La mujer mayor nos miró de arriba abajo con sumo detalle, estábamos empapados y todo porque mi muy inteligente compañero había preferido comprar sombreros en lugar de sombrillas. Le di otra mirada mordaz y recriminadora que él prefirió ignorar de nuevo. Si no conseguíamos habitaciones pronto, lo mataría, definitivamente lo haría.
—Para su fortuna tenemos una habitación —dijo finalmente, detrás de la mesa de recepción, devolviendo la vista al libro de quién sabe qué. Pero, lo que realmente importaba era… ¡Una habitación! No me quedaría en la misma habitación con ese… —Si aplicamos el descuento de pareja... Son pareja, ¿cierto?
—Recién casados —respondió él y yo asentí, dejando que rodeara mi cintura con uno de sus brazos —. ¿De cuánto es el descuento? No es que importe…
—20%
Los dos nos miramos conformes y aceptamos la habitación en un segundo, resulta que no teníamos tanto dinero, sobre todo yo, y mi tonto compañero había gastado una gran parte en la tienda donde no compró la sombrilla. No es que fuera rencorosa, no, por supuesto que no; pero, nunca olvidaría su pequeño error que muy posiblemente me causaría una pulmonía. Dios, no puedes depender de las personas, estaba siendo insensata. Además, mientras él pagara por la habitación lo perdonaría. Y realmente lo hice, aún más cuando vimos el lugar grande, espacioso, hermoso y cálido. De inmediato localicé la cama y luego el sofá, no podía perder el tiempo.
—¡Me pido la cama! —, corrí y me abalancé sobre el suave edredón; pero, luego fui arrastrada junto a este hacia el suelo.
—Yo pagué, yo obtengo la cama —, se dejó caer sobre las sábanas y sin poder aceptar la derrota, lo enrollé en ellas y también lo empujé fuera de la cama, sorprendiéndolo con mi fuerza.
—Pero, eres un caballero y el sofá de allí luce lo suficientemente grande para ti —, se lo señalé por si no lo había visto con una expresión muy dulce.
—¡Estás ciega! Mis pies no cabrán.
—¿Y si te acurrucas? —, levanté mi índice en sugerencia y él saltó sobre la cama de nuevo —. ¡Bájate, gigantón! No tengo la culpa de que hayas decidido ser seguidor de Goliat.
—¡¿Te estás burlando de mi altura, mujer?! Será mejor que se comporte, señora Järvinen…
—J… —, intenté decir el horrible apellido que había elegido para nosotros y que nadie se ofenda, lo detestaba porque no podía decirlo bien, sonaba lindo, pero… ¡No en mi acento! —¡Te he dicho ya que debes elegir cosas que yo pueda pronunciar! —, le lancé una almohada con todas mis fuerzas y la acción inesperada para él lo hizo caer de la cama de nuevo —. Por eso, como castigo, me quedo con la cama.
—Tu argumento no me convence, esposa mía —dijo con una sonrisa de medio lado y le lancé otra almohada directo a la cara —. Parece que me casé con una mujer violenta —comentó, riendo.
—¡No pienso dormir en el sofá! —, dejé claro.
—Perfecto, yo tampoco. Por lo tanto, dormiremos en la cama —concluyó con una sonrisa y busqué algo no tan blando para lanzar.
—Tampoco dormiré contigo.
—Cariño, baja el teléfono —, me miró divertido —. No tenemos dinero para pagar por él si lo dañas —, sus palabras llegaron a mí, sentí lástima por el pobre artefacto y lo dejé en su sitio.
—Dormirás en el sofá.
—Por supuesto —dijo con picardía y me asusté un poco. Dios, dime que no estoy acompañada de un pervertido. ¿Qué tal si me hace algo mientras duermo? Por eso, niños, es que no hay que hablar con extraños y mucho menos aceptar viajar con ellos o dejar que viajen contigo. ¡¿Y si en realidad es un asesino?! ¡Estoy perdida! Debí haber regresado a casa, para enfrentar mi pobre y penosa vida. Pero, no, yo quería viajar por el mundo —. ¿En qué estás pensando tanto? —preguntó, con una mirada llena de curiosidad —. Creo que empiezo a reconocer tus expresiones.
—Voy a tomar un baño primero.
—¿Tienes algo con eso de ser primera en todo o solamente es conmigo? ¿Eres una chica competitiva?
—Me parece que acordamos no hablar sobre nosotros —le dije levantándome para ir a explorar el baño.
—De todos modos, es algo que iré descubriendo por mí mismo —comentó emocionado —. Apresúrate, yo también necesito un baño.
No le dije nada más y cerré la puerta del baño detrás de mí, entre nerviosa y asustada. Sabía que mi esposo, no era un hombre violento. No, en realidad no sabía nada de él, porque había decidido que así era mejor; pero, una parte de mi empezó a arrepentirse de esa decisión. Puede que fuera importante saber, aunque sea un poco de él, para asegurarme que no fuera peligroso. El único problema es que yo no deseaba revelar nada sobre mí y es difícil obtener algo sin dar nada a cambio, cosa que yo no estaba dispuesta a hacer.
—¿Puedo preguntarte algo? —, di un brinco al escuchar su voz a través de la puerta. Me había quedado con mi espalda apoyada en ella y tal parece, él estaba allí, demasiado cerca en el lado contrario.
—¿Qué cosa? —pregunté, curiosa.
—¿Por qué aceptaste que me uniera a tu viaje?
Esa era una muy buena pregunta, la mejor de todas, la más complicada, porque realmente no tenía una respuesta. No tenía ni la más mínima idea de porqué había aceptado su compañía. Busqué una razón y entonces recordé nuestra conversación en el avión. Lo acepté porque él era como yo, éramos fugitivos de la realidad, tenemos miedo a enfrentar el mundo. Pasado o presente, los dos son demasiado para nosotros.
—No lo sé, supongo que me caíste bien —dije —. ¿Qué es J… lo que sea?
—Significa lago, voy a tener que enseñarte un poco de pronunciación, empiezo a creer que le tienes miedo a los idiomas.
—Dicen que la gente tiene un miedo irracional a lo diferente —me encogí de hombros al pensar en ello —. ¿Por qué lo elegiste? ¿Lo leíste en algún libro y te gustó?
—Era el apellido de soltera de mi abuela —dijo y entonces se quedó en silencio, reconociendo lo que había dicho, lo que había compartido de su vida —. Lo siento, se me escapó —, rio nervioso.
—Supongo que es importante para ti —dije y me levanté para alistar mi baño, entonces encontré una tina de lo más encantadora.
—Era… —lo escuché decir, fue apenas un susurro, inseguro de sí compartir esa información era correcto o no, ni siquiera yo lo sabía.
Por eso no dije nada y dejé que fluyera el agua, esperando que el ruido ahogara la sensación de inseguridad que crecía entre nosotros, mientras recordaba su mano sujetando la mía, no debía hacerlo. Tal vez, desde el principio, esto siempre fue una mala idea.
—Dime la verdad, no pensabas realmente en realizar este viaje, ¿cierto? —, la pregunta vino cuando ya me encontraba en la tina. No respondí; pero, él tampoco exigió por una respuesta de mi parte. —Probablemente pensaste en ver la torre Eiffel y regresar. Apuesto que ni siquiera tenías el dinero para todo esto, aunque muchos han logrado grandes aventuras con poco. Yo... me estoy quedando sin dinero, aunque de todos modos nos durará por un poco más de tiempo. Sé que en realidad tengo una buena cantidad, el asunto es que estoy acostumbrado a tener mucho más. Simplemente te aviso para que aún no te preocupes.
—Entonces, eres un chico rico —dije a modo de conclusión —, un chico rico que huyó de casa, me parece que te has dejado en evidencia —susurré, para mis oídos. Temía que al decirlo en voz alta creará una situación de peligro entre los dos, porque de algún modo él podría esperar que yo también hiciera una gran revelación. Suponía también que él ya intuía algunas cosas sobre mí, que era una chica pobre y sin esperanzas o algo parecido. No estaría muy lejos de la verdad, pero tampoco lo suficientemente cerca.