¡Este idiota!
Estoy en prisión.
Así de simple.
Llevo tres años en esta cárcel, y para ser honesta, no sé cómo diablos terminé aquí.
Lo que sí sé y tengo más que claro, es que ¡SOY INOCENTE! Aunque jamás voy a poder demostrarlo para recuperar la vida que me robaron.
Hace tres años…
Mi nombre es Samantha Prescott, tengo 26 años, de profesión economista experta en el área de finanzas, soy hija del gran empresario, Jhon Prescott, y novia de Dean Cornwell, quién, a su vez, es hijo del empresario minero, Sergei Cornwell.
Debo reconocer que siempre tuve todo a mi favor, nací con todo al alcance de mis manos, no tuve que esforzarme jamás en la vida, salvo por estudiar, trabajo en la empresa de mi padre y, a la vez, soy consultora en Mineras Cornwell, no hay quién pueda conmigo y no dejaré que alguien empañe mi felicidad.
- ¿Vas a comer conmigo hoy, belleza? – Pregunta Dean desde la puerta de mi oficina.
- Hoy no, querido, creo que mañana mejor, tengo mucho trabajo que hacer. – Definitivamente, hoy me voy tardísimo.
- Está bien, bebe un poco y no trabajes tanto. – Dean deja una botella de agua en mi escritorio y su semblante me dice lo preocupado que está.
Es claro que los problemas en la minera no lo dejan indiferente, aunque a mí tampoco, que he trabajado duro para ayudar a sacar adelante la empresa de los Cornwell.
- Gracias, cariño. – Destapo la botella y bebo su contenido.
- Recuerda que nos quedan un par de semanas para el matrimonio, así que no te estreses tanto. – Mi novio es un hombre muy tierno, que suerte tuve de haber encontrado a alguien de su nivel y que me ama por sobre todas las cosas.
- No te preocupes, estaré bien. – Él me besa en la cabeza y sale de la oficina dejándome trabajar en paz.
Es cierto que en dos semanas más será nuestro matrimonio, mis padres han hecho de todo para que la unión sea gloriosa y los de Dean han estado muy pendientes ya que aquí todos esperan que ese matrimonio los ayude en algo, mis padres buscan una sociedad con los Cornwell para ingresar al mundo de las mineras, creyendo que la minera se encuentra en su mejor momento, claro, y los Cornwell necesitan nuestra ayuda para levantar la empresa que está teniendo problemas financieros graves, así que aquí todos ganan si me caso con Dean, aunque no es por eso que lo hago, me caso con él porque es el hombre de mis sueños, es atento, es preocupado, es hermoso, pero el universo tenía otros planes y no tardaría en mostrarme lo equivocada que estaba.
Son las diez de la noche, recién me estoy preparando para salir de la oficina, no he tenido un día muy bueno, me he pasado pensando en formas de hacer que la Mineras Cornwell vuelvan a todo su esplendor, y me gustaría que eso pudiese ser antes de casarme, tampoco quiero que mis padres crean que Dean se casa conmigo porque su familia lo necesita, si mis padres llegan a saber que los Cornwell tienen problemas económicos, es más que claro que no querrían que nos casáramos, así que debo solucionar esto por el bien de mi felicidad.
Llego a mi automóvil y una mano me sorprende.
- ¿Qué…? – Intento hablar, pero una voz conocida me calla.
- Lo siento, Sam, lo siento, es sólo que tengo una cita con un hombre aquí y aún no llega ¿Te molestaría esperar conmigo sólo un momento? – Jenn es mi mejor amiga, ella también proviene de una familia de clase alta, y siempre se queda en la oficina conmigo, pero hoy no la vi en su cubículo cuando salí, ahora entiendo por qué, tenía una cita y el tipo no llegó.
- ¿Por qué no vienes conmigo a tomar una copa mejor? – Le propongo y ella me mira con cierta tristeza.
- ¿Y si llega? – Es claro que Jenn nunca ha tenido muy buena suerte en el amor, pero es una mujer espléndida y los tipejos que se le acercan no la han sabido valorar.
- Si quisiera llegar, ya lo habría hecho, ven conmigo mejor. – Le digo y la tomo del hombro para atraerla a mis brazos y caminar hacia el bar que está en la esquina del edificio donde trabajamos.
- Ok, ok, tienes razón. – Dice ella y sonríe tristemente.
Cuando hemos llegado al bar, ella me guía hacia la barra en dónde hay dos asientos vacíos, intentamos tomarlos, pero dos tipos con apariencia de clase media se colocan delante de nosotras y se sientan allí.
- Que desubicados. – Digo en voz alta y uno de los tipos se voltea para increparme.
- ¿Por qué desubicados si llegamos primero? Además, hay muchas mesas, pueden elegir una. - ¡Ah no! El tipo es un idiota.
- Exacto, hay muchas mesas, ustedes también podrían elegir una, nosotras somos dos y de seguro ustedes están buscando o esperando a alguien más, así que necesitarán una mesa. – Digo sin rendirme y Jenn me toma del brazo intentando alejarme de ellos, aunque sólo uno habla, el otro observa.
- Bien, entonces quieres decir que, porque somos dos hombres solos, estamos buscando o esperando a alguien más, pero que machista saliste. Ese comentario es muy retrógrado para una chica tan bonita. – ¿Qué se cree este idiota?
- ¿Machista? ¿Me dijiste machista? – Me suelto del brazo de Jenn y me acerco al tipo levantando mi dedo índice - Tu llegas y te sientas cuando ves que venimos a sentarnos aquí, por último, como caballero, podrías habernos cedido los asientos ¿Pero me tratas de machista a mí? ¿Quién es el machista ahora? – Pregunto con las manos en la cintura y el cretino sonríe.
- No hay caso contigo, nenita, deberías buscar una mesa o te las van a quitar todas si sigues aquí peleando conmigo, además, debo decirte que yo no me canso tan rápido, si quieres pelear, podría hacerlo toda la noche.
- ¡Eres un imbécil! Definitivamente a ti nadie te enseñó modales, deberías decirle a tu madre que al menos te enseñe como se trata a una mujer ¡Cretino!
- Que pena entonces, no tengo madre, así que tendré que pedirle a la tuya que me enseñe, aunque... Me provoca un poco de susto, pues es claro que a ti no te supo educar. – Diablos, me excedí, el muy imbécil no tiene mamá, pero no por eso deja de insultarme.
- ¡Eres muy…! – Intento abofetearlo, pero toma mi mano de forma rápida y me mantiene quieta cerca de él.
- ¿Ya te quieres ir a las manos? ¿Qué no puedes esperar para tocarme? – Me dice mientras me mira a los ojos con una ceja levantada, es un imbécil, pero debo admitir que es muy guapo, sus ojos color azul intenso van muy bien con esas pestañas largas y cejas enmarcadas, ligera barba recortada y labios en forma de M gruesos, su cabello castaño claro medianamente largo y despeinado, le dan un toque de chico malo, su pecho ancho, sus brazos grandes, sus piernas gruesas y marcadas lo hacen verse increíble en su remera blanca, pantalones de denim ajustado n***o y chaqueta de cuero que le dan un aire de tipo rudo con el que no querrías meterte, pero eso no me parece suficiente como para dejar las cosas así.
- Ah, lo siento – Digo con una voz irónica y colocando mi mano libre en mi pecho – Que malentendido, no, no es eso lo que quiero, y es que preferiría tocar a un puerco espín antes de tocarte a ti, quizá terminas contagiándome algo si te me acercas.
Intento quitar mi mano retenida por él, pero el tipejo no se rinde, ya me había advertido que podría terminar peleando conmigo toda la noche, pero yo soy mucho mejor que él en eso.
Así que... ¡Aquí vamos!