Insoportables

1025 Words
—¿Quieres dejar que conteste yo Daniel? Es que eres…— Se quejaba Carly mientras Sabrina y Victor reían. —Un ocho, por qué me ayudó mi padre claro. —A mí también me ayudo él, que te crees.— Decía Sabrina señalando a Victor. —Pero tú hubieras sacado buena nota igualmente, eres muy buena con los proyectos.— Afirmaba Carly. —¿A que sí?— Confirmaba Victor orgulloso. —¡Papá!— Exclamaba Sabrina ruborizándose. —Tú padre tiene razón, si eres buena, eres buena, las cosas como son. Por cierto, me gusta mucho veros así, ya era hora.— Decía mirando directamente Carly a Sabrina. —Estamos bien. Contestaba Victor, para que su hija no tuviera que hacerlo, en el fondo tenía miedo de la posible respuesta de Sabrina. Victor invitó a los amigos de su hija, los chicos salieron a la calle, él se acercó a la barra a pagar las consumiciones. —¿Cuánto te debo Mariah? —Qué guapa está Sabrina, hacía tiempo que no la veía.— Comentaba Mariah, agarrándole el billete de los dedos de Victor. —Sí, siempre ha sido muy guapa.—Confirmaba su padre, mirando a su hija al través del cristal de la entrada. —Y os veo muy bien, así me gusta.— Dijo Mariah devolviéndole el cambio a Victor. —Gracias Mariah.— Se despidió Victor. En las vacaciones de navidad, Sabrina también trabajó todos los días que pudo. Así que entre semana no se veía con Victor, cuando él acababa de trabajar ella empezaba su horario en el bar, coincidían el fin de semana por la mañana y comían juntos. Un sábado estaban sentados en la mesa almorzando, Victor sacó una conversación. —¿Cuándo tendrás que hacer otro trabajo universitario? —Nos dijeron que en enero tendríamos que hacer otro, pero, según parece será en grupo. —¿En grupo?— Se extrañaba Victor. —Por lo visto está de moda hacer trabajos en grupo, no sé exactamente por qué. —Yo diría que lo hacen para descubrir a los líderes… —¿Lo líderes? ¿Qué líderes?— Preguntaba inocente Sabrina. —¡Ay mi niña! Tal como está montada la sociedad en que vivimos, las empresas buscan gente que sepa liderar, gente que no tenga miedo a tomar decisiones y defenderlas, en fin, cosas así.— Le argumentaba Victor. —¡Ah vale! Por el forro me paso yo los liderazgos.— Contestaba Sabrina partiéndose de risa, contagiando a su padre. —Ya lo sé, ya, que me lo digan a mí, que vas a tu puto rollo. Pasadas las fiestas, en la última clase del primer día, les informaron a los alumnos del aula de Sabrina, que las listas de los diferentes grupos estaban publicadas en los tablones de anuncios. Cuando acabó la clase salieron todos corriendo a mirarlas, como Sabrina, Carly y sus amigas se sentaban en el lado contrario de la puerta, fueron de las últimas en llegar. Había un montón de gente mirando las listas, imposible llegar hasta allí en ese momento. Mercedes, una compañera de la zona ‘Pija’, porque la clase estaba dividida en tres zonas, la más cercana a la puerta era la zona ‘Pija’, luego estaba la zona central del aula, esta era la ‘Normal’, y al final de la clase estaba la zona ‘Choni’, esta era la zona de Sabrina, Carly y amigas, junto con más gente claro. Evidentemente esta distribución la habían hecho desde la zona pija, para ser más exactos Mercedes y amiguitas. Pues, esta Mercedes, junto a su inseparable amiga Celestina, ‘Celes’ para los amigos, se salió de la primera fila del tablón de anuncios y comenzó a gritar. —Carly, Sabrina, Fernando, Javier, Fede, Richi. Del montón de gente arremolinada, seis cabezas se giraron, Mercedes les hacía una señal con la mano para que se acercaran. —Hola chicos… y chicas también claro, veréis, nosotros somos un grupo, o sea, que nuestros nombres están en uno de los grupos del tablero…— Los demás, menos Celestina, ‘Celes’ para los amigos, la miraban levantando las cejas, por el rollo que les estaba explicando. —Vale, que somos uno de los grupos de trabajo, es eso ¿No?— Respondió uno de los chicos. —Sí, o sea, eso mismo.— Respondió Celes sin demasiado entusiasmo. —Yo creo que tendríamos que hablar, para concretar las acciones a seguir, o sea, para tomar decisiones sobre el trabajo…— Intentaba explicarse Mercedes. —Ya lo hemos entendido a la primera, no hace falta que lo repitas.— Le contestaba Carly de malas maneras. —Vale, de acuerdo, entonces ¿Qué hacemos?— Preguntaba Sabrina agarrándole el brazo a Carly para que se calmara. —Vamos a la cafetería y nos reunimos, o sea…— Volvía a hablar Mercedes. —Pues vega vamos, no hace falta que lo repitas.— Volvía a cortarla Carly con mala cara. Salieron los ocho del edificio, caminaban en dirección a la cafetería, delante iban Mercedes y su amiga Celestina, ‘Celes’ para los amigos, las dos impecablemente vestidas, con ropa de marca carísima y todo tipo de accesorios, pulseritas, collar y reloj, carísimo por supuesto, para rematar un bolso colgado del brazo, el brazo en forma de uve, con la mano levantada mirando al cielo, para que el bolso no se les cayera claro. Detrás, a un par de metros, los cuatro chicos hablaban de sus cosas. Y a unos tres metros de los chicos, Carly y Sabrina. —Sabrina, que mal me caen esas tías, no las soporto.— Decía Carly acercando su cabeza al oído de Sabrina para que no la escucharan. —Tranquila Carly. —¿Tranquila? ¿Pero tú las has visto? Con esa manera de hablar que tienen ‘O sea, es que esto, o sea, es que lo otro’ Tan guapas que se creen, con tantas pulseritas caras, tan bien puestas, con esa manita mirando para arriba sujetando el bolso, que vale mil o dos mil eurazos, tan pijas… Pero pijas, pijas, insoportables, esto va a cavar mal Sabrina.
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