La mierda nunca llega sola, y en Vértice Global esa verdad estaba más clara que nunca. Después de semanas peleando para mantener el control y ocultar las grietas internas, llegó el puto rumor que podría hundir todo el imperio que tantos habían construido con sangre, balas y mentiras. Aquella mañana, una ola helada recorrió los pasillos del rascacielos de Vértice Global. Ejecutivos, jefes de departamento y guardias, todos miraban sus celulares, sus pantallas y entre ellos con el mismo puto miedo clavado en los ojos: la palabra “insolvencia” estaba dejando susurros venenosos entre cada rincón del edificio. Clara, con la mente todavía quemada por la mierda interna que había tenido que resolver, sintió que el suelo se le abría bajo los pies. No podía creer que justo ahora, en medio de tantas

