Capítulo 2

2387 Words
Al lograr escapar de aquellos compañeros groseros, tomé el folleto y caminé hacia los casilleros. Cuando encontré el mío lo abrí y pude ver que había algunos cuadernos. Miré confundida, quizás había sido un error. Pero era imposible porque cada casillero tenia una cerradura diferente. Observé un lugar vacío así que decidí colocar algunos libros. - ¿Que haces en mi casillero? - dijo una voz fría, creía haberla escuchado antes. Volteo para ver de quien se trataba y ahí estaba el castaño. - Yo - tragué saliva - el director me dio este casillero, no sabía que… que era tuyo también - las palabras me salían con dificultad. - Bueno pero ahora que lo sabes quiero que sepas que yo NO comparto casillero ¿Entendiste? - caminó hacia mi y me empujó haciéndome al costado. - Pero el director - iba a decir algo más pero me vió furioso. - Al diablo el director, tu y tus malditas cosas - sacó todo lo que había guardado y lo arrojó a mis pies. - ¿Que pasa amor? - dijo aquella rubia que minutos antes me había discriminado. - Adivina con quien quiere que comparta el casillero el director - mi miró con burla, ella me vió y su cara se transformo. - Ni sueñes cerdita - se burló - el capitán del equipo no puede compartir nada con una gordita becada - dijo con asco. Estaba apuntó de decirle chau a la paciencia. - Esta bien - levanté los hombros - hablaré con el director para que me de otro casillero. - estaba a punto de irme cuando la rubia me agarró fuerte el brazo haciéndome doler. - ¿Hacia donde crees que vas? - apretó mas el agarre haciendo que soltara un gemido de dolor. - Necesito un casillero - hablé como pude. - Claro que no lo necesitas - dijo el castaño con una sonrisa - muy pronto te irás de aquí - me asusté al ver a todo ese grupo de amigos rodeándome. - Pero antes, me encantaría darte una bienvenida - dijo la rubia divertida - John agárrala - dijo mirando a un chico bastante alto y gordo. Se acercó hacia mi y me levantó poniéndome en su hombro. Comencé a mover mis pies desesperadamente. - Suéltenme por favor - grité mientras las lagrimas comenzaban a salir. Ellos seguían caminando hasta que llegamos a un lugar, por lo que pude ver era el baño de mujeres. - Vamos colócala allí - dijo la rubia señalando un gancho enorme que sobresalía de la pared. - Por favor déjenme en paz - mis lágrimas comenzaron a salir. No lograba entender porque me hacían esas cosas ¿solo por ser becada? ¿que tenía de malo aquello? - Miren, la cerdita llora - dijo el castaño fingiendo estar triste - una cerdita llorona. - Levántale la blusa - dijo una de las chicas que se encontraban presentes. El castaño lo hizo y la chica sacó un labial. - Ya que tu vientre es horrible, le daré un poco de color - dijo ella y comenzó a escribir algo. Los demás solo sacaron los celulares y comenzaron a sacar fotos y filmar. El timbre sonó y todos tuvieron que volver a clases. Pero el castaño se quedó mirándome con una sonrisa. - Suéltame por favor - le supliqué. El negó con la cabeza. - A la profesora le molestara mucho que llegues tarde cerdita - hizo una mueca - que te diviertas - me hizo una señal de paz con sus dedos. Apagó la luz y cerró la puerta dejándome totalmente sola. Esto comenzaba a desesperarme. Luché contra ese gancho, quería soltarme como sea. Pero era en vano. Mis lagrimas salieron con mas intensidad. Me sentía la persona con menos suerte en el mundo. - Auxilio - grité con la esperanza de que alguien me escuchara. Pero podría no resultar ya que todos seguramente estaban en sus clases - Por favor ayúdenme - grité más fuerte. Estuve como 20 minutos gritando, cuando la puerta se abrió. Pude ver como un chico de cabello rubio asomaba su cabeza. Rápidamente entró y prendió la luz haciendo que mis ojos se entrecerraran. - Dios, mira lo que te hicieron - corrió hacia mi - déjame ayudarte. El me agarró de los pies elevándome hacia más arriba. Mi blusa logró liberarse del gancho y el me bajó. - ¿Estas bien? - me vió a los ojos con preocupación. - Si - dije con un sollozo, y no lo aguanté mas, lo abrase y comencé a llorar en sus hombros. - Ya, tranquila - el intentó tranquilizarme. - ¿Quien te hizo esto? - Un grupo de chicos, son mis compañeros de clases - intenté calmarme. - ¿Era un castaño de unos ojos mieles? - asentí y agaché mi cabeza. - Basch - pronunció en un susurro y luego me vió. - ven, no puedes entrar a clases en estas condiciones. Tu blusa se rompió un poco. Déjame llevarte a casa. Asentí y el me tomó de la mano. Sujete mi mochila y ambos caminamos hacia un estacionamiento. El buscó su auto y cuando lo encontró me abrió la puerta de copiloto. - Así que… Como te llamas? - dijo conduciendo. - Anne Johnson - el asintió - ¿tu? - Nate - dijo con una sonrisa aún sin despegar los ojos del camino. Asentí. - te tocó el peor grupo de compañeros Anne - bufo. - Me di cuenta - suspire con tristeza - todo por ser becada - miré hacia un costado. - Ese no es el problema, se aprovechan de ti porque eres nueva y siempre hacen lo mismo. Créeme, los conozco. - Es ahí - señalé hacia mi casa. - Vaya, eres su vecina - frunció los labios. - ¿Como? - dije sin entender. - ¿Ves esa casa? - señaló la casa del frente. Yo asentí. - Allí vive Basch. Luego de que Nate se fuera, entré a casa. Las luces estaban apagadas, lo cual significaba que mamá aún no había llegado. Suspire aliviada. No tendría que darle explicaciones sobre mi tan temprana llegada. Subí a mi cuarto y lancé la mochila hacia cualquier rincón de la habitación. Tomé una nueva blusa mientras veía la rotura que le habían dejado. Bufé y encendí el televisor tratando de buscar algún canal para entretenerme, pero no había ninguno que me interesara. No se cuantas horas estuve recostada mirando al techo, pero caí en un profundo sueño. James Las aburridas clases de cálculos habían finalizado y el recreo volvió. - Vamos a ver a la cerdita, seguro sigue colgada - dijo Keyla a la vez que largaba una risa burlista. - Esta bien, vamos. Caminamos con todo el grupo hacia el baño de mujeres y sin vergüenza tan solo entramos. Algunas chicas que se estaban maquillando nos observaron. - No esta - dijo Zachary - huyó. - No creo que lo haya hecho sola - se quejó Keyla - es obvio que alguien la ayudó. - No importa, se salvó esta vez. La próxima será peor. Después de todas las terribles horas de clases, por fin era hora de ir a casa. Subí en mi auto y llevé a Keyla hasta su hogar. - ¿No quieres quedarte en casa? - susurró en mi oreja haciéndome estremecer. - Me encantaría nena, pero debo ir a ayudar a mi madre - ella rodó los ojos y abrió la puerta - nena - ella se volteó. - ¿Qué? - dijo algo molesta. - No te enfades, trata de comprenderme - bufé. Ella suspiró y sonrió. Pero ambos sabíamos que esa sonrisa era falsa. - Esta bien - levantó los hombros - será en otro momento. Se acercó a mis labios y me dio un corto beso. Al salir, cerró la puerta y caminó hasta su casa moviendo su trasero. Al llegar a mi casa observé el auto de mamá. Estacioné el mío y bajé. - Mamá - grité. - Aquí estoy cielo - dijo su suave voz desde la sala de estar. Colgué mis llaves y fui hasta a ella, estaba tecleando en la notebook. - ¿Como te fue cielo? - dijo sin mirarme. - Bien, ya sabes - levanté los hombros. - ¿No te habrás metido en problemas verdad? - su voz se puso severa. - No mamá ¿Como crees?. Ella continuó su trabajo y yo quedé allí mirándola. Si tan solo me diera un poco de atención. - ¿En que tanto trabajas? - me senté en el sofá de al lado. - Estoy trabajando en un vestido de novia para la futura esposa del embajador - sonrió feliz. - Que bien, ¿sería mucho pedir que sigas continuando luego? Muero de hambre - ella cerró la notebook y se incorporó. - Claro cielo, estaba esperándote. Ambos caminamos hacia la cocina, ella sirvió los platos de espaguetis y nos sentamos a comer. - Finalmente después de mucho tiempo me reencontré con mi vieja amiga - dijo con un cierto brillo en sus ojos. - ¿Ah si? - Sonreí. Nada me hacía más feliz que verla a mi madre contenta. - Si, ella vive muy cerca de aquí. Tiene una hija de tu edad, estoy ansiosa por volverle a ver. Quizás tu y ella tengan conexión como en los viejos tiempos. - Mamá - la interrumpí - ¿recuerdas que estoy con Keyla? - ella rodó los ojos. - Hijo - suspiró - sabes que ella no me agrada, no es una muchacha para ti - Rodé los ojos. - Deberías darte el gusto de conocerla mejor. El resto del almuerzo fue en silencio. Al terminar mi comida subí hacia mi habitación y me arrojé en la cama. Estaba muy cansado la verdad. Anne Tuve que mentirle a mi madre que me había ido genial. Lo que menos quería era que ella se preocupara. Ella me contó sobre su primer día de trabajo, estaba demasiado entusiasmada y me encantaba verla así. Se que ella atravesó por mucha mierda y ella más que nadie se merecía lo mejor. Subí a mi habitación con el objetivo de realizar mis tareas. Abrí mi cuaderno y un papelito cayó al suelo. Lo recogí y lo leí con detenimiento, mis ojos se abrieron sorpresivamente y sentí como todo a mi alrededor se detenía. "Esto es solo el comienzo" La alarma sonó haciendo retumbar mi cabeza. Moví mi brazo hacia el reloj y lo apagué. Otro día de escuela me esperaba, entonces recordé aquella nota y un escalofrío recorrió por mi cuerpo. Temía lo que me pudiera suceder. - Cielo, ya estas levantada - dijo mamá con una sonrisa haciéndome sobresaltar. - Si, solo debo alistarme - dije algo nerviosa. Ella al parecer lo notó. - ¿Te pasa algo hija? - ella se acercó hacia mi - te veo bastante preocupada. - Si, sucede - pause - sucede que hoy.. Hoy nos corregirán una tarea y tengo miedo de que este mal - inventé. Ella suspiró y sonrió. - Eres inteligente, estoy segura de que lo hiciste bien - me besó la frente - alístate o llegarás tarde. - Dijo ella caminando hacia fuera y dándome espacio para que pueda prepararme. Intenté disimular mis miedos, pues mis piernas temblaban y solo rogaba que haya sido una broma pesada. Caminé por los pasillos ante la mirada de algunos estudiantes. Pero mi respiración se detuvo al ver a James con sus amigos. - Vaya, vaya. Miren quién esta aquí - me bloquearon el paso. - Puerquito - dijo un moreno. - ¿No entendiste que no perteneces aquí? - comenzó a acercarse peligrosamente, retrocedí. - Ya por favor, déjenme en paz - dije a penas audible. - ¿Que pasa si no quiero? - dijo el, y antes de que pudiera decir algo me estampó contra uno de los casilleros. Gemí del dolor. El sonrió y negó. - En ti no queda nada sexy gemir, porque eres fea, gorda y estoy seguro de que nadie podría fijarse en ti - susurró cerca de mis labios mientras los demás reían, mis ojos comenzaron a aguarse. - ¿vas a llorar? Llora - Gritó fuerte - llora porque esa es la verdad. - ¿Que pasa aquí - dijo la rubia plástica abriéndose paso entre los que estaban - James, ¿Que haces tan cerca de la becada? ¿En serio con esa patética? - dijo molesta. - ¿Eres loca? - dijo alejándose de mi y acercándose a ella - jamás podría fijarme en esa fenómeno, ni aunque estuviera drogado - la tomó de la cintura - esto - me miró - esto es belleza - le agarró con fuerzas sus nalgas y la comenzó a besar, más bien tragar. Corrí hacia el salón, aprovechando que estaba distraído. Mis lagrimas no tardaron en salir. Bien, yo jamás me consideré linda, es verdad que tenía unos kilos de más pero los podía bajar si quería. De igual manera, me encontraba tan humillada. No se cuanto tiempo habré estado recostada sobre mis brazos. El timbre sonó haciendo que el salón se llenará. Limpié mis lagrimas y saqué mis cuadernos. James y su novia se sentaron delante mío apretando mi banco. Bufé y solo me concentré en la clase. - No olviden que mañana tienen educación física, traigan ropa cómoda - dijo el profesor antes de salir ya que el recreo se aproximaba. Mi estómago rugió, caminé hacia el comedor donde todos estaban reunidos. Ignorando algunas risas caminé hacia la fila, entonces aquel grupo que me aterrorizaba me empujaron hacia el último haciendo que perdiera el equilibrio y cayera sentada. El comedor se lleno de risas. Finalmente al recibir mi bocadillo, caminé hacia una mesa que estaba vacía. Todo iba perfecto hasta que la rubia plástica se acercó hacía mi. - ¿Estas disfrutando tu bocadillo gordita? - río - despacio, traga despacio que puedes ahogarte - me dio algunas palmadas en la espalda. Todas las miradas se posaron en mi. - ¿Sabes cerdita? Tengo una solución para ese pelo tan horrible que traes - me vió con desprecio y sujetó la leche que traía su amiga derramándolo sobre mi cabeza. Me levanté rápidamente y abrí mi boca sorprendida. - ¿Que crees que haces? - grité furiosa dándole un empujón , todos me miraron atónitos. - Señorita Johnson - gritó el director - a mi oficina, ahora. Ella sonrío con satisfacción, ignore su mirada y caminé por detrás del director. James me hizo una señal de que iba a matarme. - Pensé que era una buena alumna señorita Johnson - dijo el director enojado. - Lo siento señor director, pero es que ella derramó su leche sobre mi - dije viendo mi ropa que aún se encontraba mojada. El negó con su cabeza. - Si sus compañeros la molestan viene y me lo dice a mi, pero no tolero la violencia aquí - escribió en un papel y me lo entregó - queda en retención. Se quedará después de clases ayudando al personal de limpieza. Bufé y asentí. - Puede irse a clases, y la próxima vez hablaré con su madre. - Si señor director - susurre. Caminé hacia el salón y ya estaban dando la clase. La profesora de biología se molestó por haber llegado tarde. Cuando las clases terminaron fui hacia donde se encontraba el personal de limpieza. Me entregaron unas escobas para barrer. Me sentía fatal, solo me castigaron a mi y a los demás no. - Hey - gritó James - te falta aquí - dijo arrojando una bolsa con tierra.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD