Folladora.

2394 Words
—Más fuerte, más rápido, me corro, me corro.— Animaba Sabrina a su ocasional amante. El chico empezó a mover el culo rápido, parecía un conejo, de lo rápido que lo movía. Sabrina seguía teniendo en su mente a Carlos, era él quien realmente se la estaba follando. Cuando dio un primer grito del orgasmo, el chico empezó a llenar el condón de leche, no pudo aguantar más, ella seguía apretándole el culo para que no aflojara el ritmo, mientras acababa de correrse a su gusto. No ha estado mal el polvo, pensó antes de abrir los ojos. Le dijo al chico que la dejara un par de manzanas antes de llegar a su casa, no quería que supiera donde vivía, tampoco le quiso dar su número de teléfono, para ella fue un polvo furtivo y nada más. Cuando se metió en su habitación miró el teléfono, tenía un mensaje de Carly. —¿Todo bien? —Un buen polvo, si te refieres a eso.— Contestó Sabrina. —Claro que me refería a eso tonta ¿Quedarás con él otro día? —No. —¿Por qué? Es muy guapo. —Y no folla mal, pero no. —Pues no te entiendo Sabrina. —Que no quiero distracciones, estoy bien así. —Ya mujer, pero un restregoncito de vez en cuando no viene mal. —No te preocupes, cuando quiera restregarme con alguien, ya me espabilaré. —Seguro, solo tendrás que acercarte a ese local, ese te estará esperando como un loco, ya te lo digo yo. —Me voy a dormir Carly, estoy cansada. —Hasta mañana folladora. El último mensaje de Sabrina fue un emoticono con el dedo corazón hacía arriba. Sabrina sonrió dejando el teléfono encima de la mesita de noche, se dio una buena ducha y durmió como un angelito. * * * El sábado al medio día, estaba Victor limpiando un poco la casa, cuando salió de su habitación Sabrina. Entró en el salón con varias láminas debajo del brazo que esparció por encima de la mesa. —A ver qué te parece papá. Victor se acercó lentamente a la mesa y se sentó, agarró una lámina y la miró atentamente, fijándose en todos los detalles, la dejó y agarró otra, las fue mirando una a una sin perderse detalle. Finalmente, levantó la vista mirando a su hija. —Sabrina, tienes un don para esto, sabía que serías muy buena en arquitectura, felicidades, vas a sacar un diez en este trabajo.— A Sabrina se le dibujaba una sonrisa enorme en la cara. —¿Seguro papá? No creo que sea para tanto, el lunes lo tengo que presentar, lo he querido acabar antes del fin de semana para poder trabajar en el bar tranquila. —Ya me dirás la nota cuando salga, esto es muy bueno, es un trabajo de diez, ya te lo digo yo. Sabrina seguía sonriendo, se sentía orgullosa de haber impresionado a su padre. —Preparo la comida y almorzamos antes de que te vayas al trabajo ¿Vale?— Preguntaba animado Victor. —Vale.— Contestaba su hija. —Y así, me explicas los detalles de la casa esa tan extraordinaria que has proyectado. —No es para tanto, no seas exagerado. —Soy tu padre, tengo que exagerar todo lo que mi hija hace bien, va con la condición de padre. Sabrina reía mientras guardaba las láminas en su habitación. Victor entró en la cocina, abrió la nevera mirando que podía hacer para comer con su hija, estaba contento, últimamente estaban cambiando mucho las cosas con Sabrina, ayudarla con el trabajo los acercó un poco más. Sonó el teléfono, lo sacó de su bolsillo, vio que era Josh, el jefe de obras, su mejor amigo. —Escúchame Victor, sin excusas, todavía tengo media botella de brandy, la que dejamos la última vez que viniste a comer a casa, te esperamos hoy, para comer y bebernos la otra mitad de la botella ¿Qué te parece? —Pues me parece… que voy a comer con mi hija y después ya veremos, eso me parece. —¡Ep! Si vas a comer con Sabrina estás perdonado, pero te espero después, no me falles. —Vendré a hacer el café con vosotros ¿Te parece bien? —Genial, ahora se lo digo a Higinia. Victor ya había colgado, no quería demorarse en preparar la comida para él y su hija. Josh entró en la cocina, se sentó en una mesita que tenían, miraba con curiosidad el culo de su mujer Higinia, ella trabajaba con algo de comida encima de la encimera. —¿Has hablado con él?— Le preguntaba Higinia distraída. —Sí, vendrá a tomar café, hoy come con Sabrina. —Me alegro, eso quiere decir que las cosas van mejor entre ellos. Josh se había levantado y se acercaba por la espalda a su mujer. —¿Dónde dices que esta Carly hoy?— Le preguntaba a su mujer. —Se ha ido temprano con Daniel, querían ir a visitar no sé qué coño de pueblo. Estarán todo el fin de semana fuera. —Eso es lo que quería saber. Se había colocado justo detrás de Higinia, le pasó las manos por delante y le agarró las dos tetas estrujándosela, se juntó a ella por detrás, apretándole el culo con la polla tiesa dentro del pantalón. —Así tendré tiempo de hacerle a mi mujer algunas cositas. Higinia, al sentir las manos de su marido en sus pechos, y la polla dura apretándole el culo, dejó lo que estaba haciendo, apoyó las manos en la encimera y miró el techo suspirando. —¡Josh! Que te conozco cuando te pones así… —Te voy a comer el coño por todos lados, después las tetas, y para acabar el culo… —Josh por favor, que me pones muy cachonda cuando me dices esas guarradas… —Luego te voy a follar aquí mismo, en la cocina, no voy a parar hasta reventarte. Higinia no aguantó más, como la ponía de cachonda aquel hombre cuando le hablaba así. Se giró y le buscó los labios metiéndole la lengua dentro de la boca. Su marido le subía el vestido a la vez que le acariciaba los muslos, le agarró el coño por encima de las bragas con toda la mano, ella gimió de la impresión. Josh se arrodilló en el suelo, metió la cabeza debajo del vestido, le agarró las bragas y se las bajó de un tirón quitándoselas. Higinia separaba los pies, mirando al techo cerrando los ojos, dio un grito de gusto, cuando notó la lengua de su marido hurgándole en el coño. Él lamió, chupó, succionó, el tiempo que le dio la gana, hasta que notó por los gemidos de su mujer que la tenía muy caliente. La giró, ella apoyó de nuevo las manos en la encimera, la cara la tenía desencajada, del gusto que le había proporcionado su marido en el chichi, volvió a gritar, ahora Josh, le estaba lamiendo el agujero del culo, se lo abría agarrándolo por las nalgas, y le chupaba el agujero como si no hubiera un mañana. Ella pensaba que ya estaba bien que lo hiciera, tal como estaba Josh, seguro que en algún momento se la iba a meter por el culo, a él le encantaba y ella nunca se negó, claro que también era verdad que tenía la suerte que le gustaba, alguna vez se había corrido y todo mientras él le empalaba el culo. Josh la volvió a girar, le deshizo un lazo que sujetaba el vestido en un lado abriéndoselo, se puso de pie, le subió el sujetador y se tiró a comerle las tetas literalmente, Higinia le acariciaba la cabeza. —Que bien lo haces y como me pones cariño, sigue, sigue… Le decía ella, cuando un grito que le salió de la boca le hizo parar de hablar, Josh se había sacado la polla y mientras le comía las tetas, se la apuntó en el coño y la penetró de un golpe. Higinia se abrazó a él, levantó una pierna para que se la pudiera meter más profundamente, él la follaba y le besaba los labios con pasión, ella cada vez más excitada. Le puso las manos en la cintura, le sacó la polla del coño y de un pequeño empujón la subió encima de la mesa estirándola de espaldas, le levantó las piernas apoyando una en cada uno de sus hombros, volvió a agarrarse la polla, estiró de ella para colocarle el culo en el borde de la mesa, le apuntó la polla en la entrada de la v****a y sin más demora la empaló hasta la bola, o hasta los huevos, mejor dicho. Higinia pegó un grito enorme y empezó a correrse, Josh la penetraba sin contemplaciones, veía como a su mujer se le ponían los ojos en blanco, como se agarraba con las manos a los bordes de la mesa, con tanta fuerza que parecía que iba a arrancar el trozo de madera. Él seguía dándole, penetrándola, empotrándola contra aquella mesita, hasta que Higinia soltó otro grito, tensó todo el cuerpo y se empezó a mear de gusto. Eso era lo que él estaba esperando, por eso no dejó de machacarle el coño a pollazos, mientras veía como su mujer se corría. —Que animal estás hecho Josh…— Le decía Higinia saliéndole un hilillo de voz. Él no dijo nada, la incorporó bajándola de la mesa, la arrodilló en el suelo, ella abrió la boca, sabía de sobras lo que quería su marido. Josh se agarró la polla y le metió la mitad dentro de la boca, ella la rodeó con una de sus manos, mientras la pajeaba la succionaba con la boca, Josh gimió y gruñó, intentaba separarse un poco, para bajar la intensidad del gusto que le estaba dando su mujer, ella lo giró apoyándole el culo en el mueble de la cocina, así no se podría separar, pensó, aumentó la intensidad de la paja y las succiones, la boca se movía de adelante atrás, metiéndose el máximo de polla en la boca, Josh cerraba los ojos intentando no correrse. —Espera, espera, quiero hacer otra cosa.— Gritó Josh para no correrse allí mismo en la cara de su mujer. Higinia ya sabía que era y se levantó, Josh la giró apoyándole las tetas encima de la mesa, el culo de Higinia quedó preparado. Su marido le levantó el vestido dejándoselo en la espalda, se escupió en una mano y se la pasó por el agujero del culo lubricándolo, ella apretó los labios y se agarró de nuevo a los bordes de la mesa, fue notando como su marido, con paciencia, fue probando una y otra vez, apretándole el culito con la punta de la polla, poco a poco el agujerito se fue abriendo, hasta que consiguió meterle el c*****o. Ella apretó las manos agarrando la mesa y gritó un poco de la impresión, Josh sabía que aquello era buena señal, fue introduciendo la polla lentamente hasta tocar el culo con su pubis, después le separó las nalgas y con un poco más de fuerza se la acabó de clavar. Higinia, sabía que si había llegado hasta allí sin dolerle le iba a gustar, despacio Josh se la sacó hasta la punta y lentamente la volvió a meter hasta que no pudo más. Higinia gimió, él la volvió a sacar metiéndola de nuevo, lo fue repitiendo unas cuantas veces, cada vez la metía un poco más rápido. Su mujer cada vez gemía más fuerte, hasta que acabó follándole el culo a buen ritmo, le estrujaba las nalgas mientras la sodomizaba, ella gritaba levantando la cabeza. Josh la separó un poco de la mesa, ella bajó una mano y se frotó el coño, él aceleró el ritmo y ella se metió dos dedos dentro, los sacó de golpe, gritando, a la vez que se meaba de gusto de nuevo, otra corrida enorme, que le hacía temblar el cuerpo y poner los ojos en blanco. Ella se relajó, él seguía machacándole el culo, quería correrse. De pronto se apartó, sacándole la polla de golpe, Higinia con rapidez se arrodilló en el suelo, le agarró la polla y la pajeó fuerte, apuntándose a la cara con la boca abierta, a Josh se le salían los ojos de las cuencas, como le gustaba aquella situación, gimió, gruñó, grito y se corrió en la cara de su mujer, ella se apuntaba a la boca, de esa manera algún disparo se le estampaba en la cara y otros le entraban en la boca directamente. Cuando Josh paró de correrse, su mujer se tragó el semen que tenía en la boca y se levantó, se abrazaron con amor, había sido el mejor polvo en meses, los dos lo sabían y estaban contentos. —Chico, que cosas, con lo gordito que estás y la mala forma física que tienes, hay que ver como follas cabrito. Los dos se partían de risa, metiéndose juntos en la ducha. Cuando volvieron a la cocina, Higinia se encontró sus bragas en el suelo, las recogió. —Toma, tíralas a lavar, mientras voy a limpiar esto y a calentar la comida, que se está haciendo tarde. Josh le agarraba las bragas de la mano, se las puso en la nariz oliéndolas. —Me parece que me estoy poniendo caliente otra vez nena. —¿Quieres dejar de hacer el guarro y ayudarme con esto hombre? No sé qué te pasa hoy. Josh desaparecía con las bragas en la mano riendo. No habían acabado de comer que Victor estaba llamando a la puerta, le abrió Josh, entró, abrazó a su amigo y le dio dos besos a Higinia. —Siéntate, se nos ha hecho tarde hoy comiendo.— Se disculpaba Josh. Victor les miraba a los ojos a los dos. —Me parece que ya sé porque se os ha hecho tarde bellacos, que ojitos tenéis… y que cara de felicidad. —Tu amigo, que no se le ocurre otra cosa que hacer antes de comer, pero la verdad es que ha valido la pena posponer el almuerzo.— Decía Higinia levantándose recogiendo los platos. Josh miraba a Victor, levantando una ceja en señal de haber triunfado. Pasaron otra buena tarde tomando café y brandy.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD