Me enamoré de un Cowboy.

ALI Ω ‧₊˚ Solía pensar que para cuando tuviera veinticinco años, la vida me resultaría ser más… No sé... ¿Resuelta? Nada mas lejos de la realidad. Tengo veintiséis y estoy al mejor estilo Bridget Jones, en pijama, tirada sobre la alfombra, con una copa de vino en la mano escuchando All by Myself revolcandome en mi propia miseria luego de otro super fracaso amoroso. Se suponía que estaba a punto de dar un paso hacia, según yo, una relación estable con el hombre de mis sueños. Nunca estuve más equivocada en mi vida. Incluso como cuando aquella vez, a mis diecinueve años, que creía firmemente en la idea de casarme con el que en ese entonces era mi novio y resultó que en simultáneo salía con media ciudad a mis espaldas. He llegado a plantearme si el problema soy yo, que podria ser, pero lo cierto es que los buenos hombres cada vez son más escasos y literalmente parece que están todos en mi familia. Resoplo pensando en eso. Nunca he sido demasiado pretenciosa, solo quiero a alguien que me ame, qué sea mi compañero, mi incondicional y comparta la de idea de una relación monogama y quiera hijos. Bueno, pensándolo bien, tal vez si pido mucho. Como dije, ya no hay muchos que sean así. Observo la hora y veo que es tarde… Mañana tengo que ir a casa de mis padres antes del trabajo, por lo que mejor será que deje mi autocompasión y vaya a dormir. … Llego a la casa de mis padres, y los primeros que me reciben son tres de sus perros y mis dos bebés, Dolce y Gabbana. Tras mimosearlos un rato, me siguen mientras busco a mi mamá que veo está disfrutando del sol en el jardín. -Hola mamá -La sorprendo un poco, pero enseguida una sonrisa amorosa tira de sus labios. -Hola hermosa -Un abrazo cálido después, me siento junto a ella. -¿Papá? -Pregunto, llevándome un pastelito a la boca. -En la oficina, hoy tuvo que irse antes, pero realmente quería verte. -Lo imagino, pero al menos podemos ponernos al día antes de que me vaya, sin él oyendo a escondidas. -Nos reímos, los hábitos de papá no han cambiado con el tiempo -Luego del trabajo pasaré por allí a despedirme. -Gracias por cierto -Acaricia mis manos que aún están entre las suyas -Ir al centro de nuevo, no quise molestarte con esto pero… -¿Bromeas? Sabes que estoy bien con ello, amo ese lugar. -Lo sé cielo, pero estás con tanto trabajo que siento que te estoy recargando. -Mamá, enserio -Resoplo. -Ok, no diré nada más -Levanta las manos en forma de rendición -Hablé con PiPiT ya dejó todo listo para tu llegada cariño. -No me gusta quedarme sola en esa casa tan grande -Hago una mueca -Estaba pensando en llevarme a los chicos ésta vez, al menos así tendré compañía -Mis bebés levantan las orejas, prestando atención. Son demasiado inteligentes. -Esa es una buena idea, además te irás antes de lo que pensabas, van a extrañar mucho. -Decidido entonces. -¿Hablaste con Sean? -Se me revuelve el estómago al oír su nombre -Tal vez quiera ir contigo y puedan disfrutar de la casa, y te acompañe a la boda de Biaggia. -No creo que sea una buena idea. -¿Por qué dices eso? -Porque no creo que a su esposa le guste la idea de que se vaya por un mes con otra. -¿Qué? -Por instinto se pone de pie de un salto, pero el dolor le recuerda que está con el tobillo roto y que dicho sea de paso ese es el motivo por el cuál no puede viajar. -La conocí anoche -Digo luego de ayudarla a acomodarse de nuevo y a poner el pie en alto -Fuimos a cenar con las chicas del trabajo y ahí estaba el gusano. Celebrando su quinto aniversario. -Se cubre la boca con ambas manos, asombrada. -Lo siento mucho cariño, es un miserable. -Ciertamente lo es. -Quise decirle algo a ella en ese momento. Para que viera que clase de idiota tenia al lado, pero se veia tan feliz que no tuve corazón… En cambio les envié una botella de champagne de obsequio -Una sonrisa se forma en mis labios al recordar el momento -Cuando el mozo se las entregó de parte de todas como le dije, ambos miraron en dirección a nuestra mesa, tenías que estar ahí mamá, la forma en cómo el alma abandonó su cuerpo cuando me vio. Eso fue muy gracioso. -Sé que puede sonar cruel, pero es mejor que lo hayas descubierto ahora y no más tarde cariño. -Lo sé… Estoy bien, es solo mi ego herido. Creí que esta vez, era el correcto -Me encojo de hombros. -Ya lo encontrarás cuando sea tu momento. -Tú y papá se conocieron hace tantos años, y se aman mucho, solo quiero tener eso para mi también. -Quien te dice y capaz lo encuentras en tu viaje -Mueve las cejas insinuante con una sonrisa traviesa en el rostro. -Si mamá, porque sobran los hombres allá. -Nos reímos. A decir verdad si hay muchos, pero no de los cuales pueda enamorarme. Son en su mayoría hombres de familias establecidas y si no demasiado jóvenes, como Loui el hermano de mi amiga Biaggia. -Que pesimista, confía en mí. -Mejor hablemos del trabajo -Me da una mala mirada -¿Qué? -Río. -Todo trabajo, igual que tu padre. -Mamita, no puedes decir eso. Desde que llegué estamos hablando de mi ausente vida amorosa, mejor ponme al día con lo que tengo que ir al centro. -Bueno, entonces… Tenía algo más que decirte, pero dejaré que te sorprendas. Me tengo que reir, mi mamá al igual que tía Lia pueden parecer más infantiles que nosotras, sus hijas, la mayoría de las veces -Sobreviviré. Sin más preámbulos, me extiende unas carpetas y nos ponemos manos a la obra. ︵‿︵‿୨♡୧‿︵‿︵ Respiro profundo al llegar a la villa de Pietro. El aire puro de aquí no tiene comparación con nada, la vista, los sonidos, los aromas. Amo este lugar. -Afuera -Bajo a los chicos del auto y salen corriendo como unos locos. No soy la única que ama el sitio. Recuerdo la primera vez que vine, fue para la boda de mis padres y estuve tan inmersa en todo lo que me rodeaba que ese mismo año pedí por favor que me trajeran cada vez que lo hicieran. Y mamá, al encargarse del centro ecuestre, lo hacía con frecuencia. Así conocí a los hijos de Giacomo, el encargado, y me hice su amiga. Cuando conocí a los caballos fue una conexión casi instantánea, moría por subirme en sus lomos y no me dejaron, por lo que pedí clases de equitación y mi amor por ellos, desde ahí, solo fue en aumento hasta el día de hoy. Los amo. -Buongiorno -Volteo con una sonrisa cuando oigo a mi amiga a mi espalda. -Biaggia -Enseguida la envuelvo en un abrazo -Te extrañé mucho. -Yo también Ali. -Sonríe mientras sentimos como mis bebés se meten entre nosotras deseando saludarla también -Por supuesto que a ustedes también chicos -Dice cuando intentan llenarla de besos. -Sentados -Les digo cuando veo que se ponen enérgicos y no planean soltarla. -Han crecido mucho desde la última vez -Biaggia comenta mientras les da unos premios que siempre llevo encima. -Tenían solamente poco meses, ahora ya son adultos. -Digo orgullosa del par a lo que Biaggia se ríe. -Bien, mamá gallina. ¿Ya fuiste por el centro? -No, quería dejarlos instalados antes de ir. -En ese caso entremos, mamá tiene todo listo como te gusta y… -Levanta la mano antes de que proteste -Ella quiso hacerlo, se siente culpable porque no puedas quedarte en casa esta vez con lo de la abuela y todo eso, así que trató de volver la casa de la piscina lo más hogareña posible. Y esta noche me tendrás aquí contigo. -Me guiña un ojo. Llegamos a la casa de la piscina que parece un mini chalet, y ya desde la puerta se puede sentir el aroma a salsa casera, pan, pesto… -Parmigiano -se me hace agua la boca al ver una horma de queso cortada a la mitad sobre la mesa. -Alahi -La mamá de Biaggia se limpia las manos en el delantal antes de abrazarme -¿Cómo estuvo el viaje? -Corre una silla para mí -Siéntate, debes estar cansada. -Estoy muy bien, no te preocupes, mejor cuéntame cómo has estado. ¿Mejoró tu espalda con las cremas que te traje? -Un cien por ciento mi niña -Esta señora es toda dulzura, aunque al principio no le gustaba mucho que mamá y yo fuéramos inglesas, menos cuando supo que éramos modelos, era muy conservadora. Pero con el tiempo supimos ganar su inmenso corazón. -Me alegra mucho saberlo -Tomo sus manos entre las mías y la hago sentarse -No tenían porque hacer todo esto -Señalo alrededor -pero muchas gracias. -Beso el dorso de sus arrugadas manos y ella se levanta rápido para revolver lo que tiene en la olla sin decir más, pero ambas notamos como disimuladamente se seca los ojos con el delantal. -Mamma iremos al centro, pero volveremos a casa antes del almuerzo. -De acuerdo, andare.