CAPITULO 2

4948 Words
           Al día siguiente, día de la fiesta, día Viernes; las cosas no habían salido muy bien para Marlon en lo que iba de día, había tenido problemas con su archi-enemigo del colegio: "Jean", discutió y hasta casi se entran a golpes solo porque le faltó el respeto al decirle "maricon". Con Óscar todo iba muy bien, planearon lo concerniente para la noche y anduvieron casi toda la mañana juntos ya que Marlon perdió gran parte de esta resolviendo un problema que le causó su independencia: ningún representante suyo estuvo en una reunión citada por su profesor principal, el cual ese día lo citó para conversar acerca de ese tema que le extrañaba demasiado en alguien tan responsable como él. Marlon tuvo que contarle lo sucedido en su casa y el cambio que su vida había dado. Se tornó muy difícil tener que recordar ese momento amargo de su vida pero hizo su mejor esfuerzo para no llorar. Lógicamente luego de esto se sintió muy triste, no tenía ánimos para nada, no le emocionaba mucho haber tenido que contarle "sus problemas" al profesor, sabía y era de asegurar que lo comentaría con otros profesores, seguramente lo llevarían al psicólogo del colegio, intentarían o lo obligarían a regresar a su casa (lo intentarían al menos). De cualquier modo, ya no podía hacer más, no podía dar marcha atrás. Óscar intentó a toda costa el reanimar a su amigo y le preocupaba verlo así. A la hora de salida se despidieron y Óscar le dijo que no iba a esperarlo a la salida del trabajo por lo de la fiesta, que lo recogía a eso de las 8:30 o 9 de la noche para irse directo al club. Marlon, quien ya ni ánimo tenía de ir a la bendita fiesta, aceptó para no hacerle un desaire a su hermanito que tan ilusionado estaba con la idea, eso sin contar el hecho de tener que ir a trabajar que con todo lo que le había pasado ese día se convertía en una pesadilla... pero que podía hacer... solo resignarse... Se despidieron hasta la noche y cada uno tomó su rumbo... Óscar a su casa y Marlon al trabajo... pesadilla del día. Allí todo estaba tan normal como siempre, carga aquí, carga allá; si algo tenía Marlon según su jefe,  el Sr. Gómez, es que era eficaz y eficiente, por muy pesada que fuera la carga se las ingeniaba para hacer su trabajo, ademas un ánimo para sus compañeros pues Marlon siempre andaba alegre... pero ese día dados los acontecimientos previos estaba algo desanimado y triste, pero cumpliendo bien su trabajo.           El jefe encomendó a Marlon cargar 44 cajas de contenido frágil hasta el camión estacionado afuera del galpón. Lo animó un poco la confianza que le estaban asignando, de igual modo pensó que todas esas cajas le llevarían tiempo y se ahorraría trabajo... eso lo animó un poco mas. Comenzó así a cargar la primeras cajas de distinto tipo y material, madera, plástico, acrílico y cartón, estas contenían copas, jarrones, lamparas, cosas de vidrio y cristal en general, las cargaba con cuidado y a la vez pensaba con cierto pesimismo en todo lo que le había pasado durante el día; la discusión con Jean, el inconveniente con el profesor y la amargura que le causaba el haberle contado sus problemas, esto sin olvidar las consecuencias que  le traería.           Llevaba casi una hora sacando cajas desde el galpón al camión y llevaba ahora su caja 36, es decir, con esa solo le faltaba 8 cajas para terminar su trabajo, la tomó y se encaminó a salir, pisó fuera de la cerca y solo pudo dar dos pasos pues recibió un fuerte golpe que le hizo perder el equilibrio y caer al piso dejando caer también la caja acrílica que llevaba en brazos que hizo el catastrófico sonido de "todo quebrado". Fue el golpe de un choque con alguien que, aunque no cayó al suelo como Marlon, igual quedó algo aturdido. Tirado en el piso Marlon sólo pensaba en la desgracia que ahora se le venía encima. Ya los ojos se le comenzaban a enjugar siendo lo único que pudo murmurar un "imposible". No dijo mas pues tenía una mano al frente, con una intención algo apenada se le tendía para ayudarle a levantarse.       — Disculpa... ¿estás bien? ¿Te lastimaste? - dijo el hombre que por descuido, casualidad o idiotez había chocado contra Marlon.       — Gracias... ¿pero ya que? - contestó malhumorado y groseramente desde el suelo ya levantándose por sus propios medios y limpiándose el sucio de sus manos y notando los rasguños que se hicieron y comenzaban a arder al tiempo que sobaba su rodilla derecha, la cual había golpeado fuertemente contra el asfalto en su afán por no caer, pero fue inevitable.       — No creo causarte un gran problema. - advirtió el hombre dándole una sonrisa que daba la seguridad de que aunque fuese un cataclismo lo resolvería en un instante y suponiendo correctamente que aquel niño lo trataba de esa manera pensando en las consecuencias que le traería el incidente.       — No... para nada - respondió con ironía Marlon que no pudo contener la vista al ver aquel hombre apuesto - solo me corren, me quedo sin trabajo y nada mas... - continuó intentando que la belleza de aquel hombre no lo distrajera, haciendo un esfuerzo para que nada pasara por su cabeza pero en realidad su corazón estaba algo agitado no tanto por la caja rota ni menos por la caída que le había dejado las manos ardiendo en rasguños, sino por la belleza de aquel hombre que tenía en frente, el cual, no obstante, le pedía disculpas. El jefe ya estaba en la puerta de salida, uno de sus compañeros  ya le había  informado del accidente.       — ¡Sr Gómez! - exclamó Marlon apenado.       — Por Dios niño... ¿que pasó? ¿Estás bien? - dijo el jefe notablemente conmocionado al notar las manos de Marlon y como este hizo una mueca de dolor al apoyar la pierna intentando caminar.       — Todo fue mi culpa Señor... - intervino el hombre que había captado que aquel debía ser el jefe.       — Culpa de quien sea... - dijo maleducadamente el Sr. Gómez al darse cuenta que uno de sus empleados estaba herido y luego al notar que la caja agraviada era la del juego de copas de cristal Italiano que Marlon solo podía pagar trabajando sin cobrar unos ocho meses seguidos.       — Hijo - dijo a Marlon su jefe con tono compasivo - ese juego de copas es de los mas caros, ya veremos cómo resolver pagarlos, pero ¿estás bien? - Marlon bajó la cara... no tenía palabras, sólo sentía dolor y su mente ya maquinaba cómo conseguir otro trabajo.       — Por dinero no se preocupe... Quiero la factura de esas copas - habló firmemente el hombre que se había mantenido al margen de la conversación y que ya sentía cargo de conciencia por aquel rato amargo que le estaba haciendo pasar a aquel niño, a Marlon.             Marlon, por su parte, estaba perplejo por la forma en que aquel lindo joven estaba manejando la situación. El jefe le alcanzó la factura con algo de ironía mientras conversaban si estaba dispuesto a pagar por algo inservible, pues ninguna copa parecía haber sobrevivido a la caída. Esperaba ver la expresión de susto que pondría el hombre al ver el monto requerido por las copas; en cambio este solo vio el precio, sacó su teléfono, hizo una llamada alejándose un par de pasos, el señor Gómez revisaba las manos de Marlon y se aseguraba que la rodilla estuviera como mínimo, funcional.          —  Listo. En su cuenta esta cancelado ese juego de Copas y aquí hay un cheque con la mitad del monto de las mismas que va por los daños causados a la salud del muchacho... que no parece de gravedad pero su dolor cuenta y debe ser examinado. Al igual, si no es ninguno,  la caja y la perdida de tiempo cuentan, espero lo cubra de ahí.- Estaba serio, su tono de voz sin inflexiones, parecía repetir un discurso mecánicamente pero su expresión mostraba firmeza, también se notaba que estaba claro y consciente por el mal rato que le estaba haciendo pasar a Marlon por un descuido suyo y para colmo de males, estaba muriendo de la vergüenza. - Si tiene algún inconveniente al momento de cobrarlo, lo cual dudo, vaya a la dirección anexa al dorso del cheque y allí le atenderán.              