Vladimir II

2455 Words
Los enormes postes de más de 20 metros tenían sus bases firmemente ancladas sobre el terreno andino, casi llegando a la estación Vladimir se puso pesado y empezó a mover la telecabina de un lado a otro, nos acompañaba una joven madre con una niñita —Vladimir para, que soy sensible y me vomito —Vomita, me gustaría ver eso—siguió, dale que te pego, moviéndose hacia atrás y adelante —No seas infantil, para—estaba empezando a conocer mi lado más negro —¡Vladimir, para ya! —la niñita que estaba en frente se puso a llorar, su madre intentó calmarla, me preguntaba cómo no se atrevió regañarlo, viendo la escena finalmente se detuvo — Estabas temblando— me vio con cara de idiota, en esto prefería el lado más maduro de Maurice —Cómo no voy a estarlo, si como un tarado movías la cabina, soy acrofóbica—esa es una lección, olvidamos los estados de los demás, olvidamos que cada uno sigue un proceso, todos tienen un estado mental diferente, por eso coincidir es un evento supremo. Aunque también he pensado en alcanzar el estado de no-diferenciación, dónde sientes lo mismo al estar con un patán que con alguien que posee una actitud socialmente aceptable —Relájate, estaba jugando —¡Relájate tu! estamos con una niña imbécil— en realidad no sentí conmiseración por la niña, la mayoría de almas son viejas, ¡seguro que esta niña es más antigua que yo! —Tenga más cuidado, joven— finalmente habló la madre, se veía ultra joven, aquí caía el viejo adagio "niños cuidando otros niños", lo dijo con una vocecita chillona. Vladimir bajo el rostro. Finalmente llegamos, el cambio de temperatura me hizo arrepentirme de venir con tan escasa indumentaria, y yo parecía ejecutiva, ¡y por no avisar! Arriba la temperatura rozaba los 9 grados centígrados, a modo de súplica le dije a Vladimir: —Cariño, no aguanto el frío, soy más fina que tu —Claro, ven—me llevó del centro de la estación a un tipo refugio donde vendían gran variedad de comida, desde unas ventanas que funcionaban como paredes también podía mirar - a pesar de la espesa neblina - quebradas o acantilados que parecían cortar al planeta a la mitad, era un lugar puro, limpio y de enormes proporciones, no me atreví a ver aquel precipicio, su oscuridad bastaba para que me acobardara en extremo Dentro el calor nos cobijaba, aunque no acepto este pensamiento, en aquel momento si, y era que prefería el calor humano a los fieros fríos de las montañas. —¿Como percibes este lugar? —Es un santuario —Deja tus comentarios religiosos —¿Y eso?— lo miré con serio reproche —Solo bromeaba —Es que esto no es obra de hombre, esta belleza supera la imaginería humana, los árboles y los animales en sitios tan deshabitados son para mí motivos de admiración, mejor les fuera si en este lugar no hubiese llegado mano de hombre. Se observan mirlos, picaflores, conejos de páramo, gavilanes y perdices; al caer la tarde podríamos observar lobos de páramo. Me retraigo y olvido muchas veces hasta a las personas. No paraba de observar la neblina que nos convertía en un pueblo perdido, fuera de la civilización, rogaba que fuese así. Tenía que volver, lo sabía, centré mi enfoque en Vladimir para no perderlo —A pesar de que no te asienta el frío, estás muy mona —Si, tengo eso, cuando estoy estresada también me veo bien —Intenta estresarte mas, ¡por favor!— esto lo dijo muy fuerte —Shhh, baja la voz— se paró, se preparaba para pedir un almuerzo —¿Que te gusta? —Para mi nada, por favor —¿No comes? recuerdo que si— repase memorias y me pregunté cómo había llegado ahí, con Vladimir, un tipo bastante atrevido—. Por eso estás tan flaca, de aquí a unos años desapareces —aunque hablaba en son de broma me sentí ofendida, además con el pasar del tiempo mi necesidad de alimentos parece que disminuía. —Esta bien, un tofu por favor —Así sea—caminaba muy seguro Comíamos muy relajados como si el tiempo no pasará sobre nosotros, bueno, yo lo percibía así. —¿Que anhelas por sobre todas las cosas?—me gustaba más esta versión de Vladimir —Alcanzar la pureza total —¿Ha sí? —Si, es lo más importante —Para mi no— ¿era una alma grande o no? —Si lo piensas bien, tiene mucho sentido —Ejemplos, por favor —Porque transformando el reino interior cambia tu perspectiva de vida, a tal punto que ya no hay amigos o enemigos, solo maestros, verías con perfección todo al cambiar tu percepción —¿Es real eso? tienes fama de vivir de meras abstracciones —Si —En secundaria no se hablaba de eso, según las teorías aceptadas somos como los animales —Son conocimientos ocultos, —Aún no logro vencer mi natural escepticismo materialista— seguía mirando el espectacular paisaje de caída —. Para comprobar que Dios existe solo basta una prueba irrefutable: tú eres una prueba de su existencia —¿Cómo? — la verdad no entendí su aseveración —Contigo me siento revitalizado, lo digo en serio —No te entiendo, ¿estás usando palabras adornadas? —Es mi verdad, la que alcanzo a percibir con mis limitados sentidos ¿imagina que conclusiones sacaría con mayor grado de evolución?—tantas horas de diálogo en tiempos antaños deben haberle servido para hablar el mismo lenguaje—. Te vería con mayor perfección — ¿Por qué soy una prueba de la existencia de Dios? —Tus conversaciones están haciendo que me acerque a la Providencia, tus palabras están llenas de verdad, tiene que serlo, solo Dios podría hacer una promesa así, en el transcurso de mi búsqueda también reclamé tanta aparente imperfección, mas al oír tus aseveraciones todo cuadra, el mundo es imperfecto porque lo vemos con estos limitados sentidos, detrás de éstos el universo se rige por leyes perfectas, una vez dentro de esa realidad la vida se contempla en su verdadera dimensión —¿Has llegado a dicha realidad?—Quería probar si no estaba hablando con la panza —Tu Phoebe, tú me ayudarás —Es personal, la experiencia es algo individual —He experimentado su presencia, porque al sensibilizarme, basta la reverencia para ver que, en efecto, percibo tu gran aura, ésta me revitaliza, no es un engaño. —¿No me mientes, lo que dices lo sientes? —Cada palabra que te digo es verdad, nada es un invento ni un truco de la semántica, ni uso la retórica para ganar tu atención —Hace rato que el ambiente y la química cambiaba a nuestro alrededor, era yo y Vladimir, o yo y la verdad. —Asi como personas perversas despiertan en nosotros lo más oscuro, vil y siniestro, tú eres capaz de despertar en los sótanos de mi alma lo mas elevado de la naturaleza humana— ¿cómo se había vuelto tan filosófico? En ese momento al igual que lo hiciera en su tiempo Maurice, comenzó a devorarme con su vista, empezó por mis labios, los veía con deseo, no podía con la emoción, es similar a cuando - en un concierto - las emociones masivas de la gente te descontrolan y pierdes los estribos, a veces te pones a llorar, los insensibles permanecen imperturbables, los hipersensibles se derriten. Me pasaba lo mismo, entonces procedió a besarme, que bien lo hacía, me despertaba sentimientos pasados, no era Maurice, era él mismo, rememoraba aquella noche cuando me hizo suya, pero en aquel tiempo no había conexión, ahora a mayor sintonía podía sentir más a su alma que a su cuerpo,¡ felicidad suprema! estábamos sedientos de amor, del sentimiento universal y necesario que nos separa del reino animal, éstos últimos suelen ser nobles y en algunos casos más sensatos que los hombres, pero en último término no alcanzan la elevación humana cuando se expresa en su divinidad. Me besaba como si la vida se le fuese en ello, no lo hacía con lujuria, dijo —Te amo con toda mi alma— toqué su barbilla , la acariciaba, estábamos como en la misma silla, se me abalanzó —Ya, está bien, cariño...— su lado más animal volvía a relucir, estaba parado y yo sentada, seguía acariciando su cuello, se detuvo. Se puso de pie y desde atrás me cerró los ojos con una mano, y me besaba en esa posición, estando mirando a los cielos y el hacia abajo. Dice la metáfora que esto explica la fusión del amor como una mezcla entre lo terreno y lo divino, el puente de fusión entre lo divino y lo humano. Procedió a sentarse frente a mi Viéndolo a los ojos, le dije — ¿Me amas así, como el bicho raro que soy para los demás? —Así es. Te amo, no por tratarse de ti como algo extravagante , sino que en este mundo imperfecto tu vienes a ser algo fuera de lo común, cuando en realidad vivir como tú sería vivir acorde a las leyes de Dios. Sería vivir como dioses. No era un arrebato o como típicamente se entiende un romance de una noche, Vladimir y yo veníamos anunciando un amor silencioso desde hace meses. La Guerra provocaba que sintamos hambre el uno del otro, un amor mudo en palabras pero rico en emociones. Me sentí revitalizada, fue como un intercambio de energía. Vladimir quería subir el volcán, le dije que no era posible, los intercambios de acontecimientos los tenía calculados, también deseé perderme con él es aquellas desoladas montañas. Ya de bajada nos besábamos como pareja, me mimaba y abrazaba. En el transcurso -durante el regreso - nos tocó compartir la telecabina con una pareja, también se expresaban amor, en ocasiones sentía recelos, en mi primera juventud ver parejas era un verdadero martirio, ya que siempre he pensado que mi vocación era ser santa. Pero mis adherencias no me lo permitían, ahora en mayor estado de autosuficiencia me sentía también completa por mí misma, pero uno de mis caprichos era mostrar a mi chico a los cuatro vientos, se besaban, ¡ahora yo también tengo algo que presumir! En el reinicio de la estación debía seguir otra ruta, se subió en la moto y antes de perderse en la vía me abrazó, sentía cariño por el y le rogué a Dios que lo llevara con bien, que en su viaje ningún futurible desfavorable lo alcanzase. Besé su frente y al instante se colocó el casco. Desapareció. Al dirigirme a la dirección contraria sentí que lo nuestro era algo muy viejo, como conocerlo en otras vidas, como si nuestra unión tenía que consumarse en esta vida, hasta sentí que ya compartíamos la vida juntos. Llena de felicidad, esperaba encontrarme con Roberto en la Iglesia de la Compañía, tenía muchas ganas de verlo, llevábamos años sin hacer conexión. Roberto fue novio de Margott en tiempos de colegio, es una gran alma. Estuve esperando como quince minutos y no aparecía, el frío del viento ciñó mis ropas, y un mendigo con voz de tarro se me acercó —Oiga mozuela ¿que hace una señorita como usted por estos lugares? — no sentí repugnancia, solo me alejé—¿Es que no me oye? —Si—nos encontrábamos en medio de una multitud, ya que la situación lo ameritaba le dije —¿Usted es? —Francisco Miguel de Ascazubi, estoy para servirle —¿A qué se dedica usted?— tenía un traje gris que no se lo debe haber cambiado hace 25 años, de seguro lo compro blanco —Patólogo del lenguaje —¿De que se trata...? — yo hablaba mecánicamente por la incomodidad —Soy m*****o certificado de ASHA, los logopedas nos encargamos de ayudar a las personas a desarrollar sus destrezas de comunicación y tratar los desordenes del habla y del lenguaje — tenía una mirada muy singular, no sabía si tenía aprendido de memoria su discurso o era un loco más, de esos puñados escondidos por doquier en la ciudad—. Usted tiene problemas con habilidades de comunicación social— fruncí el seño, captó mi atención —¿Cómo, que yo tengo qué?— lo dije mas interesada —Que usted, por su lenguaje corporal se puede notar su falta de habilidad en las relaciones sociales —¿Ha si?— quería contestarle: ¿¡y eso a usted que le importa!? ¡viejo metiche! —Ya que soy un profesional le diré sus deficiencias comunicativas y de lenguaje, tiene: * Problemas para comprender los sentimientos de otras personas, eso lo noto por su mirada y su comportamiento nada usual en el modo de relacionarse. *Evita el contacto visual *Realiza movimientos repetitivos y extraños Eso como signos externos, también debe tener intereses muy específicos y limitados, a veces obsesivos En estado de shock me preguntaba cuál de los dos era el loco/a aquí, le pregunté: —¿Cuál es su diagnóstico? —lo dije a sabiendas de que se centraba únicamente en signos exteriorizados, y muchas veces una cara rara hacia afuera, puede ser un estado de bienaventuranza interna superior al rostro común. —El espectro de los trastornos generales del desarrollo es muy amplio y multidimensional —¿Entonces? —Síndrome de Asperger —Mierda, y como me curo— quería tomarle el pelo —Debe ir a terapia, si quiere le dejo mi número o usted me da el suyo...—lo admito, era un loco bastante inteligente, con viveza criolla en las venas —¡ Záfese de aquí! —No se sulfure, yo solo quiero ayudar— lo dijo como disculpándose, tenía talento, hasta podría decir ingenio para conquistar. Haciendo uso de mi dramatismo absurdo agregué: —Si no me deja en paz llamo a la policía —Pero no se enoje— entonces entré en un pequeño hostal con el pretexto de pedir una habitación, no se atrevió a seguirme.Una vez dentro , me excuse de que tenía que verme con alguien y el recepcionista solo me quedo viendo como a alguien de falsos modales. Ya una vez fuera, me percaté de que más malandros no se ubicaran al derredor, finalmente Roberto apareció, lo ví desde una esquina, ¡al fin! También pensaba en el meollo de cosas que me había diagnosticado Francisco Miguel de Ascazubi ¿Es que necesito terapia, no soy normal? porque viéndolo con perspectiva aquel vagabundo parecía que me leyó la mano. l
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD