El domingo, estaban, Josh, Higinia, Victor, Sabrina e Carly, formados en el salón de la casa de Carly, esperando que subiera Daniel, hacía un momento había llamado al timbre de la calle. Carly fue a abrirle la puerta de la vivienda, lo saludó con un beso en los labios y una sonrisa enorme.
—¿Estás bien?— Le preguntaba Carly.
—Un poco nerviosillo.
—Tranquilo, no pasa nada.
Entraron al salón, Daniel saludó, le estrechó la mano a Josh, le dio dos besos a Higinia, le pareció que lo miraba con una sonrisilla cachondeándose de él, le estrechó la mano a Victor, sin dejar de mirar la sonrisa sospechosa de su posible futura suegra, y por fin le dio dos besos a Sabrina para acabar los saludos. Todos se quedaron parados y en silencio, parecía que nadie sabía qué hacer, Daniel miró a Carly, esta se encogió de hombros, como diciendo, no sé qué pasa.
Daniel puso una rodilla en el suelo delante de Carly, Josh e Higinia levantaron las cejas, no se lo podían creer, Victor y Sabrina se aguantaban la risa mirándose. Daniel de un bolsillo sacó una cajita que abrió, enseñándosela a Carly.
—Carly, te quiero regalar este anillo, en señal de nuestro compromiso ¿Lo aceptas?
—Claro que lo acepto bobo, la idea fue mía, o ¿Es que ya no te acuerdas?
Daniel nervioso, sacó el anillo de la cajita, Carly alargó la mano para que se lo pudiera poner en el dedo, se lo colocó y se puso de pie. Carly lo abrazó, Sabrina y su padre reían, Josh e Higinia los miraban a los dos. Daniel le iba a decir algo a Josh, el padre de Carly levantó una mano parándolo.
—Espero que no me vayas a dar un discurso, para decirme lo que quieres a mi hija y esas soplapolleces. Porque como lo hagas te echo de esta casa.
Todos reían menos Daniel. Josh caminaba en dirección a la cocina.
—Voy a buscar unas cervezas, ya va siendo hora de hacer el aperitivo. Manda cojones como es la juventud de hoy en día, tan tradicionales para algunas cosas cuando ya están hartos de follar lo que les ha dado la gana ¡Madre mía! Este país se va a la mierda.
Se quejaba Josh, los demás se morían de risa. Victor le ofreció la mano a Daniel, este se la estrechó.
—No le hagas caso, él es así, ya verás cómo no tendrás ninguna queja de tu suegro.— Le decía Victor con una sonrisilla.
Mientras Carly, le enseñaba el anillo a Sabrina, que lo miraba con atención opinando que era muy bonito. En ese momento salía Josh con varias botellas de cerveza.
—Oye Higinia, ahora que estaba oyendo lo que le ha dicho al chico Victor ¿A ti te gustará que te llame suegra?— Higinia miró a Daniel.
—Chaval, como se te ocurra aunque solo sea una vez, llamarme suegra, te pego una patada en el culo y no vuelves a entrar en esta casa.
—Vamos a sentarnos que tengo hambre.— Decía Josh dirigiéndose a la mesa.
Él se sentó en su sitio habitual, Higinia a su lado.
—Victor, siéntate al lado de mi padre, Sabrina al otro lado, junto a mi madre, Daniel aquí yo a su lado.— Les dijo Carly, pensó que Daniel estando sentado entre Sabrina y ella estaría más tranquilo.
—Mira tu hija Higinia, se ha nombrado jefa de protocolo de esta casa, ha distribuido a la gente como le ha dado la gana.— Se cachondeaba Josh.
—Alguien tenía que hacerlo papá, tú te has sentado y los demás que se apañen.
—Claro, pues yo habría puesto a Daniel aquí, a mí lado.
A Victor, Higinia y Sabrina se les escapaba la risa.
—¡Si hombre!— Contestaba Carly.
—Chico ¿No prefieres sentarte aquí?— Seguía de cachondeo Josh.
—No gracias, aquí estoy muy bien.— Contestaba Daniel más suelto, viendo del palo que iba el padre de su novia.
Esta vez rieron todos alrededor de la mesa.
—Sé que mi marido no te lo va a decir, así que te lo digo yo, estamos contentos por ti y por Carly, aquí tienes tú casa, si no me llamas suegra claro.
—Lo que nos faltaba, con lo justos que estamos ya en esta casa, adoptamos a otro.— Saltaba Josh siguiendo con lo suyo.
—¡Papá ya está bien!— Le llamaba la atención Carly a su padre.
—Vale, vale, no me meto más con él.— Levantaba las manos en señal de paz.— Pero a follar os vais por ahí.
—¡Papá por Dios!
Higinia le daba un golpe en el hombro a Josh, Carly dejaba por imposible a su padre, y los demás se morían de risa una vez más. El almuerzo fue pasando, entre bromas, risas, comida y bebida. Llegaron a los postres. Todos colaboraron en limpiar la mesa, después, Carly y Daniel colocaron los platos de postre y los cubiertos, Sabrina las copas, Josh y Victor, se cuidaban de sacar el cava y un brazo de gitano enorme de la nevera, Higinia agarraba un cuchillo grande y una paleta de cocina, para servir el brazo de gitano.
Se sentaron todos en la mesa, Higinia repartía el postre.
—Este buen trozo para el jefe de la casa, Josh.— Y se lo servía.
—Este otro para Victor, que sé que es de buen comer.
—Este para nuestro invitado, que es un buen mocetón.
—Por mí, con un poco tengo bastante.— Decía Daniel.
—Tú comete ese buen trozo, que tienes que estar fuerte para mi niña.— Se volvía a cachondear Josh, ganándose otro golpe en el hombro de su mujer.
—Vosotras niñas ¿Cuánto queréis?— Les preguntaba Higinia.
—Un trocito mamá, ya sabes que no queremos comer demasiado dulce.— Contestaba Carly, Sabrina le daba la razón a su amiga.
—¡Ay niñas! Con ese cuerpazo que tenéis, me iba a preocupar yo de la línea.— Comentaba Higinia.
—Eso digo yo.— Opinaba Daniel.
—¿Qué?— Preguntó Josh mirando a Daniel.
—Nada, nada, que se cuidan mucho.— Contestó Daniel pensando que estaba a punto de meter la pata.
Sabrina se disculpó para ir al baño, Victor aprovechó el momento para hablar con Carly.
—Dime Carly ¿Tú conoces al novio de Sabrina?
—Claro que lo conozco, estamos casi cada día en la piscina los tres, y salimos los cuatro muchas veces.
—¿Cómo es? Es que Sabrina no me quiere explicar nada de él, mantiene un secretismo que no entiendo.
—Es muy buen tío.— Entró en la conversación Daniel.
—Sí que lo es, ya sabes que no puedo decirte nada, si Sabrina se entera me la lía.— Se excusaba Carly.
En ese momento se sentaba Sabrina en la mesa.
—¿Que es lo que te lio si me entero? Así que estáis hablando a mis espaldas.
—¿Por qué no le has presentado el novio a tú padre?— Preguntaba Josh a Sabrina, intentando echarle una mano a Victor. Sabrina se sentía acorralada, y por supuesto, no quería que se supiera nada de Carlos.
—¿Y él?— Decía Sabrina, apuntando con la mirada a su padre.— ¿Ya os ha presentado a su novia?
—¿Quieres cerrar la boquita?— Le decía Victor en voz baja a su hija para que se callase.
—A… ver… A… ver… A… ver…— Decía Higinia levantando la voz, remarcando todas las palabras, para atraer la atención de todos los presentes. Victor se ponía una mano en la cabeza disimulando. Sabrina sonreía de manera cabrona, sabía que acababa de desviar la atención.
—¿Estás diciendo Sabrina… que tu padre tiene novia?— Le preguntaba Higinia a Sabrina, fulminando con la mirada a Victor.
—Hace años ¿No os la ha presentado?— Metía más leña al fuego Sabrina.
Ahora el que la fulminaba con la mirada era su padre a ella.
—Yo preocupándome toda la puta vida por ti, diciéndote que necesitabas una mujer, que tenías que empezar una vida nueva ¿Y tú? Diciéndome que solo vivías para tu hija, que no necesitabas ninguna mujer ¿Y ahora me entero que tenías una novia hace años? Que caradura, y yo, poniéndote un buen trozo de brazo de gitano porque sé que te gusta mucho, el próximo día te pondré una mierda en el plato…
—Higinia, vale ya, sus razones tendrá.— Intentaba echarle un cable Josh a Victor.
—Sí Higinia, te prometo que te lo contaré todo, pero ahora no es un buen momento.— Se excusaba Victor.
—Es que no quiere que yo me entere de nada, como no paro mucho en casa, se cree que no sé que últimamente esta de folli folli cada día con ella. María, dice que se llama, esa se llama María como yo.— Seguía presionando Sabrina viendo que se iba a relajar la cosa.
—¡Sabrina coño!— Le llamaba la atención Victor.
—¿Qué es eso de ‘folli folli’ Sabrina?— Le preguntaba Carly.
—Cosas entre mi padre y yo.— Contestaba Sabrina.
—Creo que está claro a que te refieres.— Decía Josh.
—Dime Victor ¿Usa bragas o tanga?— Preguntaba seria Higinia.
—Pero… pero… ¿Qué mierda me estás preguntando Higinia?— Levantaba la voz Victor nervioso.
—No sé, para conocerla un poco mejor.— Se cachondeaba descaradamente Higinia.
—¿Y tú? ¿Qué utilizas?— Le intentaba devolver la pelota Victor.
—¿Yo? Bragas toda la vida.
—¡Mamá!— Levantaba la voz Carly escandalizada.
—Yo, tanga a veces.— Confesaba Sabrina.
—A ti nadie te ha preguntado nada.— Le decía nervioso su padre. Ella sonreía.
—Pues yo creo, que a ti Higinia, te quedaría muy bien el tanga, con ese culo tan bonito que tienes.— La animaba su marido.
—Eso papá, tú dale cuerda.— Se quejaba Carly.
—El culo no sé cómo me quedaría, pero el coño se me saldría por los ‘laos’.