Primer error

3033 Words
Las responsabilidades son algo a lo que nos enfrentamos solo y exclusivamente cuando somos adultos o al menos así debería ser, la niñez es la única etapa del ser humano donde ese hecho vital no existe. Es solo un término lejano que no llegas a comprender del todo, estás demasiado ocupado viviendo, descubriendo el mundo y disfrutando del tiempo que no te fijes en lo demás, a veces observas a los adultos deseando cosas a las que no puedes acceder y cuando todo el mundo te dice que ya llegará, que no te apresures porque todos quieren volver a ser niños, piensas que te dicen una mentira. Solo aquellos que no disfrutaron de su infancia pueden conocer lo que les faltó con un extraño anhelo que queda en el pecho. Cristian Córdova era uno de los niños que nunca había tenido una infancia real, no importaba lo mucho que hubiera batallado, roto las normas y gritado, sus padres siempre lo volvían a meter en el mismo molde con el que había crecido toda su familia. En el esquema familiar, había cosas mucho más importantes que criar correctamente a un niño, cosas como la imagen, la presentación y los ojos del público lo eran todo. Un niño no puede ser un niño cuando todas las miradas están sobre él, la presión es demasiada, te quiebra. En su experiencia, los únicos y pocos momentos en que había podido dejar de comportarse como un pequeño adulto para ser un verdadero niño era cuando junto a Jillian, su hermana mayor por cinco años,  escapaban de las manos de sus niñeras para poder disfrutar del jardín de la casa en la que vivían, era inmenso e ideal para esconderse, por lo que era fácil pasar desapercibido. Recordaba todas las veces que había regresado junto a Jillian lleno de tierra y suciedad solo para escuchar los castigos que sus padres les imponían. No podía importarles menos, la siguiente escapada ya estaba en sus mentes, al igual que la siguiente travesura. En muchos crecer con alguien como su hermana lo había salvado y le gustaba pensar que había sido igual para Jillian. Claro que no todos los hermanos compartían esa visión, su hermano mayor, Jonathan y Catherine, la más pequeña después de Jillian, disfrutaban de sus vidas sin importar que estuvieran limitados en muchos sentidos. Su hermano era la viva imagen de su padre, tanto en su vida personal como en la profesional, y Catherine aunque no seguía los pasos de su madre, tampoco estaba muy lejos. Eran un modelo práctico junto a la niña mimada, nada que ver con Jillian y él. Su hermana siempre había intentado alejarse de la presión mientras él directamente se había alejado de la familia o lo intentaba. El problema de la política es que siempre te persigue y su padre era un político popular, su madre era la esposa trofeo perfecta, la que mejoraba su imagen al igual que sus hijos. Desde que podía recordar sus movimientos siempre eran vigilados y aunque había escogido una cerrera distinta, se había alejado de su familia e incluso trabajaba en una compañía alejada de todo lo controversial, sus fotos todavía salían en los periódicos. Esa mañana se levantó revisando sus r************* como todos los días y allí en su muro estaba una foto perfecta de sus padres en un evento de caridad, se veían sonrientes como la pareja idílica aunque él sabía que nada era menos cierto, sus padres solo se soportaban. Se duchó con rapidez pensando en su trabajo, tenía muchas cosas que resolver antes de que Alonso y Lena se fueran de luna de miel, sobre todo tenía que descubrir cómo trabajar con mujer que lo volvía loco y que tenía al menos cuatro meses evitando como la peste. No había querido dejarla así, pero la situación lo había requerido. Desayunó algo sencillo antes de bajar al estacionamiento y subirse a su auto. Condujo hasta el edificio de la compañía para subir hasta el piso que le correspondía, saludó a algunos de sus compañeros hasta encontrarse con Luisa, su secretaria. Entre suaves saludos ella le indicó todo lo que debía hacer ese día para poder mantenerse al día con todos los cambios que debían hacerse, ser el vicepresidente de una compañía tan grande como IA-Tecno era bastante para asimilar. Sobre todos desde que habían sido nombrados la empresa número uno hace más de un año, de nuevo los reflectores estaban sobre ellos. -Hoy será un día algo ocupado, señor- le adelantó Luisa. -No sería nada distinto hasta ahora- dijo él sentándose en su escritorio. -Tiene un par de reuniones más de lo que suele ocuparse, creo que eso es bastante- comentó la mujer, siguiéndolo. -¿Con quién?- Preguntó él, confundido. -Una es con el señor Navarro, lo sabe desde ayer- explicó su secretaria -y la otra es con señorita Aguilar, ella misma solicitó el tiempo. La anoté al final de su agenda. Él asintió sabiendo que la aceleración de su corazón se debía a algo más que a la emoción de una nueva responsabilidad, de hecho, odiaba las responsabilidades, pero no hay demasiado que puedas hacer por eso en la vida real. Se dedicó a hacer lo que debía hasta que las horas pasaron y las reuniones comenzaron a desarrollarse, Alonso le había dado algunas de las suyas para acostumbrarlo, él esperaba que aquello se hiciera algo común al notar su desarrollo. Cristian no se consideraba excelente en muchas cosas, pero era el mejor en su trabajo y por eso había llegado tan lejos. Unas horas más tarde Luisa le avisaba que debía dirigirse a la oficina central, donde se encontraba Alonso y él se levantó con lentitud. Subió hasta el piso correspondiente hasta que la visión de Cary se hizo presente en la entrada de la oficina. Ella estaba concentrada lo que estuviera viendo en su pantalla, se veía tan sensual como siempre, esos ojos rasgados entre verde y marrón, su pelo ondulado y oscuro, su cuerpo pequeño y seductor, era hermosa. Solo con esa visión tuvo que concentrarse para no imaginar una vez más todo lo que deseaba hacerle, era poco profesional e iba más allá de los límites. -Buenos días- saludó él. Cary lo observó en ese instante, él notó como algo de calor escapaba en su mirada y eso lo excitó al instante. Tuvo que desviar su mirada antes de hacer algo que lamentara, colocando una máscara de indiferencia en su rostro caminó hasta el escritorio de la mujer y sonrió con lentitud. Era un gesto de cortesía que ella no devolvió, sentía como sus ojos penetraban en sus capas, se removió algo inquieto antes de evitar la necesidad. -Buenos días- saludó ella antes de levantarse. -Tengo una reunión con Alonso- explicó él. -Sí, te está esperando- anunció ella sin ver su pantalla -¿quieres algo de beber? -No, gracias- contestó él antes de alejarse con velocidad hasta la oficina que lo alejaría. Alonso estaba sentando en su escritorio, Cristian entró en el espacio con un suspiro a punto de escapar de sus labios. Caminó hasta los muebles donde siempre se sentaban en las reuniones y su jefe le sonrió levantándose de su silla. Se saludaron antes de sentarse cada uno en un mueble distinto. Allí, Alonso sirvió las bebidas y se decantaron por una conversación sencilla antes de discutir los asuntos relacionados con el trabajo. -Te pedí que vinieras este día porque quería asegurarme de que todas las cosas estén en orden antes de irme- le explicó Alonso. -Sabes que lo están- ofreció él con una sonrisa -desde hace días que estamos haciendo todo lo necesario, no hay ningún cabo suelto y de haberlo, yo estoy para controlarlo. Tienes que comenzar a relajarte, si no lo haces, los problemas te van a perseguir hasta la luna de miel y se supone que estoy aquí para evitar eso. No quiero que Lena se moleste conmigo, gracias. -Así que le tienes más miedo a mi prometida que a mí- se burló Alonso. -Digamos que prefiero no verla de malas- comentó él haciéndolos reír -nada como una mujer molesta para asustarte. -En eso tienes razón, nunca querría ver a Lena molesta o triste- comentó él algo contemplativo. Se dedicaron a los asuntos que debían resolver durante al menos una hora hasta que todo estuvo listo tanto para Alonso como para él, los detalles eran importantes y Cristian los tomaba muy en cuenta, siempre lo había hecho. -Creo que con eso es suficiente- terminó Alonso recostándose en el mueble. Él asintió antes de comenzar a levantarse, debía regresar a su oficina. -Antes de que te vayas- siguió Alonso -quería dártela personalmente. Su jefe le ofreció un delicado sobre y él lo tomó. Lo abrió con cuidado para leer la invitación a la boda de Alonso y Lena. La hoja indicaba que era para dos personas, él y un acompañante. -No pensé que estaría invitado- dijo él algo asombrado. Ellos eran bastante cercanos, pero nunca pensó que Alonso lo invitaría a algo tan personal como su boda. Sus interacciones estaban basadas en el trabajo o de vez en cuando para compartir su yate, en el caso de Alonso, o la isla que le pertenecía. -Por supuesto, nos gustaría que estuvieras allí- dijo Alonso -es un día importante que queremos compartir. Y tú has sido alguien en quien confiar desde hace mucho tiempo. -Gracias- fue todo lo que él pudo decir. Con esas palabras se dirigió por fin a la salida del lugar, se encontró con Cary de nuevo y esta le sonrió con algo de tensión. -Si no me equivoco es el momento de mi reunión- le dijo ella, levantándose. -Supongo que sí, Luisa es la que se encarga de avisarme- ofreció él con algo de duda. -Lo sé, somos bastante parecidas en la organización- dijo Cary con una sonrisa -voy contigo, prefiero esperar allá de todas formas. Ellos se subieron juntos al ascensor y bajaron los dos pisos que se necesitaban para llegar a su oficina. Estaba a al final del piso, era bastante grande e igual que la de Alonso tenía una antesala donde se encontraba es escritorio de Luisa. Su secretaria le sonrió a Cary al llegar y se levantó para recibirlos. -Estaba a punto de llamarte y luego recordé que el señor Córdova estaba justo a tu lado- le dijo Luisa a Cary -la oficina está lista para su reunión. Él asintió algo sombrado por la eficiencia de esas mujeres y guió a Cary hasta los sillones de su oficina que estaban dispuestos para las reuniones como aquella. Fue su turno de ofrecerle bebida aunque ella lo rechazó. Unos minutos más tarde estaban allí, en silencio solo mirándose, él esperaba a que ella comenzara ya que era quien había solicitado la reunión. No podía dejar de verla, la tenía por primera vez en su espacio y eso solo acrecentaba su necesidad. Con un gruñido imperceptible se acomodó en su puesto. -Me gustaría que comenzaras- pidió él -estoy intrigado por el motivo de esta reunión. -Solo quería tener un momento para ajustar nuestra dinámica para trabajar- explicó ella -son tres semanas completas. Nada puede pasarse por alto o fallaremos en nuestro objetivo y eso no es algo que esté dispuesta a hacer. -Yo tampoco- negó él. Los siguientes minutos se dedicaron a elaborar varios planes de trabajo que los ayudaría a ambos con sus horarios e incluso llegaron a distribuirse las actividades. Fue un momento tranquilo y bastante productivo, Cristian se sorprendió por eso. Aquella mujer era dedicada a su trabajo, sabía por su puesto y por la confianza de Alonso que ella era buena, pero no había tenido oportunidad de confirmarlo realmente hasta ese momento, nunca lo había permitido. Unas horas más tarde su estómago retumbaba hambriento. -Señor Córdova, le he traído el almuerzo a usted y a Cary- se escuchó la voz de Lisa entrando a la oficina de pronto. Ellos se voltearon hacia la mujer. -Gracias, Lisa- ofreció con una sonrisa a la mujer -justo ahora es que noté lo hambriento que estaba. -Suele pasarle- dijo Luisa con una sonrisa maternal. -Muchas gracias- comentó Cary algo incómoda -pero yo probablemente debo irme, casi siempre almuerzo junto a Lena por los preparativos de la boda. -Lena llamó para informarle que se ocuparía de todo con Lisa- dijo Luisa caminando hacia la puerta -tienes la tarde libre para hacer tu trabajo. Y con esas palabras los dejó solos. Ellos se miraron unos segundos antes de volver a sentarse. Él sirvió ambos almuerzos en silencio, solos sus respiraciones se escuchaban. Comenzaron a comer con el mismo silencio persiguiéndolos, aunque la tensión entre ellos no dejaba de crecer. Cristian podía sentirlo casi como una caricia en su nuca, era extraño y pesado. Siguieron comiendo hasta que sus miradas conectaron sin volver a soltarse. -¿Este es un almuerzo de trabajo o es algo informal?- Preguntó Cary de pronto. -Terminamos nuestro trabajo hace unos minutos, diría que es bastante informal- ofreció él sin dejar de verla. Ella asintió lentamente antes de que sus ojos se volvieran tan sinceros como él los recordaba. -Si es así, entonces tengo varias preguntas que me gustaría que contestaras- dijo ella -son de aquella noche en el club, si eso no te incomoda. -No lo hace- mintió él -puedes preguntar. -¿Qué fue lo que te espantó tanto?- Preguntó ella, directa -¿por qué me has estado evitando? -No te he estado evitando- negó él. -No me mientas, solo lo hace peor- comentó ella volteando los ojos -es evidente que me evitas y no solo para mí. -Yo…- comenzó él con duda -creo que esa noche en el club me dejé llevar, no suelo cruzar ciertos límites con compañeros de trabajo y contigo ciertamente lo hice. Era algo que debía corregir. Si te ofendí, lo lamento. -Eso apesta a verdad a medias- soltó ella con burla -y no me ofendiste, lo único que me ofendió es que lo hicieras sin excusas. No me gusta la gente que abandona, en ningún sentido y cuando te alejas sin razones, suele verse así. -Es lo que te puedo ofrecer- dijo él mirándola directamente -es mi verdad. Ellos se miraron y su corazón se aceleró, ella lo retaba con sus ojos, esos ojos seductores que no dejaban de tentarlo. En ese segundo lo único que deseaba hacer era tomarla del rostro y saquear esos labios llenos que no dejaba de imaginar alrededor de su pene desde aquella noche, lamentaba tanto que ella se hubiera emborrachado de esa forma porque de no haberlo hecho, ambos hubiera satisfecho sus deseos y continuarían con sus vidas sin buscar al otro. Eso era lo que se repetía cuando su cuerpo respondía cada vez que veía a Cary. No podía creer que estuviera excitado solo por su mirada. -Claro y que lo hicieras justo después de saber que tengo un hijo no tiene nada que ver- se burló ella desviando su mirada -no serías el primero, pero sí el más descortés. -Me sorprendió, sí- admitió él. Pensaba continuar, pero las palabras no se ordenaron en su mente. -Eso fue obvio- terminó ella -no hacían falta tantas explicaciones, con un no estoy interesado hubiera bastado. No te preocupes, no me lo tomo como algo personal. -Estoy interesado, ese es el problema- soltó él sorprendiéndolos a ambos. -No se nota- dijo ella, mirándolo de nuevo y al ver que no decía nada siguió -como sea, ahora podemos dejar eso atrás. Sería incómodo trabajar con una persona con la que no puedes hablar directamente, eso afectaría la eficacia laboral y yo no arriesgo mi trabajo, ya lo sabes. Gracias por el almuerzo. Cary se levantó entonces para dejarlo solo. Esa mujer sabía dejarlo con la boca abierta, aquel arrebato era prueba de eso, no podía creer que lo hubiera leído tan bien, que le lanzara los hechos al rostro como trapos sucios y enfrentara la verdad de forma tan directa. Cary era impresionante, le asombraba su forma, le gustaba que la honestidad fuera parte de ella, porque en su familia no era algo común. Con un suspiro se levantó del sillón en el que estaba sentado para dirigirse a su escritorio, se dedicó a su trabajo el resto de la tarde hasta que fue el momento de regresar a casa. Condujo hasta su departamento y al llegar se duchó, se preparó algo sencillo para la cena y mientras miraba algún programa su celular sonó. Él hizo una mueca con fastidio, solo había una persona que lo llamaría a esas horas, no deseaba hablar con su madre. Su hubiera sido Jillian no lo dudaría, pero hablar con su madre era como el karma hecha persona, un castigo del universo que no podía negar. Cristian contestó la llamada luego de algunos segundos y se dedicó a escuchar los nuevos mandatos de sus padres durante media hora, al colgar estaba tan cansado que solo quería acostarse, un pequeño dolor de cabeza comenzaba por lo que se tomó una pastilla antes de recostarse en su cama. Mirando a las paredes a su alrededor solo pudo pensar en los acontecimientos del día, todo lo que había pasado con Cary y lo que tenía meses evitando. Él se había sentido atraído por la mujer, ella era precioso y tan sensual, pensó que podría disfrutarla para luego seguir su camino, pero eso nunca llegó a suceder, luego había sabido de su hijo complicando mucho más las cosas. Ella no era una mujer que su familia aceptaría en la imagen de políticos perfectos que sus padres se esforzaban en mantener, los controlaban lo mejor que podían con llamadas regulares, si llegaban a enterarse de Cary la destruirían hasta el punto del acoso solo para que se alejara de él. No, no quería que eso sucediera, era por esa razón que se había alejado tan súbitamente, pero su mente se había negado a dejarla ir. Ahora estaba obsesionado con Cary sin remedio alguno. La deseaba, la anhelaba sabiendo incluso que no debía hacerlo, no podía dejar de imaginarla, de quererla y tendría que trabajar a su lado, la sensación de catástrofe regresó a su pecho antes de quedarse dormido con inquietud.
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