Un desafío irresistible.

4- Prefiero donar un riñón

Me quedo mirando la botella de Henny. Es curioso como las cosas pueden cambiar tan rápidamente. Un minuto estas arriba y al siguiente abajo. Y yo, estoy abajo, sí.

El hecho de que Florence Cal este en problemas y yo no supiera absolutamente nada al respecto me dejo sin palabras.

Sentado en la mesa de mi cocina por primera vez, me paso las manos por mi cara. Mis emociones son un torbellino de agitación.

Estoy confundido.

Estoy molesto

Estoy jodidamente encabronado.

La verdad de su engaño, sumada a mi propia ignorancia, me dejo temblando hasta los huesos. Adormecido.

Las preguntas se disparan como una pistola a un blanco en mi cerebro. ¿Cómo no me di cuenta de que no había visto ningún estado financiero en todo el año? ¿Y por qué demonios había estado tan absorto en mí mismo al ver que la empresa no está teniendo un buen desempeño?

Claro, estamos subcontratando el producto, pero el equipo se ha ido actualizando poco a poco y funciona bien. bueno, si, el marketing está un poco desactualizado y la marca había perdido parte de su brillo de hace mucho tiempo, pero el fracaso no ha sido pintado con aerosol en las paredes, por el amor de Dios.

Estúpido.

La verdad es que los tiempos han cambiado y no hemos seguido el ritmo, por lo que ha sido inalcanzable en la idea de perseguir otras marcas boutique. No es de extrañar que no estuviera interesada.

Pero esto, ocultarme el casi colapso del legado de mi familia, fue más que irresponsable de su parte: es vergonzoso. Por más que lo intente, no puedo contener mi furia por esa flagrante omisión. No puedo quitarme de encima la furia abrasadora que resuena en mis oídos con cada palabra que ella dice. Después de exponer la situación de FC en una imagen grande, gorda y desordenada para mí, cierro los ojos y respiro profundamente unas cuantas veces.

—¿Cómo pudiste dejar que las cosas empeoraran tanto? —

Ella mira su taza de café. —No me di cuenta de que lo habían hecho hasta que fue demasiado tarde y, aún así, todavía pensaba que podía cambiar las cosas antes de tu cumpleaños— responde.

Una furia cegadora recorre mis venas y golpeo con el puño la superficie de madera con tanta fuerza que el espresso se desborda por el borde.

—¿Pensaste? — ladro. —¿Pensaste que podías cambiar los números de esa manera? —

—Si, pensé— Al exhalar, Lavinia pone una expresión casi suplicante en su rostro, como si supiera que estoy a punto de estallar y rogarme que me calme.

Cuando mi actitud se mantiene dura, ella usa el derrame como excusa para escapar de mi ira. Se levanta y camina lentamente hacia el fregadero.

—Sabes que en los diez años que llevo dirigiendo Florence Cal desde que falleció tu padre…—

—¿Falleció? — la interrumpo con voz dura. —No falleció sin más y tú lo sabes—

Esa mirada comprensiva que siempre me da en las pocas ocasiones en que permito que se hable del tema aparece en sus ojos y la miro con el ceño fruncido. Ahuyento ese recuerdo para los dos lo más rápido que puedo y digo bruscamente: —Continua—

Después de tomar aire, continúa: —Sabes que la empresa ha pasado por una buena cantidad de altibajos durante bastante tiempo. Aún así, de algún modo, siempre he logrado superar los momentos difíciles y salir fortalecida—

—Hasta ahora— digo entre dientes.

Lavinia deja de limpiar el líquido con una toalla de papel y me mira fijamente con dureza. —Si, hasta ahora. Pero tengo un plan—

—Y déjame adivinar, ¿este plan implica que me mude de nuevo a San Mateo? —

Ella asiente y, cuando lo hace, baja la mirada. No importa, ya he visto: la leve inquietud que apareció en sus ojos.

Conozco a Lavinia King y sé que ella nunca duda en ir tras lo que quiere, así que tengo que admitir que me tomo un momento para regodearme.

Cruzo los brazos sobre el pecho, levanto ambas cejas y la miro con enojo. —¿Y que más implica? ¿Qué done un riñón? —

Levanta la mirada y me mira fijamente con frialdad. —No seas ridículo, Andréi, nada de eso—

—¿Entonces qué? —

—Todo lo que tienes que hacer es casarte con Frances Castello—

Mi sonrisa burlona se desvanece al instante.

—¿No puedes hablar en serio? —

—Si, lo hago—

—De ninguna manera eso va a pasar— le espeto.

Tengo tres “ellas” en mi vida. Tres mujeres cuyos nombres no soporto pronunciar en voz alta, así que me refiero a ellas como “ella” la mayor “ella”, la de mediana edad “ella”, y la más joven “ella”.

La primer “Ella” Lavinia Eloise Connolly King en realidad es más que mi abuela adoptiva. Tambien es mi madrastra, pero esa historia tan jodida será para otro día.

Emma Adams, la “ella” de mediana edad, fue el recipiente soltero que me trajo al mundo.

Luego está la más joven “ella”, Frances Noelle Castello Vanderbilt. Era mi antigua novia de la preparatoria y la número uno en la lista de las “ellas” cuyos nombres no soporto ni sentir en mi lengua.

—Escúchame— insiste Lavinia.

La interrumpo. —No, no lo haré. Estas loca. Has perdido oficialmente la cabeza si crees que me voy a acercar a esa mujer. Sabes que no la soporto—

Ella continúa suplicándome. —Andréi, tienes dejar que el pasado quede atrás. Es imperativo que unamos fuerzas con Vinos Castello. Es la única manera—

Sacudo la cabeza y hablo con un tono de voz que no puedo contener. —Solo por pura diversión, voy a preguntar: ¿Por qué ellos? —

Su mirada no refleja nada más que determinación. —Como todavía tienen sus viñedos y la proximidad es lo más conveniente, asociarnos con ellos es una obviedad—

Mirando hacia el techo, me froto la barba debajo de la mandíbula y trato de mantener la calma.

Bien. una obviedad.

—Mira, Andréi— suspira. —No les está yendo mejor que a nosotros después de los incendios. De hecho, les estaría yendo mucho peor si no fuera por esa club de degustación que tienen, VC. Nosotros podríamos haber perdido nuestros viñedos, pero ellos perdieron su equipo. Sin capital, una vez que su inventario se agote, no habrá forma de que puedan mantenerse a flote.

Los incendios.

¿Los malditos incendios arrasadores que arrastraron el valle de Napa el año pasado causaron tanto daño a su negocio y aún no han intentado arreglarlo?

No tenía idea. Mierda.

Sabía que habíamos estado subcontratando nuestras uvas, comprometiendo la calidad, el sabor y pagando un precio más alto, y he aceptado lo que tenemos que esperar hasta este mes para corregir las cosas, pero esa aceptación fue antes de saber que el dinero no era un problema.

¿Cómo carajo podemos restaurar los viñedos?

Sin efectivo, no hay forma de que se pueda iniciar una renovación de la superficie cultivada. El futuro parece sombrío. Se necesitará capital para sostener el mayor costo del producto y, obviamente, no lo tenemos.

Por otra parte, Vinos Castello tampoco lo hizo. La confusión arruga mi frente. —Unir fuerza con ellos no tiene ningún sentido— murmuro, todavía tambaleándome por el mero pensamiento de su loca sugerencia.

—Tiene mucho sentido—

—¿Cómo es eso? Acabas de decir que están a punto de hundirse—

—Por eso necesitamos fusionarnos. A corto plazo, ellos tienen el producto y nosotros los medios de producción. Y a largo plazo, formaremos una entidad única y saludable con abundante uva y equipo de producción en funcionamiento. Es la única manera de que ambas empresas sobrevivan—

A largo plazo.

Me río. Esto es divertido. Frances y yo no duraríamos ni dos días juntos, eso lo puedo asegurar.

—Lo digo enserio— resopla Lavinia.

La señalo con el dedo. —Si crees con tanta fuerza en tu loca idea, tu cásate con ella—

Ella esboza una sonrisa sarcástica. —Esto no tiene gracia, Andréi—

Me encojo de hombros. —No, no la tiene. Igual que casarme con Frances Castello la tiene—

—A menos que seas un hacedor de milagros, es la única forma de salvar a Florence Cal—

—Lo entiendo— me doy un golpecito en la sien. —¿Qué tal y vas a hablar con el viejo Bernard en lugar de intentar de casarme con su hija, el diablo? —

Lavinia pone los ojos en blanco. —En primer lugar, ella no es el diablo, Andréi. Y, en segundo lugar, ¿no crees que he intentado concertar una cita? El viejo no me devuelve ni una sola de mis llamadas.

—¿Por qué diablos no? —

—Sabes exactamente por qué. Me odia por delegación de tu abuelo—

Por alguna razón, esa realidad realmente me molesta. Una disputa que comenzó hace más de cincuenta años todavía está sucediendo.

—Eso es jodidamente ridículo— le digo, con una voz que gotea hielo de una manera que ayuda a calmar mis nervios.

—Bueno, es verdad. Además, Frances es una mujer muy encantadora y mucho más razonable que su padre.

Una risa oscura surge desde mi garganta.

—Realmente estas trastornada. ¿No has visto los titulares últimamente? Ella y un gigolo super rico estan de moda en el circuito de fiestas de Los Ángeles—

La abuela menea la cabeza. —Andréi, vamos, sabes de primera mano cómo le gusta a la prensa exagerar. El tipo es rico con problemas familiares distanciados. Por supuesto que va a aparecer en las noticias. Y sinceramente, no deberías de creer todo lo que lees—

¿Sabe ella algo que yo no?

—No importa— digo, negándome a preguntar.

—Enamorada o no, sigue siendo un desastre— añado, porque las fotos de ella de fiesta con el italiano rico son toda la evidencia que necesito de ello.

La ceja delineada de Lavinia se arquea. —Claro, Andréi, a ella le gusta divertirse, pero eso no significa que no sea buena en su trabajo. ¿sabes que dejo esa importante empresa de marketing en la que trabajaba en LA para trabajar en Vinos Castello? —

Parpadeo sorprendido. —No— digo brevemente.

—Bueno, lo hizo. Y he hecho mi investigación. Ella está dirigiendo Vinos Castello y, por lo que puedo decir, ella es la única razón por la que la empresa de su padre sigue en funcionamiento. Ese club y sala de degustación suyos han hecho maravillas. Ahora que lo pienso, podría ser la versión femenina de ti, Andréi. Entonces, ¿cuál es el problema? —

Me doy una palmada en la frente. —Oh, demonios, cuando lo dices así, Lavinia, tiene todo sentido del mundo que nos casemos—

El sarcasmo que utilizo hace que sus pestañas postizas revoloteen hacia arriba y hacia abajo.

—Lo entiendo— continuo . —Frances y yo somos, obviamente una pareja hecha en el cielo— O en el infierno, pienso antes de añadir:

—No tengo ni idea de por qué pensé que el matrimonio debería implicar cosas como el amor y respeto cuando claramente la fiesta es todo lo que necesitas para que funcione—

Lavinia cierra la mano en un puño y golpea la mesa. El sonido es tan fuerte que me echó para atrás. —Esto no es una broma, Andréi. Si no quieres perder todo por lo que tu abuelo trabajo tan duro, harás lo que te digo que hagas y harás las paces con ella. Es la única manera.

Mi corazón late demasiado rápido y mi boca se seca. De ninguna manera. DE NINGUNA MANERA.

No hay forma de que pueda “hacer las paces” con Frances Castello. Respiro profundamente y exhalo lentamente. Tengo que mantener la calma. Aparentemente despreocupado, me encojo de hombros. —Entonces ve a hablar con ella. A ver si está dispuesta a aceptar la idea de hacer las paces conmigo y fusionar las dos empresas, y partiremos de ahí—

Ya sé que Frances nunca aceptará algo así. puede que yo la odie, pero ella me odia mucho más. Y estoy seguro de que prefiere fracasar antes de volver a ver mi rostro.

El cabello perfectamente peinado de Lavinia se mueve, así de fuerte sacude la cabeza. —No, incluso si ella estuviera dispuesta, la fusión no podría funcionar en esas circunstancias. Sería demasiado arriesgado—

Esto se está volviendo más divertido a cada segundo. —¿Y eso por qué? —

—No confió en ella ni en su padre— me río entre dientes.

—Y, sin embargo, ¿quieres que yo me case con ella? —

Ella se endereza, —Si, lo hago. Si te casas con Frances, crearas un vínculo que no se podrá romper ni engañar—

Mi barbilla adopta una inclinación desafiante. —Debes saberlo—

Ella suelta una risa amarga, pero ignora mi comentario.

—El matrimonio representa un beneficio mutuo para ambos: tu obtienes las uvas de ella y ella obtiene tu equipo. He hablado con el señor Dalton y está de acuerdo conmigo. El matrimonio es la única manera de garantizar que nadie salga perjudicado—

Perjudicado

Ella está en lo correcto.

Harto de esta tontería, me aparto de la mesa y agarro la botella de whisky.

—Si, bueno, eso no va a suceder, Lavinia. Ni en un millón de años—

Prefiero donar un riñón.