Capítulo #2

1593 Words
Max Atravesé los portones de hierro y al guardia aburrido custodiando la entrada, llegué a la puerta y simplemente toqué con mi puño. Tenía llaves para poder entrar a mi antojo, pero me sentía un extraño, un intruso, así que esperé a que María abriera. Cuando era un adolescente, aún en la preparatoria, montaba las fiestas más locas que se pudieran imaginar. Desde Halloween y Navidad, hasta pascua y los reyes magos. Gastaba mucho dinero en preparativos, comida y bebida. Sacaba bajas calificaciones en la escuela a propósito. Era pésimo en los deportes pero aun así estaba en el equipo de fútbol. Todo esto solo para llamar la atención de mis ausentes padres. Mi hermana y yo siempre estuvimos solos, esta casa siempre fue un cascarón vacío para nosotros, si ardiera en llamas ahora mismo me importaba tanto como si mi vecino podó su césped. Luego ella se fue a la universidad y quedé solo yo. —¡Pero si es mi niño! Feliz cumpleaños —chilló emocionada arrojándose a mis brazos. María era una versión de mayordomo-ama de llaves. Llevaba trabajando aquí desde que mi padre tenía veinte años, nos crió a mi hermana y a mí como los hijos que nunca pudo tener, y para nosotros ella era una madre, como la que nunca tuvimos. ¿Cuán retorcidas pueden ser las ironías? —¿Cómo estás, María? Te ves muy guapa hoy. —Jugué con ella cargándola en mis brazos hasta cerrar la puerta con mi pie. —¡Oh Dios mío, bájame! Que tu padre no te vea haciendo esto o nos echa a ambos a la calle —bromeó riendo. Sabía que, aunque mi padre nos viera en este momento no haría nada en su contra, María era su mano derecha aquí en la casa. Ella se encargaba de todo, lo sabía todo e increíblemente podía reprender a mi padre y este se quedaba callado. «Eso solo ocurrió una vez, pero fue increíble.» —Te necesita para no ahogarse en alcohol, humo, o en su propio ego. —Ella me miró con ojos tristes mientras la ponía suavemente en el suelo. —Están todos ya en el comedor, esperándote. Hice tu postre favorito —susurró cómplice. Así me dio la espalda para ir en camino a la cocina y yo con paso inseguro me dirigí hacia el jodido comedor. Estaba igual que siempre, ventanas gigantes de cristal decoraban la pared blanca. Una gran mesa ovalada de cristal llenaba el centro del lugar, preparada para al menos treinta comensales que nunca se habían sentado aquí. Repleta de comida que nadie comería y tres pares de ojos me miraban atentamente. A mi padre siempre le habían gustado las excentricidades y lo que le gustaba a él tenía que gustarle a todos. ¿Mi madre hizo la cena? Ya quisiera ella cocinar como María, el olor delicioso te llamaba a devorar cada cosa que estuviera allí servida. —Max, cariño, bienvenido. Toma asiento por favor. —Saludó Lidia, alias mi madre, sentada a la derecha de mi padre como siempre. Mi hermana estaba a su izquierda con una silla intermedia entre ambos. A pesar de ser la primogénita y su mano derecha en los negocios, nunca fue reconocida como tal, siempre ignorada y rebajada a la segunda. —Padre, madre, Carla, buenas noches. —Saludé educado mientras me sentaba en la silla vacía intermedia entre Carla y él. —Maximiliano, llegas cinco minutos tarde, como siempre impuntual. ¿Y qué son esas ropas que llevas puestas para una cena con tu familia? Pareces un vagabundo y no mi futuro heredero —gruñó como un oso, siempre descontento. —Lo siento padre, no volverá a suceder. —Me disculpé mirando fijamente el plato con sopa frente a mí. Respetaba a mi padre, era un hombre fuerte y poderoso, pero no confundamos respeto con miedo, solo quería evitar problemas que sabía no solo me perjudicarían a mí. Llevaba puesta mi habitual ropa de trabajo cuando estaba en el estudio, ancha, grande y desgastada. Carla a mi lado tosió audiblemente cuando padre dijo la frase de "futuro heredero". —Bien, hoy es un día especial, por eso estamos todos aquí. —¿Dia especial? Desde cuando mi cumpleaños es un día especial para él. —Estuve hablando con Emilio mi abogado y estuvo de acuerdo conmigo en que ya es hora de que tomes el control del sesenta por ciento de la empresa Maximiliano. Es hora de que comiences a dirigir el imperio Collins. —Un jadeo y cubiertos cayendo sobre la losa de los platos fue lo único que se escuchó. «Ya sabía yo.» Verán, mi padre siempre dijo que yo algún día heredaría el timón del enorme barco que era el negocio familiar, la Compañía Collins, una industria hotelera millonaria y famosa en los Estados Unidos. Pero lo que pasa, es que... no sé manejar. No me gusta el mar, ni los barcos y mucho menos llevar el control de ellos. Pero aun así fui obligado a estudiar administración de empresas y negocios en Harvard, y graduarme con título de oro y nota sobresaliente. En cambio, a Carla sí que le gustaba ser capitana. Conocía el mecanismo del gran barco como la palma de su mano, y navegar era su pasión, pero Dios libre a mi padre de concederle el timón a mi hermana, una mujer. Este era el legado de hombres, Maximilianos poderosos desde hace años, y sin importar nada más, siempre sería así. Mi madre luego que dio a luz a mi hermana, sufrió algunos problemas cardiovasculares, el médico de la familia le advirtió que no podía volver a embarazarse o su corazón sufriría demasiado, incluso podía morir. Pero mi padre necesitaba un heredero varón y un año después mi madre quedó embarazada de mí, estuvo un mes en terapia intensiva, pero mi querido padre tenía su preciado legado asegurado. —Padre, si me permite preguntar. ¿Dónde quedaría yo en este arreglo? —preguntó Carla conmocionada. —Carla, tú serás la guía y mano derecha de tu hermano. Consejera y mentora —declaró. —¿Guía, mentora? ¿No recibiré nada? —Oh no, conocía ese tono de voz, mi hermana estaba a punto de explotar. Irónicamente Carla y Maximiliano IV eran una copia al carbón, tanto físicamente como intelectualmente. Yo era como mi madre, amante de la vida y de las cosas bellas. —No, tu hermano es el heredero del sesenta por ciento, el restante cuarenta es mío. Siempre ha sido así y lo sabes —sentenció. —Tienes que estar bromeando. Yo he dedicado cada uno de mis días desde que me gradué en Harvard a esta empresa, a hacerla crecer y elevarla en el top de las mejores y lo sabes. ¡Si no fuera por mí, ahora mismo estarías en bancarrota! —gritó, levantándose abruptamente de la mesa con la cara muy roja. Madre solo se tapó su boca con la mano derecha, quedándose al margen de los problemas, como siempre. Padre también se levantó de su silla enojado, y mirando a Carla a los ojos dijo: —¡Más respeto, niña! Te he permitido estar a mi lado todo este tiempo y trabajar activamente en la empresa, solo para que luego instruyeras a tu hermano. Ser la consejera del director debería ser un honor para ti, demuestra agradecimiento —gritó, estremeciendo el lugar. Mierda. —¡Tu empresa y tu agradecimiento se pueden ir a la mierda! —declaró con la voz rasgada, mientras salía a paso apresurado del comedor. —Padre, no creo que... —Cállate Maximiliano y escucha atentamente lo que te diré. Sí, vas a ser el heredero de Collins Company, pero con una condición, debes casarte y darme un nieto en menos de dos años, un nieto legítimo dentro del matrimonio, un heredero de sangre pura. Si para medio año no te veo con una chica del brazo, la buscaré yo por ti, ¿entendido? «¡¿Qué mierda?!» —P... perdona padre, pero... —Malditamente tartamudeé como un estúpido. Estoy conmocionado. —Ya tienes veintisiete años y aún estás soltero, es una vergüenza para la familia, la gente comienza a susurrar cosas indeseadas. Mancharás nuestra reputación, ya bastante tenemos con tu hermana. Por ahora solo supervisarás algunas áreas de la empresa y observarás atentamente el trabajo que realiza un director. Antes eras jefe de Márquetin, pero ahora lo serás de todo y debes aprender, nuestro legado y prestigio no puede estar en las manos de un incompetente. ¡Joder! —Claro. —Mi voz apenas se escuchaba y mi cara, seguro estaba pálida como una hoja blanca—. Con su permiso me retiro, ya no tengo hambre. —Max, una cosa más. Si te niegas a hacer lo que te digo, no solo se quedarán en la calle tu hermana y tú, sin un mísero centavo, si no también me convertiré en un gran obstáculo en ese estúpido pasatiempo de fotógrafo que tienes. Espero que lo entiendas. —¿Cómo supo? Mis ojos fueron hacia la persona que se sentaba a su lado, la mirada culpable en el rostro de mi madre me dijo todo lo que necesitaba saber. 《Gracias mamá.》 Sin esperar su respuesta me levanté y salí de allí. Esta casa siempre había sido un infierno para mí y siempre lo sería. ¡Feliz jodido cumpleaños Max! Hola!! ¿Quieres ver el booktrailer de esta historia tan interesante que no hace mas que comenzar? Está disponible en i********: (yuni_sdc) No te lo pierdas!!
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