La Mansión Lo Reconoce
Nicholas se estiró con discreción al bajar la última caja del auto. Había dejado que Laura descansara, su agotamiento evidente después de la extraña conversación de la noche anterior con Patrick y Sonia. Decidió aprovechar la calma de la mañana para recorrer los alrededores.
El jardín principal lo llamaba como un viejo conocido. Los rayos del sol matutino atravesaban la ligera niebla, iluminando los setos bien cuidados y las rosas que parecían haber florecido en su honor. Respiró hondo, intentando ahuyentar la extraña sensación de pertenencia que lo invadía al pisar el terreno. Esto no es mío... No soy Cedric, no soy un marqués y definitivamente no soy el maestro de esta casa, pensó, aunque sus pasos parecían desmentirlo.
Desde la distancia, Patrick y Sonia lo observaban. Patrick cruzó los brazos sobre el pecho, un leve destello de orgullo iluminando su rostro.
- Camina como el maestro, ¿No crees? - murmuró, casi para sí mismo, pero lo suficientemente alto para que Sonia lo escuchara.
- Es cierto. - respondió ella con una sonrisa traviesa - Tu padre siempre decía lo mismo.
Patrick asintió, sus ojos siguiendo a Nicholas mientras este inspeccionaba una fuente en el centro del jardín. La escultura, una mujer con un vestido ondulante, parecía casi susurrar algo a través del agua que caía en cascada.
- Mi padre decía que, aunque los Kingsley se alejaron, la mansión y el linaje están ligados. Puedes vender las paredes, los muebles y los campos, pero no puedes romper lo que Kingsley Hall reconoce como suyo.
Sonia lo miró de reojo, su sonrisa suavizándose.
- ¿Y tú lo crees?
Patrick tomó un momento para responder, sus ojos fijos en Nicholas, que ahora inspeccionaba un viejo rosal que parecía haber sido cuidado con esmero.
- Lo estoy viendo con mis propios ojos. Míralo, Sonia. Es como si la casa lo hubiese estado esperando todo este tiempo.
Nicholas se enderezó y giró hacia la entrada del jardín, sus ojos encontrándose con los de Patrick. Hubo un instante de tensión en el que ninguno de los dos habló. Patrick inclinó ligeramente la cabeza en un gesto de respeto casi inconsciente.
- ¿Hay algo que deba saber sobre este jardín? - preguntó Nicholas, rompiendo el silencio con una voz neutral, aunque sus ojos traicionaban una mezcla de curiosidad y reticencia.
Patrick dio un paso adelante, adoptando un tono profesional, pero con un matiz de admiración.
- Es el jardín principal, señor. Diseñado por Lady Eleanor Kingsley, su tatarabuela. Siempre dijo que los rosales eran el corazón de Kingsley Hall. Mi familia se ha asegurado de mantenerlo vivo.
Nicholas asintió lentamente, volviendo la mirada hacia las flores. Lady Eleanor... otra pieza más del rompecabezas que nunca quise resolver, pensó.
- Han hecho un buen trabajo. - dijo finalmente, su tono más cálido - Es un lugar hermoso.
Patrick sonrió, satisfecho.
- Es nuestro deber, mi señor.
Nicholas frunció el ceño ligeramente, pero no dijo nada más. Dio un último vistazo al jardín antes de regresar al interior, su mente cargada de preguntas. ¿Por qué siento que todo aquí parece estar esperándome?
Mientras caminaba hacia la casa lateral, sus pasos resonaban con una seguridad que él mismo no comprendía, pero que Patrick y Sonia reconocían claramente.
- Es como si nunca se hubiese ido. - dijo Sonia en un susurro, observándolo desaparecer por la entrada de la casa.
Patrick apretó los labios y asintió, un brillo en sus ojos que reflejaba más que orgullo.
- Así es como debe ser. Kingsley Hall tiene a su maestro de vuelta. Por fin.
Después de instalarse en la casa lateral, en habitaciones separadas a solicitud de Nicholas, Laura sintió la necesidad de despejar su mente. Se levantó lentamente de la cama, sus pasos resonando suavemente en el pasillo parcialmente iluminado. Con cada paso, el eco de sus pensamientos la acompañaba, buscando respuestas en medio de la confusión que la envolvía.
Al acercarse a la puerta del jardín, el murmullo de voces se hizo más claro. Se detuvo un momento, escuchando la conversación a lo lejos. La pareja - Patrick y Sonia - estaba hablando con una intensidad que denotaba preocupación. Laura tomó una respiración profunda y decidió acercarse, impulsada por su instinto de restauradora que siempre buscaba entender el trasfondo de las obras con las que trabajaba.
Abrió la puerta ligeramente y asomó la cabeza al jardín bien cuidado, donde Patrick y Sonia estaban de pie junto a una mesa adornada con arreglos florales. La luz de la mañana pintaba el cielo de tonos celestes y blancos, creando un contraste sereno con la tensión palpable en el aire.
- Patrick, Sonia. - saludó Laura con voz temblorosa pero decidida - ¿Podemos hablar un momento?
Patrick giró la cabeza hacia ella, su expresión suavizándose ligeramente al reconocerla. Sonia, por otro lado, mantuvo una sonrisa enigmática, como si supiera más de lo que dejaba entrever.
- Claro, señora Kingsley. - respondió Patrick, utilizando el apellido - Por supuesto, ¿En qué podemos ayudarle?
Laura dio un paso adelante, observando atentamente las expresiones de ambos. Había algo en la manera en que la miraban que indicaba que no todo era lo que parecía.
- Necesito entender más sobre la historia de Kingsley Hall. - comenzó Laura, su voz ganando fuerza - Especialmente sobre lo que ha pasado con la familia Kingsley ¿Por qué dicen que la mansión no ha sido visitada por un maestro desde hace tanto tiempo?
Sonia dio un paso hacia adelante, sus ojos reflejando una mezcla de empatía y solemnidad.
- La historia de Kingsley Hall está profundamente entrelazada con la tragedia de Cedric Kingsley. - explicó Sonia con voz suave - Hace más de un siglo, el maestro desapareció en medio de escándalos y deudas que llevaron a la familia a la ruina. Su partida dejó un vacío que nunca pudieron llenar y con él, el honor y el legado del marquesado se desmoronaron.
Patrick asintió, tomando la palabra para continuar la explicación.
- Después de la desaparición del marqués, la familia Kingsley cayó en desgracia. Las propiedades fueron vendidas para saldar las deudas y la mansión pasó a manos de la fundación. Ningún m*****o directo de los Kingsley ha vuelto a pisar el terreno desde entonces. La maldición que, según las leyendas, protegía la mansión, impidió que cualquier otro reclamara su lugar aquí.
Laura sintió un escalofrío recorrerle la espalda. La conexión entre la desaparición de Cedric y la caída de la familia era clara, pero aún quedaban muchas preguntas sin respuesta.
- ¿Y por qué ahora? - preguntó, su mirada fija en Patrick y Sonia - ¿Por qué un maestro viene a Kingsley Hall después de tanto tiempo?
Patrick dio un suspiro profundo, su expresión mostrando una preocupación genuina.
- Porque creemos que hay asuntos sin resolver - respondió con honestidad - El maestro Nicholas es el último Kingsley. La tradición dice que solo un verdadero heredero puede reclamar su lugar y sentimos que ahora es el momento adecuado para que él vuelva y enfrente el legado que su familia dejó atrás y termine lo que el maestro Cedric no pudo.
Laura asintió lentamente, procesando la información. Sabía que tenía que encontrar a Elise, pero también entendía que la presencia de Nicholas en Kingsley Hall podría desatar fuerzas que ambos apenas comenzaban a comprender.
- ¿Y qué tiene que ver esto con Elise? - preguntó, buscando conectar los puntos entre sus propios descubrimientos y la historia que le contaban.
Sonia intercambió una mirada rápida con Patrick antes de responder.
- Elise fue una figura clave en la historia de la familia Kingsley. Su relación con Lord Cedric y su papel en la defensa de esta casa han sido temas de muchas especulaciones. Aunque los registros oficiales fueron destruidos en el incendio, algunas tradiciones y relatos orales sugieren que ella desempeñó un papel crucial en mantener la integridad del linaje Kingsley a pesar de las adversidades. Ella es la señora de Kingsley Hall.
Laura sintió que algo se agitaba en su interior. Las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar, pero aún faltaban detalles cruciales.
- ¿Creen que Elise todavía está aquí? - preguntó, su voz apenas un susurro.
Patrick sonrió.
- ¿Está? - le preguntó - Lo que sí sabemos es que la presencia del maestro puede traer a la superficie secretos que han estado enterrados durante mucho tiempo. Es por eso por lo que debemos proceder con cautela.
Laura miró a Sonia, que había permanecido en silencio durante la conversación, absorbiendo cada palabra.
- Entonces, ¿Qué debo hacer? - preguntó finalmente Laura, su voz firme a pesar de la incertidumbre - Necesito entender todo esto para poder ayudar mejor a Nicholas.
Sonia sonrió suavemente, ofreciendo una mano de apoyo.
- Creo que puede visitar la mansión primero. Además, hay áreas en la mansión que requieren restauración y atención, algo en lo que su experiencia como restauradora será invaluable.
Laura asintió, sintiendo que estaba a punto de adentrarse en una historia mucho más profunda de lo que había imaginado.
- Entonces, empecemos. - dijo con determinación.
Patrick asintió y Sonia lo acompañó mientras ambos comenzaban a guiar a Laura hacia la mansión.
Mientras avanzaban por el sendero, Laura no pudo evitar sentir una mezcla de curiosidad y miedo. Sabía que estaba a punto de desenterrar secretos que podrían cambiar su comprensión de la realidad, y quizás, revelar la verdad sobre sí misma y su conexión con la familia Kingsley.
El día trajo consigo no solo una nueva luz, sino también la promesa de respuestas que habían estado ocultas durante demasiado tiempo.