—Bueno, me voy a casa—se levantó el profesor frotándose los ojos—,bueno, no sin antes excusarme con la profesora Luz.
—¿Por qué? —arrugó las cejas el coordinador Andres Emerson.
—Me ha invitado a cenar en su casa; a la verdad, quiero estar solo.
—¿Solo? ¿por qué? ¿te has vuelto loco?—tomó a su amigo por la espalda obligándolo nuevamente a sentarse—. Okey Cam, te vas a afeitar el culo, el pecho, tus pelotas e inmediatamente te vas a la casa de esa hermosa profesora.
Cam puso cara de culo, con honestidad, le provocaba quedarse mirando la televisión con palomitas de maíz... quizás un partido de fútbol o una película de acción.
—No quiero estar lidiando con la profesora de ética profesional hoy.
—¿Y que coño vas hacer?—hizo como si se le hubiese ocurrido una brillante idea—. Aaah, ya se. Sentar tu culo en el sillón mirando un programa estupido con palomitas de maíz solo compartiendo con manuela.
—¿Manuela?—Cam arrugó las cejas confundido.
—Coño ya sabe de que hablo, somos viejos más no estupidos —Andrés hizo un gesto obsceno con sus manos.
—Aah, que... que asco. Hace tiempo no hago esoo...—gruñó su amigo, sacudiendose la nariz.
—¿Enserio?—se inclinó hacia adelante acortando la distancia—, Cam, mi buen amigo Cam... ¿desde cuándo no coges?
—No tengo necesidad.
—Aaaaaahhhh... falso. Todos los hombres nos gusta coger y ser cogidos.
—No voy a tener esta conversación contigo—se levantó dirigiéndose a la puerta
—¿Acaso te volviste marica?
Cam respiró hondo acariciando el pomo de la puerta.
—No soy marica. Solo que... no es justo para mí mujer.
Andrés se echó a reír llevándose sus dos manos a la cabeza como si estuviera loco.
—¿Mujer? ¿qué mujer?—se acercó nuevamente a su amigo volteandolo para quedar frente a él —. Por favor Cam, tu mujer murió hace dos años... dos años—repitió haciendo una seña de número 2 con sus dedos.
Cam bajó la mirada pensativo, con un destello de dolor en su corazón.
—¡Tienes que superarlo!...—resopló —. Oye...tú mujer fue increíble, pero ya no estás. No estás Cam. Hoy vas a superar, vas a cerrar el dolor del pasado follandote a la linda y atractiva profesora Luz.
—Va contra las políticas de esta universidad Andrés. Tener relaciones sexuales con colegas no está permitido. Eso tu lo sabes y yo lo sé. Ya perdí a mi mujer, no quiero seguir perdiendo—diciendo estas palabras salió de la oficina del coordinador Emerson. Se fue directo a su casa, soltando resoplidos de frustración por la conversación anterior. Se sentó en el sofá pensativo por lo que su amigo le había aconsejado, a toda verdad, quizás no había superado a su mujer, sin embargo, también tenía claro que debía avanzar, claro, nadie ocuparía su lugar en absoluto siempre en su corazón estaría el amor de su juventud, no obstante, era evidente que el cuerpo le reclamaba, le exigía un poco de diversión yacia mucho que no tocaba otra mujer que no fuera su esposa.
Se lamió los labios después de tanto pensarlo hasta que finalmente decidió presentarse a la dichosa cena con su colega Luz.
Se echó un baño con agua bien caliente, se vistió como un caballero se debía vestir, con un traje, corbata y unos zapatos negros bien lustrados. Asimismo, Cam sabía que presentarse a una casa con una mujer sola los llevaría a una sola cosa: Un poco de sexo. ¿Realmente eso quería? nunca había tenido ni un mal pensamiento con Luz, en absoluto, lo encendía más la niña de las pantys medias que aquella profesora.
Se dispuso a comprar una botella de vino costosa, además, de un ramo de rosas blancas. Por alguna razón estaba nervioso, hace mucho no tenía una cita, y mucho menos con su colega. Debía ser discreto en esta situación o lo sancionarian de la universidad.
Acontinuacion, lo pensó un poco antes de tocar el timbre de una casa de dos pisos, blanca, con dos ventanas pequeñas a los lados. Era bastante tradicional, de hecho, se parecía a las demás vivienda de sus alrededores.
Un bombillo alumbraba la entrada mientras volvía a tocar el pinche timbre; miró el cielo por un instante para darse cuenta que no había estrellas, ni luna, ni nada que iluminara el firmamento. ¿Quizás era una señal? tal vez Dios le estaba indicando que huyera de aquella cena que tenía bastante consciente de lo que ocurriría, la lujuria no era buena te lleva a una condenación eterna. Cam conocía un poco de la Biblia, como buen lector le gustaba leerla para saber, aprender, y discernir los contextos metafóricos de la misma. Aunque no era un erudito bastaba por ser lo bastante correcto como para cometer semejante locura.
Cam se arrepintió llevándose las manos al rostro, buscando la forma de salir de ahí sin que la mujer se diera cuenta, pero joder, ya había tocado el timbre dos veces, obviamente, él era la visita deseada de esa noche sin estrellas.
Suspiró, caminando directo a su auto hasta que escuchó:
—¡Hola profesor Cam!—su voz era sensual. Por lo tanto, el hombre se paralizó de inmediato. ¡No tenía escapatoria!. Volteó ligeramente como si nada hubiese pasado para observar que esta mujer tenía su cabello rojo bien peinado hacia a los lados, suelto a nivel de los hombros. Un vestido mundano trasparente de tirantes que sobresalía parcialmente una parte de sus senos grandes. Marcaba una silueta delgada, recta, sin curvas. La prenda puesta solo le llegaba hasta los muslos, dejando unas largas piernas en evidencias. Lamia sus labios como una serpiente que está a punto de soltar el veneno en su presa.
《Actúa normal Cam, actúa normal》
Fingió una sonrisa tratando grueso, caminando a la puerta de la casa. Visualizó el vino y las flores en sus manos como si eso le aligeraria los nervios.
—Profesor Luz—dijo con una media sonrisa.
—No me digas profesora... llámame Luz—murmuró muy cerca de él. Cam podía discernir el exceso de perfume.
Cam asintió.
—Son para ti.
—¿Para mi profesor Cam?—se hizo la sorprendida la mujer.
—Si.
—Son hermosas las flores. ¡Me encantan!
El profesor guardó silencio mirando a todos lados como pajarito en grama.
—Que descortés soy. ¡Adelante!—Luz le dió espacio a su visita para que ingresara a su casa. Cerró la puerta tras si, para indicarle a su deseado que pasara al comedor.
Una cena aguardaba allí: pollo en el horno, papas, arroz, y dos grandes copas. La mesa era pequeña para acortar distancia, eso hizo estremecer a Cam.
—¡Siéntese Cam, me alegro de verlo!—movias sus labios suavemente, sirviendo aquella botella de vino tinto. Luz olió la colonia de su visitante, y no pudo resistirse a pegar sus labios en su oreja para susurrarle:
—Me alegra que hayas venido Cam.
Estremecido de pies a cabeza asintió ya sentado, a la espera de que su compañía se incorporara para comenzar todo este asunto.
Luz cruzó sus piernas dejando ver una parte de su trasero. ¿Acaso no tenía ropa interior?
—¿Como has estado?—preguntó para iniciar una conversación.
—¿Enserio preguntarás como estoy?
—Disculpa, hace mucho no salgo con nadie.
La mujer de bebió la copa de un solo golpe.
—¿Quiere saber como estoy Cam? —su voz ahora estaba entre cortada; el profesor trató de beber un poco de vino para calmarse, ni siquiera había tocado el pollo y ya está mujer estaba con insinuaciones.
—Estoy mojada—el profesor se atragantó con el vino, escupiendo un poco en la mesa.
Luz se pasó los dedos por la boca con sensualidad, acto seguido, se levantó para quitarse los tirantes del vestido dejando al descubierto una piel translúcida, unos senos gigantes que le llegaban hasta el abdomen. Caminó como Dios la trajo al mundo hacia su visitante, sentandose en su regazo para clavarle los dientes en el cuello. Éste se quedó inmóvil, sin saber que hacer. Las manos le temblaban, parecía un estupido adolescente que nunca había cogido, y no era así, Cam sabía que era el placer de follar, pero de follar con amor. Lo había hecho muchas veces con su esposa, ahora, no sabia que le ocurría, no era capaz de poner sus manos en ese cuerpo esquelético.
Sin embargo, con lujuria, Luz centró sus labios con furia en su boca, le excitaba ese hombre desde hace mucho, solo que se había contenido por su esposa, pero ahora... ¿qué le impedía? su mujer estaba muerta, y él libre. Apenas la noche recién comenzaba.
Siguió besando con fuerza, como una leona hambrienta, desajustando la corbata que se aferraba a su cuello. Quitando ese saco, y desabrochando con avidez los botones de su camisa acariciando un pecho desnudo, con algunos vellos que le parecieron bastante varonil.
—Te lo chuparé una y otra vez—le susurró en el oído. Cam seguía sin hacer nada, sin decir nada. Se estaba dejando guiar por este remolino que cargaba en sus piernas, aunque no podía negar que le gustaba lo que escuchaba.
Enredó sus manos en el cabello corto del hombre llenando de saliva su cuello, hasta que...
Suena el timbre...
Siguió atacando, descendiendo por su pecho.
Vuelve a sonar.
—Están tocando—dijo Cam con la voz entre cortada.
—Dejalo que suene—jadeó ella, retomando sus labios.
Nuevamente, ahora más seguido.
Luz se detuvo enojada.
—¿Quien tocará así?—resopló
—Iré a ver...—musitó Cam, apartando a la mujer de su regazo.
—Despacha al que este en la puerta.
Se abrochó la camisa, estabilizando su respiración para abrir.
Su rostro fue confusión y sorpresa cuando la vio ahí, parada frente a él.
—Ginebra... ¿qué haces aquí?
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