El Sr. Gómez, atónito, tomó él cheque y lo guardó y solo musitó un "no se preocupe" al momento que miraba en la pantalla del teléfono de aquel misterioso hombre la confirmación de la transacción bancaria realizada en un abrir y cerrar de ojos. Giró para ver a su empleado con ojos que decían "que suerte tienes... niño". Marlon, en cambio estaba mucho mas sorprendido que todos los que afuera presenciaban con los ojos desorbitados el hecho, miró  aquel extraño hombre y agachó la vista, por alguna extraña razón aquel hombre lo miraba con ternura y aun apenado por el suceso. Él se acercó a Marlon, quiso y pensó en tomarle la mano pero luego se dijo que podía ser un abuso y solo cuando estuvo frente a él fue que ambos, Marlon y él, se miraron fijo a los ojos. Por fracciones de segundo mantuvieron la mirada uno encima del otro, Marlon no soportó, sintió que su cara estaba de cualquier color menos del normal, bajó la vista, su corazón latía muy rápido mientras el otro sintió que aquel momento era eterno y faltó solo un poco para que él hubiese bajado la vista también, sintió que las piernas le fallaban, se asustó y fue entonces cuando con la voz cortada pudo hablar.           — Perdón por el mal rato... no fue mi intención - dijo esto sintiendo en cada palabra una ternura y una extraña sensación en su interior.- tus manos... La pierna...       — No te preocupes - interrumpió Marlon, quien sin saber por qué lo tuteó – gracias por sacarme de este lío, mis manos, no fue nada.        — Fue un placer... después de todo fui yo quien lo causó ... - sintió nuevamente que las piernas no estaban en su sitio... por miedo o por confusión dio un paso a atrás diciendo: - Hasta luego y mucho gusto. - dio una mirada al jefe y se despidió inclinando un poco la cara con un gesto casi al estilo medieval.              Volvió a ver a Marlon que sintió que se volvía a sonrojar, se despidió de él con una sonrisa que le devolvió a éste el aliento y lo hizo olvidarse del dolor. Sin más que agregar, ni nombre, ni dirección, ni número de teléfono, dio media vuelta y se fue dejando a Marlon con un desorden mental que ni él mismo entendía, sumado a dolores en su cuerpo.           — Tomate el resto del día - le dijo su jefe - nos vemos el lunes, descansa, este día no ha debido ser fácil para ti. No te preocupes por el resto, yo me encargo. - luego vio que su empleado cojeaba y le insistió en llevarlo al médico recibiendo negativas y excusas que decían que todo estaba bien.               Marlon estaba muy confundido y atónito como para entablar conversación alguna con su jefe o compañeros de trabajo, y por eso prefirió entrar - cojeando - tomar su mochila, sus cosas y salir luego de las despedidas pertinentes. Llegó a su casa/habitación, se tiró en la cama y lloró a lagrima suelta; por su mente solo pasaban su profesor e imaginaba las entrevistas con el psicólogo o con el orientador del liceo y de pronto, entre tanto recuerdo amargo apareció ese hombre extraño y de ensueño que se había topado  en el incidente del trabajo, no sabía porque el solo pensar en él, le alegraba el corazón, recordó su mirada que le hacía por alguna razón, sonrojarse. Recordó la mano que se negó a tocar cuando el gentilmente le ofrecía ayuda. Recordó también la sonrisa con la cual se despidió y estuvo un rato pensando en eso. En realidad sí sabía porque sentía esas cosas... - Algún día llegará... ¿Habrá llegado? No fue un adiós... Fue un "hasta luego" - Se tornó luego de eso, más brusco consigo mismo,  su baja autoestima en ese momento lo hizo caer de nuevo en llanto.            — No seas idiota - se decía a sí mismo entre sollozos  - como se te ocurre contarle eso al profesor - continuaba juzgándose - muy bien pude haberme inventado una historia mejor... pero a fin de cuentas ... tengo que resignarme una vez más... ya veremos que pasa.           Llegó la noche, Marlon en su depresión se había quedado dormido, despertó a razón de 8:15 de la noche y pegó un brinco en su cama, Óscar debía estar por llegar y el ni pinta, ni baño se había dado. Salió corriendo y luego, un baño que duró unos 15 minutos ya que en la ducha pensó que su hermano entendería su retraso (que no era mucho) sabiendo que a Óscar lo menos que le costaba era esperarlo, ya sabía que nunca estaba listo a tiempo. Notó un hematoma en su rodilla producto del golpe y sus manos le ardían al contacto con el jabón, notó algunos hilos de sangre sin importancia, ardían, pero también le hacían recordar al hombre apuesto causante de aquello. Salió del baño y comenzó a vestirse, eligió para la fiesta un conjunto de pantalón, sweater y chaqueta que simplemente le quedaba espectacular, era una muy buena combinación de blanco, n***o y gris que por el color de Marlon le hacía muy buen juego. Como lo había predicho, aun no había terminado de vestirse cuando escuchó el "toc-toc-toc-espacio-toc" de su amigo al tocar la puerta y fue a abrir, Óscar al verlo no pudo mas que soltar una carcajada, ya se esperaba que Marlon no estuviera listo pero tampoco tan retrasado pues este solo estaba comenzando a vestirse así que se sentó a esperarlo sin ningún tipo de apuros, estaba vestido de azul y n***o, al estilo casi igual al que iba Marlon. Durante el tiempo que empleó en terminar de arreglarse fue evidente que su hermanito cojeaba de una pierna aunque intentaba discimularlo así que lo interrogó al respecto, Marlon, al verse inevitablemente descubierto, le contó todo lo sucedido en el trabajo aunque obviando lo que sintió al ver al hombre, se refirió a él sin darle ningún tipo de importancia importancia; solo dijo que había chocado con él y que sin mas ni mas había este pagado casi el doble de las copas y ya, le mostró sus manos con los rasguños a carne viva aún y que le ardían cruelmente y el hematoma de la rodilla pero no habló ni de lo apuesto que era el hombre ni de lo que sintió por él en un momento dado.           — Maldito suertudo - le dijo Óscar jugueteando y con su sonrisa de oreja a oreja.                 Iban camino a la fiesta en el carro del papá de Óscar que no cabía de orgullo porque su hijo tenía novia de buena familia y bonita. A Marlon se le había pasado un poco la depresión, de algún modo el estar con su amigo le ayudaba y se sentía mucho mejor. Llegaron por fin a la fiesta, Fabiola estaba esperándolos, lucía espléndida, radiante. Al verlos lanzó una sonrisa que hizo que Óscar, aunque solo Marlon lo notó, se desviviera por ella; fueron a felicitarla y a entregar el respectivo regalo.           — Que apuestos se ven - se apresuró a decir ella al momento que los dos llegaban a su lado.       — Tu no te quedas muy atrás - la halagó el novio - estás bellísima Fabi...       — Hola, Feliz Cumpleaños - dijo Marlon con una sonrisa para ser algo sociable con "su cuñada".        — Vengan - les contestó la anfitriona - los llevaré a su mesa, les reservé un buen lugar.           En el camino a la mesa Fabiola le dijo a Óscar que sus padres debían estar por llegar y que ellos estaban muy contentos por su noviazgo con él. La mesa que Fabiola les apartó tenía muy buena vista y estaba bien ubicada entre los más allegados a la familia y de frente al escenario donde un grupo de músicos se organizaba para un show. En el club había ya algunas personas y la música del DJ era buena, por lo que los novios no desaprovecharon el momento  se fueron a bailar y solo Marlon se sentó en la mesa a hacer alguno tipo de pesquisa visual del lugar mientras le servían un trago de coctel.           Al rato Óscar estaba nuevamente en la mesa con su amigo hablando de cualquier cantidad de cosas que solo ellos entendían, Fabiola llegó con una amiga la cual presentó a los invitados especiales, su novio y el "hermano" de su novio. Sentados los cuatro,  los novios no perdieron oportunidad para comenzar a romancear y Marlon se vio obligado a entablar conversación con Lourdes (la amiga de Fabiola) que no era muy sociable y que actuaba de manera extraña, torpe y nerviosa. Transcurrió la fiesta sin novedad alguna, Fabiola de aquí para allá como toda anfitriona, Marlon luego que le tomó suficiente confianza a la recién llegada pasó la gran parte del tiempo bailando con ella a pesar del dolor en su rodilla y Óscar cada vez que podía bailaba con su novia; ni Óscar ni Marlon estuvieron solos ni con oportunidad de aburrirse, la fiesta terminó al rededor de las 4 de la madrugada y los amigos luego de las respectivas despedidas salieron a sus casas. Ellos iban aun animados aunque algo cansados, pero la fiesta estuvo buena y eso los mantenía alegres, Óscar dejó a Marlon y salió a su casa despidiéndose de él hasta el domingo por la tarde que se reunirían para ir al cine con Fabiola y después a dar un paseo nocturno.               El sábado transcurrió como un día más, Óscar se levantó de su cama a eso de las 11:30 de la mañana y Marlon a la 1 de la tarde, se bañó, hizo comida, le mandó un mensaje a Óscar por celular para reportarse y se lanzó en la cama a hacer sus deberes de colegial. Óscar, en cambio, se levantó a almorzar y luego se puso a ver algo en el televisor y a esperar que su novia lo llamara.       Así transcurrió el día, la noche y llegó el domingo, ya solo faltaban dos días para su cumpleaños 18 y aunque por estar lejos de su familia la idea no le emocionaba mucho, ese era y siempre ha sido su día mas feliz del año y se esforzaría porque así fuese. Marlon se levantó esta vez muy temprano para salir a hacer sus ejercicios, trotar (solo un poco, pues aún dolía la rodilla), flexiones, barras, en fin su rutina dominical; llegó a su casa/cuarto a eso de las 11 de la mañana, se bañó y se recostó pues como saldría de noche con la parejita de amigos, no quería estar con cara de sueño; arregló la ropa que se pondría mas tarde y se tumbó a dormir, despertó sin apuros a las 4:15 p.m. Y al levantarse el dolor en la rodilla le recordó nuevamente el suceso del viernes, por lo que invirtió otro rato en pensar en el hombre que había aparecido y desaparecido en un santiamén de su vida, esta vez con cuidado se levantó para darse otra ducha y comenzar a arreglarse, Óscar había mandado un mensaje a su celular donde le decía que Fabiola y él pasarían a buscarlo faltando quince minutos para las seis de la tarde, que le agradecía a toda costa... estuviera listo y casi fue así.          Tomaron un taxi y mientras iban de camino a cine en la radio hablaban de algún tema relacionado con autoayuda y amor, de la fidelidad, de valores de pareja y de la correspondencia mutua en las relaciones, a su vez pensaba en que eso era lo que él realmente quería tener, una "relación cerrada", fidelidad y amor, confianza y estabilidad emocional; él deseaba con todo el corazón demostrar que podía ser amado y amar con el alma, creía que el amor es algo mucho mas que placer carnal, desarrolló su propia teoría, algo que llamó: "enamoramiento de almas". Él se decía que mas allá de la atracción física había un tipo de conexión que unía a dos personas, no se tocaba el cuerpo del ser especial, sino también se tocaba el alma; esa alma que los mantenía unidos y les demostraba cada día que el amor existe y que se puede vivir amando a alguien, al alma de ese alguien y sentirse amado de la misma forma. Marlon confiaba en su teoría y esperaba con ansias a su amor, al alma que le correspondía amar, al alma que le diría "te amo"... a su príncipe.            Terminó el sermón en la radio diciendo que "sí es posible amar y ser amado, esta idea le encantó a Marlon que miró a Óscar que estaba más interesado en juguetear con Fabiola que la reflexión de la emisora y al comprender lo que había oído miró a su amigo y ambos intercambiaron una sonrisa de amistad y de apoyo; Fabiola deslizó su mano para tomar la de Marlon y le dio un ligero apretón en señal de apoyo también de su parte. Llegaron a tiempo antes de que comenzara la función por lo que les dio suficiente espacio para elegir la película, hacer las compras de una buena tanda de dulces y snacks y entrar lo mas calmado posible a conseguir tres puestos continuos. La película elegida era de las favoritas de Óscar: suspenso, terror, sangre; Marlon las odiaba, a él le gustaba una sola película y al resto solo se limitaba a verlas para entretenerse y para luego tener algo que discutir, a Fabiola no le gustó mucho la idea pero dado que no podía negársele a Óscar, aceptó. La película hizo a Fabiola soltar algunos gritos y Marlon estuvo muy concentrado, atento a cada movimiento en la pantalla y Óscar parecía niño en parque de diversiones. Los tres disfrutaron bastante tanto de la película como de la compañía, a pesar de que Marlon al principio se sentía un poco incomodo por estar entre novios luego se dio cuenta que no debía ser tan tonto y además él tenía una manera de distraerse detallando su alrededor, que eso pasó a un segundo plano. Durante el paseo comieron helados y cenaron pizza, la comida favorita de Óscar, luego decidieron caminar por la ciudad y así lo hicieron hasta llegar a la plaza donde había gran movimiento de personas que entre amigos andaban y hablaban, se veía buen ambiente; decidieron quedarse allí pues se notaba la alegría y hasta música había, consiguieron un banco donde sentarse y allí se instalaron comentando hechos de la fiesta y planeando paseos futuros. Luego de tanta platica vino la sed y la idea de comprar algunas cervezas para entrar a tono, Marlon se ofreció en ir por las primeras, ya que si iban los tres corrían el riesgo de que al regreso no tuvieran donde sentarse y por eso decidieron turnarse y lo hicieron varias veces, solo algo les molestaba, que las cervezas al llegar no estaban muy frías, pero eso se compensaba con el ambiente cálido y festivo de esa noche.           Pasado un rato Óscar y Fabiola fueron a comprar la octava ronda de cervezas y a Marlon, como era debido, le correspondió quedarse a cuidar el banco; para entretenerse buscaba con la mirada algo o alguien interesante, pensaba naderías (por ejemplo en su cumpleaños que ya se aproximaba) o simplemente se metía en su celular a mandar algún mensaje o revisar redes sociales... Estaba en aquel momento pensando en quien sería aquel hombre que apareció y desapareció de su vida o el por que pensaba tanto en él... Estuvo un rato recordando cada momento de aquel incidente y deseando volver al pasado para otra vez ver aquel hombre tan lindo, aun no se explicaba por qué le alegraba el corazón y se preguntaba a cada rato como fue que se sonrojó y se le aceleró el corazón al sentir su mirada. Pasaba los dedos por los rasguños aún visibles y ardientes, ya el dolor de la rodilla no era tan intenso pero lo hacía sonreír cada vez que aparecía ante algún movimiento; ciertamente Marlon estaba confundido con respecto a lo que ese día había pasado y se negaba a la posibilidad de que la mirada de aquel hombre reflejara tanta ternura para él solo por un accidente, nunca lo habían mirado así, nunca se había sentido tan intimidado por una simple mirada como aquel día.           A veces pasa que una mirada dice más de mil palabras a la vez, que cuando se desea con el corazón quizás el destino te ayuda y por regalarte por lo menos un momento de alegría busca la mejor manera para hacerlo...           El corazón de Marlon se aceleró a tal punto que podía escucharlo, su mirada estaba distraída en cualquier parte de aquel lugar y aunque la música y el ruido eran lo suficiente como para quedar aturdido Marlon escuchó su voz, la voz del tipo de la mirada tierna... no lo podía creer... en ese momento antes de subir la cara para ver quien le hablaba - aunque ya lo sabía - por su mente pasaron mil y un pensamientos... estaba en shock.           — Hola ¿me recuerdas? - decía el hombre parado frente a él. Sería imposible decir todo lo que en aquel momento pasó por su mente en fracciones de segundo; subió su vista y ante él estaba con una sonrisa algo nerviosa este hombre en quien había pasado parte del fin de semana pensando, lo miró a los ojos y le devolvió la sonrisa.           — Hola - le contestó tratando de parecer lo más natural posible - claro que te recuerdo ¿cómo has estado?       — Bien - contestó el otro - por lo menos no he chocado a nadie más - rió.- ¿como siguen tus manos? Tu rodilla...       — Bien, no fue mayor cosa... - lo interrumpió rápidamente mirando sus manos con los rasguños con algunos ya cicatrizados  - ¿Qué andas haciendo? - preguntó Marlon tratando de entablar conversación.       — Yo... nada... - fue la respuesta, medio tartamudo por una pregunta no esperada - andaba dando vueltas, te vi aquí sentado y quise venir a saludarte.           Marlon no puede creer lo que está pasando, sus nervios nervios quizás eran visibles, las manos le sudan y hace que le le ardan los arañazos, pero no le importa... el corazón le palpita fuertemente, el hombre parado frente a él y sin saber qué hacer.       — Adrián - interrumpió aquel tipo sus pensamientos.       — ¿Cómo? - fue lo que pudo decir el otro que no entendió muy bien.       — Mi nombre és Adrián - y le tendió la mano - mucho gusto.          Marlon vio la mano la cual tanto se había arrepentido de no querer tocar, la tenía enfrente otra vez. Reaccionó.       — Yo soy Marlon, un placer - y extendió también su mano para estrecharla al fin.              Adrián a sus 24 años (y 4 meses), blanco de cabello castaño, ojos claros y de cuerpo bien cuidado, hacía uso de una sonrisa encantadora y su cara parecía esculpida por los griegos, su estilo iba muy acorde con su personalidad; alto y de buen porte que hizo a Marlon pensar que él debía practicar algún deporte al ser más ancho de cuerpo que él. Tenía algo que lo hacía especial, reflejaba un carisma extraño de encontrar  en el mundo, alegría, entusiasmo, reflejaba ganas de vivir enormes, serenidad.       — ¿Y tú... qué haces aquí solo? - preguntó Adrián que intentaba saber que decir.        — Espero a mi hermano y a su novia - contestó Marlon tratando de ocultar sus nervios lo más posible.        — Seguro eran los que estaban aquí contigo hace un momento - afirmó Adrian con cierto aire de seguridad. Marlon se sorprendió al notar que el hombre lindo llevaba rato mirándolo pues no había otro modo para que supiera que estaban otras personas en su compañía.       — ¿ nos viste? - preguntó sin afán.       — Si, recuerda que te dije que tenía rato dando vueltas y pasé varias veces por aquí por esta plaza y te veía... - frenó sus palabras torpemente, tomó un respiro y continuó -  como estabas acompañado no me atrevía a llegar hasta que te vi solo, por eso me decidí a venir a saludarte.       — Ahh, entiendo - dijo Marlon y a cada momento su cabeza se llenaba de pensamientos entorno a ese hombre. Adrián.            Pensaba en la eterna pregunta en la cabeza gay " ¿será o no será?"  Se moría de ganas por gritarle que era lindo pero lo miraba y por ningún lado habían indicios de homosexualidad, solo una mirada de ternura y algo de nerviosismo que tomó como normal, entablar conversación con alguien que no conoces, siempre puede causar algo de nerviosismo; además aquel muchacho solo podía estar interesado en su amistad, él nunca iba a dar el primer paso para saber si estaba interesado en algo más que eso hasta no estar enteramente seguro que su afecto sería correspondido... Algo complejo de explicar en su personalidad... A su edad solo soñaba con una relación, pero no daría ese primer paso, ya fuera por timidez o por querer dejarse enamorar.              
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