Capítulo 2

1517 Words
—Dependeremos el uno del otro para distraernos y entretenernos. Te contaré todos los detalles íntimos de esta historia para que el tiempo pase. Cuando repostemos, tomaré el volante y tú me contarás una historia con todo lujo de detalles. ¿Trato hecho? Dirk pensó en ello. Steve tenía razón, la radio no funcionaba, y su sugerencia sonaba mejor que avistar caballos blancos por el camino o, peor aún, intentar jugar a algo como "Veo, veo con mi ojito". —¡Trato hecho! Steve sacó una botella de refresco de crema y una de cola y se las ofreció a Dirk para que eligiera. Dirk tomó la de cola y Steve abrió la de crema. Tomó un sorbo y luego respiró hondo. —¿Sabes de mi problema de espalda? —preguntó Steve, dándole una palmadita al cojín de apoyo que tenía detrás—. Fue la primera vez que me di cuenta de que tenía un problema, pero terminó siendo mi mejor experiencia s****l hasta la fecha. Dio otro sorbo de refresco antes de empezar. —¿Y sabes lo de la etiqueta de mi collar? —Steve tira de la cadena para mostrársela a Dirk. —Sí, ¿ese que decía «Juliette, diciembre de 2003»? ¿Tiene algo que ver con esta mujer? —Lo recibí de ella como regalo. —Creo que deberíamos tener cuidado de no usar abiertamente los nombres de nuestras antiguas parejas sexuales. Ya sabes, para proteger sus identidades. Steve sonrió ante la consideración de su amigo. Siempre era decente y considerado. —Debe haber cientos de Juliettes en el país. Dudo que la conozcas alguna vez, y aunque la conozcas, que la asocies con los sucesos que voy a contarte. —Sigo pensando que al menos deberíamos intentar proteger la identidad de la mujer o la niña. Incluso mentir sobre quién fue, dónde o cuándo sucedió. Quizás usar un seudónimo. No me gustaría que revelara mi identidad cuando hable con sus amigas sobre el sexo que tuvo conmigo. —Mierda, tienes razón. Aún debemos poder mirarlos a los ojos si los volvemos a ver. A ambos. Sobre todo a los que probablemente volvamos a ver. Sin embargo, creo que en el caso de Juliette, estamos a salvo. —Bueno, me preguntaba qué significaría el nombre y el año en la etiqueta. Me has despertado la curiosidad, ¡así que cuéntamelo! —Permítanme darles algunos antecedentes sobre Juliette para ponerlos en contexto. Resultó que era una rica zorra. En realidad, sus padres lo eran. El apartamento donde ocurrió todo era de sus padres, y tenían un barco de lujo en el puerto que el marido infiel de Juliette usaba para llevar a las chicas rabiosas a dar un paseo, en más de un sentido, si entienden el doble sentido. Juliette fue descuidada sexualmente, y yo estaba disponible para ayudarla cuando todo se descontroló. —Sucedió después de mis exámenes de matriculación en 2003. Algunos compañeros de clase y yo fuimos a Plett para nuestra prueba de matriculación. —¿No está también grabado 'Plettenberg Bay' en la etiqueta? —Así es, ahí fue donde ocurrió todo. Éramos siete en el grupo. Cinco chicos y las novias de dos de ellos. Nuestros tres solteros planeaban pescar entre el exceso de polluelos en la época de furia y quizás tener un encuentro secreto con uno de los dos polluelos del grupo. Llegamos a Plett al final de la tarde del domingo. Tenía un fuerte dolor de espalda y no fui de mucha ayuda mientras los demás desempacaban el minibús y organizaban nuestra vivienda. El apartamento era de uno de los chicos con novia. Ellos tenían el lujo de la habitación principal y el otro chico con novia se quedó con la segunda habitación con cama doble. La tercera habitación tenía dos camas individuales y yo conseguí la primera opción. Los demás chicos se pelearon por la segunda cama de la habitación y el sofá cama del salón. Cuando terminamos, quedaba justo la luz del día para que el hombre que organizó el concierto, y que conocía bien a Plett, identificara los dos puntos de referencia más importantes: la playa principal y el centro comercial donde estaban la licorería y otras tiendas. Fueron al centro comercial sin mí a comprar algunos artículos esenciales y a comer algo. Les pedí que me dieran un masaje para la espalda y algo para calmar el dolor. Los analgésicos no me sirvieron de mucho porque la farmacia ya estaba cerrada y los productos del supermercado eran todos ligeros. Así que una de las chicas, Jenny, se compadeció de mí y me frotó la espalda mientras las demás charlaban un rato. Pensé que quizá le apetecía un poco de diversión conmigo, pero no estaba en condiciones de complacerla. Finalmente lo hicimos al volver a casa después de Rage, pero esa es otra historia. Todavía me dolía cuando su novio vino a vernos y le dijo que terminara, pero el dolor intenso había desaparecido y al menos pude dormir. Me quedé dormida mientras las demás seguían charlando en la sala. Afortunadamente, dormí toda la noche, pero en cuanto me levanté a la mañana siguiente, el dolor volvió. Decidí quedarme quieto mientras los demás iban a la playa principal. Pensaba ir a la farmacia a comprar analgésicos más fuerte y prometí unirme a ellos en cuanto se me pasara el dolor. Comí algo, tomé más analgésicos y me quedé dormido poco después de que se fueran. Sobre las diez me desperté con el sol pegando fuerte en la espalda. Me sentía muy bien y no sentía ningún dolor. Me preparé un sándwich y, después de un café, me sentí lo suficientemente bien como para dar un paseo hasta la playa principal y unirme al grupo. Salí solo con mi bañador, chanclas y una toalla al cuello. La playa frente al complejo donde nos alojamos estaba tranquila, pero pude ver que había mucha actividad en la playa principal, a un kilómetro de distancia. Empecé a correr porque tenía muchas ganas de unirme a la acción y ver a las chicas. Fue un gran error porque, probablemente a menos de cien metros de empezar a correr, a la entrada del complejo vecino, me dio un calambre en la espalda y me detuvo. Una morena sexy, de unos treinta y tantos años, con un niño pequeño dormido en brazos se me acercó. Llevaba un vestido semitransparente que cubría un bikini naranja bastante conservador. Debí de doblarme del dolor porque enseguida vio mi problema y me ofreció ayuda, diciéndome que era fisioterapeuta. Me guió y yo la seguí cojeando. Al llegar a su apartamento, otro calambre fuerte me obligó a detenerme. Me dijo que esperara allí para poder bajar al niño y tener las manos libres para ayudarme a subir las escaleras hasta su apartamento en el piso superior. En fin, a pesar de mi condición, no pude evitar observarla mientras se alejaba hacia su apartamento. Caminaba como esas modelos de desfiles, balanceando los pies sobre la línea central para que sus caderas se balancearan seductoramente. Debió de pisar fuerte, lo que hizo temblar sus firmes nalgas. No le di mucha importancia, pensando que el bebé le pesaba en brazos. Podía ver la silueta de su cuerpo escultural a través del bañador semitransparente. No estaba mal para una madre con un niño pequeño. Si no me hubiera dado un calambre en la espalda en ese momento, supongo que habría tenido una erección saludable. El calambre no fue tan fuerte cuando regresó. Ya no llevaba el pareo, sino un pequeño bikini blanco como la azucena. Sus pasos de modelo hacían que sus pechos copa D se balancearan deliciosamente con cada paso y sus pezones se apretaban a través de la fina tela. Debió de notar que miré el bikini y dijo con una sonrisa que le había puesto el pareo encima al bebé, evitando cambiarse de traje de baño. Empecé a arrastrarme hacia las escaleras de su apartamento cuando me dijo que la siguiera. Joder, desde atrás, parecía que solo llevaba tres finas tiras alrededor del cuerpo: una halter alrededor del cuello, otra alrededor del pecho y la tercera alrededor de las caderas. Un tirante fino vertical estaba conectado a la tira más baja y desaparecía en su escote. Observé sus tonificados glúteos vibrar a cada paso. Todo iba bien hasta que di el primer paso hacia la escalera. Debí de gruñir de dolor porque ella inmediatamente miró hacia atrás y vino a rescatarme. Me tomó el brazo, lo rodeó con el cuello y me sujetó la mano. Luego presionó su firme pecho contra mi caja torácica y me rodeó la cintura con el brazo. Con la mano libre me agarré a la barandilla y me impulsé hacia arriba. No sé cómo ni cuándo sucedió, pero al llegar arriba, la copa de su bikini se había desprendido de su pecho y mi mano ahuecó su pecho desnudo. Fingí no haberlo notado y fingí otro calambre, doblándome hacia atrás de dolor, presionando mi caja torácica con fuerza contra su hermoso pecho. Simultáneamente, apreté firmemente el otro pecho.
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