CONOCIÉNDOLO | CAPÍTULO 2

1870 Words
CONOCIÉNDOLO | CAPÍTULO 2 Ángeles Beckham.   Gia, conduce mientras tarea la canción se reproduce en la radio, su canción favorita y una de las mías, y aunque me divierta cantar con ella, este no es lo momento, además entre las dos a la que más se le da lo que cantar es a ella. Es buena en eso, sin embargo es compromiso y la responsabilidad que tienen los cantantes no es para ella, citando sus propias palabras. Trato de hacer memoria de las calles por las que Gia conduce, pero no, definitivamente no hemos ido al lugar donde me está llevando, al menos yo no, quizás ella ya lo conozca, pero el camino que estamos tomando me parece un tanto peligroso, oscuro y perturbador, puesto a que no hay buena iluminación en esta carretera y casi no logro distinguir nada a nuestro paso. –Gia... –susurro con cierto miedo–. Por qué tomamos este camino, ¿no existe otro acaso? –Oh, claro que existe otra manera de llegar –dice sin mirarme–, pero me gusta la adrenalina Clío –se encoje de hombros. – ¿Y...? ¿Estás diciéndome que estas arriesgando mi vida por sentir adrenalina? –cuestiono sobresaltada. –No solo arriesgo tú vida Clío, también arriesgo la mía –sonríe y vuelve a mirar al frente. –Sí, soy consciente de ello, pero enserio, ¿estas arriesgando nuestras vidas por llegar más rápido a un bar que puede esperar? –ella asiente y luego niega. –Ciertamente estoy arriesgando nuestras vidas, pero el bar no puede esperar toda la vida, ya que tengo entradas y allí solo puedes entrar hasta una hora en especifica cuando tienes entradas, además solo podemos quedarnos mínimo cinco horas, máximo quince horas –frunzo el ceño. –Eso, eso es absurdo, si tienen reglas deberían disminuir el máximo de horas, ¿no crees? –pregunto, pero ella se encoje de hombros–, Gia, ¿estás de acuerdo? –Nunca se sabe cuándo termine la vida, así que hay que disfrutarla. Por favor Ángeles deja de verle el lado peligroso o malo a la vida, al menos esta noche... –hace puchero. –No puedo, porque... –me interrumpe. –Por mí, Ángeles, ¿sí? –me río y asiento, ella grita con felicidad–. Gracias N –No hay de que, además no pasamos mucho tiempo juntas hay que divertirnos como antes... –Ay, por Dios, está saliendo la fiera que llevas dentro. –Gia... –advierto, pero es tarde. –Es noche de alcohol y sexo –niego con la cabeza y oculto mi cara con mis manos cuando veo que una pareja nos mira asqueados. –Gia, se más silenciosa, la gente nos mira raro... –No te preocupes, no es problema para mí. No cuando he sido grabada bailando al punto de desmayarme –ambas reímos cuando recordamos aquellos tiempos. –Pero, yo sí tengo que preocuparme, ¿qué diría mi jefe si se encuentra con un vídeo mío de esa clase? –pregunto. –Diría, que estás buenísima –sacudo la cabeza negando–. ¿Qué? Es cierto... –No, lo primero que él haría, después de regañarme setecientas cincuenta y tres veces, sería despedirme y luego borraría cualquier cosa que lo vinculará conmigo –Gia aplaude. –Muy bueno, pero aun así diría que estás buenísima –insiste. –Definitivamente cuando se te mete algo en la cabeza no hay quien te lo saque de allí, ¿verdad? –ella niega mientras se muerde los labios. –Por eso soy perfecta, Clío, porque no puedo quedarme callada ante las injusticias, es cierto que podrían despedirte, pero eso no quita lo que ese hombre pensaría, porque después de todo también tiene pene y siente –abro los ojos como platos y me sonrojo. Le doy un golpe en el hombro. –Gia, no digas esas cosas. –Espera, amiga aquí entre nosotras, ¿cuánto tiempo llevas sin acostarte con alguien? –interroga muy curiosa. Ella tiene la maña de hablar sobre temas íntimos, pero muchas veces de ayuda. Sobre todo cuando mi padre insistía en conocer alguna pareja mía. –Mucho, mucho tiempo... –contesto. – ¿Cuánto exactamente amiga? –No lo sé, ¿qué crees que tengo un calendario y voy marcando cada día o vez que tengo sexo y cuando no? – ¿No lo haces? –Niego–. Puedes deberías, es de gran ayuda. – ¡Gia! –exclamo mientras cierro los ojos con fuerza. A la vez que ella detiene el auto y toma su bolsa de los asientos traseros. –No digas nada, ya hemos –frunzo el ceño, enciendo mi celular y miro la hora. –Qué, ¿ya? Eso ha sido verdaderamente rápido. –Lo sé, ese es el poder que tienen las carreteras peligrosas. –Sí, siempre y cuando llegues a tú destino y no mueras en el camino –intento ingresar en el local, pero el guardia en la entrada me detiene. –Su pase y su antifaz –miro a mi amiga sin comprender lo segundo que dice. –Buenas noches Roch, ella viene conmigo y es nueva, así que tenle paciencia –manifiesta Gia, mientras le entrega dos tarjetas rectangulares al hombre y de su cartera saca dos antifaces estilo veneciano, uno de color plateado y otro de color oro rosa. Antes de entrar nos hacemos a un lado de la puerta, ella me entrega el segundo antifaz–. Toma, este es tuyo, ¿el lugar es bonito, no? –Lo es, pero... el nombre... –ella se voltea y apunta al letrero. –Sí, ya verás porque se llama, “Alcohol and Pleasures” –asegura, se coloca su antifaz, yo también lo hago. Le entrega las llaves de su auto a Roch e ingresamos. Dentro todo es música, baile y alcohol. Podría decir que huelo el sudor y la tensión s****l entre las parejas que bailan sensualmente. Gia se dirige a la barra y yo no puedo hacer más que seguirla, ya que no conozco este lugar. –Señorita Cecilia, es un gusto verla –frunzo el ceño cuando oigo al barman llamarla por ese hombre–. ¿Cómo está esta noche? –Me encuentro bien, barman, pero está noche estoy acompañada por ella –me señala, me toma del brazo y susurra en mi oído–. Esta prohíbo decir tu nombre real, inventa uno y preséntate, rápido. –Bien, buenas noches, mi nombre es Ginger, es un gusto... –el hombre asiente. –Muy bien, hermosas señoritas, qué desean tomar está noche... –Yo quiero tomar un gin-tonic, por favor –dice Gia, sentándose frente a la barra–. Tú que vas a querer, ¿Ginger? –Una piña colada, por favor y gracias –el barman, asiente. Me siento al lado de Gia y pregunto–. Me siento intrigada, ¿Cecilia? –ella se ríe. –Es una norma, no le dices a nadie tu verdadero nombre. Sobre todo con todo aquel con quien te relacionas... – ¿A qué te refieres? –Digo que no puedes decirle tú nombre real a la persona con la que te acuestes. No es una regla en sí, pero la mayoría lo hace para proteger su verdadera identidad de su amante. Sea hombre o mujer –parpadeo rápidamente. – ¿Tú  has...? –me interrumpe. –Por supuesto, pero solo ha durado una noche y no más, como debe de ser. –Pero, ¿qué ocurre si te enamoras de esa persona? –cuestiono con curiosidad–. No puedes relacionarte amorosamente con tu amante. –No lo sé, no conozco alguien aquí haya hecho eso, pero dejemos el tema, bebamos y luego bailemos un poco, ¿quieres? –asiento, guardando silencio, mientras recibo mi bebida. Veo a la gente bailar y disfrutar de algunos de los actos más entretenidos de la noche, mientras bebo. La música y el ambiente es perfecto para una noche apasionada, ahora entiendo porque el hombre del lugar. Ciertamente me llama la atención, porque es interesante no saber quién es tu pareja en cualquier noche, pero de todas maneras se vuelve algo atrayente porque alimenta la curiosidad de quien lo vive. Gia toma mi mano y me guía a la multitud que se mueve al ritmo de la música y nosotras también comenzamos a hacerlo. –Por favor déjate llevar por la música, sé que eres buena bailando Ginger, deja de pensar en lo bueno y malo y solo disfruta –asiento, sin decir nada, pero hago caso a su recomendación. Mis caderas y mis pies se mueven al ritmo de la música, cierro los ojos, mis manos viajan por mi cuerpo, de arriba abajo. Me gusta la sensación que provoca el ambiente, la música y el poco de alcohol en mi sistema. Unos minutos después de estar bailando, abro mis ojos y veo a mi amiga bailando al lado de un hombre, bello, pero con demasiada masa muscular para mi gusto, pero sé que Gia está contenta y la está pasando bien, sin necesidad de ayuda. Ella y el chico, se retiran a un lugar un poco más privado, hasta que ya no puedo verlos a ninguno de los dos. Sonrío. Siempre me ha llamado la atención la manera tan natural que tiene mi amiga para atraer la atención. Bailo un rato más junto a las demás personas, justo cuando estoy a punto de irme a sentar y seguir degustando mi trago, unas manos se aferran a mi cintura, mientras que su pecho se pega a mi espalda. Me volteo, mis manos suben por sus brazos, acariciándolos, hasta cruzarlos alrededor de su cuello. Me gusta, este hombre me gusta. Su cabello marrón, tirando a n***o oscuro se pega a su frente por el sudor en la misma, sus labios están entre abiertos y me incitan a besarlos, su camisa se ciñe a su cuerpo dándome una clara idea de su buen físico, sus ojos brillan pero no puedo distinguir bien su color a través del antifaz color blanco perlado que lleva puesto. –Señorita... –susurra haciendo que mi piel se erice–. ¿Con quién tengo el gusto? –pregunta, acercando mi cuerpo al suyo. –No debería preguntar yo primero, puesto que fue usted quién me encontró a mí, ¿cuál es su nombre? –él sonríe. –Soy Darién, ahora es su turno. –Soy Ginger, señor... –él asiente, satisfecho, no puedo evitar preguntar–. ¿Vienes seguido aquí? –Ahora depende de que tan seguido puedo encontrarte aquí, Ginger –me llevo la mano derecha al pecho. – ¿Está coqueteando conmigo? –Eso es correcto, Ginger, sería estúpido sino –río y luego él se me une–. Seré directo, te deseo, me gustas... – ¿De verdad? –asiente. –Pero, solo puedo ofrecerte placer, nada más que buen sexo. –Por qué crees que podría estar interesada en algo más... –se encoje de hombros –No pasará, puedes estar tranquilo. –Si ese es el caso, nos llevaremos bien hermosa, Ginger. –... 
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD