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Se Busca Esposa

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Blurb

Todo parecía ir bien en la vida del egocéntrico, correcto y frívolo Ciro Marshall. Hasta el día en que el imperio familiar que le fué heredado hace años, amenaza con venirse abajo por una cláusula impuesta en el testamento de su abuelo y sólo tiene dos meses para resolverlo.

Desesperado por conservar su poder, arma una estrategia que a simple vista parece perfecta, pero cómo era de esperarse, el destino traza su propia línea sobre los planes de Ciro dando un giro inesperado a lo que el consideraba su seguro de vida.

Isabella Miller, en cambio es una madre soltera, desorganizada y despreocupada, que trabaja como bailarina exótica en un club nocturno. Hundida entre las deudas y sin saber que hacer, un misterioso y particular anuncio en la web se convierte en su salvación.

¿Que sucederá cuándo se crucen estas dos vidas totalmente opuestas atraídas por el dinero?

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PROLOGO
ADVERTENCIA: +21 La siguiente Historia contiene lenguaje explícito, escenas de sexo y contenido que puede herir la sensibilidad de algunas personas, léela bajo tu responsabilidad. **************** — Ciro Marshall, ¿acepta usted, a esta mujer Isabella Miller.... — Preguntó el sacerdote Mauricio, mientras me mantenía en el altar de aquella iglesia enfundado en mi fluyente esmoquin n***o. — ... Para ser tu verdadera y legítima esposa, para amarla, cuidarla y respetarla, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, para mejor o peor, renunciando a otras mujeres y serle fiel hasta que la muerte los separe?. — Parpadeé un par de veces al escuchar sus palabras. ¿Qué fue lo que dijo? ¿Renunciar a otras mujeres? Si todo fuera real, estoy seguro que decir "Si, acepto" sería mucho más fácil. Las palabras saldrían de mí boca con más fluidez y menos toscas, después de todo, es la mujer que amo. La que elegí para compartir el resto de mi vida, pero resulta que la mujer que está a mi lado no debería estar ahí. La novia era una sensual y encantadora desconocida a la cuál le iba a pagar varios miles de dólares para casarse conmigo y ayudarme a mantener mi fortuna. Pero ¡por Dios! A simple vista se ve que no está a mí nivel, es todo lo contrario a lo que es Astrid. Es una mujer inculta, sin clase y muy desordenada. Tampoco estoy seguro de que mí familia se trague el cuento de que un hombre cómo yo, pudo elegir a alguien cómo ella. «Seré el hazme reír de todos» — ¿Señor Marshall? — La voz del padre, me trajo de regreso a la realidad dónde todos esperaban una respuesta. — Eh.. Si, sí cómo sea. acepto. — Dije finalmente después de mí breve pausa. Ahora que las palabras estaban dichas no había vuelta atrás. ¡Demonios! Miré a Isabella que se encontraba a mí lado. Su vestido de novia blanco de diseñador, junto a la tiara y guantes sin dedos hasta el codo, la hacían ver realmente guapa. «Dios, no puedo creer que esté haciendo esto» — Puede colocar el anillo en el dedo de su novia. — Mi socio Alexandre y padrino de la boda, sacó los anillos dorados de su bolsillo y me los entregó, haciendo un gesto de picardía con su rostro. — "Bastardo". — Susurré con rabia entre dientes, pero sin dejar de sonreír. Tomé la mano izquierda de la chica y deslicé el anillo en su delgado dedo, me sorprendió la facilidad con la que nuestras manos se enlazaron, a pesar de que ella estaba nerviosa, no había el menor indicio de vacilación en su voz, incluso su rostro se veía inusualmente radiante, con rasgos suaves y definidos. ¿Pero, qué estoy pensando? Moví mi cabeza para echar a un lado aquellos pensamientos cursis, pues había una diferencia de edad entre ésta chica y yo, sin mencionar que era mi segundo matrimonio, seguramente ante los medios y la farándula chupa sangre, debo verme cómo un tipo ridículo. — Sin más preámbulo, ahora los declaro marido y mujer. — Dijo el padre Mauricio, con su voz llena de alegría. ¿En verdad lo había hecho? Permanecí parado unos segundos mientras la realidad se desplegaba frente a mis ojos. Si. si lo había hecho, me había casado con una bailarina desnudista. ¡Debo estar completamente loco!. — Puede besar a su esposa señor Marshall. — El padre me hizo seña de que ya era hora. Debíamos sellar nuestro compromiso bajo la mirada atenta de todos los invitados. Di un paso adelante para acercarme a mí nueva esposa y coloqué mis manos en su cintura, ella rodeó mi cuello con sus brazos de forma automática. Era absolutamente obligatorio que la besara pero más que eso, debía verse como si no fuese la primera vez. Mis ojos se posaron en su pequeña boca que estaba pintada de un color rosa, sus labios eran carnosos y provocativos. La había pillado antes hacer ese gesto nervioso de morder su labio inferior, que en realidad me pareció muy sexy pero no digo absolutamente nada, sólo me limito a detallar su bonito rostro, hasta qué consigo mirarla a los ojos y me sorprendo al ver el verde esmeralda con pequeñas motitas marrones. «Son hermosos» Entonces, decido bajar mi rostro para depositar un casto beso, pero ella se adelanta y su lengua se introduce despacio, dentro de mí boca. Su mano se enreda en mi cabello para atraerme un poco más, todo mi cuerpo se estremece ante esta loca y seductora mujer. Un gemido suave se escapa de sus labios, cuándo respondo a su beso y le sigo el juego besándola a conciencia, dominando esta vez su lengua con la mía para obligarla a mantener mi ritmo, pero antes de seguir con esta locura me separé de ella. — No te hagas ilusiones, Isabella. — Susurré muy cerca de su oído, al ver que aún mantenía sus ojos cerrados. — Jamás ocurrirá de nuevo. ¿Entiendes? — Asintió con su cabeza. — Sí, lo entiendo, queridísimo esposo. — Respondió con frialdad mientras me apartaba de ella y tomaba su mano para caminar hacía la salida. [...] Recibimos los abrazos y las felicitaciones por parte de los invitados, luego descaradamente sonreímos con hipocresía ante los flashes de las cámaras e incluso posamos para unas cuantas fotos de portadas, así sería nuestra vida a partir de ahora, una completa y vil farsa. Entonces, es allí dónde el verdadero juego comenzó y no tenía una idea en lo que me estaba metiendo realmente. ¿Cómo es que dejé que todo ésto pasara? *********** EN El PASADO [Tres meses antes...] CIRO. — Tiene que estar bromeando... — Digo antes de arrancar el documento de las manos de Alexandre Hard, quién aparte de ser mí socio compartíamos una amistad laboral desde hace mucho tiempo. — ¿Un hijo? — Me burlé al releer la diminuta letra de aquella cláusula que apuntaba para ser el siguiente sucesor de la constructora de mi familia. — ¿De dónde carajos se supone que voy a sacar un niño? Aquí dice que debo cumplir con ésta condición antes de mi cumpleaños número cuarenta. — Tiré el documento con enojo sobre mí escritorio mientras que me levantaba para servirme un trago del mini bar. — Más que la última voluntad de mí abuelo parecen los deseos de mí difunto padre a quién "quiero y respeto mucho". — Hice comillas en ésta última frase". — Es más, estoy seguro de que él tuvo que ver con ésto. — Alex sonrió y negó con la cabeza. — Tu odias a tu padre y aún sigue con vida, lo he visto hace dos semanas en Los Ángeles dirigiendo una conferencia. — No lo odio, sólo no comparto sus ideales por eso me distancie un poco de mí familia. — Me mira divertido sin creer ni una sola palabra. — ¿Un poco? han pasado años desde que no los ves. — Lamentablemente, Alexandre, dirigir esta compañía tiene un costo, no me queda tiempo para nada más. — Se da cuenta de que no estoy dispuesto a ceder sobre el tema familiar, así que decide concentrarse de nuevo en el documento. En realidad uso la misma excusa para evitar hablar de mi padre, siempre me trató cómo si no existiera, sin mencionar el hecho que desaprueba todo lo que hago. «Es un cabrón sin corazón» — Cláusula décimo tercera: Es importante que el nuevo propietario de OMEGA CORP, mi nieto; Ciro Marshall, se haya establecido siendo un hombre de familia. «tener hijos y estar felizmente casado...» — Alexandre hizo una breve pausa frunciendo el entrecejo. — Ésto ni siquiera tiene contexto. ¿Quién utiliza la palabra felizmente casado para un contrato legal? — Se echó a reír soltando una carcajada dirigida totalmente hacía mí. Se oía divertido pero yo estába muy seguro de que Vladimir Marshall. «mí abuelo» hablaba en serio. Recuerdo claramente sus palabras antes de morir y su empeño en hacerme saber que de no cumplir con su última voluntad, no sería yo quién llevaría el mando de «OMEGA CORP» sino que pasaría el cargo a mí hermano menor, Luciano. Fué en ése momento dónde decidí casarme con Astrid, mi bellísima novia, para cumplir los deseos del viejo. De eso ya han pasado nueve años pero jamás me imaginé que lo del niño venía incluído en el contrato, aún después de muerto todavía sigue siendo un manipulador de primera. La vida junto a mí esposa era perfecta, ella era la mujer adecuada para mí, era hermosa de pies a cabeza y en la cama una completa maravilla, algo que realmente me gustaba y me hacía sentir satisfecho, nuestra relación había marchado bien durante los últimos años, sólo existía un único detalle: Para la tranquilidad de ambos decidimos no tener hijos. El motivo; ella era una diseñadora de modas con una agenda extensa a tiempo completo, al igual que yo siendo Director de la constructora más influyente del país, ser padres nunca estuvo en nuestros planes y somos felices siendo una familia de «dos» — ¿Y ahora que haré? — Hice una pregunta al aire, más para mí mismo que para Alexandre. — ¿Dónde conseguiré un hijo? Porque Astrid no aceptaría un embarazo, y aunque lo aceptara, sólo tenemos tres meses para concebír... — Negué con mí cabeza y bebí mi trago de un sorbo, todo éste asunto me había tirado por un voladero. — Voy a perder todo por lo que he trabajado, durante años ésta constructora ha sido mí vida, desde que tengo memoria sólo me dediqué a trabajar en lo que más me apasionaba, hasta formarme una carrera y un camino en el mundo empresarial.... Ahora estoy a punto de perderlo por algo tan absurdo. ¡Joder! — Alex me dió una mirada de entendimiento. — Hay otras formas de conseguir un niño, Ciro. — Musitó. — Lo miré sorprendido, pensando en que me ofrecía algo totalmente inaceptable. — ¡De ninguna jodida manera! No voy a comprar un.... ¡Eso es ilegal!. — Repliqué en voz alta, a lo que el se burló de nuevo. — Estoy hablando de la adopción. ¡Por Dios! — Bufó.— — Oh, ya entiendo. — Respondí cuándo el entendimiento vino a mí y me sentí aliviado. — Pero no sería realmente un Marshall... — Hice una pausa pensando en su idea, que justo ahora ya no me parecía tan descabellada. — Sí lo sería. — Contestó.— — Además en el contrato tú abuelo no especifica que el niño deba llevar tu misma sangre. — Dijo, dándome una idea. — Si lo piensas bien, adoptar, es lo mejor que podrían hacer tú y Astrid. Eso cambiaría la visión frívola que tienen muchas personas sobre su matrimonio. — Hice una mueca con mí rostro. — No hay nada extraño con nuestro matrimonio. Es elegante, preciso y muy adecuado para los dos, pero el tema de los niños me parece algo que inquiere demasiada responsabilidad. — El negó con su cabeza. — Si. Bueno, parece que estás describiendo un puto reloj, con respecto a los niños son pan comido. Deja de ser tan cuadrado, es tiempo que dejes entrar a otras personas en tu vida, ya hasta pareces un jodido ogro. — Éso es jodidamente cruel de tu parte. — Dije haciéndome el ofendido y él hizo un gesto con su mano restando importancia. — Escúchame, tengo un contacto que puede ayudarte para acelerar el proceso de adopción y todos los trámites legales. Ve a casa y consúltalo entre éstos días con tú esposa, estoy confiado de que te apoyará, seguramente es el impulso que necesita su matrimonio. Los niños siempre traen alegría a los hogares y en cuanto Astrid conozca al pequeñin o la pequeña despertará su instinto. — Pronunció con seguridad y por primera vez estoy completamente de acuerdo con éste plan. «La adopción es la solución a mi problema.» — Tú encárgate de hablar con tu contacto en servicios sociales, por mí parte le daré la sorpresa a Astrid cuándo haya adoptado al niño. — Alexandre abrió los ojos cómo platos. — Espera, Ciro. ¿Que es lo que estás tramando? Los niños no son un objeto, existe un proceso de evaluación por el cuál ambos deben pasar. — Se alarmó un poco pero me encargue de tranquilizarlo. — ¡Lo sé! Y también sé que puedes encargarte de ayudarme en ese aspecto. Ya lo he decidido. ¡Adoptaremos! tu mismo lo acabas de decir necesito dejar entrar a más personas en mi vida, que mejor manera de hacerlo que ésta. — Respondí convencido de que era la mejor solución, también se me ocurrió que sería una buena sorpresa para Astrid. Era una gran mujer, tenía la certeza de que ella entendería mí posición. — Será mejor que lo pienses bien... — No hay nada que pensar Alex. Justo ahora Astrid se encuentra trabajando en París, pero apenas tenga al chico, iremos a darle la noticia personalmente. Alexandre me aconsejó cómo amigo, pero en el fondo sabía que era la idea perfecta. ***********

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