Aquella tarde, Marco miraba incrédulo el paquete de medicamentos recién llegado. Estaban perfectamente ordenados, sin que faltara ni una sola dosis del costoso tratamiento que requería. Sabía que el precio de todos esos medicamentos estaba muy por encima de sus posibilidades. Apenas habían planeado comprar la primera caja, sacrificando otros gastos esenciales, pero ahora, de repente, tenían el tratamiento completo. Marco se quedó en silencio, sus manos temblaban mientras revisaba una y otra vez, como si todo pudiera desaparecer en un segundo. Zafiro observaba a su esposo desde el umbral de la habitación, con los ojos llenos de alivio pero también de culpa. Arthur Thorner, su jefe, no había escatimado en gastos para asegurarse de que Marco tuviera todo lo necesario. Había sido generoso, in

