bc

Amor entre líneas

book_age18+
225
FOLLOW
1.2K
READ
spy/agent
forbidden
boss
heir/heiress
drama
sweet
bxg
secrets
affair
bodyguard
like
intro-logo
Blurb

Tom Holmes fue alguien importante en el pasado, pero ahora no es más que el sigiloso y atractivo guardaespaldas de Ryan Kane, quien es públicamente visto como el presidente de una empresa de tecnología de limpieza, y privadamente, entre pocos amigos, como el líder de una de las mayores agencias de seguridad del país. Esta peculiar amistad, trae oculto el secreto de Tom, sin embargo, cuando Margaret Kane regrese de Londres tras su dolorosa ruptura, no solo descubrirá el misterio que esconde, sino todos los paraísos e infiernos que componen su alma.

Cuando Margaret se halle en peligro, y sea confiada al cuidado de Tom Holmes, no habrá frenos que detengan los sentimientos que los unen.

Una mujer adinerada con el corazón roto, un guardaespaldas que debe ser profesional, y un amor secreto, oculto entre líneas.

chap-preview
Free preview
Prefacio
Amor  Entre  Líneas     “Desconocemos el final de ese bello comienzo, quizás tú y yo nos alejemos, quizás pertenezcamos, o quizás no seamos lo que buscamos.  Pero Margot… una cosa es segura en este enredo de amor, y esa es que no me arrepiento de haberte entregado mi corazón.”         Agustina Almada      Tom Holmes fue alguien importante en el pasado, pero ahora no es más que el sigiloso y atractivo guardaespaldas de Ryan Kane, quien es públicamente visto como el presidente de una empresa de tecnología de limpieza, y privadamente, entre pocos amigos, como el líder de una de las mayores agencias de seguridad del país. Esta peculiar amistad, trae oculto el secreto de Tom, sin embargo, cuando Margaret Kane regrese de Londres tras su dolorosa ruptura, no solo descubrirá el misterio que esconde, sino todos los paraísos e infiernos que componen su alma.  Cuando Margaret se halle en peligro, y sea confiada al cuidado de Tom Holmes, no habrá frenos que detengan los sentimientos que los unen.  Una mujer adinerada con el corazón roto, un guardaespaldas que debe ser profesional, y un amor secreto, oculto entre líneas.                         Prefacio     2003 Siempre digo que mi infancia fue programada en automático. Despertaba a las seis y cinco, desayunaba leche caliente sin azúcar, contaba los pasos de mi hogar al instituto. Eran tres mil novecientas cinco. Pasaba la jornada en silencio oyendo el tic tac del reloj, y al volver a casa almorzaba la comida dictaminada por el calendario semanal, para luego pasar la tarde en el jardín, cenar con mamá y mi hermano, y luego acostarme a las diez. Mi sueño era algo particular, ni un minuto más, ni un minuto menos, no había forma de resetear mi programación. Mi padre volvía de la empresa a esa hora, también, ni un minuto más ni uno menos, y mi madre se quedaba junto a mi cama todo el proceso que me quedaba hasta cerrar los ojos.   No me molestaba cambiar la rutina, eso era lo que creía. Pensaba todo el tiempo en que pasaría si hiciera las cosas de un modo distinto, pero me resignaba por la comodidad que el control sobre mí mismo me generaba, y por algún motivo, nadie tampoco intervenía en ella. Entonces no supe lo que era perderlo todo de las manos, hasta que sucedió.   Martes 15 de julio, volvía de las clases con un mensaje de la directora para mis padres. Mi desempeño escolar era bajo, y mi interacción social nulo, lo cual le dio razones a la señora Spencer de fijarse por mí y mandarme a llamar a su oficina. No sabía porque estaba ahí realmente, pero asumí, como había desaprobado algunos exámenes, que no era por mi falta de comunicación. No importara lo que ella dijera, excusando su llamada de atención con preocupación por mi mundo social. Yo sabía porque estaba ahí, por mis notas. ¿Por qué sino se inquietaría ahora? Llevaba años siendo igual, con la corta diferencia de que era más inteligente que los demás de mi grado.   