¿Me estabas siguiendo?

627 Words
–Vamos Marcos, solamente son unas peleas callejeras para que vean como sos y vas a ir ascendiendo, van a ver que sos muy bueno. –Por ahora no, mis jefes no saben mi pasado. –Te voy a pagar más que ellos, el doble si queres. Lo miro por un momento y duda. –No lo se, señor, quiero cambiar un poco las cosas. –Mi nombre es Pablo, te lo dije un montón de veces en la cárcel y esto lo podes hacer en la noche, nadie se puede enterar, con la plata que vas a cobrar, vas a poder comprar lo que se te cante. –Déjamelo pensar, ¿si? –Te doy tiempo hasta mañana a la noche, es la primera pelea y te quiero ahí. El asiente. –Lo voy a pensar. –Si aceptas, vas a vivir bien, no seas cabeza dura, no tenes que lustrarle los zapatos a nadie, sabes donde encontrarme, te espero ahí. Pablo se va y deja a Marcos con dudas, pensando en que iba a hacer. El amaba su profesión pero esto hizo que estuviera en la cárcel. No sabia que hacer. – ¿Me estabas siguiendo? El se da vuelta, asustado y ve que era la señora Kahn. –No. –Asustado. –No señora Kahn, estaba comprando algo de ropa. –Eso espero. –Seria. – ¿Quieres que te lleve? –Si a usted no le molesta. –No te preocupes, es para que no te sientas incomodo. La acompaña hasta el auto y el entra en el lado del acompañante. –Ponete el cinturón. –Ordena. Hace lo que le pide y ella también se lo abrocha. Arranca el motor y acelera. El silencio era incomodo hasta que pasaron unos minutos de viaje y Diana hablo. –Asíque no tenías trabajo. –Dice mirando el camino. –Si, estaba en la calle. –No se porque mi marido te dio el trabajo, no estábamos buscando a nadie. –Lo se y por eso estoy agradecido con ustedes. –Con el más que nada. –Con usted también. –La mira. –Dependía de usted. Ella no lo miro, estaba concentrada en la calle. –Me alegra haber ayudado en algo pero, eso si, vas a tener que obedecerme en todo. –Claro, usted es mi jefa. –Así me gusta. –Sonríe. –Mañana quiero que estés despierto a las cinco y media de la mañana, tengo un día muy agitado. –Como usted diga, señora Kahn. –Esa es la respuesta que quería, si seguís así, nos vamos a llevar muy bien. –Animada. El le devuelve la sonrisa y la mira detenidamente, sin sacarle la mirada de encima. Llegan a la casa y ella lo estaciona en el garaje. El quedo impresionado al ver los coches y las motos de último modelo estacionados. –Ah la mierda. –Sorprendido. Ella se ríe. –Esas motos las colecciona mi marido, no deja que nadie las toque, aunque siempre fantaseaba con robarle alguna moto y salir a pasear pero no se manejar una moto. Se miran a los ojos, Diana mira profundamente sus ojos verdes y con nerviosismo, mira a las motos. –Aparte si toco alguna moto de el, me mata. –No lo veo al señor con ese temperamento. –No le gusta que le toquen lo suyo. El asiente al escuchar eso. Salen del garaje y entran a la casa. –Oh volvieron juntos. –Si, lo vi en la calle y por un momento pensaba que me estaba cuidando. –Y le conté a la señora lo que estaba haciendo en el centro. –Si, veo que ya compraste el uniforme para mañana. –Mira la bolsa. –A ver si mi mujer tiene alguna queja. –Por ahora no la tengo. –Se acerca a su esposo. –Amor, ¿serias tan amable de mostrarle en la habitación donde va a dormir? –Claro que si. –Hablando de eso. –Los mira. –Voy a vivir aquí hasta que tenga el dinero para poder alquilar algo cerca. – ¿Por qué? ¿Te molesta algo? –Pregunta Facundo. –Claro que no señor, es que no los quiero molestar, solamente será por un tiempo y voy a cumplir con todos los horarios que me digan. –Por mi no hay problema. –Dice Diana. –Y ahora acompáñame que te muestro tu habitación.
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