Cuando acabó, Sabrina se llevó una mano para atrás, Carlos le sacó la polla del culo y ella se tapó el agujero, notaba como le iba a salir ‘todo’ a presión. Salió corriendo por el pasillo, él miró la habitación, no encontró lo que buscaba, una puerta que diera al cuarto de baño, estaba acostumbrado a tener uno en su habitación toda su vida, evidentemente aquella era una casa humilde y había lo que había. Salió detrás de ella en pelotas, llegó al comedor, por una puerta abierta vio que era la cocina, al lado otra puerta estaba cerrada. –Sabrina.— La llamó levantando la voz, de detrás de la puerta escuchó una voz.— Entra.— Abrió la puerta, Sabrina estaba sentada en la taza del váter.
—Es que quería lavarme la…— Le decía Carlos.
—Adelante, adelante, aquí tienes el bidé.— Le indicaba Sabrina.
Carlos se sentó en el bidé, al lado de Sabrina, abrió el agua y se empezó a lavar.
—Lávatela bien, que la sacas de un sitio que tela, no veas lo que me has dejado dentro.
—Lo siento Sabrina, si te he hecho daño perdóname.
Sabrina lo miraba con cariño, enamorada.
—No cariño, daño precisamente no me has hecho, me has puesto como una moto, eso sí.
Carlos se reía, se levantó y se miró en el espejo. Sabrina, mientras, se levantaba del váter y se sentaba en bidé, para lavarse ella, al pasar la mano enjabonada por el agujero del culo, comprobó cuanto se lo había dilatado Carlos, sin esfuerzo se podía meter dos dedos dentro. Sobre las cinco de la tarde se fueron de su casa, justo a la hora que Victor acababa de trabajar.
Lo que no sabía Sabrina, era que su padre no llegaría a su casa hasta mucho más tarde. Cuando salió del trabajo llamó a su amiga, le preguntó si podía ir a su casa a verla, por supuesto ella le dijo que sí. Cuando le abrió la puerta, vio a Victor con una sonrisa y una bolsa colgando del hombro.
—¿Y esa bolsa?— Preguntó ella curiosa.
—Si te vengo a ver, me tendré que duchar, no querrás estar con un tío que huele a tigre después de trabajar. Esta mañana he pensado en venir y me he preparado la bolsa.
—Adelante.— Le decía ella estirando un brazo enseñándole el camino. Como si él no lo supiera, estaba harto de entrar en esa casa.
—Muchas gracias.— Se cachondeaba él, pasando por su lado dándole un pico en los labios.
—Y yo que pensaba que traías la bolsa para quedarte.— Se cachondeaba ella más, riendo.
—Que graciosa.— Escuchó que le decía Victor desde el cuarto de baño.
Cuando se duchó, se sentaron los dos en el sofá, él le pasó un brazo por la espalda, ella apoyó la cabeza en su pecho.
—¿Quieres salir o nos quedamos?— Preguntó Victor. A ella se le escapaba la risilla.
—Que fino has venido hoy ¿Te asustaste el otro día?
—Claro que me asusté, pensé que no ibas a querer saber nada más de mí, me importas mucho, te quiero.
Ella sin perder la sonrisa levantó la cabeza y le besó. Eso era lo mínimo que esperaba de él, que fuera atento, que pasara tiempo con ella.
—Nos quedamos aquí y descansas.— Confirmó ella, volviendo a colocar la cabeza en su pecho, pasándole un brazo por encima abrazándolo.
—Gracias por aguantarme, sé que a veces…
—No me des las gracias ni te disculpes ¿Y Sabrina? No me gustaría que dejaras de estar con ella por verme a mí.
—No te preocupes, desde que tiene novio no le veo el pelo a la tía. Le debe haber ido bien la semana de vacaciones, antes no me quería confirmar que era su novio, cuando volvió, que la vi un rato, ya me dijo que tenía novio.
—Es normal, que hombre se le va a resistir, está guapísima.
—No, si la que se resistía era ella, no me preguntes por qué.
—Pues parece que ya ha cedido.
—Ahora solo falta que me lo presente, no me gustaría que fuera otro c*****o como el que tenía antes, aunque es difícil serlo más.
—Ya te lo presentará, no la fuerces.
—¡Ja! Menuda es ella, como para forzarla.
—La niña tiene su carácter, ya la conoces.
—Estaba pensando en hablar con Carly, seguro que ella me dará información.
Ella movía la cabeza, podía ser una manera de saber algo del chico.
Esa noche, Carly y Daniel, estaban en el descampado con el coche. Los dos estirados, ella le desabrochaba lentamente el pantalón, le bajó la cremallera, le bajó el pantalón y la ropa interior, le agarró la polla y sin dejar de mirarla, la empezó a pajear, observando cómo crecía, como aumentaba de tamaño en medio de su mano. De golpe giró la cabeza mirando a Daniel.
—Una cosa Daniel ¿Tú crees que serías capaz de follarme y correrte dos veces sin sacármela?— Daniel la miró como si acabara de despertarse.
—¿Cómo dices?
—A ver, imagínate que me la metes y me follas, consigues que me corra yo, tú también lo haces, nos corremos los dos vamos. Entonces tú, sigues follando como si no hubiera pasado nada ¿Se te mantendría la polla tiesa? Como para poder llegar a hacer que yo me corriera otra vez, y tú volver a correrte llenándome de leche.
Daniel la miraba pensando.
—No lo he hecho nunca, yo sé que cuando me corro, la polla se me mantiene tiesa unos segundos, no sé si sigo follando, me excitaré manteniéndola tiesa o se me caerá después, no tengo ni idea ahora que lo preguntas.—Me gustaría probarlo.— Le dijo segura, con una sonrisilla picarona Carly.
Daniel se quitó los pantalones y calzoncillos de los tobillos, se deshizo de la camiseta, la colocó a ella, le metió las manos por dentro de la minifalda, estiró y le quitó el tanga, ella se quitaba la blusa y el sujetador. Cuando estuvieron los dos en pelotas, Daniel se le amorró al coño, se lo estuvo comiendo un buen rato, pensó que si la excitaba lo suficiente, Carly no tardaría en correrse, así él podía ahorrar fuerzas.
Cuando calculó que ella estaría lo suficientemente excitada, lo supo por los gemidos y la manera que tenía Carly de agarrarse a su cabeza. Se incorporó, se agarró la polla y se la metió en el coño, despacio, para que ella la sintiera completamente. Carly gritó de gusto, Daniel empezó un va y viene con el culo penetrándola, Carly gritaba, estaba muy excitada pensando en lo que le había dicho su amiga en la piscina. Tan excitada que Daniel vio que se iba a correr, aceleró el bombeo, para correrse él también. Carly empezó a pegar gritos orgasmando, él dejó que se fuera corriendo, cuando vio que ella estaba a punto de acabar, se corrió intentando controlar no sacar toda la leche que podía haber sacado.
Carly lo miraba fijamente, esperando que Daniel continuara, notó que la polla se le aflojó un poco dentro de ella. Él siguió penetrándola, sacándole y metiéndole la polla en el coño, también notó que perdía fuerza, le miró el chichi a Carly, viendo como su m*****o entraba y salía, como lo tenía totalmente mojado por su semen y por los flujos de ella. Eso le excitó, la polla se le fue endureciendo, Carly comenzó de nuevo a gemir.— Despacio, despacio.— Le pedía ella, acababa de tener un buen orgasmo y tenía el chirri sensible, Daniel le hizo caso, la idea había sido suya y él intentaría seguir todas sus instrucciones.
A Carly le fue subiendo la temperatura del cuerpo, sentía un placer muy grande sin llegar a correrse, intenso, que se mantenía, ni subidas ni bajadas. Le agarraba con fuerza el culo a Daniel, como si no quisiera que perdiera el ritmo, para que se la siguiera follando de aquella manera, para seguir disfrutando de aquel placer tan intenso que la estaba volviendo loca. El gusto que sentía Carly muy lentamente iba en aumento, sus gritos también, Daniel la veía y subía el ritmo.— Así, así, más duro.— Lo animaba Carly, Daniel le pegó un pollazo, duro, seco, empalándola hasta el final, empotrándola contra el asiento. Carly pegó un grito enorme, le miró a la cara a su novio totalmente salida, él le fue repitiendo los pollazos, uno detrás de otro, sin descanso. Ella gritaba, movía el cuerpo de un lado al otro, se agarraba al culo de Daniel clavándole las uñas, parecía que un orgasmo infinito le salía del coño recorriéndole todo el cuerpo. Cada vez que Daniel se la clavaba, a ella le parecía tener un orgasmo, uno detrás de otro, se descontrolaba, no tenía control de nada, solo de sentir, de sentir un tremendo orgasmo que le hacía convulsionar todo el cuerpo.
Daniel que la estaba viendo, se volvía loco, sabía que Carly estaba disfrutando de algo muy especial, y era él quien lo había conseguido, era él quien la estaba destrozando con un polvazo inimaginable. Carly abrió los ojos, mirando a Daniel con la cara totalmente desencajada del gusto. Él aceleró su cintura lo que pudo, la follada era tremenda, la polla entraba y salía salpicando pequeñas gotas de flujos y semen. Carly convulsionó una vez más, Daniel empezó con su segunda descarga, dejándose ir, metiéndole en el coño los lechazos, gritando como un loco, las pequeñas gotas de semen y flujos que salpicaban antes, se convirtieron en chorritos que salían a presión, el siguió penetrándola, y siguió, y siguió, estaba enloquecido. Hasta que Carly se meó de gusto, totalmente exhausta no pudo contenerse, se vació la vejiga relajándose. Daniel le sacó la polla, vio como le salía del coño un montón de flujos y semen, todo mezclado, a la vez que dejaba de mear saliéndole los últimos chorritos.
Se estiró al lado de Carly, ella tenía puesta una mano en la frente, con los ojos cerrados. Daniel le besó los labios.
—Qué vergüenza Daniel, la que he liado ¡Por Dios!
—¿Vergüenza? ¡No me jodas Carly! Ha sido el polvo más increíble que hemos pegado nunca, esto… esto tenemos que repetirlo, ya lo creo que lo repetiremos.
—¿No has visto como te he dejado el coche? Que me he meado Daniel, me he meado encima…
—Sí, te has meado de gusto, al coche que le den por culo, yo quiero repetir esto. Y no solo eso, no veas lo que te está saliendo del chirri.
Carly se tocó con una mano, comprobando como todavía le salían flujos del coño.
—¡Joder Daniel! Me has rellenado como a un pavo.
Los dos se partían de risa.