3- Tienes que volver a casa

2334 Words
El sol brillante me hace doler los ojos. El agua cae a cantaros por los ventanales de mi pent-house de San Francisco y quiero que alguien le baje al volumen. A regañadientes, levanto la cabeza. El reloj marca las cuatro de la tarde. Mierda. He dormido la mitad del día. Miro por la ventana hacia el agua azul brillante y el icónico puente de la Bahía que normalmente me ayuda a salir de la niebla con la que siempre me despierto, pero hoy no sirve de nada. Cojo el porro grueso que no había tocado la noche anterior, lo enciendo y pienso en el día de hoy. No es un año más. Este es el año. Tiro las cenizas en el cenicero y el humo se eleva en anillos de mi boca. No, no solo es el año, es mi año. Pero primero tengo que limpiarme, dejar de festejar y concentrarme en lo que importa: el legado de mi familia. Por fin llegó el día. Con este pensamiento en mente, apago el porro y me siento. Incluso con la ligera euforia que siento, el latido en el centro de mi frente me dice que tendré una maldita resaca del infierno todo el tiempo, a menos que me apresure a ir al bar y me prepare un Bloody Mary, o tres. La limpieza autoimpuesta podrá esperar un día o dos. Me estiro con la intención de levantarme de la cama, pero cuando lo hago, veo el movimiento de unos dedos pintados de rosa junto a mi almohada. Bien. Tengo compañía. Casi lo había olvidado. Miro hacia el fondo de la cama y observo una morena, Está de espaldas a nuestra noche salvaje y con el trasero desnudo, justo como me gustan. Una bebida, otro cigarro y su coño. Nada como el ideal sábado por la tarde. Como dije, el tren de la sobriedad podrá esperar. Justo cuando estoy a punto de bajar las piernas de la cama, la elegida de la noche anterior se da la vuelta y se sienta. Le lanzo una sonrisa irónica. A cambio, ella me regala una sonrisa coqueta antes de inclinarse hacia adelante y gatear hacia mí. De rodillas, comienza a cantar. —Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti… feliz cumpleaños…— Fue como si Marilyn Monroe saltara del pastel de cumpleaños. Sin embargo, el tono de esta chica no es exactamente el mismo. No es que me importe porque después del último “A ti”, empieza a lamerme la parte interior del muslo, como si mi pene fuera una vela de cumpleaños y quisiera apagarla. —¿A dónde vas? — ronronea. —A ninguna parte— le digo con voz ronca. Bien, soy una persona flexible. Puedo cambiar mi itinerario. Una mamada, luego una copa y un cigarro, está más que bien. No tengo planes hasta las ocho, así que tengo tiempo. Los rayos de calor acarician mi piel justo con su lengua. Ah, sí, esa lengua, la recuerdo bien, la forma en que lamió mis bolas va a ser difícil de olvidar. Utilizo mi rodilla para encontrar su coño y aplico un poco de presión. —Oh, Dios mio— grita ella a lengüetazos. Mierda. ¿Cómo diablos había olvidado la forma en que ella le gritaba a Dios, a Jesús y a quienquiera que estuviera dispuesto a escucharla? Me encojo cuando recuerdo su orgasmo que me reventó los tímpanos. Debería haberle pedido un taxi anoche porque si se está poniendo así por estar sobria, va a gritar más fuerte que nunca cuando lleve esto más lejos, y yo simplemente no puedo soportar este tipo de ruido. Con mi polla protestando por completo ante mi propia idea de un bloqueo de polla, coloco mis piernas sobre sus hombros, obligándola a detenerse a solo unos segundos de la línea de gol. —¿Qué tal si primero un almuerzo tarde? — le ofrezco, sin convicción, como si fuera Martha Stewart follando. Ella me mira y parpadea totalmente sorprendida. —No puedes hablar enserio— Aprovechando la oportunidad para escabullirme, me apoyo sobre los codos y me empujo hacia arriba hasta que mi espalda esta contra la cabecera en un movimiento suave. Dejando todas las mantas a un lado, extiende la mano y agarra mis bolas, apretándolas con el puño, jugando con ellas y llevándome al punto sin retorno. Oh sí. Mierda, sí. Me deslizo hacia abajo y empujo mis caderas hacia adelante. —Cuando dije almuerzo, me refería a un delicioso trozo de carne por supuesto— le digo con una sonrisa, y luego tomo mi pene en mi mano, prácticamente sirviéndoselo. Todo lo que necesito es la maldita bandeja de plata. No soy un completo egoísta. Tengo erecciones matutinas y si ella insiste en atenderlas, quien soy yo para impedírselo. Feliz cumpleaños a mí. Además, no pasará mucho tiempo antes de que no pueda hacer tanto ruido. Como si fuera una señal, su boca golpea la punta ancha de mi eje y lo chupa como si fuera una paleta de cereza. Bloqueando todo lo que me rodea, miro hacia abajo y observo como me hace una mamada profunda. No estoy seguro de a qué se dedica esta chica; creo que me dijo que era instructora de yoga. O tal vez fisioterapeuta. De cualquier manera, me pregunto si no será una estrella de porno encubierta. Esta morena sabe cómo hacer sexo oral y la idea de despedirla ya no me tienta. Hay que hacer pequeños sacrificios por un bien mayor. La observo mientras desliza mi polla dentro y fuera de su boca caliente. Dentro y fuera. Dentro y fuera. Y ella está en lo cierto al jugar con mis pelotas al mismo tiempo. —Eso es cariño. Así de fácil— la agarro con mis palmas para guiarla, disminuyendo el ritmo un poco para poder disfrutar el silencio un poco más. —Oh, sí. Eso es, llévame hasta el final, nena— Y ella lo hace. Dentro y fuera. Dentro y fuera. Una y otra vez, y, sin embargo, no siento mucho más. Cuando aprieto más la nuca, ella usa los dientes y, mierda, si, eso hace que mi sangre bombee. —Mas fuerte— le digo con voz pesada. Pero el hecho de que quiera llenarle la boca no es lo que me hace abrir sus labios de mi polla, sino más bien el indiscutible sonido de la puerta del ascensor anunciando la llegada de alguien. ¿Qué carajo? Una persona no invitada ha utilizado el ascensor hasta mi pent-house. En este edificio hay un portero y el ascensor tiene un código. No he autorizado a nadie a subir, así que no debería haber permitido que nadie subiera. El orgasmo que debería tener se apagó como un petardo. La morena ha dejado de mover la lengua y mira hacia arriba con una ceja arqueada. —¿Invitaste a alguien a unirse a nosotros? — No, pero eso es una gran idea. —¡Andréi! — la voz ronca se cuela por debajo de la puerta de mi dormitorio y entro en el espacio de mi mente que había reservado para ese intruso. Murmuro —Mierda— me tomo mi tiempo para levantarme de la cama. Cuando tengo ambos pies plantados en el suelo de madera, agarro la ropa de la chica de los dedos rosados y se la arrojo. —Es hora de vestirte, cariño— —¿Quién es ella? — pregunta la morena atónita. —¿Tu esposa o algo así? — Sacudo la cabeza, agarro la botella de Hennessy que esta sobre la cómoda y bebo un largo trago, y luego otro, y otro, y otro más. Lo bajo de mi boca y digo con desdén: —La malvada bruja del Oeste— y camino a grandes zancadas hacia la puerta. Luego le digo rotundamente por encima del hombro: —Y tienes que irte ahora— —¡Andréi! — Abro la puerta completamente desnudo y camino hacia la barandilla. Sintiendo el zumbido, miro hacia abajo. —¿Qué diablos estás haciendo aquí? — Puede que Lavinia Eloise Connolly King sea legalmente mi abuela, pero no es una ancianita de alma protectora y corazón bondadoso. A sus sesenta y ocho años, parece más bien de cincuenta y ocho y desea tener cuarenta y ocho. Toda cubierta de bótox, maquillada, bronceada y teñida de rubio. Me mira fijamente. —Feliz cumpleaños Andréi— Mi desdén por ella es difícil de contener. —¿Condujiste todo el camino para decirme esto? — Deja su bolso Gucci sobre la mesa de la cocina, que nunca he usado, y se dirige a la cafetera europea que odio. —Traté de llamarte primero— Bien, esa llamada de antes. Después de otro sorbo de líquido ámbar digo: —Lo sé, y no respondí. ¿no fue esa una señal suficiente de que no quería hablar contigo hoy? — —Bueno, si hubieras contestado, me habrías ahorrado el viaje a la ciudad— dice, abriendo un armario para sacar una bolsa de café. Me agarro a la barandilla con la mano libre. —No nos reuniremos con los abogados hasta el lunes a las cuatro, y ya te dije que he quedado reunirme con ellos en una videoconferencia, entonces ¿Qué quieres? — —Vine aquí para llevarte a casa— Sintiendo el zumbido corriendo por mis venas, me río . —Tienes que estar bromeando— Al presionar el botón para encender el artilugio que me había comprado, mi abuela me mira con enojo. —No, Andréi, no estoy bromeando. Tienes que volver a casa— Esta vez mi respuesta fue tan amarga como su espresso favorito. —Lavinia, creo que te estás volviendo senil con tu edad porque, por si lo has olvidado, no controlas lo que hago o no hago. Y, por si no te has dado cuenta, ya no soy un niño. Ahora tomo mis propias decisiones y, si quisiera volver a San Mateo para mi cumpleaños, estaría allí— Toma una taza y la coloca en el pedestal debajo del pico. —Si, ya veo claramente que ya no eres un niño, así que ¿Qué tal si dejas de comportarte como uno y te pones algo de ropa? Luego baja aquí para que podamos hablar de manera civilizada. La risa que sale de mi boca es innegablemente malvada. —Civilizada, esto sí que es un chiste— —Andréi, hablo en serio. Tenemos que hablar ahora— —Eso significara que tendré que dejar de hacer lo que estoy haciendo, y realmente no creo que quiera dejar de follar— Bien, quizás no estoy siendo exactamente un adulto en este momento, pero mi lado rebelde nunca puede permanecer en silencio cuando ella está en la habitación. —No seas grosero— con solo pulsar un botón, la elegante máquina de café espresso cobra vida y escupe el exquisito líquido oscuro, que, sin duda, le sabrá a oro líquido. Lástima que ella me regaló el aparato y nunca me moleste en deshacerme de él. —Pero, abuela— la reprendo porque odia que la llame así. —Solo te tengo que agradecerte a ti por lo que soy— Por encima del suave sonido de los granos molidos, dice: — Andréi, lamento informarte, pero yo no te convertí en un chico fiestero. Tu hiciste todo por tu cuenta— La tensión de mi mandíbula se alivia. —Si, creo que por una vez ambos podemos estar de acuerdo— Ella suspira y su frustración se hace evidente: —¿Podemos parar esto, por favor? No vine aquí para intercambiar insultos— —Y yo no te invite. Por si no te has dado cuenta, estoy ocupado— La decepción en su mirada me resulta demasiado familiar. —Jugar con una mujer desconocida cuyo nombre probablemente ni siquiera conoces debería ser lo último en lo que pienses ahora mismo— Levanto una ceja y me burlo de ella. —Al contrario, querida abuela, es lo único en lo que tengo que pensar hoy, y su nombre es…— tartamudeo por un momento. ¿Cómo diablos se llama? —Rita— digo finalmente cuando me viene a la mente. Como si fuera una señal, la chica desconocida sale furiosa de mi habitación. —Soy Gretel. Y eres un verdadero imbécil— Me mira con el ceño fruncido mientras baja las escaleras pisando fuerte. —No te molestes en llamarme— Está bien, pienso. No lo iba a hacer de todos modos. No es como si le hubiera pedido que me dejara su número. Como sea. El insulto hizo que mi abuela la maternal sonriera triunfante como si acabara de ganar la discusión. Aunque no lo haya hecho. Aún así, toda la situación realmente me está enojando. Me importa un carajo esa chica ni se cómo se llama, y me importa un carajo que Lavinia haya decidido honrarme con su presencia en mi cumpleaños. Es un poco tarde para los sentimientos familiares. Tan pronto como la puerta se cierra, Lavinia camina lentamente hacia la escalera con su taza en la mano y me mira con esa misma maldita sonrisa expectante en su rostro. Mas que molesto, señalo la puerta. —Una puta menos. Falta otra— —Andréi, deja de insultarme ahora mismo— ¿Por qué siempre se siente como si tuviera diecisiete años cuando estoy cerca de ella? —Lo haré tan pronto como te vayas— Ella niega con la cabeza y su voz vacila un poco cuando habla. —No es así como quería hacerlo— —¿Hacer qué? — gimo, odiando haber permitido que me atrajera hacia cualquier drama que ella ha venido a provocar aquí. La tensión logró reflejarse en su rostro cubierto de bótox cuando dice: —Florence Cal está al borde de la bancarrota y estoy aquí porque necesito tu ayuda para revertir la situación— Eso sí que me hizo querer ponerme los pantalones.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD