Beso y sorpresa

3104 Words
La vida está llena de sorpresa, pero también de expectativas que muchas veces pueden convertirse en un peso difícil de cargar. No importa si son deseos de progenitores o si son tus propios deseos de evolución, mientras creen la sensación de presión y tensión dejan de ser simples anhelos para volver responsabilidades. Sí, todos debemos hacernos cargos de algo, eso es ley de vida, pero las compromisos que cargamos jamás deben hacer que nuestra vida sea demasiado complicada para cargar con ella. Tus sueños no deben ser una carga, eso solo te pesa en la espalda a lo largo del camino, transforma las responsabilidades en sueños porque solo de ese modo serán las alas que te llevan hasta la meta. Cary estaba emocionada aquella noche, no podía creer que estaba haciendo aquello. Ella era una mujer con responsabilidades, tenía un niño pequeño de cuatro años al que cuidar, no podía escaparse a un club con sus amigas solo para pasar la noche en vela y sin embargo, eso era justo lo que estaba haciendo. Se había dejado convencer por Lena, con una excelente excusa sobre Ale y Benjamin para poder reencontrarlos de alguna manera. Habían estado hablando de los hombres y lo mucho que los querían en sus vidas. Incluso ella, que había tenido bastantes malas experiencias para una sola vida. Se había dejado llevar, había dejado a Ezra con sus padres, que se habían alegrado cuando les contó que pretendía salir con sus amigas. Ellos tenían años insistiendo en que debía volver a vivir su vida, pero ella no se había sentido preparada luego de lo mucho que había sufrido con Lucas, por eso ahora era el momento de hacerlo. Se habían arreglado bastante esa noche, con vestidos bastante cortos junto a tacones que probablemente no la dejarían caminar, Lena la había maquillado junto a Ale y habían llegado al club justo en el momento en que los hombres estaban cómodos. Para Cary había sido una sorpresa encontrarse con Cristian aquella noche, sabía que Alonso estaría allí y por supuesto que Benjamin tenía que estarlo, era el punto de toda la noche, pero pensaba que bailaría con alguien simplemente hasta que las dos parejas decidieran irse y luego regresaría a su casa para dormir. Esos habían sido sus planes iniciales, habían cambiado desde el segundo en que lo vio allí sentado junto a Benjamin. Sus ojos conectaron de inmediato y él la sedujo con la mirada, todo su cuerpo respondió con tanta fuerza que ella misma se sorprendió. Nunca había sentido aquel tipo de atracción, ni siquiera con Lucas, algo tan visceral. Al inicio solo se acercó para conversar, por supuesto que se habían visto antes en la compañía, pero ninguno de los dos le había prestado demasiada atención al otro. En ese momento se miraban con atención, ella lo sentía admirarla, tentarla y eso le gustaba. Entre tragos la conversación se hizo cada vez más intensa hasta que Lena las invitó a bailar y ella fue encantada, lucirse en la pista siempre había sido uno de sus fuertes luego de perder la timidez con el alcohol, no demasiado sano, pero definitivamente divertido. -Sabemos lo que queremos- les gritó Lena -no dejan pasar las oportunidades ahora, vinimos con un objetivo, todas lo conocemos. Esta es tu oportunidad Ale, no la desperdicies y tú, Cary, hay alguien interesado en ti. Aprovecha esta oportunidad y diviértete, cariño. -Ya lo hago- admitió ella con una sonrisa pícara. -Lo haré- aceptó Ale riendo. Ellas asintieron antes de seguir bailando unos minutos más. Disfrutaba la pista como no lo había hecho desde que salía con Lucas. La intensidad de una mirada la hizo voltear sus ojos y fue cuando encontró a Cristian mirándola desde los asientos VIP junto a Benjamin y Alonso. Ella sonrió seductora antes de moverse con lentitud, su cuerpo distrayendo todas las miradas, algunos hombres intentaron acercarse, pero ellas los rechazaron con rapidez. Ale y Lena disfrutaban tanto como ellas, por lo que cuando estuvieron sedientas fue que regresaron junto a los hombres, una mirada y un asentimiento fue todo lo que se necesitó. Ella caminó hasta el final de las escaleras, Cristian estaba sentado de nuevo. Ella caminó lentamente viendo como sus ojos se llenaban de calor y de placer, ocultó una sonrisa de placer antes de caminar directamente hacia él. Sus manos se abrieron al igual que sus piernas, era como si la invitara a sentarse en su regazo, Cary se movió haciéndole creer que lo haría, pero en el último segundo se sentó a su lado de nuevo, buscó su trago y bebió. Él seguía mirándola atentamente, era como si no pudiera evitarlo, ella tampoco podía para ser sincera. -De pronto soy algo muy interesante- comentó ella juguetona. -Lo eres desde que pisaste este lugar- admitió él mirándola a los ojos -no he podido dejar de verte desde ese segundo. Incluso cuando se supone que estoy aquí con mi jefe y tú eres una compañera de trabajo. -Hay cosas que son inevitables- dijo ella con una sonrisa inclinándose suavemente hacia su cuerpo -y otras que simplemente no queremos evitar, ¿no te parece? -Estoy muy de acuerdo- aceptó él antes de tomarla del brazo -ahora ven aquí, donde te quiero. Con fuerza, pero con delicadeza él la movió hasta que su cuerpo quedó sentado en su regazo. Exactamente donde la quería, había dicho y eso la mojó. No podía negarlo, ella se estremeció con el deseo recorriendo su cuerpo, el alcohol borraba cualquier rastro de vergüenza y con esa excusa plausible sonrió inclinándose de nuevo. Cristian miraba sus labios con tanto deseo, lo sintió removerse un poco y lo sintió excitado, ella no era la única. Fue entonces que decidió besarlo, con premura acarició sus labios con los suyos. Sus cuerpos respondieron alegres mientras un gemido delator la dejó en evidencia, él tomó sus caderas con fuerza antes de frotarla contra su erección haciéndola gemir de nuevo. Se sentía mareada, sus lenguas se tentaron lentamente, mientras sus manos se deleitaron con los hombros de Cristian. No supo cuánto tiempo estuvieron allí, de esa forma, solo supo que estaba sin aliento y tan excitada como era posible, su mirada de pronto registró su alrededor solo para encontrar a una Lena bastante ocupada con Alonso, Ale no se veía por ningún lado. -Vámonos de aquí- pidió ella levantándose. Deseaba que la noche terminara como solía hacerlo en sus fantasías y ese hombre le gustaba demasiado. Mañana sería otro día de realidad, terminó su trago hasta el final mientras Cristian la seguía hasta la salida con una sonrisa depredadora dibujada en su rostro. Era algo bueno que Lena las hubiera llevado hasta allí, Cristian la guió hasta su auto y ella subió. Le dio la dirección de su departamento, al día siguiente no quería tener que correr con la misma ropa demasiado desnuda para buscar a su hijo en casa de sus padres. Se bajaron en el segundo en que estacionó, subieron tan rápido como imaginaba y ella notó lo muy borracha que estaba en ese momento. Sus ojos comenzaron a cerrarse, culpó ese último trago de su derrota, tomó la mano de Cristian y lo llevó hasta el sofá. Él sujetaba sus caderas con deseo, deseó poder besarlo, tocarlo como le hubiera gustado, pero en cuanto cayó en el mueble ya no pudo moverse. Sus ojos se cerraron sin remedio, escuchó una voz que la llamaba sin que pudiera despertarse, luego unos brazos se posaron en su cuerpo antes de sentir la suavidad de su cama. No pudo recordar nada después de eso. Abrió los ojos con un dolor de cabeza amenazando su integridad, gimió en cuanto se movió, corrió hasta el baño por las náuseas aunque no sucedió nada y lo agradecía. Se duchó y se cepilló con esmero, se puso una de sus simples pijamas para desayunar antes de salir, tenía que buscar a Ezra. Recordaba los besos con Cristian y su cuerpo se emocionó, ella sonrió antes de salir a su sala deteniéndose completamente. Estaba allí, él seguía en su departamento, dormido en su sillón. Se veía tan incómodo, pero tan sereno. Cary se acercó lentamente y lo observó unos segundos, luego se movió hasta la cocina para preparar café, tomó unas aspirinas dejando unas para Cristian también. Se acercó con la taza y las pastillas para sentarse a los pies de él, lo movió con suavidad, un gruñido se escuchó hasta que sus ojos se abrieron y la miraron desde el mueble. Una pequeña sonrisa se extendió por sus labios al verlo tan dormido. -Buenos días- saludó ella entregándole las aspirinas y la taza de café. -Buenos días- correspondió él sonriendo -y gracias. -Gracias a ti por llevarme a la cama- dijo ella con una mueca -nadie lo hubiera hecho. Cualquier otro se habría ido dejándome aquí, o peor. ¿Por qué te quedaste? -Solo quería asegurarme de que estabas bien- explicó él algo tímido -a veces cuando estás así de borracho puedes sentirte mal, tropezarte o lo que sea. Es peligroso, eso es todo. -Gracias de nuevo- dijo ella sonriendo -ahora te prepararé el desayuno como agradecimiento. Él sonrió antes de seguirla a la cocina, se sentó allí solo mirándola y sus ojos la siguieron. En ese momento el alcohol no estaba en su sistema, pero seguía deseándolo de la misma manera, aquel hombre le atraía demasiado para que fuera cierto. No lo comprendía, pero le gustaba la sensación, se concentró en lo que cocinaba hasta que fue el momento de servir y se sentó a su lado mientras ambos sonreían. La tensión creció de nuevo, ella lo notaba. ***************************************************************************** Cristian estaba sentado en la cocina de Cary, usualmente cuando estaba con alguna mujer solía irse inmediatamente o esperaba hasta que amaneciera y entonces se iba. Casi nunca las volvía a ver, pero la noche anterior no había podido hacer eso, ella prácticamente se había desmayado en el sillón una vez que llegaron, no se movió y fue tan sorpresivo que él se asustó. Decidió que la acostaría en su cama antes de irse, pero al salir de la habitación sus pensamientos se dirigieron a todas las cosas que podían sucederle y simplemente no pudo irse, en lugar de eso se recostó en el mismo mueble en el que ella se había quedado dormida y descansó. Luego de todos los besos, las caricias y el deseo tan desbordante que había sentido con aquella mujer en el club había esperado, anhelado casi, una noche salvaje donde disfrutara de su cuerpo en todas las posiciones posibles. La quería una y otra vez, lo había imaginado tantas veces en el camino a su departamento que estaba listo en el segundo en que llegaron. Nunca imaginó que la noche acabaría como lo había hecho, luego de que la había acostado él seguía tan excitado como nunca, se sintió tentado en tocarse, perdió las ganas en el segundo en que imaginó los peligros de una noche de borrachera y al final el sueño ganó. Ahora desayunaba por primera vez junto a una mujer luego de una noche de alcohol, no había salido en mucho tiempo debido a las campañas políticas de su padre. Se alegraba de haber seguido a Alonso, a pesar de que el hombre lo había engañado, sí habían hablado de negocios, durante los primeros veinte minutos, luego había llegado Cary, Lena y su amiga, de la que no recordaba el nombre, cambiando la situación radicalmente. Cristian seguía sintiendo el deseo en su cuerpo, la desnudaría en esa misma encimera si pudiera y tal vez ella lo sabía porque sus ojos llenos de fuego se voltearon en ese segundo conectado sus miradas. La tensión creció hasta que con un gruñido él se acercó, la besó como deseaba hacerlo. Acercó su cuerpo hasta dejarla con las piernas a cada lado de su cuerpo, un gemido se escapó de los labios de Cary cuando unió sus caderas haciéndola sentir su excitación. La deseaba, la quería en ese instante. -Te quiero desnuda- rugió él, llevándola al mueble -y te quiero con las piernas abiertas para mí. -Sí- casi gimió ella en su oído mientras se retorcía para arrancarse la ropa. Él la besó de nuevo y justo en ese momento el timbré del departamento sonó. Ella lo miró confundida deteniendo sus movimientos, luego el sonido regresó con los sonidos de un niño pequeño golpeando la puerta. Cary perdió el color de su rostro y se lo quitó de encima antes de correr a arreglar su ropa, él no comprendía lo que estaba sucediendo hasta que ella abrió la puerta con una sonrisa tensa en su rostro. Un niño dulce corrió hasta sus piernas y Cary lo abrazó riendo. -Mamá, papá fue a buscarme donde la abuela- le dijo el pequeño -fuimos al parque y comimos helado, fue divertido. -Qué bueno mi cielo- contestó ella besándolo con una sonrisa de amor en su rostro -¿te divertiste con papá? El niño asentía mientras él miraba la escena comenzando a comprender lo que sucedía. Ese pequeño era el hijo de Cary, y ese hombre que les sonreía era el padre. No conectaba como una mujer que lucía tan joven como ella tenía un hijo tan grande. Cary no estaba casada porque no había nadie en el departamento cuando habían llegado la noche anterior, podía ser que estuviera divorciada. Ella nunca le había dicho nada, no que tenía un hijo pequeño. Su cuerpo que había estado lleno de deseo unos segundos atrás, de pronto se había llenado de pánico. Se levantó en se momento, se acercó a la puerta y fue entonces que el hombre lo notó, al igual que el niño. Ella lo miró unos segundos, supo el momento exacto en que decidió presentarlo, pero no, él no estaba preparado para aquello, desayunar con una mujer ya era demasiado para su psique, conocer al hijo y ex esposo de alguien era mucho, demasiado. Con una sonrisa cortó cualquier palabra que ella estuviera a punto de soltar. -Fue un placer- musitó él -nos vemos luego. Sí, estaba consciente de que estaba huyendo. Sobre todo porque la mirada que Cary le lanzó denotaba una decepción tan profunda que no pudo soportar mantener su mirada. Casi corrió hasta el ascensor, se subió a su auto en cuanto llegó al estacionamiento y condujo hasta su departamento. Al llegar tomó el aliento que le había estado faltando todo el camino, se duchó para poder recomponerse un poco y luego se sentó en el sillón de su sala sin poder comprender la forma en que había actuado al salir del departamento de Cary. Tomó su celular para llamar a su mejor consejera. “-¿Cristian?- Saludó ella con burla -¿qué hiciste ahora, hermanito?”. “-Nada bueno- ofreció él con arrepentimiento”. El silencio atrapó cada segundo. “-Estaré en tu departamento en unos minutos- dijo Jillian antes de colgar”. Cristian se quedó allí sentando, no sabía lo que estaba sucediendo. No comprendía la forma en que se había comportado, pero sí sabía que la mirada de Cary le había calado profundo en el pecho. Con un extraño anhelo se recostó en el mueble esperando la llegada de su hermana. No quería nada más que hablar con ella, era el único vínculo familiar real que le quedaba y siempre habían sido ellos, por primera vez en mucho tiempo, sentía que la necesitaba. ***************************************************************************** Cary se quedó allí observando estática unos segundos como Cristian huía de su departamento, le había sorprendido que su hijo hubiera llegado, pero mucho más le había sorprendido el hecho de que había estado a punto de presentarlo a Lucas y sobre todo a Ezra. Nunca antes había sentido la necesidad de hacerlo, siempre despedía a los hombres con los que se acostaba en el segundo en que volvía al papel de madre, le había resultado tan extraño y luego él había tenido que correr, huir de todas las cosas que podía hacer. La decepción creció en su pecho sin poder evitarlo, lo vio irse al igual que Lucas que se quedó de pie en la puerta de su departamento mirando como Cristian se iba antes de voltearse. Ella lo invitó a pasar con un ademán, Ezra ya se escuchaba en su habitación revolviendo sus juguetes. Se sentaron en la encimera de la cocina donde sus desayunos a medio comer todavía estaban tibios, la sensación de decepción se extendió por su pecho como un extraño veneno que reforzó las paredes que siempre llevaba. -Sé que no tengo el derecho y soy la persona menos indicada para decir esto- comenzó Lucas a su lado -pero ese hombre no parecía muy bueno, no creo que sea tu mejor opción y te mereces mucho más, Cary. -Sí, no eres el mejor para decirlo- convino ella -pero no por eso deja de ser cierto, creo que eso último fue una excelente prueba. Y tienes mucha razón, siempre me he merecido mucho más de lo que he obtenido al parecer. -Eso no puedo negarlo- acordó Lucas con una mueca triste -yo definitivamente no fui nada de lo que merecías, ni tú, ni Ezra. Me alegra mucho haber cambiado y al menos tener una oportunidad con él. Lamento todo, lo digo de nuevo. -Sé que sí- dijo ella suspirando con una pequeña sonrisa -y créeme que me emociona mucho que Ezra tenga la oportunidad de conocer esta nueva versión de ti. Eres bienvenido a quedarte si quieres pasar otro rato con él. -Creo que ya te robé mucho tiempo-  negó su ex, levantándose -me gustaría discutir contigo algunas cosas como que Ezra conozca a su hermanos, ellos están emocionados, pero eso será en el momento que lo desees. -De acuerdo- aceptó ella -gracias por traerlo. Lucas sonrió y antes de ir a la habitación de su hijo para despedirse, se escucharon las quejas hasta que ambos salieron. Ezra despidió a su padre en la puerta y luego le sonrió antes de correr para regresar a sus preciados juguetes. Ella sonrió antes de regresar a su desayuno olvidado, terminó allí solo para quedarse con su pequeño, se distrajeron juntos y mientras se tiraban divertidos entre los juguetes desordenados, su hijo la abrazó. -Te amo, mami- le dijo con una sonrisa única. Ella lo abrazó sabiendo que aquel sería el hombre insuperable que nunca abandonaría. Lo amaba con su corazón y gracias al recordatorio de Cristian, ahora sus defensas eran mucho mejores.
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