El día amaneció gris, como una puta señal de lo que venía. Sofía llegó temprano a la oficina con la misma determinación que la había impulsado desde aquella reunión histórica, pero algo en el ambiente olía a mierda. No era solo la tensión habitual de una familia jodida en guerra contra sí misma, había algo nuevo, algo más venenoso. Martín ya estaba ahí cuando ella entró. Tenía la cara dura, pero sus ojos estaban cargados de una mezcla que Sofía no supo descifrar al principio, hasta que la maldita noticia cayó como un mazazo. —Están congelando las acciones —dijo Martín con voz grave—. Clara movió ficha antes de tiempo. Sofía frunció el ceño, buscando entender a qué mierda se refería. Desde hacía meses venían batallando en despachos y oficinas, con cláusulas y maniobras legales y sucias q

