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El profesor de química está enamorado

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La alumna favorita del profesor de química se confiesa a él, sin saber que en realidad, su maestro esta enamorado de su padre.

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Ilusión del primer amor
Desde que Liliana Devon nació nunca le faltó nada, bueno quizá solo una cosa, el amor, pero no el amor de padre a hija, ha tenido y tiene mucho de eso hasta para dos vidas, ni tampoco el de madre a hija, ¿a quién le importaría el amor barato de una madre cazafortunas quién en cuando llegó a un acuerdo legal y recibió su jugosa pensión, botó a su hija de tres años?; no, definitivamente no hablaba de esa clase de amor, ni tampoco del amor de amigos, el cual, también había alcanzado con su amiga de la infancia Verónica y su mejor amigo Damián, quien siempre estaba dispuesto a escucharla y darle su apoyo. Realmente se está refiriendo al amor romántico; sí, a sus quince años tuvo algunas personas que le gustaron, pero nadie qué hiciera latir su corazón, la hiciera sonrojar o sudar de los nervios por solo hablarle, nadie por quien quisiera esforzarse para ser la mejor versión de sí misma, no obstante, eso cambió cuando entró a preparatoria. El profesor Nathaniel de química es tal y como su nombre significa “un regalo de Dios”, es un deleite verlo por las mañanas y no es la única que suspira por él, sus ojos celestes protegidos por esa barrera de cristal, tenía que aceptar que los lentes le daban un aire intelectual muy sexy; usa colores claros y lisos, una forma de vestir bastante sobria y elegante, aun así destaca demasiado por su apariencia, le encanta por completo, incluso su cabello castaño liso y sedoso, tiene muchas ganas de acariciarlo ¿cómo se sentirá pasar cada hebra entre sus dedos? Sentada de forma recta, fingiendo prestar atención, ah, si el supiera lo que pasa por su cochina mente cada que se voltea, no puede evitar mirar, sus pantalones son ajustados, ¿Qué le pasa a ese hombre? ¿¡Acaso planea seducirla toda la clase!?, la hora que pasa al día con él, de lunes a viernes se ha vuelto una tortura, si pudiera, tomaría al profesor y… no, no, no, no, no ¡no!, niega con la cabeza varias veces, no debe pensar esas cosas, son demasiado avanzadas para alguien tan puro como él. Una bolita de papel estrellándose contra su mejilla rompe con el hechizo que la tenía atrapada, al parecer se la había arrojado Sandy, quien no estaba muy contenta porque se estuviera tragando al profesor con la mirada, le daba igual que le tuviera mala voluntad, aunque, al menos agradecería que fuera directa al respecto, eso y la mirada de desaprobación de Verónica de “ya ni la friegas” a su lado, así como sus evidentes pensamientos juzgándola con dureza no fue suficiente para que deje de delirar por Nathaniel, es que, su amiga no entendería el encanto de un hombre mayor, es una patea loncheras consagrada y prefiere asaltar cunas que apreciar la verdadera belleza. Intenta justificarse en un lenguaje mudo hasta que la melodiosa voz de su querubín la llama. —Señorita Devon. ­—Sí, señor Wood —se levantó precipitadamente de su asiento. —Conteste la siguiente pregunta: ¿Qué forman la unión de dos elementos? —Forman un compuesto —respondió muy segura —. «Igual que tú y yo bebé». Pensó bobalicona eso último. —Eso es correcto, me alegro que sí este prestando atención —sus comisuras subieron, mostrando complacido una linda sonrisa. —«Por favor profe, no sonría así, me va a matar de ternura» —gritaba retorciéndose internamente—. «Si tan solo supiera que me quemó las pestañas todas las noches estudiando la lección siguiente, solo para poder pasar toda la clase contemplándolo». —Puede sentarse, y no distraiga a la señorita Harris. Enseguida volteó a ver a Verónica de forma asesina, y la asquerosa de Sandy no se quedaba atrás ¿Cómo se atrevía a hacerla quedar mal frente a su alma gemela?, su amiga por su parte se hizo la loca tratando de aguantarse la risa. El hombre prosiguió con su clase, dejó tarea y salió en cuanto sonó el timbre que indicaba el fin y el cambio a la siguiente asignatura. La risotada de Verónica se hizo escuchar por todo el lugar. —JAJAJAJAJAJA… —¿¡Qué te pasa!? ¿Por qué te dio gracia las tonterías de Sandy?, además, me distraje contigo por intentar explicarme —la zarandeaba —, ¿no ves que el profesor casi cree que no le estaba prestando atención? —No le estabas prestando atención, estabas babeando por él. —Cállate idiota —le tapó la boca, volteando a los lados asegurándose de que nadie la haya escuchado. Por suerte, nadie más escuchó, y excepto por su amigo Damián, el salón ya se había vaciado por el cambio de clase. —Vamos cálmate —tranquilizo el chico —, aún si alguien te escuchara, no es ningún secreto, eres demasiado obvia, aunque no eres la única, por eso nadie lo ve raro. —¿Y qué se supone que debo hacer? —Nada, llorar mordiendo tu almohada hasta quedarte dormida y seguir fantaseando sobre cuándo se van a casar, cuántos hijos van a tener y que mascota van a escoger. —Ahg… eso suena muy deprimente ¿Por qué eres tan cruel? —se hacia la sufrida. —Ya Lili, acéptalo, es tu realidad, ¿Qué vas a hacer? ¿Confesarte? —soltó socarrona. Sus ojos brillaron repentinamente. Su amigo intuyó lo peor y le reclamó a Verónica su falta de raciocinio. —¿Para qué abres la boca? Los ánimos de Liliana estaban renovados. —Sí, eso es lo que tengo que hacer. —Era broma, sabes que no lo decía en serio. —Pero quiero hacerlo. —El que quieras hacer algo seriamente cuestionable, no significa que debas hacerlo — Verónica intentó hacerla entrar en razón. —No lo comprendes, no puedo soportarlo más, si no se lo digo voy a terminar explotando en el peor momento. —Creo que tiene un punto —apoyó su amigo—. Si fuera ella, por supuesto que se lo diría al profesor, además no está nada despreciable. —Damián, el profe no batea para ese lado, no me importa tu orientación, pero esta vez, lleva tus homosexualidades a otro lado. —Perri, los hombres son como los tazos, si los volteas son tuyos — se burló un poco. Liliana cerró los ojos, y se tapó los oídos entrando en una fuerte negación tratando de pensar en cualquier otra cosa de manera muy infantil. —Lalalalalalalalala no escuche nada, esta conversación no ocurrió, el sol brilla, los pájaros cantan, las flores se abren, y todo está bien lalalala ~ Verónica la jaló para no retrasarse en su siguiente clase. —Mi amigo, ya déjala en paz. —Sí, esta niña no tiene remedio. Ambos suspiraron pesadamente. . . . Tres días después. Esa mañana se arregló más de lo usual, hasta fue al salón de belleza, su largo cabello rubio lucía precioso, Nathaniel seguramente la vería hermosa, por fin se confesaría, llegó a la escuela muy enérgica, dispuesta a todo y que fuera lo que Dios quisiera. —¿Por qué hoy estás tan producida? —inquirió Verónica al encontrarse. —Te dije que hoy le diría mis sentimientos al profesor. —¿Qué? pensé que lo decías de joda —se alarmó, su amiga por fin había perdido la cabeza.

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