Al llegar a casa todo estaba igual. La ama de llaves, Eva, le ordenaba a la nueva mucama; Claire como limpiar las ventanas correctamente, cosa de que pienses que tu brazo puede traspasarlo. Las cosas se empezaron a poner extrañas cuando vi a mi hermano Luke manchado con sus propias pinturas, como si fuera el lienzo, con la cabeza gacha y el ceño fruncido. Él tenía clases de dibujo a las seis y nunca faltaba. ¿Qué hacía en casa?   —Tom, cariño. —Mi madre, alta como una jirafa, se encorvó para besar mi frente. Vi en sus manos una camiseta roja, y le pregunté qué sucedía.   —¿Y el taller?   —La niña nueva chocó conmigo y se fue sin disculparse.   La voz de Luke sonaba fría y rencorosa. “El odia faltar” Era responsable, social, agradable, todo lo que yo nunca seria. No me importaba, prefería seguir siendo el ser invisible, del cual papá no deba preocuparse. El presionaba demasiado a mi hermano. El taller de dibujo era la única libertad que Luke poseía, siendo la regla “haz que valga la pena y esfuérzate” Por eso el no faltaba, se esmeraba al máximo por darle valor a lo que le gustaba.   —¿La niña nueva? —Inquirí.   —La vecina. —Respondió.   —Los Kane, su hija Margaret se cruzó con Luke.   —Ni siquiera se disculpó.   Nuestra madre sonrió y volvió a hablar. —Estoy segura que lo hará. Cuando era niña era muy torpe, hasta me olvidaba de disculparme.    —Pero tú eras linda. —Le dijo mi hermano.   Nuestra madre se rio y le dio la camiseta finalmente. Yo por mi lado, no entendí que tenía que ver el aspecto con la torpeza. Dejando eso de lado, sentí intriga por la vecina. El cielo relampagueó, y me exalté. Odiaba las tormentas.   Pero, a pesar del repentino cambio causado por el descuido de la nueva vecina, no fue hasta la noche que mi desesperación comenzó. Verán, para un niño que la vida fuera ajena al dominio de tus manos no es ningún problema. Cuando sucede, tan solo observas y te adaptas, sufres pero entiendes que está fuera de ti mismo. Pero yo no podía, no pude cuando mi madre no asistió a la cena.   —¿Y mamá?   —Arriba, dijo que le dolía la cabeza. —Me había dicho mi hermano, enredando la pasta en el tenedor. No emitía preocupación, pero yo estaba angustiado. La cena sin ella, era como la noche sin luna.   Mas tarde, fui a su dormitorio. Eran las nueve y cuarenta y cinco, y ya tenía el pijama y el cabello lavado. Crucé el semi iluminado pasillo de luces cálidas, los cuadros costosos y viejos pasaban de mi como ventanas a otros mundos, en los cuales solía revolverme de imaginación, y la alfombra áspera hacia cosquillas mis pies desnudos. La lluvia repiqueteaba contra los ventanales y me apuré a llegar a la habitación al ver la luz blanca parpadear. Justo cuando toque la puerta, hubo otro trueno.   —Mamá.   Ella no respondió, y golpeé con más fuerza.   —¡Mamá!   El golpe de una ventana cerrándose me hizo sobresaltar. Era del otro lado, y eso me inquieto. ¿Estaba dormida? ¿Qué hacía la ventaba abierta? Otra vez el cielo se iluminó, y detestando estar solo en ese largo pasillo victoriano, giré el pomo y empujé.   —¿Mamá?   Ella estaba de pie frente a la ventana. Las cortinas volaban a sus lados, y la lluvia entraba hasta llegar a mi como minúsculas y veloces gotas. El suelo bajo los pies descalzos de mi madre estaba mojado, y sentí miedo. ¿Por qué estaba así? Me arremangue de valor, ignore lo extraña y ausente que mi madre se veía, y avancé lento, como un tímido cachorro asustadizo. Quise ver que sucedía, y fui por su lado izquierdo para intentar ver que era lo que observaba por la ventana. La lluvia intrusa me mojó, mi piel se estremeció al tronar de la tormenta y contuve la respiración. Entonces la vi.   La niña, la vecina. Nos admiraba con una expresión de terror, de auxilio. Estando al borde del marco de la ventana, su vestido empapado se apegaba a su cuerpo, y lucia realmente fantasmal.   —Mamá...  Mi madre gimoteó, y cuando la luz del relámpago cayó, detrás de la niña se vio un cuerpo colgado del techo.    Esa noche no dormí a las diez, y papá no regreso hasta dos días después. Esa noche, todo cambio, porque finalmente pude ser un niño normal y ver como todo se escapa de mis manos, dejándome con la única cosa que puedo hacer; observar y adaptarme.     2010    Cada respiro era un suplicio.  Uno a uno, más doloroso que el anterior.  Era indefinible a esas alturas su verdadero motivo. ¿Eran los moretones que se extendían por su torso? ¿O el dolor de su alma que pedía a gritos ser auxiliado? Las suelas de sus zapatillas contra la acera, hacían sonar el eco de su propia soledad. En la madrugada, donde ni un alma pisaba las calles, él era el único allí. Con la manga de su sudadera negra, limpió el hilo de sangre que caía como una gota de lágrima por la comisura de su labio.    En algún otro momento, en algún otro lugar, hubiese maldecido por ese metálico sabor escurriéndose entre sus dientes. En cambio, todo importaba nada ahora, su dolor físico había traspasado a su dolor emocional y no sabía cómo lidiar con ello. Sabía que, aunque maldijera y limpiará su boca una y otra vez, la sangre seguiría brotando una y otra vez.  El ruido de los motores y las ruedas rodando a toda velocidad lo detuvo. Alzó la mirada y bajo la capucha que cubría su cabello marrón. Su cabeza se giró lentamente hacia su costado.  El puente.  Sus pies abandonaron el recto sendero y doblaron hacia los barandales del puente de la avenida. Estaba muy lejos de casa, en sitios donde el no pertenecía. Sin embargo, esa era la definición de escapar, huir muy lejos de todo lo conocido. Sus manos agarraron el frío metal en forma de cilindro y se inclinó ligeramente hacia delante, para ver el agua correr. Atrás suyo, los coches seguían pasando, ajenos a lo que su corazón deseaba.  Nadie se detendría a tiempo, si caía. Nadie le salvaría a tiempo.  Subió una pierna al barandal y cuando tuvo los dedos de sus pies rozaron ese diminuto espacio en el borde del precipicio, cruzó la otra. Sus manos se aferraron al barandal y sus ojos inexpresivos contemplaron la última imagen que esperaba tener.  Se quedó allí.  Inmóvil y en silencio, cerró sus ojos y dejo escapar un suspiro.  —Espera. —Una voz masculina le hizo fruncir el ceño. Y cuando sintió el barandal temblar bajo suyo, al impacto de algo, abrió los ojos. — ¿Estás seguro?  — ¿De qué hablas? No te entrometas. —Su visión estaba nublada, y poco a poco se aclareció, dejándole ver nuevamente, al extraño de pulcro traje.  Era alto y esbelto, semejante al cuerpo de los modelos. Tenía el cabello peinado hacia el costado, con una pequeña subida quieta por el gel que relucía a la caricia de las luces, azabache y luminoso, junto con una mirada suave e inocente, que contrarrestaba con las facciones rudas que portaba.  Tom se sintió inquieto. El azabache había aparecido de la nada, y hasta el momento, ni siquiera había respondido a su cruda contestación, solo le miraba.  "¿Qué pretende?"  —Soy Ryan Kane —Extendió su mano, larga y delgada.   Su nombre resonó en su memoria, llevándole a la noche 15 de julio. La familia nueva se mudó un par de semanas despues, y Tom nunca conoció a su vecina, ni a su hermano, de quien se enteró días más tarde cuando encontró una figura de acción de Spiderman con su nombre escrito. Pero siempre los recordaría, siempre.   Tom dudo, aun oía el agua, aun sentía el frio, aun deseaba soltarse. Sentirse flotando en el aire, era lo que loco le volvía, se sentía prisionero de la marea del "sin sentido" volando sin rumbo, anhelando un puerto seguro. Libre, Tom quería decidir por primera vez sobre su vida, y no actuar deliberadamente por las presiones que lo empujaban.  Y morir era algo que aún permanecía en sus manos.  —Tienes que irte. —Le dijo, devolviendo la mirada a la corriente. No importaba el pasado, ni su apellido, estaba jodido, irremediablemente maldito al deseo de la muerte.   —Bueno, te observare hacerlo.  Ryan no estaba ahí de pura casualidad, o más bien dicho, si estaba, pero quedarse fue una decisión tomada a través de un recuerdo del pasado. En la imagen había una chica pelirroja, mirando fijamente el puente, al otro lado del barandal. El joven buscaba detenerle, quizás así, no sea demasiado tarde. Pues tras ese suceso, se había enterado por las voces del barrio que la chica vivía en el departamento donde habitaba con su familia, y que su vecino Luke, el chico retraído que veía salir cada mañana a las siete, era íntimo amigo de la muchacha fallecida.  Fue por eso, al recordarle y recordarla. Que desvió su camino hacia el rizado, con la esperanza de detener algo que no deseaba volver a ver.  "Si la hubiera detenido. Mi vecino, Luke Holmes no estaría como lo está." Pensó, volviendo el tiempo a aquella noche donde le vio herido, llorando frente del edificio.  Tom corrió la mirada efusivamente. —No. —Sentencio. —Te iras y lo olvidaras, como cada vehículo que pasa.  —No soy un vehículo, soy una persona.  — ¡Déjame hacerlo! ¡Solo quiero sentirlo!  Sentir. Desde la muerte de su madre que deseaba controlar algo. Ella había muerto, su padre había ido a prisión, y a la trabajadora social no le quedo más que separarlo de su hermano. Hacía años que no lo veía.   Ryan dio un paso hacia Tom, acortando el metro que los distanciaba. Contempló las lágrimas intrusas que caían de la aterciopelada piel bronceada del rubio, y hecho un largo suspiro.  — ¿Sentir que tienes el control de tu vida?... Ah... lo he buscado. —Dijo con tristeza, cómodo con hablarle de su pasado al extraño de casi rubio. Mientras que Tom agachaba la cabeza, y comenzaba a preguntarse porque todavía no se había ido, le dijo. —No podrás hacerlo, el control es una ilusión. Pero adaptarse y controlar el cómo te afecte es la verdad. Vamos, no encontraras la respuesta en el agua.   Tom lo miró unos largos segundos. ¿No lo encontraría?   —Yo...  —Vamos a cenar.   —¿Qué?   Ryan sonrió y se frotó el estómago. —Tengo hambre.   Tom suspiró, y su panza lo traicionó. Ahora que el hambre llegaba y el viento nocturno disipaba sus demonios, palmó la posibilidad.   —Okey. —Dijo al final, y volvió al lado seguro del puente.                            

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

El llamado de la bestia: ¿Mi luna es una humana?

read
10.1K
bc

Nunca seré tuyo

read
30.0K
bc

La Esclava Del Lobo Alfa

read
11.5K
bc

El Rey Alfa es mi segunda oportunidad como compañero

read
155.5K
bc

Príncipe Reagan

read
19.9K
bc

Embarazada después de una noche con el rey Lycan

read
6.2K
bc

Esposa olvidada

read
17.0M

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook