Perdonada

984 Words
—Me parece perfecto, Mariah, que no se olvide los calamares a la romana, ya sabes cómo me gustan. —Tranquila cariño, hoy cenarás de lujo.— Contestaba Mariah. Sabrina se despidió con un beso de su padre y otro a Mariah que le tiró al aire, por estar Mariah detrás de la barra. Llegó a su casa, entró en su habitación, dio varias vueltas, como si no supiera que hacer, pensaba en Carly, miró el reloj, en este momento ya se deben de haber visto pensó. Se estiró en la cama boca arriba, pensó en Carlos, pensó en lo que le había dicho Carly, sabía que su amiga tenía razón, Carlos era todo lo que le había dicho, aunque ella no le dejara ser muy cariñoso, cuando veía que intentaba serlo le cortaba el rollo. Cuando se quiso dar cuenta, tenía una mano metida por dentro del pantalón tejano y las braguitas, se estaba acariciando el chichi, lo sentía mojado ¿Cómo me puedo mojar de esta manera pensando en él? Se preguntaba Sabrina, sin querer responderse, ya sabía de sobras por qué. Se desabrochó el pantalón, se lo bajó con las braguitas a los tobillos, separó las rodillas y pudo tocarse el coño bien tocado. Cerró los ojos, se imaginaba encima de Carlos, cabalgándolo, follándoselo, sintiendo su polla dentro de ella, él le acariciaba el culo, las caderas, las tetas, le pasaba un dedo por encima de los pezones, poniéndoselos durísimo. Se corrió fuerte, dando varios culazos encima de la polla de Carlos, luego se bajó de él, le agarró la polla y se la metió en la boca, chupando, subiendo y bajando los labios de la punta a la base, metiéndosela entera en la boca y sacándosela, Carlos movía el cuerpo del gusto, ella lo pajeaba, se la chupaba y succionaba, él cada vez se movía más, hasta que se corrió en su boca, Sabrina movía la lengua, como si saboreara el semen de Carlos, una buena corrida, se tragó parte del semen y otra parte le caía por los labios. Se volvió a correr ella, cerró las piernas y sin quitar los dedos del coño, se puso de lado en la cama, se había corrido dos veces con una paja, pensando en él. Tal vez su amiga no iba desencaminada, tal vez tendría que darle una oportunidad a Carlos. Con solo pensar en darle una oportunidad, sus dedos le apretaron el chichi, un latigazo de gusto le atravesó el cuerpo dándole un espasmo. Carly, cuando la dejó Sabrina, se fue acercando caminando lentamente al taller, esperó en la acera de enfrente, medio escondida, no quería que Daniel la viera. Miró la hora en el móvil varias veces nerviosa, hasta que lo vio salir, Daniel se paró en la puerta del taller, hablando con un par de compañeros, ella, aprovechó para moverse por detrás de unos coches y atravesar la calle, desde allí lo veía mejor, Sabrina tenía razón, Daniel no hacía buena cara, hablaba con aquellos chicos sin sonreír, serio, como si todo le diera igual, los chicos se despidieron y Daniel caminó por la acera. Carly se mordió los labios, para envalentonarse, salió de detrás de una furgoneta y se paró a unos metros de Daniel. Él caminaba con la cabeza baja, vio que había alguien parado en la acera, levantó la cabeza, cuando vio que era Carly se le subieron las cejas, ni un gesto de alegría, se quedó quieto, por un momento se miraron los dos. Carly pensaba que no reaccionó como a ella le hubiera gustado, tal vez sonriendo o cambiando algo la cara poniéndola más alegre, esperaba alguna señal de alegría, pero no, Daniel seguía serio, mirándola, el único cambio fue levantar las cejas y ya las había vuelto a bajar. —¿Qué quieres Carly?— Preguntó con una voz fría Daniel. Ella le miraba con cara de cordero degollao, respiró profundamente un par de veces antes de hablar, para no estallar llorando básicamente. —Aquí, bueno, fue unos metros más para allí, fue donde te dije que rompía contigo… —Para decirme eso, no hacía falta que te presentaras aquí.— Le decía Daniel en un tono duro. —Perdón Daniel, perdón, vengo a disculparme, a decirte que soy una imbécil, que contigo cometí un gran error.— Carly había intentado evitarlo, pero en ese momento le caían unos lagrimones por la cara. —Vale, estás perdonada.— Daniel seguía con el tono duro, caminó intentado pasar por el lado de Carly para irse. Carly le agarró un brazo para que parara. —Espera, espera por favor.— Daniel muy serio, miró la mano con la que le había agarrado el brazo, Carly la apartó, entendió que no quería que lo tocara. —Hablemos.— Insistía Carly. —Hablar de qué, yo no tengo nada que decirte. —Pero yo sí, Daniel por favor.— Carly, ya lloraba sin parar. El bueno de Daniel, estando como estaba, muy enfadado con ella, se le removió el corazón, intentó no cambiar el tono de voz. —Está bien, habla. —Este no es un buen sitio, aquí en medio la calle, vamos a tomar algo.— Le decía Carly secándose las lágrimas. —¿Quieres ir al Bar Mariah? Está cerca. —No, no, qué vergüenza entrar así, llorando, mejor una terraza en el centro. —Mira Carly, esto es una pérdida de tiempo… —Por favor, por favor, necesito hablar contigo. —¿Necesitas? Y de mis ‘necesidades’ ¿Te has preocupado tú en algún momento?— Carly volvía a llorar a destajo. —Necesitamos hablar los dos, tú tampoco puedes ir con esa cara toda la vida por mi culpa.— Le razonaba Carly. Daniel respiró profundamente, mirando algún lugar indeterminado de la calle. —Está bien, sube al coche. Unos cinco metros de donde estaban ellos, tenía Daniel el coche aparcado.
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