sabes que no voy a negarme- dijo Cristian aunque se notaba algo de reticencia en su rostro. -Yo tampoco lo haré, es mi trabajo- dijo ella con seriedad. -Para ambos habrá una buena remuneración- comentó Lena ofreciéndoles unos papeles -este es el acuerdo. Ellos tomaron los papeles y leyeron la cantidad, era demasiado para rechazarlo. Unos minutos más tarde se discutían todos los acuerdos, las responsabilidades hasta que fue el momento de regresar a sus responsabilidades. Cary salió con el documento en la mano antes de regresar a su escritorio, detrás de ella iba Lena. -¿Por qué no me lo dijiste?- Preguntó ella a su amiga. -Era algo que discutir en el trabajo- fue la explicación que Lena le ofreció con una sonrisa. Su amiga caminó hasta su oficina y ella la vio concentrarse en su trabajo de nuevo. Intentó hacer lo mismo, pero no podía evitar pensar en todas las implicaciones de aquello, se vería obligada a ver a Cristian todos los días luego de que el hombre la hubiera estado evitando desde hacía meses, se sentía un poco extraño verlo ahora aunque sabía que en el campo laboral sería sencillo, ambos hacían muy bien su trabajo. Era lo personal lo que le preocupaba y si esa mirada cargada de antes le decía algo, viéndose todos los días no pasaría demasiado tiempo antes de que algo sucediera entre ella y Cristian, estaba segura. -Espero con ansias trabajar contigo- comentó Cristian al salir de la oficina de Alonso. Ella solo asintió y lo vio irse tan impertérrito como siempre. Se centró en su trabajo de nuevo, debía firmar en acuerdo que Lena le había entregado, lo hizo para dejarlo en la oficina de su amiga, sabía que todo estaría bien. Luego coordinó la última reunión del día de Alonso y cuando esta por fin terminó fue el momento de irse. Se despidió de su amiga sin demasiados ánimos antes de dirigirse a su auto, no quería decirle a Lena que estaba algo molesta con ella, la mujer tenía cosas más importantes en las que pensar. En el estacionamiento se encontró con Cristian, él la observó subirse a su auto desde la distancia y ella podía afirmar que no la había dejado de ver hasta que su auto se perdió de vista, eso aceleró su corazón una vez más. Buscó a Ezra en la casa de sus padres, quienes lo cuidaban dos horas en las tardes luego de que el transporte lo buscara de la escuela y de allí siguió la rutina hasta su departamento, bañó a su hijo, luego ella tomó una ducha, cenaron antes de sentarse juntos a ver programas infantiles escuchando su charla sobre todas las actividades del día, era gracioso escucharlo. Finalmente ella acostó a Ezra y se fue a su cama, con un suspiró pensó en todas las cosas que sucederían pronto y en lugar de molestarse su cuerpo reaccionó con emoción.

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