Maurice

1476 Words
Un día, caminando por la calle, sumergida en mis pensamientos de repente sin darme cuenta Maurice estaba con un grupo de amigos, realmente me apenaba verlo, dejó a sus amigos y se me acercó, llevaba una chaqueta de vaqueros, creo que estaba en algún club, pues me di cuenta inmediatamente del sello de estrellas y caballos que colgaba de su chaqueta como insignia. —Phoebe —Ah, hola, mira voy de prisa y no tengo tiempo, si quieres hablamos después—la verdad me moría de miedo, estaba temblando, es increíble que esto me suceda aún al intentar con todas mis fuerzas y a través de múltiples métodos aquietar mi espíritu —Chica difícil ¿ por qué me evitas? —Nadie te evita, es solo que tengo muchas cosas pendientes. —¿Todo eso no puede esperar? ¿ En serio vale tanto la pena? —Me moría de nervios, ¡diablos! Las manos me sudaban, se me dificultaba verlo a los ojos por temor a que me reconociera rara, siempre he tenido el presentimiento de ser Asperger, el mundo del lenguaje junto con sus múltiples abstracciones no me confunde, lo que considero de gran dificultad es comprender el lenguaje corporal, las expresiones, gestos, tanto expresarlos como descifrarlos, moría de pena al pensar que quién tenía ante mí me viera como todo menos como una persona normal. “Vete ya” - me decía a mis adentros - “jamás comprenderás a alguien cuyo significado del amor es mas bien dantesco", soy tu Beatriz y tu mi amor imposible, debo admitir que el drama es una parte importante para mi, de lo contrario esta vida me parecería vacía y hueca. —Vamos, solo será unos segundos—Maurice no me apartaba la mirada, debo admitir que es muy sexy, su cuerpo es derecho, camina con paso firme y enérgico, me desarmo. —Está bien, no es tan importante ¿que quieres? Mi voz no solo era chillona sino que me temblaba tanto que me debe haber considerado hipertímida. —Tranquila, no muerdo, es la primer vez en esta vida que te veo. No puedo pasar esta oportunidad, hemos sido puestos en el espacio y tiempo perfectos para que de entre millones de sucesos y misterios que palpitan en el universo tu y yo podamos coincidir — me heche a reír. —¿Siempre eres tan ingenioso? , la sofisticación no se me da muy bien ¿Sabes? La elocuencia me aburre si no se sustenta en la verdad. —¿Crées que mis palabras son huecas o carentes de sentido? ¿Acaso eres una racional sin corazón? —No es eso, solo que acostumbro a la síntesis y a la comunicación clara y efectiva. —La poesía no es estupidez. —Yo no dije eso —Aunque soy hombre encuentro de suma importancia y consideración al corazón y los sentimientos.— Eso sonó falso, la verdad detesto que los chicos vayan tan rápido —Tranquilo oye, yo apenas te conozco —Solo te intento mostrar mi afecto. Maurice me quedó observando, su mirada era tranquila, me sorprendió su compostura, era impredecible, creí que seguiría hablando sin sentido. —Acompáñame a la parada, ¿que dices? —Bueno—asentí después de un rato, y no podía evitar sonreír, la verdad es que Maurice me vuelve loca. Caminamos juntos y el día era tan claro que podia observar todo de él, era consciente de que aún soy atraída por los sentidos, sabía que aquello podía resultar en apego, también sé que la juventud idealista al correr en múltiples direcciones a veces no llega a ninguna parte , aún así me dejé llevar por el momento, era muy imponente, alto, caminaba confiado aunque su personalidad por increíble que parezca era algo contraída, debido a ciertos desórdenes psicológicos me cuesta ser segura y por lo general dejo que otros tomen las riendas, siempre dejo que sea la otra persona la que elija. Caminábamos con cierta elocuencia y de manera rítmica, me amolde a su paso y después a su trato, me resulta encantador. Estuvimos mucho tiempo callados y no me incomodaba, a él tampoco. Al subir en el metro viajamos parados y se me puso de frente, observaba mis ojos, por raro que parezca no tenía miedo, tenía cierto poder en su interior que no lo puedo explicar, muchas veces le desvíe la mirada —Mucho gusto, mi nombre es Maurice, ya que no te molestas en preguntar. —eso fue tan penoso, aún así no pude evitar sonreír. —También es un gusto para mí. — Eres amiga de Margott ¿verdad? —Si ¿que pasa con ella? — No la conozco, solo he oído hablar sobre ella—Lo observaba de manera inquisitiva y le pregunte: —¿Qué sabes de Margott? —Bueno, cuando estaba en el colegio la apodaban bruja, decían que practicaba magia y sabía muchas cosas. —En mi opinión no deberías darles ese derecho, no la conocen. —Aunque no la he tratado me resulta una persona culta e interesante. —Si, es especial. —¿Y a ti también te hace falta un tornillo? Eso me molestó, así que hice la vista gorda. Aunque permanecí callada, Maurice es muy centrado, no perdía la cordura aún si le llevase la contraria o me molestara con él. —Phoebe ¿te puedo llamar así? —asentí con mi cabeza —No quiero que te pierdas, dame tu dirección — Maurice demostró capacidad de decisión, yo como niña buena le di hasta mi número , sus ojos elocuentemente serenos me inspiraban confianza, me sentí como una cría, se despidió y conforme se alejaba en aquella multitud mis ojos no lo dejaban, lo observe hasta el último instante, y al perderse en aquellas avenidas en medio de la muchedumbre quede en la nada, preguntándome por qué nuestro encuentro tuvo ese desenlace tan fugaz, anteriormente hubiese reclamado lo inarmónico que fué, mas en ese instante sentí que mi vida llevaba cierto curso , en verdad no importa lo agitado que sea todo, permanezco interiormente tranquila ante los acontecimientos, sean estos de índole existencial, excitante o de lo más ordinario, parecía que ninguna alteración me sacudía del estado de beatitud que tanto me había costado. Aún así mi encuentro con Maurice precipitó mi corazón, toda la noche lo recordaba, su recuerdo se fortalecía y llegué a creer que jamás lo olvidaría, la intensidad de su ser se acoplo en la mía y llegué a extrañarlo, no sé si se podría considerar apego, por lo general produce sufrimiento y yo sufría sin dolor, me imaginé escenarios crueles con el fin de ponerme a prueba y calibrar mi capacidad de soportar, entre las situaciones que imaginé era verlo con alguien más, o que sufriera una grave enfermedad o que muriese, o ¡que se yo! tal vez era gay y simplemente me quería como su amiga, me adentre tanto en estas ilusiones que engañaba a mi cerebro con el fin de que se convenciera de lo imposible de una relación, y de algún modo me sentí con la firme capacidad de sentir afecto pero sin deseo, no se si me llevan la corriente, es que trabajar la psique permite crear escenas de este tipo, no estoy loca, esto se puede proyectar con el fin de averiguar el progreso propio. Me encanta la pasión, soy muy intensa, a veces en las mañanas me encuentro besando mi almohada, soy tan delicada con su rostro, juego con sus mejillas y su boca, pero nunca siento apego o celos por él ¡maldito cine! puede a uno arruinarle la vida, no sólo culparía al cine, también culparía al movimiento romántico del siglo XVIII, por crear tanta estupidez, entre el estado de vigilia y el despertar mis sentidos me arrastraban hacia él, mis amores son tan escasos que con frecuencia me entrego por completo a una sola persona , Maurice es tan seguro que siento que es mi único refugio, ayer en la madrugada en un arrebato llorando hable en silencio —Maurice, mi amor, no me dejes, soy tan insegura, tal ves te aburras de mi, pero ¡cómo! Lo nuestro no tiene lugar, somos tan diferentes y tu desapareces en un millón de ilusiones— por las noches siento que me besas, aunque sea solo yo y mi almohada, siempre me encuentro sola, desearía que me abrazáras, ésta parte humana es tan deseosa de afecto, me imagino a los dos juntos en las montañas, converso con los pájaros y en la bella mañana diamantina toco tu mano, eres un sueño, perteneces al éter, a veces de manera juguetona te doy muchos besitos en el rostro, en mis estados más puros y elevados te amo sin lujuria, te amo sin apego, te amo sin aprisionarte, te amo en cada árbol, en cada flor
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